Dueño de una época
A 24 años de su fallecimiento, El Gráfico repasa la historia de Alberto Cabrera, quien fue considerado el mejor basquetbolista de la historia argentina hasta la llegada de Manu Ginóbili. Fue figura de Estudiantes de Bahía Blanca y de la Selección Argentina.
Llegó al básquet de casualidad, inesperadamente, pero fue un genio. El propio Alberto Cabrera alguna vez contó la anécdota: “En Estudiantes se iba a realizar un torneo de natación y yo, de 12 o 13 años, quería verlo. Pero no tenía guita para pagar la entrada. Entonces, hicimos un acuerdo con el control: me dejaban pasar si al día siguiente me hacía socio para practicar deportes en el club. Así quedé ligado a Estudiantes y por suerte caí en las manos del entrenador Víctor Barco”.
Un hecho le da estatura histórica a Beto. El Grafico, en 1979, en el festejo de su 60° aniversario, premió simbólicamente con exclusivas sesenta medallas-homenaje a deportistas y equipos que se consagraron en la historia del deporte argentino. Una medalla, con nombre y apellido, fue para él.
Cuando se le preguntaba a León Najnudel, toda una autoridad del básquet argentino, quién fue el mejor jugador de la historia, repetía sin dudar:
“Beto Cabrera”.
La primera vez que se le hizo una nota en la revista –11 de febrero de 1969– quedó definido así: “Una conjunción de arte y eficacia. Maestro en la conducción, genial en el pase, contundente en el gol, inflexible en la marca. Un fuera de serie por donde se lo mire”. Hacía tanta magia con la pelota naranjadesde su puesto de play-maker que hubo que apodarlo “Mandrake”.
Un maestro, el gran entrenador Casimiro González Trilla, decía que Beto Cabrera “era el mejor ejemplo de lo que se puede llegar a ser cuando hay voluntad, constancia, sacrificio y dedicación, porque era producto de su tesón. Cuando empezó era un jugador mediocre y físicamente tenía tendencia a engordar. Practicando mucho, trabajando en el gimnasio por su cuenta, se convirtió en un gran jugador; siendo muy buen pasador y con un tiro de media distancia al que no se le podía dar ventaja. En mi ránking de los mejores de la historia viene después de Oscar Furlong y Roberto Viau”.
Al respecto, Beto confesó: “Al principio yo no pintaba para mucho. Era petiso y bastante gordo. Pocos creían en mí...”. Otra vez, cuando regresó de una gira con la Selección Argentina por Europa, contó: “Me traje la misma pelota con la que se jugará el Mundial y me estoy entrenando todas las mañanas en Estudiantes, en Bahía... ¿A qué hora empiezo? A las ocho y cuarto de la mañana...”
Si Cabrera fue admirable por su brillantez en el juego, lo fue aún más por su dedicación sagrada.
Siempre tuvo un concepto claro del juego:
* “El básquet está hecho para los lungos desde que el aro fue colocado a 3,05 metros del suelo.”
* “Al principio me gustaba el básquet técnico, pero la experiencia me enseñó que muchas veces la agresividad sirve tanto o más que la exquisitez.”
* “Sigo pensando que Argentina tiene material humano. Pero si queremos avanzar como los europeos no podemos seguir entrenándonos nada más que dos veces por semana... Nuestras competencias nos tienen habituados a dos o cuatro partidos serios por año y lo que necesitamos son ocho meses de básquet serio...” (Su deseo se cumplió con la Liga Nacional.)
* En 1974 compartió con Eduardo Cadillac una gira de la Selección Nacional por Europa. El Tola tenía 20 años y en poco tiempo quería hacer todo. Lo agarró y le dijo: “Antes que jugar bien, tratá de no jugar mal”.
También dejó sus títulos. Fue seis veces campeón bahiense con Estudiantes; doce veces campeón bonaerense con Bahía Blanca; tiene el récord de nueve conquistas (sobre trece presencias) de campeón argentino con Provincia de Buenos Aires; fue una vez campeón argentino de clubes reforzando a Olimpo, su archirrival; y una vez campeón sudamericano con Argentina. Elegido primer Olimpia de Plata en básquet en 1970, repitió en 1973 y 1974. Estuvo ocho años en la Selección Nacional, entre 1966 y 1974, y volvió para jugar el Sudamericano de 1979. Participó en dos campeonatos mundiales, en 1967 y 1974, y en los Juegos Panamericanos de Cali en 1971. En total con Argentina jugó 51 partidos en torneos oficiales, promediando 13,3 puntos por partido. Debutó en la Primera División de Estudiantes el 30 de noviembre de 1961 y dejó de jugar en el mismo club, a los 38 años, el 16 de enero de 1984. En 1999 fue elegido Deportista del Siglo de Bahía Blanca.
Beto en primera persona:
* “Yo era el número dos de la sexta del fútbol de Olimpo (las vueltas que tiene la vida), estaba en el mismo equipo donde también lo hacía el Bicho Mosconi, que luego sería figura en la primera y que llegó a jugar en Quilmes. Pero después me colgaron y dejé el fútbol.”
* “En la gira de la Selección del ’74 cometimos un imperdonable error contra Holanda: entramos subestimando. Perdimos y fue una gran lección.”
* “Mi padre falleció cuando yo tenía nueve años. Con mi madre y con mi hermana tuvimos que hacer grandes sacrificios para poder vivir y, entre otras cosas, debí dejar el segundo año de la Escuela Fábrica N° 1 para poder trabajar.”
* “Aunque juguemos en equipos distintos, los basquetbolistas de aquí no somos de ningún club: somos de Bahía Blanca.”
* “De chico no tenía un ídolo, tenía un ejemplo: René Giménez. Llegamos, por suerte, a ser muy amigos y jugamos juntos en Estudiantes.”
“Los más grandes jugadores que vi en mi vida fueron el norteamericano Clifford Luyk, del Real Madrid, e Ivo Daneu, de Yugoslavia. Un par de fenómenos.”
* “Mido 1,85 y, no bien me descuido, subo a los 94 kilos. Pero apenas me empiezo a entrenar, llego a los 87.”
* “No me acuerdo desde cuándo, pero tengo una sola cábala: salir último, detrás de todo el equipo”.
* “Siempre hablo de Cabrera como persona, que es alguien de mucho trabajo. Pero nunca me van a escuchar una sola palabra de Cabrera-jugador, porque entonces sí sería un enamorado de mí mismo.”
No necesitó salir de su ciudad para ser un grande. Una vez lo quiso llevar el Real Madrid a España. Varios clubes de Capital Federal lo tentaron con sus ofertas. También el Palmeiras, de San Pablo, trató de radicarlo en Brasil. Cabrera siempre dijo que no, salvo el fugaz paso por Gimnasia y Esgrima La Plata para desahogar una bronca con los dirigentes de Estudiantes. Levantó un baluarte en Bahía Blanca y desde allí, unido a Atilio Fruet y José De Lizaso –en una trilogía de pronunciación que se hizo pegadiza– creó un imperio triunfal y glorioso convertido en Capital del Básquet.
Fue una época del básquet argentino. Murió, por una fulminante leucemia, el 12 de agosto de 2000. Tenía 54 años.
O. R. O. (2000)