El mundo de los representantes

Pablo Ceijas: "Hay muchos representantes impresentables en este medio"

Fue campeón de patinaje y jugador de fútbol. Hoy, trabaja como representante e intermediario. Opina que el rubro está muy segmentado y los que venden jugadores son los mismos de siempre.

Por Redacción EG ·

14 de abril de 2009
-¿Por qué decidió ser representante?
-Yo jugué al fútbol. Llegué hasta la reserva de River, después pasé por equipos regionales de Italia, donde viví catorce años. Me retiré en el 95 y ahí empecé con la representación de jugadores, trabajando para un grupo que se llama A.C.A. En ese entonces tenían a Van Basten, Gullit, Rijkaard, y a todos los holandeses. Colaboraba con ellos encargándome de las autorizaciones de los futbolistas en el mercado sudamericano. La empresa también seleccionaba talentos en Africa; llevaban a Italia a un montón de jugadores buenos, pero no todos podían tener un lugar allí. Entonces, me los asignaron para que los coloque en Sudamérica. Recuerdo que a uno lo llevé a Talleres de Córdoba y otros dos a Uruguay, donde les fue muy bien. Luego, me largué solo. En el 99, comencé a trabajar con el Perugia, ahí vendí a Pablo Guiñazú, Claudio París, Oscar Córdoba; siguieron Matías Lequi, Marcelo Gómez y Fabricio Fuentes. Como los futbolistas suelen hacer comentarios acerca de sus representantes, se fueron sumaron otros.

-¿Cómo es el ámbito de la representación?
-Hoy está muy segmentado el rubro de los representantes. Trabajan un montón de amigos de jugadores, pero no le venden un futbolista a nadie. Los que sí, somos los mismos doce o quince de siempre. Como tengo las puertas abiertas en cualquier lado, muchos representantes me vienen a pedir: “¿Me vendés a este jugador?”

-¿Hay mucha gente inexperta en su profesión?
-Yo puedo contar, obviamente, sin dar nombres. Muchos representantes eran disc jockeys o vendían ropa… Empiezan porque son amigos de los jugadores o suelen pasar las noches con ellos; porque la mayoría tiene 22, 23 o 24 años. Los futbolistas se confunden con esa amistad y no buscan a quien haga esto a conciencia. Tenés la lista de agentes de FIFA con 159 pero, como decía, trabajan los quince o veinte de siempre. El resto tiene la credencial sólo para decir que es agente FIFA. Yo vendí a Marcos Angeleri sin la autorización de Estudiantes, y no represento al jugador. Me lo dieron porque los clubes me tienen confianza. Si les digo tres, es tres. No sólo en Argentina saben cómo me desempeño, trabajo mucho en Rusia, México, Chile y Paraguay.

-¿Representación o intermediación?
-Hoy me dedico más a la intermediación. La representación es muy linda cuando tenés muy buena relación con el jugador y demás; pero al haber muchos de estos representantes que salen con los jugadores, van a la discoteca y toman con ellos, se complica. Hay muchos representantes impresentables en este medio. Yo he visto a uno con renombre, más que nada por su padre, a pesar de que  no trabaja mucho, llegar vestido con bermudas y una camisa rota a una reunión con Julio Velazco, el ex director deportivo de Lazio. Venden y no saben lo que es confeccionar un contrato, se meten en líos. Una vez, un jugador me dijo “Fui a Francia y me jodieron”, y yo le contesté “No te jodieron, no hiciste bien las cosas”. Cuando hay malos entendidos se generan casos como el de Ortega. Hay agentes que ven la comisión ahí, la toman y se van. Cuando tutelás a un club o a un jugador que te da esa confianza, hay que saber lo que se está haciendo. Normalmente, los contratos que hago para los jugadores los cobro; sé de colegas que no hacen así. Además, la Federación siempre está para ayudar. Si tenés una operación que te sobrepasa, está la gente del Departamento de Jugadores y también los de Legales de la AFA. 

-¿Qué porcentaje cobra un representante?
-El 10% es lo que fija la FIFA, aunque yo conozco representantes que cobran más que eso.

-¿Por qué es necesario un empresario para vender un jugador entre clubes argentinos?
-Por una cuestión de organización y confianza. El intermediario trabaja para que, quien haya comprado, gane dinero. Normalmente, en todas las transacciones hay gestores e intermediarios. En el fútbol, evitás que se corte la posibilidad de concretar una operación, si las dirigencias de los clubes no tienen afinidad o una buena relación. No lo veo mal, se hace en todo el mundo.

-¿Cómo trabajan la cuestión de los pasaportes?
-Una vez que el jugador tiene la documentación, en caso de que cumpla con los requisitos para poder sacar el pasaporte, lo llevo hasta el consulado. Sé cómo se tramita el pasaporte italiano, porque yo lo tengo. Si me preguntan cómo se obtiene el español, no sabría decirles.

-¿Qué diferencias hay entre la relación jugador-representante de la actualidad y la de antes?
-Los jugadores, si bien quieren un representante, buscan una transferencia para poder ganar plata. Se puede ser el mejor representante del mundo, el tipo más honesto y su mejor amigo, pero siempre van a querer que les consigas un contrato. Yo vendo a todos los jugadores que tengo. Llega un momento que los clubes me piden otros que, a su vez, tienen a otro representante. Al hacer bien las cosas, los equipos me dicen que les lleve a un jugador y hago la intermediación. Eso sí, cuando veo los papeles y hay algo que no me gusta, le digo al jugador que eso no me convence y le advierto que si quiere firmar, lo haga, porque en definitiva la plata es suya.

-¿Cómo es la representación en Europa?
-Es igual que aquí. Es difícil en todos lados; es una jungla, tanto allá como acá.
En la Argentina hay 159 agentes, 480 en Italia y 400 en España, aunque existe otra clase de respeto. El jugador es diferente, hay mercado para todos; tienen cuatro categorías profesionales. Sin embargo, sucede lo mismo: trabajan los de siempre y los demás hacen pequeños negocios.

Alejandra Altamirano Halle