Las Entrevistas de El Gráfico

Dante Unali, un extraño en el mundo del fútbol

Mientras juagaba en Colón, el defensor se entrevistó con El Gráfico y le contó su particular forma de ser, totalmente distinta a la del resto de sus colegas.

Por Redacción EG ·

16 de octubre de 2019

Hace seis años que está jugando en Colón y no habla con los medios de Santa Fe. Como excepción decidió hacerlo con El Grafico. Prefiere leer la prensa extranjera antes que la nacional. No festeja cuando su equipo gana un partido y dice que no lo haría por más que saliera campeón. Fue protagonista de un sonado caso de dóping en el ’97 y pudo probar su inocencia. Dante Unali (33 años) piensa y vive distinto a la mayoría de los futbolistas. Leer para creer.

–¿Sabés que sos uno de los hombres que más veces se puso la camiseta de Colón en Primera?

–No. No sabía. No les presto demasiada atención a las estadísticas. Sé que he jugado bastante en seis años, pero nada más.

Para una ciudad futbolera como Santa Fe el dato (142 partidos en Primera con la camiseta roja y negra) podría conmocionar a cualquier futbolista que desde hace un lustro habita esta tierra. No es el caso de Unali. En verdad, no hay casos típicos de futbolistas que puedan emparentarse con el marcador de punta de Colón

–¿Por qué no festejás cuando terminan los partidos?

–Es una forma de ser. El fútbol para mí es un trabajo y lo tomo con la responsabilidad del caso. Me limito únicamente a lo que demanda este trabajo: a cumplir con mis obligaciones como profesional en los entrenamientos, en la concentración, todo lo que se sabe. Y todo lo que sea afuera de la profesión, es lo que constituye realmente mi vida; por el sencillo hecho de que cuando el fútbol termine para mí, los que están ahora esperando por los jugadores en la puerta de un estadio no van a ir a tu casa a los 40 años; es decir, pasás totalmente al olvido. Entonces, antes de pasar al olvido para ellos, en el presente yo me olvido de todos.

–¿No tenés la capacidad de emocionarte que todos los jugadores tienen?

–Eso es cierto. Pero forma parte de mi personalidad. Creo que sería así en cualquier orden de la vida. Si hiciera otra actividad me pasaría lo mismo. Si hubiera estudiado medicina, me habría recibido y me habría ido a mi casa. Recuerdo que cuando ascendimos, en el año ’95, entendí la pasión de la gente, de mis compañeros; pero el árbitro pitó, un tipo me arrancó la camiseta de un tirón y yo atiné a meterme en el vestuario, me tomé una Coca y me fui a mi casa caminando. Salí contento con la satisfacción de haber alcanzado la meta que perseguía, pero emocionalmente lo viví así. Porque desde chico creí que esto es pasajero, que no es mi vida. Sería mi vida si pudiera jugar hasta los 80 años.

Imagen Surgido futbolísticamente en Racing de Córdoba, tuvo su mejor momento en Colón, donde arribó en 1994.
Surgido futbolísticamente en Racing de Córdoba, tuvo su mejor momento en Colón, donde arribó en 1994.

Pese a que le pasaron cosas que hubieran desbordado a cualquier futbolero que se precie, Unali se lo tomó siempre con calma. Dos veces estuvo a punto de dejar el fútbol y en las dos ocasiones el destino le guardaba las cartas mejores. Cuando Nelson Chabay lo llevó a San Martín de Tucumán, para jugar en la liga local, Unali estaba de suplente en Racing de Córdoba. A los nueves meses le metía dos goles a Boca en la Bombonera, ya con el equipo jugando en Primera. Cuando Chabay lo volvió a llamar para jugar en Colón, estaba a punto de dejar el fútbol. Tres años después jugaba la Copa Libertadores con el cuadro de Santa Fe. Sin embargo, el hombre parece imperturbable.

–¿No tenés miedo de parecer un snob?

