¡Habla memoria!

Historia del fútbol argentino, por Juvenal. Capítulo VII (1931 – 1933)

La huelga de futbolistas desemboca en la creación de la Liga Profesional. River se convierte el club de "los millonarios". Surge el fenómeno Bernabé Ferreyra. Se arman los grandes equipos y se producen las grandes goleadas.

Por Redacción EG ·

01 de noviembre de 2019

Nace el profesionalismo

...Cómo habrá cambiado

tu calle Corrientes,

Suipacha, Esmeralda,

el mismo arrabal.

Alguien me ha contado

que estás floreciente

y un juego de calles

se da en diagonal...

La voz densa y nostálgica de Carlos Gardel desgrana desde el disco los versos de Enrique Cadícamo que le cantan a una nueva Buenos Aires. Al ensanche de Corrientes angosta seguirá la demolición de las viejas casas queridas" que despide Ivo Pelay y en el hueco abierto surgirá la Avenida 9 de Julio, la más ancha del mundo.

Buenos Aires entra en la década del treinta envuelta por igual en la tristeza y la esperanza. El 6 de setiembre de 1930 ha caído el gobierno institucional de Hipólito Yrigoyen y con él, las masas populares que lo habían llevado al poder. El general José Félix Uriburu, jefe de la revolución triunfante, preside la Argentina en nombre de la clase alta, cuyos intereses están íntimamente ligados con la Gran Bretaña. Termina una época y comienza otra. Dura para el país, con gente en la calle y una Villa Desocupación instalada a un paso de Retiro, a pocas cuadras de la Casa de Gobierno. Esperanzada para el fútbol argentino que está por iniciar una nueva era, tan próspera como brillante.

 

Imagen Alberto Palazzo “Garabito”, el primer fotógrafo de El Gráfico,fue quien sacó esta fotografía histórica en la vida política argentina. Es el momento en que el general Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, exige la renuncia del doctor Enrique Martínez, en ese entonces vicepresidente de la Nación.
Alberto Palazzo “Garabito”, el primer fotógrafo de El Gráfico,fue quien sacó esta fotografía histórica en la vida política argentina. Es el momento en que el general Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, exige la renuncia del doctor Enrique Martínez, en ese entonces vicepresidente de la Nación.
 

 

La única huelga permitida

Impera por entonces en nuestro fútbol el amateurismo marrón. Los jugadores cobran por jugar aunque se los llame amateurs. Y resuelven ir a la huelga detrás de dos objetivos: pasar en blanco y negro su condición de deportistas rentados y conseguir la libertad de contratación. Existe un pacto de caballeros entre los clubes: según él, ninguna institución puede fichar a un futbolista sin el consentimiento de su club de origen.

Surge la primera agremiación de los que juegan: la Asociación Mutualista de Footballers, cuyos integrantes se reúnen en una casona de Entre Ríos 358 para expresar sus reclamos. Su secretario general es Hugo Roque Settis, jugador de Huracán, considerado el cabecilla del movimiento gremial. La Asociación Argentina Amateur actúa con mano dura: expulsa a siete jugadores que transgredieron el pacto de caballeros que habían sellado los dirigentes, la "ley candado", según los futbolistas. Se declara la huelga el 10 de abril de 1931, cuando Vélez está volviendo de su gira por el continente americano. Pese al estado de sitio, que prohíbe toda manifestación pública, los jugadores en rebeldía salen a la calle, cruzan el centro de Buenos Aires y llegan a las escalinatas de la Casa Rosada para plantar sus banderas de reivindicación.

 

Imagen Hugo Settis
Hugo Settis
 

El general Uriburu baja y escucha al vocero de los futbolistas en huelga. Es Augusto del Muro, periodista del diario LA NACION.

—Yo de este problema no sé nada —dice el presidente provisional, —se lo voy a pasar al intendente.

