¡Habla memoria!

El recio juego de la pelota vasca

El frontón es la vida, los jugadores somos nosotros, y la pelota es nuestro corazón, que se achata y rebota contra el obstáculo y que, no obstante las desilusiones, volvemos una y mil veces a lanzar al cielo con la misma renovada ilusión.

Por Redacción EG ·

31 de julio de 2019

Vivir es luchar. La vida es un arma. ¿Dónde herir, sobre qué obstáculos crispar nuestros músculos, de qué cumbre colgar nuestros deseos? Es mil veces mejor gastarnos de un golpe y morir la muerte ardiente de la bala aplastada contra el muro que envejecer en el camino sin término y sobrevivir a la esperanza. La medida de nuestras fuerzas está dada por la dificultad del obstáculo que superamos. El hombre es proyectil, flecha, bala, piedra. ¿Dónde está el muro contra el cual medirse? ¿Dónde el obstáculo contra el cual rebotar o herir?".

Imagen Cuadro de los pelotaris que jugaron en la Plaza Eúskara a fines del siglo XIX.
Cuadro de los pelotaris que jugaron en la Plaza Eúskara a fines del siglo XIX.

Estas frases con las que Rafael Barrett comienza su artículo titulado "El esfuerzo", que explica cuál es, a su juicio, el significado de la vida podrían también servir para definir al recio juego de la pelota vasca. Porque, ¿qué el deporte eúskaro sino ese medirse con el obstáculo, hacer rebotar la pelota — ya que no es posible el alma o el corazón — contra el muro: el frontón, que es no sólo el blanco para esta noche sino para todas las noches, para este y todos los días?

Hombres de frente a un muro, no dirigen los golpes contra los cuerpos sino contra el frontón, y triunfan siempre los más fuertes, los más hábiles en herir con reciedumbre el muro o en colocar la pelota en el sitio donde no lleguen a tiempo los adversarios. Por eso terminado el partido los jugadores saldrán de la cancha sudorosos, sí, pero no magullados; rendidos de fatiga, sí, pero nunca sangrando.

 

Imagen Los protagonistas saludan con sus paletas en alto.
Los protagonistas saludan con sus paletas en alto.
 

En el juego de pelota vasca no cabe el empate. Se puede empatar en esgrima, fútbol, remo, natación, box, carreras, lanzamientos, etc., pero nunca se puede empatar en pelota vasca. Si el partido es a 50, unos pueden llegar a esa cifra, pero lo más que pueden los adversarios es llegar a 49. Es cierto — se me dirá — que a veces, en llegando a 49, algunos dejan en 49 iguales y no hay ni vencidos ni vencedores. Pero es un perjurio, un pecado, un desvirtuar el significado de este deporte. Siempre, siempre, cuando son vascos auténticos quienes juegan, llegados a 49 iguales el que tiene el saque se dirige a los adversarios y les dice: "¡A morir!" y aquéllos, apretando la faja y los dientes, responden: "¡A morir!". Y entonces por un tanto, por un solo tanto, unos se retiran con la satisfacción eufórica de la victoria y los otros secándose el sudor frío de la derrota, pero pensando ya en la revancha, que quieren próxima.

Es también la pelota vasca el deporte en el que menos influye el azar. En el fútbol una pelota pega en el palo o da un pique y están los rebotes, con los que nunca se cuenta y que, no obstante y con frecuencia, marcan el resultado de un match; en básquet tenemos las veces que la pelota baila en el aro como una bailarina mexicana en las alas del ancho sombrero, pero en la pelota vasca no cabe el azar. Por eso al vencido no le caben disculpas ni pretextos: perdió porque es menos fuerte o menos hábil, y por eso una derrota en este juego es más amarga y duele más.

Imagen El numeroso público que concurrió a la inauguración del Frontón ¨Buenos Aires¨
El numeroso público que concurrió a la inauguración del Frontón ¨Buenos Aires¨

Otra característica del deporte euskaro es lo poco que en el desarrollo del partido cuenta el juez; fuera de tirar la suerte en la iniciación del juego para determinar quién hará el saque inicial, poca tarea tiene, y podría irse de la cancha que nadie se daría cuenta. Los tantos son tan netos, las jugadas tan claras, el grillo, con su voz de lata, denuncia a quien le ha tocado, que terminado cada tanto los jugadores ocupan sus sitios sin necesidad de que alguien se los señale... unos para hacer el saque y los otros preparándose Para esperarlo. Y es así como, aunque parezca extraño, en el mundo del deporte actual, en el que hasta en Juegos Olímpicos árbitros han sufrido agresiones, nunca en la historia de la pelota vasca un juez ha sido golpeado por jugadores o público...

 

Imagen Clásico jugador de pelota vasca.
Clásico jugador de pelota vasca.
 

Es, pues, el recio deporte vasco la representación más auténtica de la existencia y su lucha cotidiana: el frontón es la vida — la dura vida enemiga, — los jugadores somos nosotros, pequeños seres aun una magna ambición o un permanente afán, y la pelota — flecha, bala, piedra o dardo — es nuestro corazón, que se achata y rebota contra el obstáculo y que, no obstante nuestras repetidas desilusiones, volvemos una y mil veces a lanzar al cielo con la misma renovada ilusión.

 

El Gráfico 1955

 

Extraído del libro ¨Viajar es leer un poco¨  de  ISIDRO MAS DE AYALA, (1899-1960), ensayista, narrador, cronista y uno de los psicólogos más prestigiosos de la historia uruguaya.