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1948. Mauro Cia, héroe olímpico

Por Redacción EG · 04 de septiembre de 2019

El camino del aficionado semipesado Gualberto Mauro Cía a la conquista de la medalla de bronce olímpica de Londres 1948, debe ser perpetuado como una de las páginas más heroicas de la historia olímpica nacional.


Guadalberto Mauro Cía, boxeador de Balvanera que trabajaba como policía, tuvo una larga y  destacada carrera como aficionado donde llegó a ser campeón latinoamericano. Ganó el derecho de representar al país en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948 en la categoría semipesado, al  vencer claramente en el Luna Park a Rinaldo Ansaloni, el mismo rival que lo había derribado 7 veces en dos asaltos diez días antes.

 

Guadalberto Mauro Cía en 1944, cuando era uno de los mejores semipesados amateur de latinoamérica.
 En su primera pelea en Londres, Mauro Cía derrota por puntos al favorito holandés Hennie Quentemeijer, campeón europeo amateur,  pero recibe un cabezazo que le abre una herida en el parpado.  En la siguiente ronda derrota al uruguayo Felipe Suárez por descalificación en el tercer round.

 

Los boxeadores criollos Francisco Nuñez (4° en la categoría pluma) , Mauro Cia y Rafael Iglesias (medalla de oro en pesados) pasean en Londres antes de la competencia.

El 11 de agosto de 1948 por la mañana en cuartos de final vence al polaco Franciszek Szymura, quien sería en el futuro campeón europeo como profesional.  

Cía debe disputar la semifinal por la tarde. Agotado, el argentino pierde con el sudafricano George Hunter, quien finalmente ganaría el Oro.
 

Mauro Cía en su pelea de 4tos. de final frente al polaco Franciszek Szymura.

En la mañana del 12 de agosto disputa la pelea por la medalla de Bronce. El argentino ingresa al ring con cortes sobre las dos cejas y la mano derecha inflamada. A pesar de no estar en las condiciones mínimas para pelear, en el tercer round derriba con su mano lesionada al australiano Adrian Holmes, y gana el bronce por KO. Su rival sufre la fractura de tobillo y es retirado en carretilla hacia los vestuarios.

De esta manera Argentina consigue su tercer medalla en el box olímpico de Londres, después de las preseas doradas de Pascual Pérez en Mosca y Rodolfo Iglesias en Pesado.

Este es el testimonio del enviado de El Gráfico a Londres, Félix Daniel Frascara, testigo de los hechos:

“Lo da Mauro Cía fue fabuloso. Su puesto de tercero en la clasificación final de los medio pesado, gracias al cual también se alzó la bandera argentina, debe ser festejado por los compatriotas como si hubiere conquistado el campeonato. Deshecho, magullado, rotas las manos, heridas las cejas, después de perder la semifinal porque optó por conservar "algo" de sus manos en la esperanza de llegar al match decisivo, se jugo de tal manera en la disputa de ese tercer puesto y obtuvo un knock out de un perfecta factura que a todos nos impresionó. Y no hubo, ni cerca, un medio pesado que demostrara mejores, aptitudes. A Hunter, el sudafricano que lo venció en la semifinal, le otorgaron la copa Barker, porque llegó a conquistar el campeonato y boxeó bien, realmente. Pero tengo la certeza de que el jurado hubiere procedido con inteligencia plena si resolvía premiar a Mauro Cia, la más alta expresión de habilidad y estilo que hubo en el certamen. Dicho esto con toda la imparcialidad posible."

 

Haciendo un esfuerzo extraordinario, el porteño Mauro Cía saca un tremendo golpe con su mano derecha lesionada, en la pelea por la medalla de bronce ante el australiano Adrian Holmes.
 

"En las categorías altas se sintió más el rigor del certamen acelerado. Se dirá que proporcionalmente todas sufren iguales consecuencias, pero lo importante es que de mediano para arriba los cabezazos etc., producen heridas mucho más serias que en las categorías de menor peso. Y se tarda mucho más en reponerse. Iglesias y Cía presentaban un aspecto realmente lamentable. El camarín de la Argentina daba la impresión de una sala de hospital. El medio pesado con las dos manos en hielo — producto que llegó a faltar y creó una situación difícil — y las dos sienes empastadas para que se le atenuaran las heridas; el pesado tendido en una mesa de masajes, en la sombra para que la luz fuerte no le dañara la vista y con el ojo derecho constantemente atendido.

El director del team, Arturo Rodríguez Jurado; los dos entrenadores, Bruno Alcalá y Juan Aldrovandi, y el kinesiólogo, Simón Bronenberg, que prestó servicios inapreciables; mantuvieron una actividad y revelaron tal sentido de la responsabilidad que bien merecen ser citados y felicitados."

(Félix Daniel Frascara, enviado de El Gráfico a Londres 1948)


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