Las Entrevistas de El Gráfico

Sumergirse en la faceta más íntima del fenómeno Gatti: la verdadera dimensión del Loco

Lucas y Federico, los hijos del ídolo, en una conversación infinita junto a imágenes inéditas del archivo de El Gráfico, a escasos días del paso a la inmortalidad del mítico arquero.

Por Pablo Amalfitano ·

29 de abril de 2025

CARLOS TEJEDOR se encuentra al noroeste de la provincia de Buenos Aires y tenía, según el censo nacional de 2010, alrededor de siete mil habitantes. Casi setenta años antes, todavía menos: no era más que un campo.

Un pueblito perdido entre tantos pueblos perdidos que conforman, a lo largo y a lo ancho, el octavo territorio patrio más extenso del mundo. Allí, en aquel sitio aislado de los focos, ocho décadas atrás, nacía un superhéroe llamado Hugo Orlando Gatti.
 

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Tres personas se abalanzan sobre una mesa redonda, ubicada en el epicentro de un espacio que protege la historia deportiva -y cultural, porque el deporte forma parte esencial de la cultura- de todo un país. Ya pasó el horario del almuerzo del miércoles 23 de abril de 2025. Ya transcurrieron ochenta años del nacimiento de aquel niño con magia en sus manos y apenas tres días de su viaje a la inmortalidad. Las tres personas, con el dolor todavía tan reciente, tan intestino, se abalanzan por una razón: quieren revivir una porción relevante de una vida que ya vivieron y que nunca dejarán de vivir.

El ex futbolista Lucas Cassius Gatti, cuyo nombre tiene relación directa con el del boxeador Cassius Clay -Muhammad Ali, uno de los deportistas más representativos de todos los tiempos-, está acompañado por su hermano menor Hugo Federico Gatti, también ex jugador, y el DT y representante Rodrigo Carballo, parte intrínseca de la familia. Los tres acaban de atravesar el umbral a la historia que dirige al inabarcable archivo de El Gráfico, la revista deportiva más influyente de todas las épocas, un lugar que abraza la infinita vida del superhéroe de todas las hinchadas. El que volaba con su característica vincha y su extensa cabellera. El que fue vendido a River en millones de dólares. El que se convirtió en un ícono del primer Boca campeón de todoHugo Orlando Gatti.

Los tres se zambullen entre las imágenes impresas, dispersas en la totalidad de la mesa redonda sobre la que segundos atrás se abalanzaron, y no lo pueden creer. El cronista, entonces, se propone conocer al ídolo a través de sus ojos, de sus emociones y de sus experiencias.
 

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-¿Cuáles son las primeras fotos que hubieran querido ver antes de llegar al archivo?

-Y... estas con mi vieja (NdR: Nacha Nodar, la mujer de Gatti, fallecida en junio de 2024) son muy lindas. Son las fotos más emotivas porque son de etapas que nosotros no vivimos; no existíamos.

En el ambiente de la incipiente conversación podría oírse la voz del Loco, en respuesta a lo que sostenía su mujer: que era aburrido. "No, no miente. Realmente soy aburrido, tranquilo, hogareño, solitario… Y cuando jugaba era peor", asentaba.

Imagen Gatti y su mujer de toda la vida: Nacha Nodar.
Gatti y su mujer de toda la vida: Nacha Nodar.
 

-¿Qué les contaba Gatti de esa etapa?

-No, nada. Era muy reservado... -responde Lucas-. Nos están contando ustedes con todas estas fotos (risas). Era muy callado, una persona muy reservada con cuestiones personales. Fue criado y educado así: era un fiel reflejo de su padre. Igual se fue aflojando con el tiempo, con los nietos; yo viví otro tipo. Fue diferente del que yo viví cuando era chico. Pero en aquellos momentos... no teníamos manera de saber nada.

Interrumpe Federico.

