Compartimos la editorial del director de El Gráfico, Carlos Fontanarrosa, que encabezaba el número de la revista de Vélez Campeón por primera vez de diciembre de 1968:
¡VIVA VÉLEZ!
Llamar “club chico” a Vélez Sarsfield es una barbaridad. Basta ir, caminar y ver lo que es una Institución (con mayúscula) enclavada en la populosa zona con su mismo nombre pero derramando influencia hacia grandes sectores, que podrían ser, con algún pequeño error de apreciación: Flores, Villa Luro, Devoto, Versailles, Liniers, Ciudadela, Ramos Mejía y también Haedo. El Club Atlético Vélez Sarsfield es una de las instituciones deportivas más grandes del país. Se llama “chico” porque en el fútbol del ascenso a “grande” lo determinan solamente los campeonatos ganados. Hoy, Vélez puso el pie en el escalón que lo ubicará entre los elegidos. Pero si vamos más adentro de la cuestión creemos que ese no es un objetivo de la gente de Vélez. Lo demostró pocos días atrás, cuando ante una tentativa de fugaz planteamiento por parte de sus jugadores –que ante la perspectiva de lograr el campeonato hablaron de premios especiales- Vélez contestó con calma pero rotundamente que la Institución no iba a subordinar a la Institución y su marcha ante la posibilidad de un éxito futbolístico. Y como esto lo dijo Vélez, a nadie se le ocurrió discutir o seguir la discusión, porque se sabe y se lo lleva muy demostrado que Vélez está asentado en muy sólidos cimientos morales y sociales. En otras palabras: es MUY GRANDE, en el verdadero sentido de la grandeza; con la fuerza espiritual de dirigentes que vienen de la escuela de Amalfitani, un hombre-ejemplo, que puesto detrás de su club no va a permitir que nada ni nadie roca a Vélez Sarsfield como institución.