Las Entrevistas de El Gráfico

El reencuentro del Gallego González con su historia

Con ustedes, el ídolo ideal. Su nombre es sinónimo de cortar rachas. Fue campeón en Ferro, Vélez y San Lorenzo después de largos años de angustia. Un repaso de las lecciones de Timoteo Griguol y el recuerdo imborrable de su padre en una charla cargada de emoción.

Por Panqui Molina ·

19 de abril de 2023

ESTEBAN GONZÁLEZ es todo lo que cualquier hincha quiere de un ídolo. Esteban Fernando en el DNI. El Gallego para todo el mundo. Cada vez que se cruza a alguien con la camiseta de San Lorenzo por la calle él se encarga de pedirle una foto. No importa que no lo reconozcan, es la forma de retribuir el cariño de tantos años. “Decile a tu papá que te cruzaste al Gallego”, cuenta que les dice a los chicos que no identifican al héroe que marcó el gol que cortó la sequía de 21 años sin títulos. Es un agradecido a sus años de futbolista. 

Hace un tiempo, de invitado en un programa de televisión, hablaban del significado de mística y él dijo que su celular era la combinación del mes y el año en el que salió campeón con San Lorenzo más la posición en la que jugaba. Sin medir consecuencias recitó su número al aire y recibió 250 mensajes de gratitud y apoyo. No hubo ni una sola crítica o insulto de los hinchas de los clubes rivales para alguien que también supo ser campeón en Ferro y Vélez. Solamente el cuestionamiento de un PF al que no nombró cuando le preguntaron por las personas que lo marcaron en sus inicios en Ferro.

 

Imagen Gallego González en 1982, un canto al fútbol y a la vida
Gallego González en 1982, un canto al fútbol y a la vida
 

Recibir mensajes de desconocidos le da vida. En su reencuentro con su propia historia en el archivo de El Gráfico también recitará su número de teléfono. Lejos del vedetismo o los egos propios de la idolatría, el Gallego no quiere quedar en el olvido.“Les contesto a todos, soy muy respetuoso. Agradezco lo que viví. Soy así”, dice en el comienzo de una charla que combinará la emoción, las lágrimas y la nostalgia.

 

Imagen San Lorenzo campeón del Clausura 1995, uno de los puntos más altos de la carrera del Gallego González
San Lorenzo campeón del Clausura 1995, uno de los puntos más altos de la carrera del Gallego González
 

El fútbol quedó atrás y llegó la hora de reinventarse. Oficia de panelista en un programa de debate en la madrugada de radio La Red, disfruta de sus nietos y vive la vida con la misma alegría que tenía en sus años de jugador. 

“De los años y los partidos algunos me acuerdo, pero en general soy muy malo para las estadísticas”, se escuda ante la pregunta de rigor sobre su estado de la memoria. La primera prueba demostrará que está mucho mejor de lo que él piensa. Por error, la ficha que se le presenta no corresponde al partido de su debut.

SU PRIMERA VEZ

“¿San Lorenzo de Mar del Plata? Este no fue mi debut. Yo debuté contra Unión en Santa Fe. Me vino a buscar Timoteo por un accidente que tuvo Andreucci. Me pegué la espalda contra el foso y a los 5 minutos tuve que salir porque me dolía la espalda. Mi debut no fue muy bueno”, aclara el confuso episodio. 

Tenía 21 años y el futuro era una amenaza. Hasta que una actuación destacada en Reserva cambió los planes: Los más torpes, los más malos, debutamos más tarde. Hice todas las inferiores en Ferro y era mi último año. Estaba el finadito Cacho Giménez que no me ponía nunca. Vinieron Griguol y Aimar y empezaron a subir pibes todos los fines de semana. Un fin de semana me pusieron a mi de 9 en la Cuarta. Jugamos en la cancha de Huracán, hice tres goles y cuando salí a gritarlo estaba Aimar atrás de un árbol. El miércoles fui al club, me lo encontré a Aimar y me preguntó por qué no iba a entrenar. Estaba convocado desde la Reserva y no me habían avisado. Me agarré una bronca. A partir de ese día empecé a entrenar y jugué 17 años en Primera”. 

LA PRIMERA VEZ DE FERRO

“Qué bárbaro este libro loco… Qué equipazo, terrible equipo”, dice sorprendido ante el repaso de la campaña del Torneo Nacional 1982.“Debuté en el 82, jugué algunos partidos pero era un equipo de figuras, de grandes personas y grandes jugadores. Nos educaban, nos castigaban cuando hacíamos algo malo. Salir campeón con Ferro fue muy lindo, es un club que era muy grande, la cancha siempre espectacular, Pontevedra un lugar soñado para ir a entrenar”, agrega.