-Mirá este Fiat. Con este volcó. Este es el que volcó... no se mató en la Panamericana de pedo, con mi vieja. Zafaron los dos, no sé cómo, en este Fiat 128.

Imagen El Fiat 128 en el que Gatti volcó junto con su mujer.
El Fiat 128 en el que Gatti volcó junto con su mujer.
 

Ahora el que interrumpe es Lucas.

-Mirá, acá está el escorpión... Todos dicen que lo inventó Higuita, pero él la hizo antes. Mucho antes. Acá dice de cuándo es: 1973.

Entonces Federico, que utiliza su segundo nombre como si fuera el primero, aclara.

-Pero no la hizo en un partido, eh. Higuita sí. Y quedó grabado. Él dice que es la única que le faltó hacer.

-Es un cagón -se ríe Lucas-. Lo que nos putearía si nos escuchara en este momento decirle que la haga en un partido, ja. "¿Qué sabés vos? Ustedes dos no saben nada", diría.

-Después le faltó el gol, que en su época era imposible -explica Fefo-. En esa época si un arquero iba a patear un tiro libre el mismo jugador le decía: "Andá pa' allá". Nunca se le ocurrió. Ni se acercaba porque no había chance.

-Bueno, acá están las publicidades -observa Lucas, mientras toma una imagen de su padre envuelto entre marcas cuando nadie en el deporte vestía con las marcas-. Este tipo inventó el marketing y ni se enteró de lo que estaba haciendo.

Imagen El escorpión: Gatti lo hizo antes que Higuita, el 30 de enero de 1973.
El escorpión: Gatti lo hizo antes que Higuita, el 30 de enero de 1973.
 
-Se inventó a sí mismo -lanza el periodista, con la intención de adentrarse en aquel mundo-.

-Todo -responde-. Las reglas del juego. Ahora salen todos jugando, pero porque están obligados a salir jugando. Hacerlo porque lo tenés que hacer y hacerlo porque lo sentís son dos cosas distintas, eh. La misma, pero en dos situaciones distintas. Por eso este tipo va a quedar donde va a quedar. Todo lo hizo viviendo desde un lugar muy genuino, muy real. No es que había una regla o lo pedía el técnico; este lo hacía parecer que tenía sentido.

Tenía sentido y era visionario, según contara Gatti: "A mí me resultaría mucho más fácil jugar en este circo de hoy. Todo lo que ahora está permitido lo hacía yo cuando estaba prohibido".
 

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-¿Qué le preguntarían si estuviera acá mismo?

Con aquel disparador comienza un conmovedor peloteo entre hermanos que inicia Lucas.

-"¿Cómo no viniste a buscar todo esto, Loco?".

-Es que le chupaba un huevo.

-No le importaba nada. Era muy consciente de todo lo que representaba pero no quería verse en ningún lado. Ni en videos, ni en fotos. No guardó nada: no se apegaba al recuerdo, no le gustaba. Decía que envejecía. "Te hace envejecer", decía. No nos contaba mucho pero nosotros a él lo vivimos; de alguna forma fuimos robando eso. No nos mostraba ni nos contaba nada. Era parte de su genialidad: un tipo desapegado de cosas que a cualquier otro lo hubieran desesperado.

-No tenemos ni una remera suya. Nada de nada. Terminaba los partidos y regalaba todo. Salía y regalaba todo para que no le tocaran el pelo. Se armaba cada quilombo si le tocaban el pelo...

-Siempre fue así con el pelo...

-Hasta el último día. Incluso en el hospital: venía un enfermero a lavarle la cabeza y casi lo mata. Cuando estuvo internado tuvo un mes que estaba consciente, bien, en el que esperábamos que se recuperara. El siguiente mes se complicó, pero cuando estuvo bien no sabés lo que nos hizo reír. Podríamos escribir un libro sólo de lo que pasó en el hospital. Venía un médico, una eminencia, le decía las cosas y cuando se iba tiraba: "Nah, este no sabe nada".
 