El conflicto futbolístico se hace problema municipal. El intendente Guerrico llama a los presidentes de los clubes y los conmina a darle una solución. El público no puede quedarse sin su diversión dominical. El fútbol distrae, apasiona, aleja de los problemas cotidianos, que son muchos y muy serios. En opinión del intendente, el tema de la huelga y el profesionalismo son parte de un todo y los dirigentes de la Asociación deben arreglarlo.

 

El profesionalismo

De ese modo, el reclamo de los jugadores desemboca en algo que ellos no habían previsto: es el arranque del fútbol profesional. Los dirigentes del Racing Club hacen punta buscando la solución. Proponen la creación de una rama profesional dentro de la Asociación Amateur y la integra con 14 clubes, incluidos los rosarinos Newell's Old Boys y Rosario Central. Es un serio intento de jerarquizar los campeonatos, agrupando en un torneo fuertemente competitivo a los cuadros de mayor poderío y arrastre popular que actúan en Buenos Aires, Avellaneda, La Plata y Rosario.

Lo que propicia la Academia choca contra la oposición cerrada de los 34 clubes que habían disputado el último campeonato de la Asociación. Su contrapropuesta es terminante: "Todos o ninguno". Los renovadores alineados con Racing se sienten fuertes y responden: "Sólo algunos".

 

Imagen El 27 de septiembre de 1931 Racing aplastó a Independiente por 7-4 en el primer clásico de Avellaneda disputado por el profesionalismo. En La foto Botasso , arquero de “La Academia” atrapa el balón ante ñla arremetida de Enrique Fernández y Ravaschino.
El 27 de septiembre de 1931 Racing aplastó a Independiente por 7-4 en el primer clásico de Avellaneda disputado por el profesionalismo. En La foto Botasso , arquero de “La Academia” atrapa el balón ante ñla arremetida de Enrique Fernández y Ravaschino.
 

Se produce la ruptura el 19 de mayo. 18 instituciones deciden desafiliarse de la Asociación y crean la Liga Argentina de Football, de carácter profesional. Con los grandes del momento —Boca Juniors, Independiente, Racing, River Plate y San Lorenzo— están los dos de La Plata —Estudiantes y Gimnasia—, más Huracán, Vélez Sarsfield, Ferro Carril Oeste, Argentinos Juniors, Lanús, Platense, Chacarita Juniors, Atlanta, Quilmes, Tigre y Talleres de Remedios de Escalada.

  

 

Boca, el primer vencedor

 Boca confirma el poderío evidenciado durante su triunfal campaña de los años veinte y conquista el primer campeonato profesional. El equipo de la ribera practica un fútbol sobrio, duro, compacto, sin alardes de virtuosismo, agresivo y directo, sumamente efectivo.

 

Imagen Boca 1931. Arriba: J. Evaristo, Bidoglio, Fosatti, Mutis, Silenzi y Suárez.. Agachados: Nardini, Tarasconi, Varallo, Cherro y Alberino.
Boca 1931. Arriba: J. Evaristo, Bidoglio, Fosatti, Mutis, Silenzi y Suárez.. Agachados: Nardini, Tarasconi, Varallo, Cherro y Alberino.
 

Su gran enemigo de la temporada es Estudiantes de La Plata. Es, a la vez, su contrafigura futbolística. El cuadro platense representa la armonía, la sutileza, la belleza en los desplazamientos, el juego lindo para ver y, al mismo tiempo, para ganar partidos. Su delantera es la más goleadora de ese campeonato, con 104 goles convertidos. Es la famosa línea de "los Profesores", integrada por Miguel Angel Lauri, Alejandro Scopelli, Alberto Zozaya, Manuel "Nolo" Ferreira y Enrique Guaita. Su centro delantero Zozaya, apodado "Don Padilla", es el goleador del torneo con 33 goles. Pero el equipo "Pincharrata" no tiene algo que a Boca le sobra: regularidad. Ese año cae derrotado increíblemente por Tigre, Argentinos Juniors y Atlanta, los más débiles del campeonato, mientras que vence por seis goles a Racing, cinco a Independiente y cuatro a Boca, que sería el campeón.

