Las Entrevistas de El Gráfico

Bermúdez: "A los rivales no les hablaba, no hacía falta, sólo les pegaba"

Ex jugador y actual entrenador, el Patrón se sincera: habla de Boca, Macri, Riquelme, Palermo, su padre y mucho más, en un 100x100 de colección.

Por Diego Borinsky ·

10 de diciembre de 2010
Nota publicada en la edición noviembre 2010 de la revista El Gráfico

Imagen COMO CAPITAN del primer ciclo de Bianchi (98-01) alzó la Intercontinental en Tokio, tras vencer al Madrid.
COMO CAPITAN del primer ciclo de Bianchi (98-01) alzó la Intercontinental en Tokio, tras vencer al Madrid.
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NOMBRE: Jorge Hernán Bermúdez Morales. NACIMIENTO: 18/6/1971 en Armenia, Colombia. EDAD: 39.
TRAYECTORIA: Deportes Quindío (1988-89) y América de Cali (1990-96), ambos de Colombia; Benfica, Portugal (1996-97); Boca (1997-01); Olympiakos, Grecia (2001-03), Newell‘s (2003-04); Barcelona, Ecuador (2004); América de Cali (2005); Deportivo Quevedo, Ecuador (2005); Deportivo Pereira (2006), Independiente Santa Fe (2006) y Deportes Quindío (2007), los tres de Colombia.  En Boca jugó 165 partidos, metió 15 goles y ganó 6 títulos (entre ellos 2 Libertadores y 1 Intercontinental). TITULOS: 8 (2 con América, 6 con Boca y 2 Ligas con Olympiakos.
COMO DT: Depor FC (07-08), Deportivo Pasto (08) y América de Cali (2010), todos de Colombia; Defensa y Justicia (2010).

1 Defensa y Justicia, dos palabras que te van perfecto, ¿elegiste el club a propósito? El nombre calza a la medida justa, sin duda.
2 Podría ser también Defensa y Garrote. Un poco, pero un garrote ganador, con jerarquía, comprometido con un objetivo. Los objetivos son lo único que me interesó en la vida.
3 ¿Qué hace el Patrón Bermúdez en la B? El club vive una etapa de transformación y crecimiento. Hay un compromiso grande de los dirigentes y mi deseo es darme a conocer. Vine porque quiero mostrar mi trabajo como entrenador. Muy poca gente en la Argentina me conoce en este rol en el que llevo tres años. Aparte, es lógico: como jugador vas de menos a más, en un espiral ascendente, y como entrenador me gusta ese camino.
4 ¿No te afecta la autoestima, vos que jugaste en grandes escenarios? Para nada, porque el sentimiento de Defensa es muy parecido al mío: un club que busca crecer y sueña con llegar a la A. Mi carrera en la Argentina depende de un inicio y es este, porque Boca no es un comienzo; Boca es una consagración. Esta es la oportunidad de demostrar mi estilo. En la vida todo tiene sus caminos y sus tiempos. Y hoy están en Defensa. Quiero comprometerme, crecer y seguir conociendo el medio argentino.
5 Un razonamiento es que viniste para que te puedan considerar de Boca. No es fácil llegar como técnico extranjero al fútbol argentino, entonces así puedo demostrar lo que hago, mi trabajo, mi filosofía, mi intención como entrenador. Podría dirigir dos años al América de Cali y aquí ni se darían por enterados.
6 ¿Por qué te fuiste del América? Los jugadores no cobraban y les pedí que aguantaran, hasta que llegaron a los 6 meses y no dio para más. Les dije: “Les agradezco su vocación pero ahora me tengo que hacer a un costado y permitir que ustedes tomen la iniciativa y protesten, que se hagan valer”. Los dirigentes pensaron que yo había promovido la huelga y la única manera que tenían de seguir mandando era que me fuera.
7 Cuando trajiste a Bonilla a Boca, ¿Bianchi y Ameal no te dijeron “ganá experiencia en la Argentina para ser DT de Boca”? A ver, aclaremos unas cosas. Boca buscaba un central y le di referencias a Carlos de dos jugadores. Carlos eligió a Bonilla y él quiso que lo acompañara. Bonilla vino con su representante, yo se lo presenté a Carlos y charlamos. Igual, a veces las miradas dicen más que las palabras. Jamás pensé que a Boca se llegaba de casualidad ni Bianchi me iba a decir nada. Acá hay que trabajar, demostrar y convencer para subir por la espiral. Boca es una meta en mi vida, como es la Selección Colombia, pero hay muchos clubes en el mundo donde uno puede demostrar seriedad y personalidad.
8 ¿Qué te viene a la mente cuando te dicen “La Isabela”? Ahhh... La Isabela es mi hogar, mi infancia, el barrio donde viví hasta que me fui al América. Es donde aún viven mis padres y adonde voy todos los domingos, cuando estoy en Colombia.