–No. Son los riesgos, si vale el término, a los que uno está expuesto por pensar como piensa. Por ejemplo, respeto mucho lo de Redondo. Quién sabe si no está siendo el jugador más sincero de la Argentina. No conozco su pensamiento íntimo pero quién sabe si no es el que más está beneficiando a la Selección. Pero me tiene sin cuidado lo que se pueda pensar porque para mí el medio, el entorno, no tiene nada que ver con mi vida; ni yo tengo nada que ver con el medio en que me muevo. Hago mi trabajo porque me pagan.

–Así no podés tener amigos en el ambiente del fútbol...

–Conozco una mayoría de jugadores que son abiertos, muy extravertidos. Pero cuando me pongo a observarlos veo que tampoco tienen amigos, en el verdadero sentido de la palabra amistad. Yo tengo muy poquitos y obvio que no tienen que ver con esto. Estoy cansado de ver en el fútbol, después de 15 años en Primera, a compañeros que van a practicar juntos, se pasan a buscar, van a comer asados, comparten un montón de cosas, pero con el paso de los años te encontrás con uno y le preguntás por el amigo y te dice: “Vos sabés que le perdí el rastro...”.

–Tu forma de ser puede hacerle pensar a un plantel “este tipo qué se cree...”.

–Sí. Me pasó.

–¿En Santa Fe?

–Sí. El que me conoce sabe que no cago a nadie, que no perjudico a nadie de manera intencional. No le hago mal a nadie y, si a partir de ahí puede molestar mi forma de ser, entonces yo me banco la forma de ser de un montón. Creo que forma parte de la tolerancia y de la convivencia.

 

Lectura calificada

–¿Es cierto que sólo leés la prensa extranjera?

–Sí. Ahora por Internet tenés acceso a todo. Pero leo el “USA Today”, la revista “Time” de los Estados Unidos.

–¿Por qué?

–Me gustan los temas internacionales, saber lo que está pasando en todo el mundo. Aunque ahora el tema de las comunicaciones se ha desarrollado mucho y lo que pasa en el mundo lo podés ver hasta en “La Voz del Interior” de Córdoba.

–¿Es una manera de ponerse crítico con lo que consumimos acá?

–No. Porque afuera también hay basura. Yo fui tiempo atrás a los Estados Unidos y vi cada cosa. Así que programación reciclable hay en todos lados. Pero no pasa por cuestionar lo de aquí.

–¿Y entonces por qué no hacés declaraciones?

–Si me pongo a hablar, me gusta decir lo que pienso y lo que siento. Si me pongo el casete siento que estoy perdiendo el tiempo, aunque sean diez minutos, y no quiero perderlos. Si digo lo que pienso, si digo lo que no me gustó, al otro día tengo quilombo con la gente, con mis compañeros, con el técnico o con los dirigentes. Entonces, ¿qué gano con hablar?

–¿Por qué aceptaste esta nota, entonces?

–Porque, ¿qué puede pasar...? No creo que en otro medio tenga problemas. Si tenés a Unali de Colón y a Aimar de River, a quién ponés.

–Depende del momento y de lo que diga cada uno. Es una razón periodística.

 –Lo acepto, pero no siempre es así.

Imagen En el ambiente del fútbol es un distinto, no lo atraen los lujos ni la ostentación.
En el ambiente del fútbol es un distinto, no lo atraen los lujos ni la ostentación.
 

El vínculo con Dios

–¿Por qué viajabas tanto a los Estados Unidos?

–Ibamos con un grupo de jugadores antes del Mundial a dar charlas, clínicas, para fomentar el juego allí.

–¿Tenía que ver con tu religión?

–Sí. Las invitaciones venían por ahí, pero también iban muchachos que no tenían nada que ver.

–¿Seguís vinculado con la religión?

–No de lleno. Creo que las iglesias se han contaminado un poquito. Ha pasado a ser más importante el crecimiento de la Iglesia como institución que el crecimiento de la grey. Diría que se la devoró el sistema.

–¿Cómo te relacionaste con la Iglesia?