 

Imagen La legendaria línea de ataque de Estudiantes de La Plata, "Los Profesores", Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreira y Guaita.
La legendaria línea de ataque de Estudiantes de La Plata, "Los Profesores", Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreira y Guaita.
 

La derrota frente a los Bohemios, como se denominaba a Atlanta, le cuesta el liderazgo y le asegura el primer puesto a Boca Juniors.  

El club xeneize se consagra el 6 de enero de 1932 en el estadio de River Plate, su antiguo rival de la época amateur, el vecino de barriada que se apropió de la aristocrática avenida Alvear. Boca gana 3-0, Pancho Varallo, el máximo goleador de la historia azul y oro, anota uno de sus clásicos tantos shoteando a la carrera desde un ángulo muy cerrado, y se festeja la primera vuelta olímpica del profesionalismo.

 

Imagen 1932. El tercer tanto de Boca convertido por "Pancho" Varallo frente a River.
1932. El tercer tanto de Boca convertido por "Pancho" Varallo frente a River.
 

Por estos días la rivalidad entre Boca y River se hace más fuerte, más enconada. La disputa entre los dos es el clásico mayor del fútbol argentino. El primer choque en la cancha de Boca terminó en un escándalo y coincidió con la última fecha de la primera rueda. River va ganando con un gol conseguido por Peucelle. Pero a los 25 minutos hay un penal para Boca. Lo tira Varallo, el arquero Jorge Iribarren lo ataja, Varallo insiste, Iribarren vuelve a atajar y finalmente, rematando sobre las mismas manos del arquero, Varallo consigue el gol. Los jugadores riverplatenses piden foul. Tres de ellos son expulsados y el clásico se suspende, siguiendo los incidentes en la calle, en un enfrentamiento entre las hinchadas que deben ser dispersadas por la policía montada. Posteriormente el Jurado de Honor de la Liga le da el partido ganado a Boca.

 

Imagen 1932. Incidentes entre los jugadores y el árbitro en el escandaloso Boca - River en cancha de Boca.
1932. Incidentes entre los jugadores y el árbitro en el escandaloso Boca - River en cancha de Boca.
 

 

Peucelle, un símbolo

River Plate es el club que decide asumir hasta las últimas consecuencias la revolución que alumbró con el profesionalismo. En 1931 compra el pase de Carlos Peucelle, wing derecho de Sportivo Buenos Aires, en la suma de 10.000 pesos, equivalentes a 2.600 dólares de entonces. Es sólo el inicio de los nuevos tiempos. El club vendedor, Sportivo Buenos Aires, fue uno de los que quedaron al margen de la Liga Argentina de Football, y desapareció. River Plate se constituirá en el club más importante de la Argentina, el que más títulos logró y una institución modelo en el mundo.

Carlos Peucelle es un delantero de toda la cancha, que colabora con su defensa, además de ser ofensivo y realizar diagonales buscando la llegada fulminante al arco rival. Su fuerte es la lucha, el temperamento, el dinamismo. Se constituye en el primer hombre polifuncional del fútbol argentino. Un auténtico revolucionario, que puede jugar en cualquier rincón del césped, cuando la costumbre es que cada uno ocupe su posición. Va a romper con los moldes tradicionales para crear un estilo personal. Un verdadero arquetipo. Luego vendrán otros, igualmente inolvidables.

 

Imagen Peucelle
Peucelle
 

 

La Fiera, el gran objetivo

River había iniciado la revolución y en 1932 se lanzó al mercado de pases decidido a formar un equipo sensación.

Su gran objetivo es Bernabé Ferreyra, centro delantero que había surgido a la fama jugando para Tigre y también por su participación en la gira de Vélez Sarsfield por toda América. Había llegado desde su Rufino natal, donde asombraba por la potencia de sus remates y el club tigrense se lo facilitó a Vélez para que pudiera completar un gran plantel. Como se ha visto en el capítulo anterior, Bernabé se cansó de meter goles.