9 ¿De chico jugabas descalzo? Tuve una infancia linda hasta los 11 años. Era de clase media, iba a buenos colegios, pero de un momento a otro la vida cambió: mi papá dejó de jugar al fútbol y pasamos del cara al sello, de la obra de teatro a la calle. Y faltó todo, porque no hubo más ingresos y mi viejo no había guardado nada. En ese momento fue cuando más me gustó el fútbol. ¡Qué ironía la vida, no? A los 12 años empecé a jugar en serio, lo veía como una salvación y una revancha. Hubo un quiebre, que tiene que ver con mi personalidad: pasé de joven a adulto a los 12 años. Me di cuenta de que sos cuanto tenés, y que realmente a los amigos los contás con los dedos de una mano. Y sobran dedos.
10 ¿Pero jugaste descalzo o no? Sí, tenía un solo par de zapatillas y eran las del colegio. Jugaba partidos en cancha de tierra. Los que tenían zapatillas, con zapatillas; y los que no, descalzos. Ligué pisotones, pero jamás me lastimé ni una uña. De ahí parte la fortaleza de mis tobillos, de mis pies, la forma en que siempre le pegaba al balón. Aprendí muchas cosas al sentir el balón con la piel.
11 ¿En esos picados imaginabas que serías  jugador profesional? Era mi sueño, mi revancha personal. Decía: mi viejo se cansó de jugar con argentinos en el Quindío durante 16 años y nunca pisó la Argentina. Yo le aseguré que lo iba a llevar a conocer muchas partes. Así fue. Recuerdo cuando vino acá y se reencontró con muchos de esos ex compañeros.
12 ¿Con quiénes? Con el Pocho Pianetti, Manzi, Carpene. La historia con Pianetti es fuerte. Apenas llegué a Boca pregunté por él, y me dijeron que trabajaba en un taller mecánico cercano a la cancha. Cuando vino mi viejo, fuimos a ese taller. Mi papá lloró mucho ese día. Lloró por la emoción y por la tristeza, por reencontrarse y por verlo en una situación económica que no merecía. Yo estuve allí y fue fuerte...
13 ¿Trabajaste, de chico? Trabajaba para pagarme mis pasajes a las prácticas. Un tío tenía una tipografía y le manejaba la máquina. A veces le caía a las 7 de la noche, a la hora de la cena, porque en mi casa la comida no abundaba. Trabajaba una horita y me recuperaba del entrenamiento comiendo bien. El tío se daba cuenta y lo hacía con cariño.
14 ¿Cómo viviste el terremoto en Armenia, en 1999? Había jugado el domingo Colombia-Yugoslavia, en Cali, y al día siguiente me venía a Buenos Aires para empezar la pretemporada en Boca. Fui a Armenia a buscar a mi familia y camino al aeropuerto sentimos como si se saliera una rueda. Paramos y vimos cómo se caían las ventanas de los edificios, las paredes. Atravesamos la ciudad y llegamos a la casa de mis viejos, que era de dos plantas, y quedó reducida a 30 centímetros. Mi hermana estaba sentada en la vereda, llorando. Gracias a Dios, no estaba adentro. Mis padres fueron a vivir a otro lado, pero después me pidieron volver a levantarla y así lo hicimos. Hoy viven allí.
15 La sociedad cambió mucho, ¿creés que el fútbol sigue siendo hijo de la miseria? Y... sí, está ligado a la miseria, a la descomposición social, el problema de nuestra Latinoamérica, donde cada vez hay más diferencias entre clases. Acá, yo cruzo el portón del predio y estoy en Florencio Varela, veo chicos jugando por la calle y pienso cuántos de estos algún día serán jugadores de Primera, como seguramente me vieron algún día a mí.
16 ¿Cómo llegaste a Primera? Me abrió las puertas una preselección Colombia, de rebote. Habían nombrado a un jugador de mi tierra pero tenía mal la edad, entonces me llevaron. Aparecí en el hotel y el técnico me preguntó quién era, ni me conocía, pero vi la oportunidad de mi vida, no se me podía escapar. Practicamos una semana y quedamos con Oscar Córdoba. Fue un juvenil que clasificaba para el Mundial de Arabia 88. Tenía 15 años y a partir de ahí todo cambió. Dios me empezó a dar otro camino, y pude ayudar económicamente a mi familia.
17 ¿De joven eras volante? No te imagino con mucho desborde... Era flaco, altísimo, marcaba muy bien. Rápido no era, cierto (risas), pero no me pasaba nadie tampoco, eh. Y me gustaba jugar, tenía personalidad, pero a los 13 años tuve la oportunidad de ir de 2 y ahí me quedé por siempre. Amé y he amado siempre esa posición. No la cambiaba ni en los picados, que es cuando cambian todos. Mis compañeros me gritaban “Amargo, sale de ahí, anda de nueve” y no quería saber nada.
18 ¿Quién fue mejor: vos o tu papá? El viejo tuvo más calidad: era zurdo, jugaba de 6, de gran técnica y timming. De pronto yo lo superé en la mentalidad ganadora y en el carácter para tomar las decisiones justas de mi carrera.
19 ¿Cuáles? Yo me inicié en el Deportes Quindío, mi pasión, pero siempre supe que me tenía que ir para conseguir la figuración que quería. Mi papá jugó más de 600 partidos con esa camiseta, es el que más veces la vistió. ¡Y encima hoy tiene que pagar la boleta para entrar al estadio! Bueno, te decía: siempre busqué objetivos para crecer. Del América supe que me iba a ir al exterior, cuando ningún jugador colombiano salía. Fui el primer defensa central de mi país vendido al exterior, al Benfica.