–Desde ya que nunca fui pastor, eso fue una cuestión de los medios. De chico, en la época de la primaria y en la secundaria, tuve ese conflicto interno, un interés espiritual de saber de dónde venimos, a dónde vamos. Mis padres eran católicos, pero no practicantes. Por qué nacés, vivís, te morís... siempre pensé que tenía que haber algo más. Nunca encontré algo que satisficiera la inquietud. Hasta que encontré las respuestas en la Biblia, las respuestas a ese gran signo de interrogación que todos tenemos. La presencia de un Dios creador de todo, de la vida después de la muerte, me resultaron convincentes. Creo en la Biblia como la palabra de Dios y tomé ese convencimiento propio, antes de vincularme a una Iglesia como institución. Creo que hoy los líderes espirituales están más pendientes de que crezcan sus Iglesias en número de fieles, que en otras cuestiones. Yo, como deportista, desde que empecé a jugar en Primera, he sido invitado y me han paseado por un montón de iglesias, por todos lados; pero invitaban al jugador de fútbol, no a la persona. Y eso no me lo contaron, lo vi.

–Entonces nunca fuiste un militante.

–Sí, fui un militante de la Iglesia Evangélica. Pero te repito, hubo siempre interés en el jugador, como veo que existe hoy en día. Yo experimenté un mal momento cuando me pasó lo del dóping, pensé que podía ser una mala imagen para la Iglesia. Y fue algo que contribuyó para que me alejara. Cosas que veía y sigo viendo, que no se condicen con la voluntad de Dios. No creo nunca haberme convertido en un apóstata de la fe, para nada. Creo en Dios como siempre, aun cuando la Iglesia se equivoca. Sin ir más lejos hace poco el Papa pidió perdón por las atrocidades de la Iglesia, como la Inquisición y otras. La misma Biblia advierte sobre ellos, te pueden defraudar hasta tus viejos, pero Dios no.

–Tenés una paloma de la paz en el cuello. ¿Nunca creés que Dios también hace la guerra?

–No, se lo atribuyo al hombre que paga la consecuencia de sus pecados.

–Durante la charla te brillaron los ojos por única vez cuando hablamos de tu relación con Dios. ¿Es lo único que te emociona?

–No es para menos, porque es lo único trascendente en esta vida. Así que vaya si es para tomarlo con toda la atención del mundo. Porque esto sí que es a vida o muerte; no un partido, una final o un campeonato.

 

Control positivo

En el ’97, cuando Colón caminaba rumbo a la conquista del único subcampeonato en los torneos de AFA, Unali dio positivo en un control antidóping realizado tras el partido que le ganaron uno a cero a Gimnasia, en La Plata. Tiempo después la misma AFA determinó que el Atenolol no era ingerido para mejorar el rendimiento.

–¿Qué te dejó el tema del dóping?

–Más que haberme autorizado a jugar con el Atenolol, cuando terminó este tema creo que se sentó un precedente, porque la medicación que yo tomo, si se detectara mañana en otro jugador, no daría lugar a problemas. Creo que ya no se busca esa sustancia.

Imagen En el Sabalero tuvo dos ciclos, el primero entre 1994 y el 2000 y el segundo entre 2001 y 2002.
En el Sabalero tuvo dos ciclos, el primero entre 1994 y el 2000 y el segundo entre 2001 y 2002.

–Aunque se probó tu inocencia, ¿íntimamente sentiste que te creyeron o creés que se manejó de otro modo?

–Esa vez sentí que se hizo justicia. Creo que se demoró un poquito, que no era un tema para que se dilatara tanto, pero creo que fue uno de los pocos casos en los que se descubrió la verdad.

–¿Te siguen gritando cosas en las canchas?

–Seguro (una de las pocas veces que se rió durante la entrevista). Hasta en el último partido de visitante, hace pocos días, me gritaban como mínimo “falopero”. Pero no me importa ahora ni me importó antes.

 

La Selección

Basile lo convocó cuando asumió. Unali no tenía un nombre en el firmamento del fútbol nacional y jugaba con la camiseta de Mandiyú. Después vinieron una lesión rebelde y una goma de borrar para siempre.

–Estuviste en la Selección, ¿por no ser mediático puede ser que no hayas tenido más chances?