Imagen Lucas y Federico Gatti, junto a Carballo, con las emociones a flor de piel.
Lucas y Federico Gatti, junto a Carballo, con las emociones a flor de piel.
 
-No dejó de ser él hasta el último día...

-Pero porque era de verdad. Por eso el tipo fue polémico, decía cosas que caían mal. Ese tipo se murió con él este domingo: ahora arranca lo que representa el tipo. Este tipo representa algo muy importante hoy en día, en tiempos en que nadie dice lo que no se puede decir. Todos se cuidan, tienen miedo, porque te cancelan. Este tipo siempre habló en contra de sus intereses: decía lo que sentía y lo que pensaba. Le molestaba mucho la mentira. Se volvía loco con los periodistas que hablaban con imprudencia, le daba bronca, reaccionaba de una manera que no medía. Hablaba con una cámara como si estuviera en un asado; eso se lo valoro. Hoy nadie dice lo que piensa: todos dicen lo que conviene, lo que interesa, lo que se puede.

-Fue disruptivo incluso para esta época.

-Es simple: el legado de este tipo lo genuino, lo espontáneo, la verdad. Podés o no estar de acuerdo pero nunca te mintió. En un mundo en el que todo es sanata: ponés una foto y la retocás.
 

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-¿Cómo vivieron de chicos la cercanía con esa figura?

-Es que nacimos con eso -dice Federico-. Nunca nos dimos cuenta. Lo veíamos con esos pelos, cómo salía a la calle, claro que no era un papá normal. A la vista no es normal. Por presencia, por todo, pero nacimos con eso. No nos dábamos cuenta.

-¿En qué momento se dieron cuenta de quién era?

-Te vas dando cuenta... En un momentó caés, pero desde el primer año de vída que teníamos eso todos los días. Había revuelo en todos lados. Salíamos a comer y había gente en la mesa, gente que lo tocaba, que le pedía fotos, firmas. Era la vida que nos tocó a nosotros.

-Nunca renegó de eso...

-No, no -toma la palabra Lucas-. Mirá: lo que él representa siempre te vas dando cuenta. Yo descubrí algunas cosas incluso en el velatorio. Y a partir de ahora vamos a ver más cosas. Decí que justo coincidió con lo del Papa (NdR: Francisco, fallecido un día después), porque sino hubiera sido imposible de gestionar. Lo del Papa en cierto punto dio un respiro: el día que ocurrió estábamos abrumados. Fue muchísima gente a despedirlo a la Legislatura Porteña. Él no quería nada: si se hubiera enterado de que hicimos algo, nos mataría.Nos mandaría todas las maldiciones del mundo por lo que hicimos en la Legislatura.Si fuera por nosotros habríamos hecho algo chiquito, pero sabemos que él no es sólo nuestro: también pertenece a lo popular. Ahí fue la gente, fue el hincha; fue muy fuerte ver a tanta gente. Eran cientos de personas, con dificultades, en medio del laburo.

Una pausa se apodera del ambiente. Y el ex jugador de Boca, el club en el que su padre se convirtió en un ídolo imborrable, prosigue.

-A veces nos olvidamos de que el fútbol le pertenece a la gente. Ahora estamos con el tema de los fondos de inversión. La emoción del ser humano no se puede comprar: este tipo vivió para su gente. El Loco Gatti era el Loco Gatti porque la gente lo hizo el Loco Gatti. El hincha no es cliente, el hincha es hincha. El cliente compra, el hincha sufre. Yo vi gente de mi edad que lloraba. Te reconecta con lo que es este juego, el sentido de pertenencia, el fútbol es eso. No se puede comprar. ¿Cuánto vale el Loco Gatti? No tiene precio. Eso me mató; me emocionó mucho. Lo sabía pero verlo fue muy fuerte.
 