20 ¿Por qué dejaste Europa para venir a Boca? Ahí están las decisiones que marcaron mi vida. Arriesgué. Como arriesgo ahora en Defensa. Arriesgo porque creo. En Benfica jugué un año, vino otro entrenador, contrató a Gamarra y vi que no iba a jugar. Y justo recibí una llamada de José Cirilo, de Boca.
21 ¿Cómo te conocían? El Bambino estaba hablando con Córdoba para traerlo y quería un dos colombiano para que hubiera entendimiento con el arquero. Un año antes había estado sentado con Bilardo tomando un café en Buenos Aires. Bilardo era el técnico de Boca, le habían hablado de mí y quería conocerme. Después, se ve que el Benfica puso más plata o Bilardo prefirió otra opción, pero quedó la intención.
22 ¿Qué conocías de Boca? Lo que conocía cualquiera: uno de los clubes más importantes del mundo, que había jugado Maradona, la Bombonera, la mística de la camiseta...
23 ¿Cómo se definió tu llegada? El presidente no me quería dejar ir. “El fútbol a mí me gusta jugarlo, no mirarlo desde el banco para ganarme el dinero”, le dije. Arreglaron entre clubes y enseguida me llamaron de Boca y me pidieron un favor, típico de los argentinos: “Compre los ticketes de avión, hágase cargo de los gastos y acá se los damos”. Al otro día viajé con una mujer que parecía una loca, pobrecita mi mujer: en 24 horas desarmar la casa y cambiar de país con los chicos. Aterrizamos en Buenos Aires con 9 valijas y mucha ilusión.
24 ¿Qué enseñanzas te dejó tu viejo? Primero, a ser una persona honesta, a nunca vender mis principios. Como jugador, me enseñó a valerme por mí mismo, a superar mis falencias. Y esa fue mi forma de accionar durante 21 años. Por algo nunca me lesioné ni me operé, tiene mucho que ver con la forma en que uno vive como profesional.
25 ¿Tus hijos juegan? Tengo cuatro, todos varones: Jorge David (17), Hernán (15), Joan Sebastián (10), que es argentino, y Franco (9), que es griego. Todos juegan. El mayor es habilidoso y muy inteligente, pero no tiene el carácter de los Bermúdez. El segundo tiene carácter y juega muy bien, es volante central. A los chiquitos les apasiona el fútbol.
26 ¡Esa línea de cuatro es Vietnam, diría el Bambino! Hay esperanza de armar la defensa. Seguramente será brava.
27 ¿El apodo Patrón viene de tu viejo? A mi viejo le decían El Hacha, era como yo multiplicado por tres. En el América me pusieron La Muralla. Y el Calarcá Bermúdez. En mi departamento hay una ciudad que se llama Calarcá y había un cacique que vivía en la montaña y al que ningún español pudo dominar. Ese indio medía 1,90 cuando los de esa región eran de 1,60 máximo, y dicen que tenía las facciones y el cabello largo como yo. Que era aguerrido, entonces un periodista me puso el Calarcá Bermúdez.
28 ¿Cómo nació El Patrón? Llevaba tres días en Boca y tenía que debutar contra Cruzeiro por la Supercopa. Fue la misma noche en que debutó Palermo. Ganamos 1-0 con un gol mío, y como había llegado para ordenar mi defensa, empecé a darles órdenes a todos: “Christian ojo allá, cuidado Rodolfo con este”. Entonces no sé qué relator dijo: “¿Cómo puede ser que este tipo que llegó hace tres días les dé órdenes a todos?... Pues llegó el que manda, llegó el Patrón”. Y quedó. A mí me gusta.
29 ¿Te aprendiste los nombres de tus compañeros en tres días? Lo primero que hago cuando llego a un lugar es aprender los nombres de mis compañeros. Ahora como entrenador, lo mismo. Los nombres, no los apellidos, así se da una mayor afinidad.
30 Es paradójico, porque siempre tuviste problemas con los patrones de los clubes. No es así. En Boca no tuve problemas por pelear los premios sino que hubo una diferencia por un tema puntual y me decepcioné con quienes manejaban a Boca.
31 ¿Qué pasó? En el 2001 estaba hecho el pase al Besiktas pero se cruzaron intereses personales de algunos dirigentes y se decidió que era más importante el bolsillo de alguien que mi futuro. También se aprobó todo con el Barcelona de España pero apareció un fax nocturno pidiendo un millón de dólares más. Y se cayó.
32 ¿Los dirigentes te blanquearon la situación? Nunca me lo blanquearon, se hizo a través de un fax y por atrás; si me lo hubieran dicho, lo habría arreglado. Entonces los encaré y les pregunté por qué habían enviado otro fax pidiendo más dinero. Nunca pensaron que yo tenía los dos fax.
33 ¿Qué te contestaron? No hubo respuesta, estaba todo muy claro. Entonces, como mi viejo me enseñó a defender mis principios, les dije a los dirigentes que apenas terminara la Copa, y doliéndome en el alma, me tenía que ir de Boca, porque no podía mirarlos más a los ojos.