–Los medios tienen una gran influencia en el fútbol. Es a favor de los jugadores porque hay muchos que son mediocres y que están vigentes porque todo el tiempo aparecen en los medios a través de la habilidad para manejarse con los periodistas.

–¿Cómo fue tu historia en aquel equipo de Basile?

–Estuve en la primera convocatoria. Jugué algunos amistosos, inclusive con Brasil, hasta que vino la Copa América, en Chile. Allí sinceramente creí que iba a estar, y me lesioné. Tuve una lesión muy rara en el cartílago de la rótula, que dicho sea de paso me limitó hasta el día de hoy. Yo no sabía qué era, no me quise operar en ese momento porque me iba a perder la Copa América. Pasó el tiempo y yo seguía parado y bueno, me quedé afuera.

 

Imagen Tuvo participación en la Selección de Alfio Basile.
Tuvo participación en la Selección de Alfio Basile.
 

 

La actualidad

–¿Por qué sos de los pocos que ha durado seis años en Colón siendo que los dirigentes tienen fama de tener inconvenientes con los jugadores?

–Sinceramente, tuve pocos problemas.  Tengo una ventaja: soy jugador libre. Tengo la chance de decir arreglo o me voy si algo no me gusta. Pero me hago una autocrítica como jugador. Veo cada cosa. Hay jugadores que dicen no quiero jugar de tal puesto, no siento esta función. Yo me imagino ese mismo jugador trabajando en una fábrica y que le digan dejá el torno y agarrá la soldadora; ganando 500 pesos por mes y con cinco hijos para mantener, a ver qué hace... Lo mismo cuando les toca salir del equipo. El jugador se cree con derecho a todas las explicaciones del mundo.

–¿Vivís como hablás?

–Creo que sí. Me ha tocado salir en un par de partidos. Me acuerdo contra Belgrano, en Córdoba, que había ido por primera vez en la vida mi mamá a verme y me tocó salir. En el clásico que perdimos en la cancha de Unión el año pasado también, pero me agarré la bronca y no dije nada.

Dante Unali, como aquel “Perro Verde” de Jesús Quinteros, un personaje distinto en el ambiente del fútbol. Muy distinto.

 

De carne somos

La gente por ahí no sabe los problemas que tenemos, más allá de lo futbolístico. El año pasado mi señora estaba embarazada y me tocó tenerla internada en los días previos al clásico con Unión. Esa semana la pasé en la clínica. Yo estaba con la cabeza en otra cosa, pero ella se recuperó un poco y le dieron de alta.”

“Después tuvimos que ir a jugar a Córdoba contra Talleres, volvió a estar mal y la volví a internar. Debíamos salir con el plantel el sábado a la mañana y no sabía si ir, pero mi suegra me dio una mano y entonces me fui a jugar. Nadie sabía lo que me pasaba y el domingo a la mañana, antes del partido, mi suegra me llama al hotel y me dice que mi señora había perdido el bebé. Y tuve que entrar a la cancha... Russo (Miguel Angel) no sabía cómo decírmelo y me llamó antes de empezar el partido, creo que fue antes de la entrada en calor, yo no sabía cómo se había enterado. Bueno, jugué, me tocó perder, nos re-putearon. Son las reglas del juego. La gente no tiene por qué saberlas, pero hay una gran cantidad de jugadores que tiene problemas y es bueno que se considere que uno siempre da todo dentro de la cancha.”

 

Basile lo eligió

Apenas asumió como director técnico de la Selección, en enero de 1991, Alfio Basile incluyó en su lista a Dante Unali. No fue titular pero vistió la camiseta argentina durante algunos partidos amistosos y antes de la Copa América, que se jugó en Chile. Una lesión lo dejó afuera del plantel y nunca más volvió.

 

Fiel a Colón

Ya hace seis años que Unali está jugando en Colón y, pese a ser jugador libre, no tuvo problemas en renovar su contrato.
La mayoría de sus ex compañeros tuvo conflictos con los dirigentes pero el defensor, con su particular filosofía, sorteó todos los inconvenientes y siguió adelante.
Tal vez cuando deje el fútbol lo haga con la misma camiseta rojinegra.

 

 

Por CLAUDIO CHEREP (2000).