Una tarde de 1931, jugando para Tigre contra San Lorenzo en cancha de Boca, el Mortero de Rufino realizó una hazaña memorable. Ganaba el Ciclón por 2 a 0 y el público abucheaba al cañonero, porque no acertaba una. Hasta que se produjo el vuelco milagroso. Bernabé Ferreyra derrotó tres veces al arquero Jaime Lema con otros tantos furibundos taponazos y le dio la victoria a los tigrenses por 3 a 2. Ese día nació La Fiera. Anotemos la fecha: 27 de setiembre de 1931.

  

Imagen La primera foto de Bernabé en Tigre. Era un chacarero recién llegado de Rufino que pateaba muy fuerte. Con él, dos figuras: Juan Carlos Haedo y Alberto Cuello. Ferreyra y Cuello serían comprados por el Millonario del fútbol argentino: River Plate.
La primera foto de Bernabé en Tigre. Era un chacarero recién llegado de Rufino que pateaba muy fuerte. Con él, dos figuras: Juan Carlos Haedo y Alberto Cuello. Ferreyra y Cuello serían comprados por el Millonario del fútbol argentino: River Plate.
  

Cuando estaba por iniciarse el campeonato de 1932, y River ya había obtenido los pases de Alberto Cuello y Manuel Dañil, de Tigre, Carlos Santamaría, de Platense, Juan Carlos Arrillaga, de Quilmes A. C., todas figuras de primer nivel, concretó la adquisición de Bernabé. El arreglo llegó tras largas y casi cinematográficas negociaciones que tuvieron por escenario un cine de propiedad de un joven directivo riverplantese llamado Antonio Vespucio Liberti. El club de Palermo pagaba 35.000 pesos más la cesión del centrodelantero Emilio Castro para conseguir los servicios de La Fiera.

Una revista de la época, CARAS Y CARETAS, hizo el cálculo de lo que había costado en dinero la adquisición de Bernabé. El dólar estaba a 3 pesos con 88 centavos, o sea que la inversión de River equivalía a 9.005 dólares. ¡Una verdadera locura! Con ese dinero se podía comprar algunas de estas cosas:

11 autos Opel, cuatro cilindros, asientos regulables, 514 trajes derechos o cruzados en casimir inglés,

516.000 kilos de trigo o 693.000 kilos de maíz o 362.000 de lino en el Mercado Central de Frutos,

175.000 atados de cigarrillos Condal sin nicotina,

5.600 pares de zapatos para colegiales en la casa Harrods,

14.000 discos del repertorio popular de la RCA Víctor,

Un año de alquiler para once habitaciones en el City Hotel. 70.000 entradas populares para ver en acción al gran Bernabé.

 

La vuelta de la banda roja

El 13 de marzo de 1932, fecha en que se iniciaba el segundo campeonato profesional y en River debutaba un nuevo equipo con Bernabé Ferreyra como atracción especial, se asistió a lo que algunos han definido como "la segunda fundación" de la institución de la Avenida Alvear. Fue en la cancha de River, que tenía el círculo central donde hoy se levanta el monumento a José Gervasio de Artigas, justo enfrente de los estudios de ATC.

 

Imagen Un entrenamiento de River de los años ’30: el cordobés Fatechi, Bernabé Ferreyra, José Manuel Moreno, cuando recién empezaba y el "ruso" Wergifker.
Un entrenamiento de River de los años ’30: el cordobés Fatechi, Bernabé Ferreyra, José Manuel Moreno, cuando recién empezaba y el "ruso" Wergifker.
 