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-Era el ídolo de todas las hinchadas, como alguna vez tituló El Gráfico en la tapa. ¿Creen que trascendió las camisetas más allá de Boca, de River y de la Selección?

-Sí, era de todos. El Loco era de la gente.
 

Imagen Lucas y Federico Gatti, con la tapa de El Gráfico de refleja: "El ídolo de todas las hinchadas".
Lucas y Federico Gatti, con la tapa de El Gráfico de refleja: "El ídolo de todas las hinchadas".
 
Carballo se suma y suelta su postura.

-Lo que vos dijiste: el ídolo de las hinchadas, jugó en los dos equipos, el hincha de River nunca lo trató mal porque estaba en Boca. Siempre lo trató con respeto. Lo querían todos. Esta tapa representa lo que fue.

-Salvo Diego no hubo otro que fuera ídolo de todos...

-Sacando a Diego -aclara Lucas-, es el único. Por eso repito: ahora arranca la verdadera dimensión de este hombre. Hasta ahora la gente estaba distraída con que era antipatria, con que no le gustaba lo que decía, con que era polémico. Bueno, todo eso se murió: ahora arranca lo que representa. Era un tipo genuino en una época en la que lo genuino no abunda.

-Era jugadorista: estaba en contra de todo este fútbol moderno -asevera Lucas, nostálgico de una era pasada-. No se puede vender la esencia; el fútbol se nutre de todo eso. Son los jugadores, es la gente. Este tipo es un legado que tiene que trascender a una etapa en la que todo se quiere vender. Gracias a tipos como él hay que recoger la bandera y seguir. Este hombre representa algo muy grande.

Rasgos del Loco en la vida diaria

Federico no tiene vueltas para aseverarlo: "Estaba loco. Estaba loco, pero no como en la cancha. En la vida era otro tipo de locura. (Piensa) Y... es inexplicable. De las últimas, por ejemplo, nunca cierra el auto. Porque... ¿quién te va a robar? Con las llaves de casa adentro. Le robaron tres veces la llave de casa. Agarrá la llave, de última, si no vas a cerrar el auto. La puerta de casa tampoco la cerraba. Quién va a entrar, claro, si estás viviendo en Hollywood (risas)".

Y Lucas no duda en aportar una reflexión: "Los que vivíamos con él lo sufríamos. Es la parte del genio que no podés contener. Detrás del mostrador es un quilombo: si querés al genio tenés que tener las dos caras de la moneda. Y sí, es el combo completo. Hay tantas que hizo que me cuesta encontrar alguna puntual".

Piensan, todos piensan. Mientras repiten, una y otra vez, en tiempo presente, con el alma de Gatti en la mesa central del archivo de El Gráfico: "Está loco".

Entonces, la profundización: "Escapa del patrón normal de todo. Cualquier cosa... por ejemplo, iba a la parrilla que iba siempre y llevaba su propia carne. Si eso es veneno, decía. Y se sentaba en la mesa y llevaba su vino. Pero si ahí tenían el mismo. El de ustedes no es rico, les respondía. Y las cosas que ha hecho en el hospital: a los médicos los volvió locos. Con la cadera... le dijeron que se operaba y salía caminando. Le quedó eso en la cabeza. Él entró por la cadera y cada diez días pasaba el tiempo y nos preguntaba: "Salía caminando, ¿no?".
 

Imagen 19 de agosto de 1977: cumpleaños de Gatti, junto con el capocómico Alberto Olmedo.
19 de agosto de 1977: cumpleaños de Gatti, junto con el capocómico Alberto Olmedo.
 
Federico cuenta, en ese contexto, lo que pensaba su padre en torno a los médicos y los hospitales: "Decía que nunca fuéramos al hospital ni al médico, porque siempre te encuentran algo. Así llevaba años caminando con la rodilla como la tenía, no podía más del dolor. 'Te encuentran algo, te encuentran algo'. Tenía razón: entró y no salió".