34 Te cruzás a Macri, ¿lo saludás? Claro, no tengo ningún problema personal con Mauricio. No estuve de acuerdo con esa postura y listo.
35 Si no fuera por los problemas con los dirigentes, ¿te hubieras retirado en Boca? Seguramente me hubiese quedado y retirado en Boca. Estaba en la institución que más quería, en la que más me querían, mi mujer acababa de tener al hijo argentino. Soñé algún día con volver, pero no se dio.
36 ¿Fue muy desgastante pelear los premios del plantel? Nunca tuve problemas por pelear los premios, al contrario, creo que ayudé a los dirigentes para que pagaran premios que tuvieran sentido. Antes, en Boca se ganaban premios por partido y yo propuse premios por objetivos, que se metieran la mano al bolsillo por ver Copas y  estrellas. Y las vieron.
37 ¿Fuiste el ideólogo de las remeras “Salvestrini al psicólogo”? Fue una reacción de grupo, de rabia, porque atacaban a uno de sus integrantes más queridos ¿Cómo un dirigente va a decir que no pagaría la entrada por ver a Riquelme? Esa reacción también se dio porque Bianchi estaba siendo atendido por un piedrazo. Con Carlos en el vestuario no hubiera pasado.
38 “En Boca nunca agaché la cabeza”, dijiste. ¿A qué te referías? Agachar la cabeza hubiera sido seguir como si nada ante eso que ocurrió con mi pase, atado a la institución porque era el dos de Boca y no quería irme. Fui honesto, levanté mi cabeza y dije: “No los puedo seguir mirando a los ojos”.
39 ¿El mismo plantel del 98 pero sin Bianchi hubiera ganado todo? No, no, el eje de todo era la mentalidad, el manejo, la identidad y el criterio de Carlos. Ese carro era un gran Mercedes Benz, pero el piloto es fundamental. Tú puedes tener un Fórmula 1 de la mayor credibilidad pero si se lo das a alguien que no lo sabe manejar, lo chocas.
Imagen DELIRIO luego de meter el penal decisivo en la definición contra el Palmeiras para ganar la primera Libertadores.
DELIRIO luego de meter el penal decisivo en la definición contra el Palmeiras para ganar la primera Libertadores.
40 ¿Cómo te dijo Bianchi que ibas a ser su capitán? Llegamos al vestuario para el primer partido, terminó la charla, y dijo: “Eh, discúlpenme muchachos, se me quedaba algo, el capitán de mi era va a ser el señor Jorge Bermúdez”. Y me entregó la cinta. No lo esperaba. Ese día tuve más nervios que cuando debuté en Boca. Mis piernas se hacían de un lado al otro. Fue un lindo compromiso. Después, con Carlos, si tuve 3 o 4 charlas fueron muchas. Había pocas cosas para hablar, creíamos mucho el uno en el otro.
41 El mejor técnico que tuviste. Como jefe de grupo y como ganador, Carlos Bianchi. Se esforzaba poco en infundir respeto y tenía siempre la decisión correcta en el momento justo. Hernán Darío Gómez es trabajador y tiene gran temperamento, me quedaron muchas cosas de él.
42 ¿El técnico debe saber más de grupos o de fútbol? La simbiosis perfecta sería: 60 por ciento de manejo de grupo, entender a los jugadores, su vida, y 40 de saber utilizarlos en el campo. Lo más importante es saber llevar un grupo de jugadores hacia un objetivo. Es decir: crearles una ambición, soñar con ellos y demostrarles el camino del fútbol.
43 ¿Cómo se pasa de ser un gran jugador a un buen técnico? ¿Cuál es la clave? No creo en los jugadores que dejan el fútbol y al verse sin nada se dedican a ser técnicos. La vocación es fundamental. También la dedicación y la seriedad. Son dos cosas distintas. La vocación implica la psicología y la pedagogía. La dedicación es la voluntad de dar más cada día. También es fundamental disfrutarlo. Hay entrenadores que dicen que sufren y que tienen estrés. No los entiendo.
44 ¿Líder se nace o se hace? El líder nace y se acaba de formar con la experiencia. Hay que vivir y sentir como líder. Yo lo llevo adentro por genes, porque lo heredé. En mi hogar, desde muy chico, tuve un líder, un tipo bravo y nací con esa misma sangre. Yo iba al estadio a ver cómo mi viejo hacía goles de cabeza, cómo acababa con los delanteros. Y me encantaba. Fue mi ídolo, al que siempre quise emular.
45 ¿Eras de gritar a tus compañeros? Era de motivarlos con un grito.
46 ¿Un central que no pega y no grita, no puede jugar? Hoy juegan tantos centrales que no se hablan... creo que no saben ni el teléfono del compañero. Vas a ver un partido y es más fácil encontrar dos rubias en la mitad de la cancha que dos centrales que se hablen (risas).
47 ¿A los rivales les decías “Si pasás por acá, te parto”? A los rivales sólo les pegaba, no hacían falta las palabras. Ahora, si me hablaban, les respondía, claro.