Antes del encuentro contra Chacarita Juniors apareció en el vestuario local Antonio Liberti con diez cajas herméticamente cerradas. Cuando esas Cajas fueron abiertas en la intimidad del vestuario, alejadas las miradas indiscretas, brotaron de ellas diez camisas blancas de seda, con cuellos, puños y botones, con una banda sangre que caía desde el hombro izquierdo. Bernabé y sus compañeros, con la única y lógica excepción del arquero Poggi, se calzaron esas camisas desusadas para jugar un partido de fútbol, como si fuera una ceremonia. Realmente lo era Esos colores, dispuestos de esa misma manera, eran los originarios de la época de la fundación del club, en los albores del siglo. Luego, habían sido sustituidos por un informe más futbolero aunque menos original: la camiseta a rayas verticales blancas y rojas, con una fina negra de separación.

Cuando River apareció en la cancha, saliendo del túnel que estaba en un ángulo de la cancha de Palermo, la multitud saludó su ingreso con una clamorosa ovación. La vieja casaca de la banda roja se había metido de un solo tajo en el alma de la gente.

 

Bernabé revolucionó todo

Tenía su estadio en la zona más elegante de Buenos Aires. Ahí se realizaban las grandes peleas de la campaña de Justo Suárez, el Torito de Mataderos. Se lo reconocía decano entre los clubes más importantes del fútbol criollo y su prosapia era innegable. Pero no era tan popular como Racing o Boca. Para fundamentarlo, apelamos a una prueba extraída del folklore ciudadano. En 1928, Carlos Gardel había grabado el tango PATADURA. Sus versos, llenos de sabor futbolero, citaban a Tarascone (de Boca), Luis Monti (San Lorenzo), Manuel Seoane (de Independiente), y como gran remate, el protagonista quería ser "como Ochoíta, el crack de la afición...", aludiendo al gambeteador racinguista Pedro Ochoa. Esa letra, testimonio de época, no nombraba a ningún jugador riverplatense.

 

Imagen Bernabé Ferreyra dispara el cañón en un superclásico.
Bernabé Ferreyra dispara el cañón en un superclásico.
 

La presencia de Bernabé Ferreyra junto con la vuelta de la banda roja cambiaron la historia. Con el advenimiento de La Fiera, gente que nunca había mostrado mayor interés por el fútbol, fue a las canchas para ver a River, para emocionarse con los goles de Bernabé, y quedó prendida a la magia de esos colores que eran tan viejos pero que recién habían vuelto a nacer. Al influjo del rufinense se llenaron de pueblo esas tribunas de madera del estadio de Palermo, que antes albergaban a los gustadores del juego lindo, con buen manejo de pelota, más bien lento, de gol que se veía venir amasado y adornado como producto de confitería.

La Fiera revolucionó todo. Su fútbol tenía estruendo, drama, agresividad, contundencia. Sus goles carecían de exquisitez o virtuosismo. No se gustaban: se sufrían con un nudo en la garganta y el corazón al galope.

 

Más goles que partidos jugados

River conquistó el campeonato de 1932, a doce años de su primer y único título en primera división. El artífice de esa consagración fue Bernabé Ferreyra, autor de 43 goles en 32 partidos, con un promedio de 1,34 por fecha Su trayectoria oficial en Tigre y River, desde 1931 a 1938, queda contenida en un breve dato estadístico: tuvo más goles convertidos —204—que partidos jugados —195— a un promedio de 1,04 por presentación. Por cada gol que metió, recibió no menos de diez golpes descalificadores. Los aguantó con filosófica resignación. A un back que lo estaba sometiendo a una feroz leñada y que tenía una medallita de la Virgen de Luján colgada al cuello, le dijo mansamente:

"Al menos, para pegar, sacate la medallita..."

"Bernabé Ferreyra tiene los pies más grandes del fútbol argentino —escribió don Félix Daniel Frascara en EL GRAFICO de aquel tiempo—. Llegan desde donde él se encuentra hasta la red". La realidad se hermanaba con la leyenda. Todos los goles que metía eran de 40 metros para la imaginación popular. En realidad, los hacía desde afuera del área y también desde más cerca. Con remates furibundos que entraban haciendo ruido o con un toque suave al rincón, sin necesidad de reventarla.