Y llega otra reflexión de Lucas, de índole humano: "¿Por qué lo llaman loco? Porque lo que dice lo confirmás años después, no en el momento. Hasta que se confirma es un loco; lo que pasa es que hasta que se confirma ya dijo otras dieciocho cosas que hay que reconfirmar con los años. Así era con el fútbol, con la vida. Yo lo llamaba todos los días por teléfono, para hablar de fútbol, de Boca, de Real Madrid. Era constante".

El Loco, desde donde fuera, quizá hasta lo discutiría. Como lo hizo años atrás, cuando sentenció que jamás fue ningún trencero, ni ningún pérfido frente a su propia sustancia humana: "Lo mío es natural. Se le llama locura, pero para mí es otra cosa. Yo nací así, del polvo de mi madre y mi padre".

El superhéroe con miedo

"¿Siempre fútbol?", se pregunta de manera retórica el entrevistador. No termina de formular el interrogante que interrumpe Federico: "¡Sólo fútbol". Y agrega: "Cuando jugábamos nosotros quizá teníamos un problema y te decía: 'No tenés nada, no tenés nada, es todo mental'. Pero boludo, tengo la rodilla que no puedo más. 'No tenés nada, andá a entrenar'". Lucas aporta, entre risas y en la voz de su padre: "Ustedes no salen a mí, no salen a mí".

Pero va más allá: "Era otra gente, era gente más fuerte. Estos meses se metió en un hospital y aguantó lo que aguantó porque genéticamente es un aborigen. Fuerte. Tiene raíces aborígenes: tomaban leche, comían carne. Ahora estamos todos con alergia. Era otra concepción del desafío. Le dieron un ladrillazo, lo cosieron y jugó el partido. Hoy se suspende el partido, él queda dos meses internado. Y no es que no tenía miedo".

El propio Gatti contaba, sin tapujos, cómo se quitaba el miedo antes de los partidos: "El cuarto de vino antes era bárbaro, me sacaba el cagómetro, que es algo real. Quien lo niegue no es humano. Si fuera técnico sin dudas les daría vino a los jugadores antes de los partidos. ¿Qué les voy a dar? ¿Gaseosa? Es una porquería, los infla, los duerme… El vino es otra cosa. Y lo dicen los médicos".

"Tenía miedo, pero lo enfrentaba de otra manera", sostiene Lucas respecto de la presencia del Loco ante los desafíos. Así lo explica: "Antes de los partidos estaba re cagado, pero su forma de afrontar el miedo era redoblar la apuesta. Eso es fuerza mental, sobre todo para las generaciones de hoy, que son todos los jugadores instagramers. Antes había problemas y se los enfrentaba; ahora las generaciones son más debilitadas. Estos tipos eran mentalmente más fuertes; tenían otra forma de vivir en la adversidad y eran más austeros".

Carballo deposita en la mesa una descripción de un compañero que lo conoció en plena etapa de gloria: "El otro día lo escuché a (Miguel) Brindisi (NdR: campeón en Boca del Metropolitano 1981 junto con Gatti), que decía que siempre lo veía retraído antes de los partidos, atrás, con nervios, pero se transformaba cuando subía el último escalón. Cuando pisaba la cancha se ponía la capa".

Los consejos del ídolo-padre

"Me hizo una recomendación muy mala: que no fuera al gimnasio", dice Federico. Y emula la voz del Loco, como si estuviera sentado en la mesa, rodeado de sus propias imágenes de archivo: "El gimnasio es para los troncos, te vuelve tosco... te endurece, te endurece. Una sanata". Entonces recordó cómo lo veía en su momento, cuando jugaba a la pelota: "A mí me vino bárbaro. Este tipo jugó 27 años y me dice que no vaya al gimnasio. Y fue lo que fue. Después dije... con las piernitas que tenía, si este tipo hubiese hecho un poco de gimnasio, en los últimos diez años lo habría ayudado más, en la última parte de la carrera. Pero era muy profesional: vivía para el fútbol".