48 Recordá algún duelo. “Colombiano tirabombas, están todos en la droga”, me decía Abreu. “Te voy a matar, hoy de acá no salís, no vas ni a la calle”, le respondía. Eso fue al principio; cuando me conocieron ya no me hablaron. En un River-Boca me expulsaron y Astrada declaró que yo era un vende humo. “¿Vende humo? Vení al vestuario a ver quién vende más humo”, le dije.
49 ¿El 5-0 del 93 le hizo mal al fútbol colombiano? Totalmente. Si me dan oportunidad de retroceder y que ese partido quede empatado, lo firmo ya. Ese 5-0 nos llevó a un favoritismo para el cual no estábamos preparados, nos llevó a creer que éramos un equipo de elite cuando estábamos en un camino, nos descompuso, y al primer golpe en la cabeza no pudimos levantarnos. Incluso nos llevó a la tragedia de Andrés Escobar. Por eso si me preguntas, te juro que lo devuelvo.
50 ¿Por qué Colombia no se clasificó a los últimos tres mundiales? Porque se cortó una generación exitosa de raíz y no se hizo bien el recambio. Si se hicieran las cosas bien, por materia prima estamos para pelear por el tercero o cuarto lugar de Sudamérica.
51 ¿Quién fue el hombre más importante en la historia del fútbol colombiano? Carlos Valderrama. Fue ganador y sembró la identidad de nuestro fútbol.
52 ¿De quién sos hincha? Del Quindío, que es donde nací. Y de Boca, porque dejé una estela  importante. Muchos me dicen: “Cuando vos llegaste al club, ya eras de Boca”. No es así. Yo me hice bostero con sangre y sudor, y aunque esté en otro equipo jamás podré desconocer que lo que viví ahí me hizo hincha de Boca.
53 ¿Lloraste mucho cuando perdiste la final de la Libertadores 96 contra River? Tuve mucha bronca, porque lo vi cerca. Me senté en el vestuario y dije: “Esto tiene que pasar por algo”. El América ya había perdido otras tres finales y yo una semifinal con Newell’s en el 92, después de mil penales. Contra River merecimos ganar por 3 goles en Cali, y acá en el primer gol ni vimos la pelota porque estaba lleno de papelitos y, en el segundo, Oscar realizó una jugada y nunca más le volvió a pasar. Es el destino.
54 ¿En ese vestuario, pensaste: “Estos de River me la van a pagar alguna vez”? “El sueño de ganar la Copa se aplazó”, pensé, porque me iba a Europa. Y la siguiente que jugué, en el 2000 con Boca, la gané.
55 ¿Cómo nació la frase sobre la palidez de los jugadores de River? En un clásico, ellos nos atacaban y nos salvábamos; llegamos nosotros y les metimos el gol. Venían Saviola y Aimar con el balón en las manos y se miraban como diciendo “¿Cómo les ganamos a estos?”. Cuando me preguntaron, tenía en la mente la expresión de inseguridad de ellos. Y dije que los veía pálidos. Le metí un poco de folclore pero puse en palabras algo que decía la gente en la calle: “Boca le gana con la camiseta”. River no se achicaba, buscaba por todos lados y entregaba todo, pero sabía que iba a terminar perdiendo. Era puro fatalismo.
56 ¿River sigue arrugando con Boca? No, lo más triste es que no veo seguridad en Boca. Antes, con seguridad y temple, Boca ganaba.
57 Pasaron 13 años, y la causa prescribió: ¿fue foul a Burgos en el primer gol de Palermo a River con la camiseta de Boca? Para nada, y voy hasta la Corte Internacional si hace falta. Burgos vino a cortar, y me puse en el lugar correcto para evitar que llegara antes que Martín. Le hice la tapia, tendrían que haber traído una grúa para moverme. Clavé los tacos a la tierra y que se caiga el mundo primero.
58 Fuiste decisivo para abrirle a Palermo la racha contra River. Cada uno fue fundamental en nuestro pedacito de oficio. En ese equipo cada uno cumplía su función a conciencia.
59 Parece muy sencillo, ¿por qué no lo hacen todos los equipos? Porque falta oficio, que cada jugador conozca su propia función. Hay muchos jugadores de Primera que creen que el 4 está para tirar centros o el 2 para salir jugando cuando debe cortar los centros de los costados. Si haces tres cosas bien de tu función, vas a estar entre los mejores.
60 ¿Alguna vez te peleaste con hinchas de River en la calle? El hincha de River me mostró un total respeto fuera del campo. Adentro, era el más puteado, pero eso es lo más lindo, es la rivalidad. Si llegas a una cancha y no saben ni cómo te llamas, ahí hay que preocuparse. Lo disfruté muchísimo: esas puteadas valoraban mi tarea en Boca. Pero en la calle nunca pasó nada porque yo también siempre le tuve respeto a River como institución.
61 ¿Cuánto pesa la cabeza en un futbolista? Vos pisabas La Bombonera y te sentías invencible. De 100 puntos, 99. Por la cabeza pasa todo: creerse, confiar, vencer el nervio, sentirte protagonista. Desde el primer partido en La Bombonera, me dije “Aquí seré ídolo”.