El 6 de mayo de 1982, Ferro le ganó la final a Quilmes y se coronó campeón un mes después del inicio de la Guerra de Malvinas.

-¿Tenés algún recuerdo de Malvinas? ¿Cómo fue ser campeón en esos tiempos?

-Me acuerdo que Fantaguzzi tenía que ir, pero le inventaron una lesión en la rodilla. Se puso un yeso y se salvó. Yo era del 62, pero me salvé porque tenía un número bajo en el sorteo. Fue muy duro ese año para nuestra categoría. 

LAS LECCIONES DE CARLOS TIMOTEO GRIGUOL

El nombre de  Griguol  aparece en más de un momento de la charla. En el repaso, el Gallego hila una anécdota detrás de otra: “Fue un adelantado. Fue un papá para nosotros. Un tipo elegido. Hacíamos trabajos de campo que hoy dicen “uy qué bárbaro”. Nosotros entrenamos con las cortinas de los jugadores de básquet. Venían ellos a las prácticas. No había que desperdiciar los laterales y eran una jugada de peligro. El pressing lo hacía Griguol. Lo que corríamos, lo que entrenamos. Dos pretemporadas por año en Córdoba, en el Uritorco. Dicen que están los fantasmas, yo subí como 30 veces y nunca vi uno. Lo que lo puteaba cada vez. Subir era difícil, pero bajar era peor. Se te salían las rodillas. Y Griguol iba en la bicicleta”

 

Imagen Carlos Timoteo Griguol, un antes y un después en la carrera del Gallego González
Carlos Timoteo Griguol, un antes y un después en la carrera del Gallego González
 

-¿Algo que te haya quedado marcado de Timoteo?

-Un día me dijo que no había que comprarse coches y sí departamentos. Con la primera plata había que comprarle una casa a los padres y después juntar plata y comprar departamentos o locales. 

-¿Y vos qué hiciste?

-Me compré 19 coches en 17 años de carrera. Un desastre. No le hice caso, pero hoy lo digo y me arrepiento y se lo digo a los pibes. 

-¿Es verdad que uno de esos se lo compraste a Maradona?

-Le compré una NX Nissan descapotable, era una bomba. No se puede llevar el libro de la escribanía a todos lados, está prohibido. Le dije a un escribano amigo para firmar y agarró el libro y nos fuimos a lo de Diego en Devoto. Le compré el auto y feliz. No quería cambiar la cédula verde porque decía Diego Maradona. Un par de años me duró, los disfruté mucho. Era una reliquia. 

LA TAPA DE EL GRÁFICO

De Ferro pasó a Vélez y allí se ganó la primera plana de El Gráfico en dos oportunidades. Fue en el camino hacia el título en el Clausura 1993, de la mano de un Carlos Bianchi que empezaba a hacer historia en el Fortín. El Gallego, relegado en primera instancia, se ganó su lugar a fuerza de goles y participó de la conquista que cortó la racha de 27 años para el equipo de Liniers.

 

Imagen La primera aparición del Gallego González en la tapa de El Gráfico (Edición 3837)
La primera aparición del Gallego González en la tapa de El Gráfico (Edición 3837)
 

En su reencuentro con la historia, la imagen lo muestra celebrando uno de sus goles de cara a la gente, un sello distintivo en cada una de sus conquistas. 

-¿Te acordás?

-Creo que fue contra Platense, ¿puede ser? Hice el gol y me subí al alambrado, como siempre. Así gritaba los goles. Si no gritaba los goles con la gente que gritaba mi nombre me parecía que no le daba nada. El gol era la felicidad, pero en el sentimiento lo querés demostrar. Tuve compañeros que no les gustaba, que me decían tribunero, pero yo siempre tuve respeto por la gente. ¿Cómo se lo agradecés si no es de esta manera, en el mejor momento que es gritando un gol? Por desgracia estaba el alambre de púa porque sino pasaba para el lado de la gente. Era descargarme de todo. La gente espera que hagas un gol y yo lo quería dedicar. 

“Tengo memoria, eh”, dice envalentonado mientras recibe su otra presencia en la tapa. Se lo ve con la boca cargada del grito de gol, embarrado, rumbo a un nuevo festejo de cara a los hinchas. 