Lucas rememora, a partir de aquella anécdota, una historia que lo pinta de pies a cabeza: "En la rodilla no tenía extensión completa. La tenía flexionada: no podía extenderla al máximo. Nosotros pasamos años de nuestra vida sentados arriba de su rodilla. Nos hacía sentar sobre su rodilla mientras veía algún partido y apoyaba el pie en un mueble. Nos sentábamos encima para que se le fuera bajando. Esa era su kinesiología para no ir al hospital".

Para contextualizar: Gatti se rompió el menisco de la rodilla derecha en los albores de marzo de 1977, en una práctica de Boca en La Candela. Jugó lesionado tres partidos oficiales: con la Selección el 21 de marzo contra España, el 15 de mayo frente a Temperley, el 18 de mayo por la Libertadores ante River y, al día siguiente, se entrenó con la Selección.

Entró al quirófano recién el 11 de junio y volvió a las canchas transcurrido un mes: el 14 de julio protegió el arco de Boca en el choque ante Libertad de Paraguay por la Copa Libertadores. Aquella lesión, como rememoran sus hijos, le dejaría secuelas.

Imagen El Gráfico, desde adentro del quirófano con Gatti.
El Gráfico, desde adentro del quirófano con Gatti.

Imagen Una imagen única: el menisco de Gatti tras la cirugía.
Una imagen única: el menisco de Gatti tras la cirugía.

El reflejo de Cassius Clay

"Era un tremeno imitador de Cassius Clay", lanza, como si saltara de un tema a otro en torno a la vida de un ídolo con mil facetas, el propio Carballo, íntimo amigo de la familia.

Lucas Cassius, quien conoció al eterno boxeador cuando era un niño en los brazos de su padre, se suma al intercambio: "Yo llevo el nombre".

Imagen Alí, Gatti y Lucas Cassius en sus brazos, en una visita del mítico boxeador a El Gráfico.
Alí, Gatti y Lucas Cassius en sus brazos, en una visita del mítico boxeador a El Gráfico.
 
Alguna vez el propio Gatti justificó la elección del nombre de su hijo y la vía libre de su mujer Nacha: "No me dijo nada porque sabe que adoro a Cassius Clay, un tipo que hizo lindo a un deporte feo, horrendo. Un grande, decía que era el mejor, bailaba en el ring con más de 110 kilos... Por eso mi señora no me dijo nada. Eso sí, al segundo, no me dejó ponerle Alí".
 

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-¿Qué hablaba el Loco sobre Muhammad Alí?

-No, no, era su máximo ídolo. Se comportaba como él.

Se suma Federico, con una mirada personal.

-Hace poco vi el documental de Cassius Clay y entendí mucho de por qué papá era como era. El tipo estaba todo el día provocando. Todo el día. En lo cotidiano, en las comidas, doble sentido, te sacaba de la zona de confort. Era lo que sería un hincha pelotas. Entendía así la vida. Tomó todo de Cassius Clay, hasta la forma de declarar. Cuando se rompió la mandíbula se jugaba el Superclásico el domingo, le hicieron la nota y le preguntaron, con los médicos ahí: "¿Llegás contra River, Hugo?". Y respondió: "Yo creo que sí, si además los delanteros de River no llegan al arco". Le daba vida. Cuando dijo que Diego tenía tendencia a ser un gordito fue para provocar, porque entendía el fútbol y la vida así. Entendía que este juego es un show, que no es para tomárselo en serio. Jugaba para la gente, sin perder el profesionalismo ni las ganas de ganar.

Imagen Abril de 1976: la terrible lesión de mandíbula que sufrió Gatti ante Independiente.
Abril de 1976: la terrible lesión de mandíbula que sufrió Gatti ante Independiente.
 
