Aquel "coso" que me aplasto de entrada
El directivo encargado de seleccionar pibes para la Quinta de Boca me aplastó en la prueba. Yo marqué dos golazos y me había sobrado en la combinación, la carrera y la gambeta y estaba loco de contento. Ya me veía con la camisa azul y oro. De repente, el grito feroz del tipo aquel:
— ¡Vos; afuera!
— ¿Por qué? —grité yo, aturdido por la injusticia.
— ¡Afuera, dije!
¿Qué iba a hacer yo si él era quien mandaba? Pero se me revolvió adentro, en el alma y en la sangre, el sentido primario de la justicia que tienen (gracias a Dios) todos los pibes, y exploté:
— ¡Vamos! ¿Esa es manera de probar a un jugador?
Reaccionó con furia:
— ¡Cállese la boca, mocoso!
Y se me echó encima tirándome una patada. ¡A mí, que de haberle contestado en igual forma lo hubiese largado hasta la red! Pero él mandaba; tenía autoridad. (Véase en eso el símbolo de !o que es la autoridad en manos prepotentes. Y sean para él el olvido y el desdén).
Salí del campo furioso, deshecho; pero el nudo en la garganta no me impidió gritarle:
— ¡Alguna vez... se van… a arrepentir!
Ni recuerdo quién era el tipo aquel; pero ya verá el lector que Boca Juniors —el club de mis amores infantiles— lamentó muchas veces el desdichado episodio.
José Manuel Moreno (1959)