Manual de conducción: el día que Riquelme frenó a La 12
El presidente del Boca bajó a la platea para calmar los ánimos y evitar que escalara la pelea con la hinchada de Gimnasia que demoró el comienzo del segundo tiempo.
"Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo; quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista".
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Nadie sabe a ciencia cierta si Juan Román Riquelme leyó el manual de conducción política, pero sí existen certezas empíricas respecto de su capacidad para llevar sus mandatos al campo, al llano, al común de la gente.
Boca disputaba un duelo clave para su futuro: se medía ante Gimnasia por los cuartos de final de la Copa Argentina, el certamen que puede representar su última chance de clasificarse a la próxima Copa Libertadores.
El encuentro estuvo demorado antes del inicio del segundo tiempo por un enfrentamiento en las tribunas entre ambas parcialidades.
El conflicto crecía. En las entrañas del estadio Marcelo Bielsa de Rosario, que era una caldera en ebullición, todo se desbordaba. Los cordones policiales no alcanzaban para contener la ira. Cuando el límite llega a ese lugar suele darle espacio a la violencia.
Luego de algunos minutos en los que volaron proyectiles de uno y otro lado, la barra de Boca logró romper un portón y pasar a la platea para chocar con los hinchas del Lobo.
Fue en ese momento cuando apareció el conductor. Riquelme es el presidente de Boca, tiene responsabilidades institucionales de ribetes altísimos, pero hay una condición de la que no querrá escapar jamás: fue, es y será parte del pueblo.
Por eso no lo dudó ni un segundo: decidió intervenir en medio de la locura y evitar una escalada mayor del conflicto. Puso el cuerpo, atajó los embates, se paró entre la policía y los barras para frenar los embates. Incluso llegó a recibir algún golpe y hasta fue gaseado.
Pero los hinchas respondieron a su liderazgo: los abrazó, los condujo y los calmó. Representó una imagen inédita, con videos elocuentes que dieron vueltas y vueltas por las redes sociales: cuesta pensar que el presidente de un club se entrelace en medio de la gente para frenar un conflicto en el estadio. Los demás de los de su especie habrían aguardado, acaso inquietantes, en su respectivos palcos.
"Hay una cosa que para mí es muy importante: los hinchas que estaban en la platea entendieron que había que parar. Así como muchas veces se lo critica a la barra, ayudaron para que la gente se calmara. Hice lo que sentía. Es mi club; soy un hincha más. Vivo igual que ellos. Gracias a Dios tenemos una relación de mucho respeto y siempre intento hacer lo mejor",contó luego Riquelme.
La 12, en definitiva, respondió a la directiva de Román, que se encontraba acompañado por Marcelo Delgado, Raúl Cascini y Mauricio Serna, todos ídolos de Boca y miembros del Consejo de Fútbol, tantas veces denostado y en escasas ocasiones ponderado. La barra regresó a la popular y tomó su lugar habitual en el paravalanchas. El pueblo sólo respondió ante uno de ellos.