Imagen La cobertura de El Gráfico, desde las entrañas del quirófano.
La cobertura de El Gráfico, desde las entrañas del quirófano.
 

¿Jugar lindo o ganar?

Para Gatti no existía la dicotomía entre jugar bien o ganar. No era una cosa o la otra. Se podía aspirar a ambas metas y por eso se ofuscaba cuando le hacían la pregunta maldita.

"Era un enfermo de ganar. No se podía jugar ni un picado; te volvía loco. Pero nunca estuvo peleado con ofrecerle algo a la gente. ¿Jugar lindo o ganar? Para él no estaban disociadas. La pregunta está mal, me decía. Quiero ganar, quiero que la gente se divierta, quiero que la pase bien. Pero quiero ganar como nadie. Así pensaba: era más competitivo que nadie", explica Lucas.
 

Imagen Una diminuta porción del material de Gatti que descansa en el archivo.
Una diminuta porción del material de Gatti que descansa en el archivo.
 

El Ronaldinho del arco

-¿Qué titulo le pondrían a una nota de El Gráfico para contarles quién era Gatti a las generaciones que no lo vieron?

Silencio. Los presentes vuelven a sumergirse en las fotos, con el afán de encontrar alguna palabra mágica para sintetizar a semejante monstruo del deporte. De repente Federico parte el silencio: "El Ronaldinho del arco".

La exposición de la analogía con el astro brasileño, entonces, se explica por sensaciones que se propagan más allá de la pelota: "Es la alegría para la gente. El show. Además era bueno, como Ronaldinho. Vivía para dar espectáculo".

Lucas decide volver al legado de su padre: "El Loco vivía para la gente. El mensaje del Loco es para le gente. El fútbol fue su instrumento, como pudo haber sido la música, la medicina, o lo que fuere. Su mensaje es que esto es para la gente: se juega para la gente y pertenece a los jugadores. Se ponía loco con esto de que los entrenadores cada vez son más importantes. Defendía el juego para la gente y de los jugadores".
 

Imagen Parte del espectáculo: cambio de short y calzoncillos al aire ante la mirada de la prensa en la cancha de Boca.
Parte del espectáculo: cambio de short y calzoncillos al aire ante la mirada de la prensa en la cancha de Boca.
 

Gatti de América, la honestidad

En 1977 la historia estaba del lado de Boca: ganaba su primera Copa Libertadores. En el tercer partido de la final el Xeneize venció a Cruzeiro por penales. El propio Gatti emergió como el superhéroe de la noche tras taparle el disparo definitorio a Vanderlei.

"Nunca le mintió al fútbol", sostiene Federico, mientras acaricia entre sus dedos la imagen de su padre con el trofeo continental en sus manos.

Entonces avanza: "Cuenta la historia y lo repite mil veces. Nunca mintió. Él no se podía mover por la rodilla. Si no atajaba ese penal de Vanderlei se terminaba su carrera en Boca y seguramente se retiraba porque le iban a pegar una patada en el culo. Pero lo erró Vanderlei. El que no jugó más fue Vanderlei. Y él jugó doce años más en la primera de Boca. Cualquier arquero diría que atajó un penalazo, pero él siempre dijo que Vanderlei tiró un pedo de vieja y que la agarró de pedo. Fue el penal más importante de la historia de Boca, una leyenda, pero él dice que la pelota no llegaba al arco. Nunca mintió".
 

Imagen Hugo Orlando Gatti, con la primera Copa Libertadores de Boca en sus manos.
Hugo Orlando Gatti, con la primera Copa Libertadores de Boca en sus manos.
 

Gatti-Menotti

César Luis Menotti siempre representó un faro para Gatti. "Tenía una admiración total. Total. Profunda. Cuando murió el Flaco, en mayo del año pasado, él empezó a pegar un bajoncito. Después, al mes, murió mi vieja. Fueron dos golpes. El Flaco se enojó cuando el Loco le dijo que no estaba bien para jugar el Mundial. Otro se larga...", dice Lucas.

