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Brian Sarmiento: de ir a lo de Susana por 100 colchones a la desilusión con Riquelme

Alejado del fútbol desde hace meses, repasó jugosas vivencias de sus 16 años de carrera y confesó que quiere volver para retirarse en primera.

Por Redacción EG ·

31 de mayo de 2023

BRIAN SARMIENTO no sólo se destacó por su calidad como futbolista, sino también por su carisma e histrionismo, lo que lo llevó a convertirse en mediático, protagonizar comerciales y hasta bailar en un programa de televisión. 

Hoy, alejado de la profesión y convertido en columnista un programa que se transmite por la plataforma Twitch, recuerda sus mejores momentos en la cancha y repasa las duras vivencias que superó y le ayudaron a crecer.

Sarmiento debutó en primera en España, en 2007, a donde llegó desde Estudiantes por la patria potestad. Jugó en Racing de Santander, Xerez, Girona y Salamanca, para volver a la Argentina en 2011 y recalar en Racing. Después de eso estuvo en Arsenal, All Boys, Ponte Preta (Brasil), Quilmes, Real Garcilaso (Perú), Banfield, Newell’s, Volos (Grecia), otra vez All Boys, Aurora (Bolivia) y un fugaz paso por San Miguel.

En el programa F90 de ESPN, el experimentado volante de 33 años dejó muchas anécdotas y rememoró fuertes experiencias que le sirvieron como enseñanzas de vida.

Las frases de Brian Sarmiento

De 16 años de carrera, ¿cuántos tuve de éxito? Tres o cuatro. ¿Por qué? Nunca tuve una ayuda psicológica para que no me ganara el egoísmo. Si uno está mal, no te preguntan qué te pasa, sino que te sacan porque la obligación es ganar. Es muy fácil marearse. Llegué a España y me ofrecían dos autos cuando un mes antes no tenía 100 pesos en el bolsillo. A los 17 años me fui de Estudiantes por la patria potestad, así empecé mi carrera.

Yo le gané a la vida. Vivía en un barrio marginal y llegué a primera, jugué en Europa. Es muy difícil salir de la situación en la que estaba. Vivíamos en la villa pero éramos educados y buena gente, no nos dejábamos influenciar por nada malo. Mi mamá hacía una olla de guiso y la ponía en el medio. Nos peleábamos con mis hermanos. Tenía la boca llena de ampollas porque había que apurarse para comer.

Me pasó que no me dejaban a entrar a un boliche y después de haber bailado en lo de Tinelli y del furor del ‘tamo’ activo’, me llamaron para que vaya. ‘¿Así que ahora me querés? Entonces poné 1 palo’, les dije. No me hablaron más, pero me saqué las ganas.

  

Imagen Brian Sarmiento y su paso como bailarín en el programa de Tinelli.
Brian Sarmiento y su paso como bailarín en el programa de Tinelli.
  

En Newell’s, habiendo perdido un clásico, llegué a mi casa llorando y me estaban esperando mi papa, mi representante y un traductor para firmar con un equipo que me compraba en 2 millones de dólares. Dije: ‘no voy una mierda, hasta ganar el clásico no me voy’ y me querían matar. Me puse a entrenar sólo pensando en Central y en el interín vino otro club de México al que sí le firmé porque era para irme después del clásico. Pero me rompí el tobillo en el minuto 7 de un partido con Tigre. Ahí entendí de qué se trataba todo y que hay que estar lúcido para tomar decisiones.

Estuve deprimido y en un momento oscuro. No comía, no dejaba entrar a nadie y quería estar solo. Cuando te lesionás, aunque sea un desgarro, ni el técnico se te acerca. Hasta que volvés a ser lindo cuando te curás.

 

Imagen Brian Sarmiento, un enamorado de Newell's.
Brian Sarmiento, un enamorado de Newell's.
 

Cuando voy a Rosario, evito pasar por la cancha de Newell’s porque me largo a llorar. En Newell’s me llegó la oportunidad de pasar a Boca o a Tenerife. Se habían ido todos y yo estaba en modo superhéroe, con la capa puesta. Pensé que podía con todo y era mentira. Me fui de Newell’s cobrando dos pesos porque pedía que no me paguen a mí, sino a los empleados. Pero cuando me rompí el tobillo y tuve problemas con la hinchada, decidieron que no entre más al club. Era como que toques el timbre de tu casa y tu viejo no te abra.

La fama y el fútbol no son compatibles. Un día venía fastidioso del entrenamiento porque me había peleado con el Chocho Llop y estaban esperándome en mi casa para filmar una publicidad. Les dije que no hacía nada y me crucé enfrente de donde vivía, con los pescadores. Abrí el teléfono con el Instagram, que en ese momento tenía como un millón de seguidores, y lo tire al río. Dije ‘basta, ahora que me siga el que me quiere en serio. De 50 que tenía como amigos habrán quedado 3. 

Me fui a México a ver Los Ángeles Azules y me terminé quedando a vivir. Alquilaba una habitación y me compré una motito. En Playa del Carmen había unos amigos con un restaurante y les pedí hacer el delivery gratis, sólo para hacer algo.

Nadie sabe que bailé en lo de Tinelli para donar todo a una ONG, ni que fui a lo de Susana y pedí 100 colchones para donar a la pensión de Newell’s, porque los que había eran una feta de queso. Todo lo hice de corazón.

 

Imagen Sarmiento y su visita al programa de Susana Giménez.
Sarmiento y su visita al programa de Susana Giménez.
 

No me arrepiento de nada porque todo lo que hice mal me dio todo lo que soy ahora. Soy una persona muy feliz. Por todo el dolor que pasé, las cagadas que me mandé, lo bueno que hice, los amores que dejé y que me dejaron. Por todo eso hoy soy una persona que transmite buena energía a los demás.

Rodo de Paoli me propuso volver a entrenar si agarraba a un equipo y me gustaría. Desde diciembre que no juego pero me mantengo porque entreno, salgo a correr. Me gustaría ir a entrenar a Banfield con Falcioni, que es el mejor entrenador que tuve. Si me dejan estar, ni sueldo pido. Sólo quiero tener 6 meses para despedirme del fútbol en primera división.

Mi ídolo era Riquelme, pero cuando lo crucé en la cancha en un All Boys – Boca por Copa Argentina, me quedó una fea sensación. Tuve una discusión y sentí que me trató mal sin necesidad. Y se me cayó el ídolo. A Maradona no lo quise conocer. Me ofrecieron una vez comer un asado, pero no quise. Diego es palabra mayor, preferí que se quede en eso.

Voy al psicólogo porque necesito charlar… ¡Pobrecito! Termina conmigo y tiene que pedir una sesión para él.