 

Imagen Edición 3839 de El Gráfico, con el Gallego González como principal protagonista
Edición 3839 de El Gráfico, con el Gallego González como principal protagonista
 

-¿Y esta otra?

-Contra Talleres, la rompió el Turu Flores. Hice un gol y esta foto es la foto del año. Este que está acá colgado me sigue llamando por teléfono. Somoza se llama. Parece que abrazo a Patoruzú. Lo conozco al tipo, me llama de vez en cuando. La pelota quedó picando, estaba Bassedas y le aparecí de atrás. 

El día de la consagración, Vélez igualó 1-1 con Estudiantes en La Plata con un gol de Chilavert de penal. El Gallego fue un actor de reparto en un hecho que pasó a la historia. 

-¿Es verdad que el penal casi lo pateas vos?

-Sí, me cagué en las pateas. Lo tenía que patear yo. Dije “lo voy a errar”. Había jugado un partido muy malo. Ahí los empezó a patear Chilavert. Pensé en salir campeón, no en hacer el gol del campeonato. Me cagué ¿y?, pero quién salió campeón. Hay que hacer lo que uno piensa y si no está convencido hay que decir la verdad y pensar en el equipo. Este equipo era terrible, jugaba bien, tenía garra, tenía buenos jugadores. Un gran equipo, un gran club y grandes compañeros. 

 

Imagen Producción del Gallego González para El Gráfico en 1993
Producción del Gallego González para El Gráfico en 1993
 

LA ÚNICA VEZ EN LA SELECCIÓN

A lo largo de su carrera, el Gallego González tuvo un solo partido con la camiseta de Argentina. Fue un amistoso en 1991 en el Monumental contra Resto del Mundo en el ciclo de Basile. Fue titular, pero su presencia se dio a último momento y de la manera menos esperada.

 

Imagen En 1991 el Gallego González vistió por única vez la camiseta de la Selección Argentina. Fue en un amistoso ante Resto del Mundo en el Monumental
En 1991 el Gallego González vistió por única vez la camiseta de la Selección Argentina. Fue en un amistoso ante Resto del Mundo en el Monumental
 

“Mi papá estaba internado. Volví de verlo y mi suegro me hacía señas. Yo pensé que había fallecido. Y me dice que me convocaron a la Selección. Tuve que ir a Ezeiza, eran las 10 de la noche. Dirigía el Coco, creo que se había lastimado Medina Bello y Ruggeri influyó. Me llamó el Coco a la habitación, lo conocía pero no tenía relación. Entré y me dijo “hola que tal buenas tardes, mañana jugás vos. No me tenés que demostrar nada, chau”. Iba a hacer la voz de él, pero por respeto… anduve bastante bien, siguió el campeonato, volví a la convocatoria, iba goleador del torneo. En un partido contra Gimnasia salté a cabecear y Cristante me dio con el brazo y me fracturó cúbito y radio. No pude ir, estuve 4 meses más y me lo perdí. 

-¿Y del partido qué te acordás?

-Jugamos bastante bien… Corrí más de lo que jugué me parece, pero las pelotas que tuve las jugué bien. Estoy feliz. En el fútbol no me faltó nada. Me puse la camiseta de la Selección, hice goles, fui goleador de un torneo. Se me dieron cosas que uno quiere vivir en la vida. 

EL PASO A SAN LORENZO

En 1994, cansado de correr de atrás en Vélez, acordó su pase a San Lorenzo en un trueque con Flavio Zandoná. Integró el plantel que ganó la Copa Libertadores, de la que no se siente campeón pese a haber jugado la primera ronda. 

Mirá cómo es el fútbol. Yo pasé de Vélez, un club grande, a uno gigante como San Lorenzo sin plata. Yo sentía que en Vélez no tenía lugar. San Lorenzo llevaba 20 años sin salir campeón y dije ‘salí campeón con Ferro, salí campeón con Vélez y voy a salir campeón con San Lorenzo’. No gané plata, lo hice por amor al club que no conocía. Venía de Vélez encima”, cuenta los detalles de su pase.

-¿Cómo fue esa llegada?

-Fue duro al principio. No conocía a los jugadores, San Lorenzo tenía un equipazo. El Bambino me ponía y me sacaba, me tiraban con gente. Me puteaban, tardé en generar lo que yo era. Es normal que le pase a un delantero. Me costó, pero como soy un tipo divertido entré al grupo, nos conocimos… 

UN REGALO DEL CIELO

“Uh me vas a hacer llorar”, se anticipa, como en sus tiempos de goleador, al ver lo que se viene. 