La intención de Gatti, recuerda Federico, era estar bien para Boca, porque con la rodilla como la tenía no podía jugar en la Selección. "En esa época no era como ahora jugar en la Selección. Eso empezó a cambiar justamente con Menotti", expresa.

Lucas decide dar un paso más: "El Flaco Menotti representa algo muy parecido a lo que representa el Loco. La filosofía es la misma: defienden lo mismo y hay que llevar esa bandera. El Flaco representa el sentido de pertenencia, el juego, la idea de divertirse. Y el 'no es para tanto' del Loco. Todo tiene que ver con la gente. Esto le pertenece a la gente, decía el Flaco. Y el Loco vivía para la gente y quería que la gente se fuera feliz. No era sólo ganar o perder: había algo más. Siempre hay algo más".

Imagen Gatti y Menotti, juntos en marzo de 1978.
Gatti y Menotti, juntos en marzo de 1978.
 

Trascender

El cronista, habitual adversario de la autoreferencia en el modo de llevar adelante el oficio periodístico, se deja conquistar por el momento. Hacia el cierre de la conversación, cuando el extenso intercambio empieza a apagarse, toma la billetera del bolsillo y saca, del interior, su documento de identidad. El segundo nombre sorprende a todos: "Hugo". No suele utilizarlo en la vida diaria, porque no le sienta bien cómo suena, pero lo atesora con orgullo. Entonces lo exhibe. Y, entonces, después de un suspiro, reflexiona.

Para dimensionar lo que simboliza el Loco Gatti quiere hacer una aclaración: nacido en el amanecer de los años noventa, por motivos generacionales no lo vio jugar, pero lleva consigo el nombre de pila de aquel superhéroe de su viejo, también periodista, pero antes que periodista, y sobre todo bastante antes que adulto, ferviente hincha. Pieza inherente del grupo de personas al que los hijos del Loco denominan -y habrán repetido más de una vez a lo largo de la charla- "gente". La felicidad que almacena aquel pequeño "gente" hincha de Boca se la debe, en una proporción acaso incomparable, a su propio Súperman, cuyo nombre decidiera inmortalizar en el DNI de su primogénito: Hugo Orlando Gatti. el hombre que confluye la trascendencia de su propio tiempo, de su propia época, de su propio pueblito llamado Carlos Tejedor.

Imagen Sumergirse en el mundo Gatti, con la familia Gatti.
Sumergirse en el mundo Gatti, con la familia Gatti.
 

"Hugo es mi primer nombre y lo corrí al segundo, porque es horrible, je", aclara Federico. Entonces quien suscribe lanza la última consulta: ¿cómo narrar a Gatti, cómo explicar quién fue Gatti, ante personas que no lo vieron, que no vivieron sus hazañas en directo, a flor de piel?

Los dos hermanos tienden a recoger el interrogante para sintetizar -o al menos hacer el intento- la figura de su padre, el superhéroe indeleble, pero el que habla es Lucas: "Yo te diría que fue un jugador que pudo usar la mano y que, sin darse cuenta, cambió las reglas del juego. Hace cuarenta años jugaba como se juega ahora. Vio todo antes y no se daba cuenta. Y lo hizo después de venir del campo: nadie le enseñó nada".

¿El Loco estaba Loco? El veredicto, del meollo criado en el perdido Carlos Tejedor a la cima del mundo de la pelota, siempre estuvo en sus palabras: "No, tan sólo soy un tipo muy sincero en el ambiente del fútbol, aunque pueda ser embustero en otros ámbitos. Al único que no le miento es al fútbol. Les puedo mentir a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos y a Dios, pero al fútbol, no".

Hugo El Loco Gatti x El Gráfico

Imágenes: Gonzalo Colini / Archivo El Gráfico