62 ¿Por qué? Es como un dejá vú, esos lugares con los que soñaste llegar alguna vez. Vi las tribunas de La Bombonera y pensé: “Acá voy a triunfar y a disfrutar del fútbol como nunca”. Y me convencí de eso. Es creerse y convencerse uno, no esperar que te convenzan. Ni el entrenador ni el hincha te pueden convencer, vos tenés que convencerte. Hoy veo jugadores de Boca que no están convencidos.
63 ¿Cómo se logra ese convencimiento? El carácter es fundamental para terminar imponiéndote cuando hay tanta presión.
64 ¿Vos sabías que Palermo iba a entrar en el clásico de la Libertadores 2000? Cuando Gallego dijo que iba a poner a Francescoli, imaginé que Carlos, por lo que significaba Martín para nosotros, quizás lo llevaba al banco y lo ponía cinco minutos al final, si íbamos ganando. Jamás pensé que lo iba a meter tanto tiempo y para definir. Fue un secreto bien guardado.
65 ¿Vos le pediste a Bianchi patear penales en la final de la Libertadores o te eligió él? Unos días antes, mis compañeros practicaron penales, pero yo no lo sentía necesario. Pensaba: “Los quiero ver con las 60 mil personas en contra”. Empatamos con Palmeiras, Carlos empezó a nombrar a los que pateaban y le pedí el cuarto. Mi viejo había jugado con esa camiseta y supe ahí que iba a definir la serie.
66 ¿Le dijiste a Bianchi que querías el cuarto por eso? No, lo de mi papá no se lo dije, pero desde el momento en que empezó la serie supe que iba a definir. Me acordé del penal que me tapó Scoponi contra Newell’s en el 92. Creí que el arquero pensaría que iría a matarlo, y decidí tocarla suave a un costado. Lo leí durante la definición, lo creí, me confié, y me convencí de que iba a ser así.
67 ¿Qué te pasaba por la cabeza en esa carrera de brazos abiertos? No sentía nada. No sentía las piernas, no me di cuenta cuando frené, ni cuando pateé, ni nada. Sólo recuerdo que los chicos se me empezaron a caer encima. Tenía la mente en blanco. Fue la felicidad más grande que me dio el fútbol.
68 Contra Cruz Azul, en 2001, también podrías haber definido pero erraste. Mi corazón me decía: “Pateale suave al otro palo”, y la conciencia: “El arquero te vio el año pasado, aseguralo con fuerza”. Dudé y le pegué con tanta fuerza que el balón rebotó en el travesaño y cayó en la mitad del campo. Ese penal me dolió muchos días, aunque en el disparo siguiente ellos erraron y ganamos la Copa. Fallé por no creer lo que me decía el corazón.
69 ¿Es cierto que no soltabas la Intercontinental que le ganaron al Madrid? Me la traje en el avión todo el viaje y se la entregué a Bianchi cuando pisamos Ezeiza. “Por fin la largaste”, me dijo Carlos. Cada vez que un compañero o un hincha me la pedía para una foto, me quedaba al lado para que me la devolvieran enseguida. Iba habitación por habitación esperando. Luego dormí con ella al lado, viajé con ella al lado. En el avión desde Japón la tuve entre las patas, no me quedé dormido nunca, la miraba, miraba mi cara reflejada..
70 Ahí debe pasar toda la película por la cabeza, como dicen que pasa unos segundos antes de morirse. Cuando caminaba para recibir la Copa fueron 15 segundos que me parecieron dos horas: pasaba mi vida por mi mente como una película, así fue...
71 ¿Por qué se entendían tan bien con Samuel? Teníamos características complementarias: su velocidad, mi intuición, mi voz de mando, la decisión de él de dejarse llevar por mi mando. El Samu fue un hermano menor para mí, yo tenía el compromiso de sacar adelante a ese chico. Era de un carácter introvertido y nos entendíamos con la mirada.
72 Aparte de los colombianos, ¿con qué jugador generaste una relación de mucho afecto? Con Samuel compartíamos todo y con Martín, como éramos los dos grandotes, hacíamos los trabajos juntos. Aprendí a respetarlo y a querer. Me he sentido muy ligado afectivamente a él, en sus éxitos y en sus desgracias. El respeto y la admiración es total.
73 Cuando fueron a jugar contra el Madrid, ¿sabías, como capitán, de las diferencias entre Riquelme y Palermo? La diferencia se fue generando por gustos futbolísticos más que por temas personales. El Chelo Delgado tenía una gran afinidad con Román y lo de Guillermo y Martín se veía claramente. Se empezaron a vivir situaciones incómodas, porque ellos mismos sentían que se preferían, y tuvimos que tomar una determinación como grupo. Pedimos una reunión y hubo madurez en las respuestas. Quedó en claro que las diferencias de afuera no interesaban y que el de adentro era nuestro hermano y nos teníamos que matar por él. Les pedimos profesionalismo y respeto. Y todos aceptaron ese camino.
74 ¿Por qué ese tema no explotó ahí y sí este año? Simple: explotó por los resultados. Si Boca era campeón, nadie hablaba de diferencias. Boca sin triunfos es complicado.