Es la edición del 4 de abril de 1995. San Lorenzo le había ganado 1-0 a Belgrano con un gol suyo, cargado de emoción por todo lo que había vivido. Después de 4 años de una intensa lucha, su padre falleció. Pero él, con todo el dolor a cuestas decidió jugar y rendirle homenaje en cancha. Lo que nunca imaginó fue que el destino le regalara semejante privilegio. 

 

Imagen El Gallego González y uno de los días más difíciles de su carrera. Horas después del fallecimiento de su padre, le marcó a Belgrano y se metió de lleno en el corazón de los hinchas de San Lorenzo
El Gallego González y uno de los días más difíciles de su carrera. Horas después del fallecimiento de su padre, le marcó a Belgrano y se metió de lleno en el corazón de los hinchas de San Lorenzo
 

-¿Qué significaba tu viejo para tu vida?

-Lo máximo… (se quiebra). Es terrible. Era tan bueno, tan noble, tan buen padre, tan buen marido. Un ejemplo de educación. Me echó de mi casa a los 21 años cuando no tenía contrato. Hice cuatro veces primer año, tenía pelos en la pierna y me mandaban en pantalón corto para que me dé cuenta lo viejo que era. Un día me escapé para ir a jugar al fútbol. Me fue a buscar al colegio y no estaba. Cuando llegué me sacó dos valijas y me dijo ‘no servís para esta familia, acá tenés que estudiar o trabajar porque no sabés si vas a llegar en el fútbol’. Fue terrible lo que me dijo, pero era verdad. Y me echó. Yo tenía un primo y me fui a vivir ahí. Estuve dos días hasta que me puse a trabajar como despachante de aduana. 

Las lágrimas se apoderan de la charla, pero el Gallego sigue con su relato cargado de dolor y nostalgia:“Mi papá fue un ejemplo para mí, para mis hijos. El primer ataque cerebral lo agarró cuando estaba en Vélez. Lo dejó paralizado de un lado, se podía recuperar, hizo tratamiento, mejoró bastante pero al tiempo le dio un ataque del otro lado. Cuando le dio el primer ataque a mí me apareció la diabetes, los médicos me dicen que es nerviosa". 

-¿Cómo hiciste para separar la persona del futbolista? Conviviste 4 años con eso… 

-Estábamos con él, nunca lo abandoné. Mi madre vivía con él. Era un trabajo más que teníamos, ir a verlo. Era lindo porque se ponía contento. Él me miraba y me decía ‘jugá jugá’. Me preguntaba con la cabeza si había hecho goles y yo le decía que sí porque se ponía contento. Fue pasando el tiempo hasta que bueno… pasó lo de ese día.

“Ese” día fue el momento más emocionante en la carrera del Gallego. El día que se ganó el corazón de todos los hinchas de San Lorenzo y que nunca jamás olvidará. No hace falta preámbulo para semejante relato: 

-Estábamos concentrados una noche porque teníamos que jugar contra Belgrano. Yo lo fui a ver al hospital y volví a la concentración. Eran las 12 de la noche, dormía con el Cabezón Ruggeri y suena el teléfono. Era mi hermano, que me dijo que papá no estaba bien. Yo me lo imaginé, pero no quería que pasara. Había fallecido. Lo fui a despedir a la morgue, lo velamos a las 3 de la mañana, él había estado mucho tiempo acostado así que fue un velorio exprés. Vino la familia y a las 11 de la mañana lo llevamos al cementerio de Flores, cerca de la cancha de San Lorenzo. Volví a mi casa, eran las 3 de la tarde, me di un baño y me fui a la cancha. Lo llamé al Tano García y le dije que le avise al Bambino que quería estar igual. Yo sabía que era suplente. Abrí la puerta del vestuario y me estaban esperando los muchachos. Un silencio hicieron, un respeto terrible. El Bambino me preguntó que quería hacer y yo le dije que lo quería despedir adentro de la cancha. No había dormido ni comido. Estaba destrozado, se me caía la cabeza, pero tenía que estar.. 

-¿La gente sabía ahí?

-Nada. Se comentó después. Adrián Paenza relataba el partido. Pasó el penal y en el segundo tiempo el Bambino me manda a calentar. Yo le digo “qué calentar, si no dormí tengo que entrar directamente”. No sé qué pasó en el partido. Recuerdo que Monserrat tira el centro, Brusco tenía toda la cancha para sacarla pero le mete un pase a Monserrat, mete el centro y el hombre me levantó un poquito más. (se vuelve a emocionar) Hice el gol de mi vida.

