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Conocé una pileta un poco peligrosa y muy al límite. Y enterate de la diferencia entre un abono y el abono.

Por Redacción EG ·

26 de febrero de 2008

En los últimos años, los clubes se la han ingeniado para conseguir fondos de las maneras más curiosas e impensadas poco antes. Que calendarios de los jugadores desnudos, lavado de autos, etc., etc.
 
Ourense Amoeiro, una pequeña localidad de Ourense, Galicia, se convirtió hace poco en el centro de atención del fútbol español. Allí se celebró un singular concurso para recaudar fondos para el Amoeiro C.F., club de la Segunda Regional. El método fue muy sencillo, pero recontra innovador: soltar una vaca en A Penafita, la cancha de fútbol del equipo -que previamente se había dividido en parcelas que fueron vendidas-, y donde el animal dejara caer el primer “regalito”, el dueño de ese sector se llevaba un auto como premio. El terreno de juego, de 100 por 60 metros, se dividió en seis mil parcelas que se agotaron en poco tiempo. El club creó la página www.cacadelavaca.es, una web en la que se vendieron la mayoría de las papeletas. Seis mil parcelas, a diez euros cada una da un total de sesenta mil euros. Quitando gastos, limpieza de la cancha y demás, al Amoeiro le quedaron unos 30 palos limpios.
Rubia, que así se llama la vaca, no tardó mucho en resolver el concurso. Sólo siete minutos. Con el “elemento” sobre el campo, una empresa especializada en mediciones vía GPS dio fe del lugar exacto donde había caído. Para darle más emoción, cayó justo donde se cruzaban cuatro parcelas y hubo que decidir al ganador. La suerte la dictó un sorteo. Al final, la parcela 4.279 fue la ganadora, que vendida por internet. Los otros tres sectores involucrados en la definición también se llevaron un regalo: una moto, un viaje a Canarias y un plasma. Más allá del resultado final del sorteo, el verdadero ganador fue el Amoeiro. Xosé Angel Cid, presidente del club, reconoció que “hemos vendido parcelas en América Latina y Europa gracias a la web”. Ahora el equipo es famoso en todo el mundo.
 
 
Al límite
 
Lo que sigue, más que un deporte curioso es un acto cuasi suicida. Y roza lo tonto. En Zimbabwe, en Africa, existen las cataratas de Victoria. Como las nuestras en Iguazú o las de la frontera entre Estados Unidos y Canadá en Niágara.
 
Hasta ahí todo bien. Pero el tema se empieza a poner complicado cuando los turistas visitan la llamada “Devil's pool”, una pileta natural que se encuentra sobre el filo exacto de las cataratas.Si bien su vista es incomparable, la caída de agua tiene más de 100 metros antes de llegar a tierra. Debido al caudal del río que la forma, sólo es posible bañarse entre los meses de septiembre y diciembre.Según algunas personas que se animaron y llegaron hasta este sitio tan paradisíaco como peligroso, es seguro, aunque reconocen que hay que tener valor para enfrentarse a las aguas. La locura llega incluso a límites insospechados. Se puede ver a familias enteras, distendidas y riendo justo al borde del abismo en pos de conseguir la mejor foto. Por su parte, las agencias de viajes locales advierten que es una actividad de alto riesgo y que está prohibido visitar el lugar sin la debida autorización.
 
¿Pero se imaginan el borde de la Garganta del Diablo lleno de gente nadando y sacándose fotos? ¿Quién se anima a semejante cosa?



Santiago Martella