75 ¿Qué sentiste al ver el gol 219 de Palermo y a Riquelme, que no lo quiso festejar con él? No tiene nada de malo que Román cantara el gol de otra manera. Lo más importante es que hizo el pase, ¿o no? Eso habla mucho más que el abrazo o el no abrazo. Con mis compañeros de equipo, creo que con 2 o 3 llegué a comer un asado, pero daba la vida por ellos en el campo. Lo importante era el pase si no, no hubiera llegado el gol.
76 ¿Cuál era la clave para meter goles de cabeza? Confiar en que iba a llegar el balón y en que siempre se puede ganar. Trataba de hacer un movimiento y salir rápido antes de que el balón partiera.
77 ¿Cuando saltabas, usabas los brazos para amedrentar o era natural? De las dos. También salí herido por cabecear cabezas rivales. Yo tenía una costumbre: si el rival cabeceaba, yo le cabeceaba la cabeza. Era mi filosofía. Si me ganaban, el cabezazo se lo llevaban en la nuca. Tengo muchos puntos en las cejas, unos cuantos títulos ahí. Los codos no eran por mala intención, sino para limitar la protección.
78 ¿Dónde te sentís más querido, en Colombia o en la Argentina? En la Argentina, quizás porque di el plus más alto de mi carrera. Muchos colombianos que vivimos esa época somos más respetados en el exterior.
79 ¿Te decepcionó que Maradona y otros ex compañeros de Boca no fueran a tu partido despedida? No pudieron estar, pero me lo hicieron saber y me acompañaron a la distancia. Fue una gran alegría que estuviera Carlos dirigiendo. Jugué un tiempo con una camiseta con el escudo de Boca (ver foto izquierda) y otro con la del Deportes Quindío, mis dos amores.
Imagen COLOMBIA por tres. Con sus compañeros Serna (sentado) y Córdoba (parado a la derecha).
COLOMBIA por tres. Con sus compañeros Serna (sentado) y Córdoba (parado a la derecha).
80 ¿Para ganarse un lugar como técnico hay que ser más político, menos frontal? No voy a cambiar nunca mi forma de ser. Yo jamás fui irrespetuoso con nadie. Lo único que pido es que Dios me ayude para estar adelante de directivos que piensen lo mismo que yo. Si llego a un club y los dirigentes quieren que el equipo sea ganador, que sus jugadores jóvenes crezcan, y donde haya tiempo para jugar un buen fútbol y con carácter, seguramente voy a estar feliz. Después, lógicamente, como entrenador tenés que tratar de no chocar tanto.
81 ¿Te gustaría ver a River en la B? No estaría mal que juegue la promoción con Defensa. Por el fútbol argentino, debería mantenerse.
82 ¿Alguna vez alcanzaste el nivel que tuviste en Boca? En las Eliminatorias para Francia 98 jugué 17 de los 18 partidos en un gran nivel. Pero después de Boca jamás volví a jugar así. Nunca estuve tan bien entrenado como en Boca. Yo asocio el nivel a cómo me sentía y cómo disfrutaba y en Boca disfruté el fútbol como nunca, pasaba por arriba a los rivales. Santella preparaba Fórmula 1.
83 ¿Con Bonilla te equivocaste vos o cualquier defensor hubiera hecho sapo? Digamos qué pasó con Paletta, qué pasó con Cáceres, ambos de selección. En ese momento cualquier jugador hubiese rebotado. Les faltó carácter para imponerse en Boca, no tenían el convencimiento. Fui a ver partidos de Paletta con Cáceres y parecían nenes de dos años: no se hablaban, no se comprometían, no pegaban una patada. Los delanteros parecían entrando al cine con la novia... Y no es por criticar a Paletta y Cáceres. Lo mismo pasó con Bonilla y con el brasileño. En la defensa de Boca hay que infundir respeto. Si eres central y no haces respetar esa zona, no sirves. Puedes ser muy técnico, tener ojos verdes, pero tienes que hacerte respetar. El central debe imponerse, no dejar que se le impongan.
84 ¿Por qué Boca desbarrancó abruptamente desde 2009? Ha faltado una simbiosis entre un cuerpo técnico ganador que tome las riendas de lo que es Boca. Han traído buenos jugadores y si tenés un equipo ganador, con personalidad, la gente te empuja y los resultados se dan. Temple y carácter son dos cosas que en un equipo de Boca no pueden faltar. Y en los últimos tiempos, falta el convencimiento de lo que es Boca, de lo que necesita y merece esa institución.
85 ¿Te ilusionaste estos años con ser DT de Boca? Una persona cercana al club me habló hace un tiempo y me dijo que iba a tener la oportunidad. Yo seguiré siendo el mismo, creceré como entrenador y persona, haciendo respetar mi trabajo y estoy convencido de que Dios me va a acercar a Boca. Espero que sea en el momento justo para ganar. Porque llegar para pasar un semestre o un año viendo las Copas por televisión, para mí no va.
86 ¿Tu cara de malo te ayudó a triunfar como dos de Boca? Dios me puso en el momento y en el lugar justo para aprovechar lo que era como jugador. Dios me puso en el sitio donde iban a encajar mis condiciones como jugador con la necesidad de la institución en ese momento.
87 ¿El gesto duro era parte de la función? Entraba a la cancha a ganar y el rival me iba a quitar esa posibilidad, entonces me tenía que imponer. Así lo viví desde los 15 años. Me ponía los botines y ya me estaba enojando, no quería que me hablaran, me preparaba para la guerra.