 

Imagen Entre medio de tanto piberío está el team de Independiente que empato la primera colocación con River en el torneo de 1932.
Entre medio de tanto piberío está el team de Independiente que empato la primera colocación con River en el torneo de 1932.
 

Aquel torneo de 1932 termina con River empatando el primer puesto con Independiente y lo derrota en la final por 3-0. El primer gol es un cañonazo espectacular de Bernabé desde casi media cancha Jamás se ha visto un festejo así, con tanto ruido, tanta gente y tantas banderas. Los millonarios son los nuevos reyes del fútbol y serán nuevamente campeones en 1936 y 1937.

Siempre con Bernabé como ariete, como guía, como sinónimo del gol. Es tanta su popularidad que se filma una película con Luis Sandrini como protagonista, glosando la historia del goleador. No se llama el Mortero de Rufino pero el título es parecido: "El Cañonero de Giles".

 

Los gauchos de Boedo

 

Imagen Diego García, integrante del equipo de San Lorenzo de 1933
Diego García, integrante del equipo de San Lorenzo de 1933
 

Se juega el torneo de 1933. No se han inventado todavía las radios a transistores. Para quienes van a la cancha, la única vía de comunicación es un tablero indicador con los nombres de los equipos codificados, que van anunciando las alternativas de los resultados en cada cancha, tomando los datos que el operador recibe por teléfono. Es el tablero de la revista Alumni, instalado en lo más alto de cada cancha.  El campeonato de 1933 llegaba a su fin con dos cuadros de fuerte atracción popular peleando el primer puesto. La última fecha encontraba a Boca puntero y a San Lorenzo segundo, a un punto. Boca enfrentaba a River en la vieja cancha de Palermo, donde dos años antes había disfrutado la vuelta olímpica. San Lorenzo se impuso a Chacarita por 1-0 pero debe esperar el final del clásico para saber cuál ha sido su ubicación final. River se pone en ventaja 1-0, y luego aumentó 2-0. Más tarde el cuadro boquense descuenta 2-1, y los hinchas azulgrana sufren, pues Boca es capaz de una reacción que le permita empatar el partido. Pero no, la ansiedad se disipa al final. River consigue otro gol y sella el definitivo 3-1.

A través de los carteles de la revista Alumni, jugadores e hinchas de San Lorenzo se enteran y festejan. Después conocerían las dramáticas circunstancias del clásico. River se quedó muy pronto con un jugador menos, por fractura de Basílico, uno de sus zagueros. Su lugar en la defensa lo cubrió Peucelle y Bernabé Ferreyra, solo allá adelante, ganó el partido. Los periodistas de la época bautizan al nuevo campeón como "Los Gauchos de Boedo", por el estilo pujante, bravío, vital y directo adornado por el toque sutil que le agrega el brasileño Petronilho de Brito, centro delantero a quien apodan "La Maravilla Negra".

 

Imagen Petronilho de Brito, estrella de "Los Gauchos de Boedo".
Petronilho de Brito, estrella de "Los Gauchos de Boedo".
 

 

El Expreso Platense

Ese año aparece el primer equipo criollo que reconoce la influencia de un director técnico que, además de armar el cuadro y entrenarlo, le da precisas instrucciones tácticas. Es húngaro y se llama Emérico Hirschl. El equipo es Gimnasia y Esgrima La Plata y el diario CRITICA lo bautiza como El Expreso Platense, porque es un tren que arrasa con todo lo que se le pone enfrente, y así logra mezclarse entre los encumbrados. Lo integran grandes jugadores como Minella —luego transferido a River—, el Torito Naón, centrodelantero fino y penetrante a la vez, y la pareja Delovo-Recanatini, quien tiene la particularidad de usar un gorrito blanco de los llamados Gath & Chaves, que era el nombre de la tienda que los comercializaba. Esos hombres se mueven en un solo bloque, mostrando una sorprendente armonía colectiva. Triunfa en muchos partidos, es puntero, pero se cae en las últimas fechas. En realidad, lo voltean los malos arbitrajes. Cada vez que el Expreso sale de La Plata, en los campos porteños los árbitros lo mandan a vía muerta.

