Descubriendo a...

Descubriendo a Andrés Cubas

El misionero que debutó con Bianchi y se asentó con Arruabarrena.

Por Redacción EG ·

22 de enero de 2015

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Nacido el 22 de mayo de 1996, Adrián Andrés Cubas –a quien todos llaman por su segundo nombre– fue detectado por Boca cuando apenas tenía 9 años. Para evitar el desarraigo para la criatura, fue cedido a los infantiles de Atlético Aristóbulo del Valle, el club de su ciudad natal. Y tres años después, ya con 12, armó el bolso y dejó Misiones para incorporarse a las inferiores xeneizes, tal como había imaginado su reclutador, Alejandro Farías, hoy en el área de captación de Boca.

Con apenas 163 centímetros de altura, se fue abriendo paso como volante central a partir de su aptitud para anticipar y quitar, bien al estilo de Fernando Gago –“Es mi ejemplo a seguir, trato de mirarlo para aprender”–, y de Mauricio Serna, el colombiano que hizo historia en el club y en quien muchos se inspiraron para bautizarlo con un apodo: Chichito. Como a cualquier pibe que viene del interior, le costó adaptarse durante el primer año, pero supo pelearle a ese enemigo y, poco a poco, le fue tomando el gusto a vestir una de las grandes camisetas del fútbol argentino. Paralelamente, se ganó el corazón y la estima de todos, al punto de ser elegido como mejor compañero en varias oportunidades.

De Sexta saltó a Primera División gracias al ojo de Carlos Bianchi, DT que lo hizo debutar en el primer equipo, el 5 de mayo de este año, en el triunfo por 3-1 sobre All Boys, por el Torneo Final. Ingresó a los 83 minutos por Juan Sánchez Miño. Desde el arribo del Vasco Arruabarrena, se afirmó en el plantel profesional y también debutó en el ámbito internacional, todo un hito para un chico de 18 años. “Estoy viviendo un sueño y trato de disfrutarlo a pleno. Tanto el cuerpo técnico como mis compañeros me aconsejan día tras día. Me dicen que tengo que entrenarme siempre al cien por ciento para seguir progresando”, dice Cubas, el poderoso chiquitín de Boca.

Foto: Alejandro del Bosco

Nota publicada en la edición de diciembre de 2014 de El Gráfico