88 El Tolo Gallego pasó de ser el técnico de los rivales pálidos a tu entrenador en Newell’s, ¿hablaron del tema? Nunca lo tocamos. Fue un encuentro de corto tiempo y aprendí cosas importantes de él.
89 ¿Fuiste desagradecido con Veira, que te llevó a Boca y a Newell’s? Yo nunca hablé mal del Bambino y soy un agradecido. Lo único que hice fue charlar en una pieza con los más grandes y él para sugerirle que estuviera más comprometido con el plantel, porque el grupo lo notaban distante. En ese momento, él lo entendió mal, pensó que era algo personal, pero me guardo la tranquilidad de haber sido leal y tengo el mejor recuerdo del Bambino.
90 Si un rival te tiraba un caño como el de Riquelme a Yepes, lo levantabas por el aire. ¿Verdadero o Falso? Verdadero. Eran tres meses del clínica para Román y 20 fechas de suspensión para mí.
91 En el reparto de colombianos, a Boca le tocó los duros (Serna y vos) y a River los blandos (Angel y Yepes). ¿Verdadero o Falso? Falso, cada uno llegó a la institución que más se emparentaba con su estilo. De pronto un rudo y un mal encaroso (sic) de pegar tantas patadas en River no habría sido bien visto y un delantero tan técnico como Angel pero que no pusiera no lo hubiera sido en Boca.
92 ¿Está bien que un grande sacuda a un pibe cuando le tira un caño en una práctica, como hiciste en Boca? El joven debe saber que es joven y que le falta. Y que al grande se lo debe respetar. El chico se atrevió, y le pegué para que se diera cuenta de lo que le iba a pasar cuando se atreviera de verdad. Es la realidad del fútbol (risas). “Papá, vos te atreviste, yo me atreví, fuimos los dos muy leales”, le dije.
93 ¿Te acordás quién era? El Chacho Giménez, ¿cómo no me voy a acordar? Después, fuimos muy amigos, pero ahí no abrió la boca.
94 ¿A Tevez también lo sacudiste en Newell’s-Boca en Rosario? La tiró larga, salí a cortar, rebotó y quedó sentado. A Calitos le tenía aprecio, lo había visto desde chico en Boca. Y le dije: “Carlitos, por aquí no era, era por otro lado, lo siento”.
95 Vas por la calle y Chilavert pasa por enfrente. Opciones: a) cruzás a saludarlo y nada más; b) cruzás y te quedás charlando; c) lo ignorás. Cruzo, lo saludo y me quedo charlando. Lo nuestro era en el campo. Afuera siempre lo admiré. Y aparte es un gran tipo. Adentro, si me lo tenía que comer, me lo comía, como él a mí.
96 ¿Qué te pasó cuando pisaste la Bombonera con la camiseta de Newell’s? No esperaba que la gente me recibiera así. Entré y me cantaron “Bermúdez corazón”. Empezó el partido y “Patrón, Patrón”; siguió el partido y “Patrón, Patrón”; me tocó dar una patada a Barijho que lo obligó a salir y, otra vez, “Patrón, Patrón, Bermúdez corazón”. Ahí pensé: “¿En qué bando estoy? Acá en la Argentina no puedo jugar en otro club”. Entonces, me dije que debía irme de Newell’s. Fui leal con mi pensamiento. Y marché para Colombia.
97 De afuera das la imagen de duro, ¿por adentro sos un tierno? No tierno, pero sí muy sensible. Me emociono fácil. El que me conoce de verdad se dará cuenta de que soy totalmente contrario a lo que se piensa: de aspecto soez, duro, mal encaroso (sic). Soy todo lo contrario: un tipo amable, serio, cordial.
98 ¿La barra de Newell’s te apretó para que apoyaras a López? Entré al vestuario y había uno de la barra, armado, apretando a los compañeros. Me puse loco y le pedí que se fuera. Me mostró la pistola. “Si al colombiano se la mostrás es para utilizarla, a nosotros no nos da miedo ver un arma”, le dije. El tipo amagó con pegarme, yo lo seguí, y nos separaron. Era Pimpi Caminos, que ahora está en mejor vida. Al partido siguiente la barra se repartió en lugares estratégicos del estadio para chiflarme cada vez que tocaba el balón. Terminó el primer tiempo con Chacarita y le dije a Gallego que me sacara. El no quería. “Están poniendo nervioso al equipo, sáqueme, le pido ese favor, acá no juego más”, le dije. Así terminó todo. Entiendo que los hinchas vengan a hablar y mostrar su incomodidad, pero no a apretar.
99 ¿En Boca no los apretaron? En Boca recibimos apretadas... de manos y de brazos, si en cuatro años sólo les dimos títulos.
100 ¿Cuál es tu máximo orgullo como futbolista? Haber sido capitán de Boca y jugar el Mundial de Francia 98, el último en que estuvo mi país. Como persona, haber podido dejar huella como ser humano entre mis compañeros. ¿Listo?...  Excelente, muy buena nota, papá.

Por Diego Borinsky / Fotos: Jorge Dominelli y Archivo El Gráfico