El mundo de los representantes

Ricardo Schlieper: "La competencia exige buscar chicos de 13 años"

Nos cuenta sobre su profesión, los inicios, la actualidad, y hasta la historia de cómo Guillermo Barros Schelotto le dijo en el 94 que no se quería ir al Toluca cuando ya tenía todo arreglado.

Por Redacción EG ·

21 de enero de 2009
Imagen Schlieper fue representante de Messi.
Schlieper fue representante de Messi.


-¿Por qué decidiste ser representante?
Fue hace muchos años. Yo estaba vinculado al periodismo, hacía deportivo y político, y encontré una variante para seguir ligado al futbol. Fue en el año ’86. Me pareció interesante la profesión.
-¿Cómo comenzaste?
Armé una sociedad con un colega de periodismo, Juan Luis Berros, con quien estuvimos trabajando juntos en varios medios. Empezamos captando jugadores en Rosario, donde arrancamos, porque somos de aquí, y ese fue el comienzo.
-¿Cuántas personas representas? ¿Quiénes? ¿Con cuántas empezaste?
Entre profesionales y amateurs cerca de 80. Pasamos por diferentes épocas. Desde el plantel completo de central del ‘87 cuando fue campeon, y por Juan Antonio Pizzi, el Tata Martino, Chemo Del Solar, los mellizos Barros Schelotto, Márcico, Juan Simón, Gustavo Zapata, Hernán Díaz. Y actualmente el Pato Abbondanzieri, que está conmigo de toda la vida, Ezequiel garay, Alayes, Moreno y Fabianesi, Enzo Pérez, Desábato, Gabi Pereyra, Brown, Zelaya, Vizcarra, Bernardello, Leandro Torres, y más. Al principio teníamos el plantel de central, los 16, y a Matino, Basualdo, Theiler y Ciraolo. Más o menos veinte.
- ¿Qué porcentaje cobra un representante?
Normalmente los contratos son por el 10% del neto que percibe el jugador. Después hay acuerdos por menos, o como tenía con Guille (NdR: Barros Schelotto) que sólo cobraba si lo vendía. Esas situaciones se dan de acuerdo a lo que llegues con el cliente.
-¿Por qué es necesario un empresario para vender un jugador entre clubes argentinos?
A veces directamente arreglan entre los clubes, pero otras piensan que es más fácil llamar al representante, que simplifica la negociación. Suele suceder. ¿Por qué la gente, en general, no vende sus departamentos sino que se los da a inmobiliarias? Es lo mismo, a veces prefieren que alguien haga la transacción.
-¿Tenés alguna anécdota de un jugador que no hayas podido convencer para ir a un club determinado?
Sí, me pasó una vez que para el futuro fue interesante. Con Guille en el 94, logramos colocarlo a él en el Toluca de México. Ya se había arreglado todo, los clubes, el contrato, y cuando iba a firmar no quiso. Me dijo: “Prefiero ir a un grande de Argentina y triunfar ahí, ya en algún momento me saldrá algo del exterior”. En realidad acertó, pero estaba todo listo. Uno se enojó en el momento, pero con los años entendí que tenía razón.
-¿Cómo trabajan la cuestión de los pasaportes?
Hemos hecho muy poco respecto a ese tema. En algún momento trabajamos con un gestor que le hacía el trámite a jugadores de rugby. En nuestro caso, que no trabajamos con los que lo hacían con facilidad, se nos demoraron muchas situaciones, pero lo hacemos como hay que hacerlo. Lleva su tiempo. Para darte una idea, algunos empezaron hace 3 años y hoy todavía no los tienen.

-¿A partir de qué edad de un jugador lo empezás a representar? ¿Quién es el más joven que tenés?
Cuando arranque, sólo cuando eran profesionales. Ahora vas a buscar chicos de 13 o 14, te lo exige la competencia. El más chico que tuvimos fue Messi, con 12 años, que después se nos fue a Barcelona. Generalmente a esa edad nos da la sensación de que es chico y que está más para divertirse con el fútbol que para tener un representante.
-¿Te peleaste alguna vez con el padre de un representado?
Hemos tenido peleas. La mayoría se dan con los padres, no con los chicos. La diferencia es notoria. A veces se da con los padres porque en muchos casos ven en ellos su salida laboral personal, no la de los chicos y no entienden que deben ganar plata recién como profesionales. Ese ha sido un defecto nuestro, de los representantes. Comprarle una casa o un auto o darle dinero les hace mal. Les hace creer que en el fútbol la plata se gana fácil y no es así.
-¿Cambió mucho la profesión desde tus comienzos hasta ahora?
Absolutamente. En primer lugar, el jugador tenía otra característica. Se vivía de eso y no existía ir a buscar pibes de inferiores, darles viáticos y esas cosas. Los padres no aparecían cuando tenían 21 años. Había mayor fidelidad porque era menor la competencia. Si el jugador estaba conforme la relación continuaba. Por ejemplo, hoy trabajo con Fabián Basualdo, a quien había representado. El caso ideal es el del Pato (NdR: Abbondanzieri), comencé en el 92 y seguimos juntos.

Iván Sandler