 

Imagen Los jugadores de Gimnasia hacen una huelga en pleno partido con San Lorenzo, clave para la definición del torneo 1933, en protesta por el arbitraje. En la foto Magan convirtiendo el sexto gol. Ganaron los Santos 7-1. Pocos campeonatos serán recordados como éste en la historia de nuestro fútbol, porque su desenvolvimiento final fue reñidamente disputado por seis teams y quedó en evidencia la falta de seguridad y de confianza en los arbitrajes.
Los jugadores de Gimnasia hacen una huelga en pleno partido con San Lorenzo, clave para la definición del torneo 1933, en protesta por el arbitraje. En la foto Magan convirtiendo el sexto gol. Ganaron los Santos 7-1. Pocos campeonatos serán recordados como éste en la historia de nuestro fútbol, porque su desenvolvimiento final fue reñidamente disputado por seis teams y quedó en evidencia la falta de seguridad y de confianza en los arbitrajes.
 

Así es que, de los últimos siete partidos que Gimnasia juega como visitante, pierde seis y sólo logra empatar con Quilmes 2-2. Finalmente queda quinto en la tabla de posiciones, detrás de San Lorenzo, Boca Juniors, Racing y River.

Los apodos de los clubes de fútbol agregan un fuerte condimento costumbrista, identifican más al hincha con sus equipos. Los dos rivales de La Plata se rebautizaron mutuamente. Un grupo de jugadores de Estudiantes, se enrola en otro club platense que más tarde se fusiona con Gimnasia y Esgrima. Carlos Lartigue, dirigente estudiantil, lo llama despectivamente "tripero" a Emilio Fernández, uno de los que ha saltado el cerco. ¿El motivo? Fernández trabaja en el frigorífico de Berisso. Como revancha, los de Gimnasia apodan "pincharratas" a sus rivales, porque así le dicen a un lustrabotas de andar desgarbado, hincha de Estudiantes. Desde entonces y para siempre quedaron "Triperos" y "Pincharratas".

  

Imagen La lucha entre el "Pincharrata" Scopelli y el "tripero" Minella, en el primer clásico platense del profesionalismo en 1931. 1931
La lucha entre el "Pincharrata" Scopelli y el "tripero" Minella, en el primer clásico platense del profesionalismo en 1931. 1931
  

La Federación Internacional de Fútbol Asociado, entidad organizadora del Mundial de 1934, no reconoce a la Liga Argentina. La afiliación sigue en poder de la Asociación Amateur, que envía un equipo débil y sin pretensiones. La Selección cae 3-2 ante Suecia, y así finaliza la actuación argentina en el Mundial.

 

Imagen El seleccionado argentino amateur que cayó 3-2 ante los suecos en el Mundial 1934. Arriba: Pedevilla, Belis, Freschi, Nehín, Urbieta Sosa, Arcadio López. Abajo: Rúa, Wilde, Devincenzi, Galateo e Irañeta.
El seleccionado argentino amateur que cayó 3-2 ante los suecos en el Mundial 1934. Arriba: Pedevilla, Belis, Freschi, Nehín, Urbieta Sosa, Arcadio López. Abajo: Rúa, Wilde, Devincenzi, Galateo e Irañeta.
 

Mientras tanto, Italia quiere la Copa y arma su cuadro con los mejores jugadores, entre ellos cuatro argentinos: Luis Monti, Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Afilio Demaría. Monti, columna de la defensa, y "Mumo" Orsi, autor de un gol decisivo en la final contra Checoslovaquia, son hombres vitales para darle a Italia la Copa del Mundo.

 

Por Juvenal (1990).