-Tu cara es la misma que en la foto, pasaron 20 años…

-Sí no tenía canas jaja.  Ahí empiezo la historia. La gente empieza “Gallego, querido, Boedo está contigo”. Imaginate 35 mil tipos cantando eso. Cómo no querés que quiera a San Lorenzo. No hay más nada, no hay ninguna cosa que pueda superar eso. Yo soy hincha de River, de chico era de River, pero no me importa River, me importa San Lorenzo. Quiero que le vaya bien a San Lorenzo por la gente, que ya debe estar cansada de mis lágrimas, pero no me importa. Vos sabés lo lindo que es emocionarse cuando hablo de mi viejo… 

LA FRUTILLA DEL POSTRE

Si ese gol contra Belgrano lo marcó para el resto de su vida, lo que vendría después le permitiría entrar en la categoría de ídolo. San Lorenzo llevaba 21 años sin vueltas olímpicas hasta que el 25 de junio de 1995 decidió cortar la racha. 

-También fuiste suplente ese partido… 

-Venía de hacer goles, estaba bien. Pero el miércoles en la práctica el Bambino me llamó al medio de la cancha oficial. Me dijo que quería hacer el gol enseguida, que quería un equipo más rápido con el Perro Arbarello. Lo entré a putear, me fui vestido de jugador a mi casa de la bronca. Al otro día estaba con medialunas para el plantel, quería pedir disculpas. Había que bancársela, el que jugaba jugaba y el que no apoyaba. Encima cuando me voy me toca la espalda y me dice “quedate tranquilo que vas a hacer el gol vos”. 

Tan errado no estaba Veira. Pero su decisión le costó una noche de insomnio al Gallego: "llegamos a Rosario, en la noche anterior, de la bronca no me podía dormir. Yo estaba con el Cabezón, me levanté y me fui a un bar con el hijo de Miele hasta las 2.30 de la mañana a hablar y tomar café. A descargar, no podía dormir. No podía joder a Ruggeri…". 

El partido iba 0-0, San Lorenzo había desperdiciado un penal a través de Netto y tenía el resultado que necesitaba a favor en La Plata. Gimnasia, el rival directo, perdía contra Independiente. Pero al equipo de Veira le faltaba el gol para consagrarse. Ahí se concretó el presagio del Bambino. El Gallego a la cancha por Arbarello, centro de Silas, cabezazo letal de Esteban González, gol y a festejar.

 

Imagen El Gallego González se hace inmenso en las alturas y convierte un gol para la eternidad
El Gallego González se hace inmenso en las alturas y convierte un gol para la eternidad
 

-¿Estaba preparada la jugada?

-El Bambino trabajaba con pelota por ahí. Nosotros nos reuníamos por la noche. Ruggeri llamaba a una reunión y nosotros organizábamos. Teníamos preparado cómo ir. Teníamos gente importante para cabecear. Hicimos un movimiento en el área, quedó Lussenhoff solo y no llegó. Saltamos antes. Después el hombre de arriba también me ayudó… yo cabeceaba bien, pero en esos dos goles tuve un plus”. 

“¿No me puedo llevar algo de esto?”, pregunta al ver las fotos de los festejos. Una multitud colmó el Gigante de Arroyito e invadió el campo de juego, al punto de que el partido debió ser suspendido. El Gráfico estuvo allí y las imágenes son las que el Gallego tiene guardadas en su corazón. 

“Esta fue la frutilla de la torta. Hice goles en todos los equipos, fui campeón con Ferro, fui campeón con Vélez, fui campeón con San Lorenzo. Tan mal no fue. Si naciera de vuelta haría lo mismo, no cambio nada. La pasé bien”, dice con un dejo de nostalgia y agrega: “Que me paren por la calle para saludarme es como hacer otro gol. Soy agradecido, me educaron así”

-¿Y a quién nominás para que venga a vivir esta misma experiencia?

- A los del 95. A cualquiera de los muchachos que llames seguramente quieran vivir este momento. No puedo nombrarte a tres. Todos lo sentimos de esta manera. Sería un egoísta si te digo llama a este. Llamá al que quieras, que se va a poner feliz y le va a encantar disfrutar de este momento. 

 

ARCHIVO: JULIÁN MARCEL