Las Entrevistas de El Gráfico

Néstor Ortigoza 100x100: carisma, calidad y clase para patear penales

En el día en el que anunció su retiro como futbolista profesional repasamos el imperdible cuestionario a la leyenda de San Lorenzo: sus inicios en los potreros hasta las sensaciones de ganar la Libertadores pasando por la clave para meter tantos penales y los imperdibles cruces con Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Por Redacción EG ·

19 de octubre de 2022

Nota publicada en la edición de marzo de 2016 de El Gráfico

 

1 ¿Sos gordo, estás gordo o es un mito? Mito.

2 ¿Cuál es tu peso? Y… 82, 83, en Argentinos antes de ir al Mundial estaba unos kilos arriba… y fue uno de mis mejores años, así que no sé, eh (risas). No me siento una persona gorda, tampoco me acompleja. Nutricionistas de los clubes donde jugué me dicen lo mismo: “No sos gordo”. Nunca tuve problemas con la balanza, ni técnicos que me obligaran a pesarme. Aparte, donde tenés que rendir es en la cancha: si ahí no caminás, te sacan. Esa es la verdadera medida. Y en la cancha siempre rendí. Aparte soy de correr mucho los 90 minutos.

3 ¿Y por qué está la idea instalada de que sos gordo pero que la piloteás porque la pisás y sabés cuidar bien la pelota? Porque soy grandote, medio encorvado, mi contextura física es así, pero ya te digo: lo de mi gordura es un mito. Muchos decían que solo podía jugar en la cancha de Argentinos porque es chiquita… pero después vine a la estancia del Gasómetro y también jugué, eh (risas). Y fui a la selección de Paraguay y también jugué, eh…

4 ¿Néstor, Jony, Orti o Gordo? Depende donde esté. En el barrio me dicen Jonatan, o Jona (se pronuncia Yona). Si me dicen Jony, me doy cuenta enseguida de que no son del barrio. Mis viejos y hermanos me dicen Jona; mi señora, Néstor; mis compañeros, entrenadores e hinchas, Negro, Ortigoza, Orti, o Gordo. No tengo problemas con ninguno.

5 ¿De dónde viene Jonatan? Mis viejos me quisieron poner Jonatan pero el Registro Civil no los dejó. Nací en 1984, estaba fresca la Guerra de Malvinas. Igual, aunque en el documento aparezco como Néstor Ezequiel, para mis viejos siempre fui Jonatan y así me llaman.

6 El “Orti” suena justamente para el ídem… Ja, ja, puede ser, pero ya me acostumbré. Mis compañeros me dicen así y está todo bien.

7 ¿El “Gordo” no te molesta? Para nada. La gente de San Lorenzo empezó con el “Gordooooo, Gordoooo” y quedó. Sé que lo cantan con cariño, así que está todo bien.

8 ¿De pibe eras de agarrarte a trompadas? Me peleaba bastante, sí.

9 Hacías karate, me contaron Me mandaron mis viejos para que gastara energía, pero duré poco, porque me peleé en el colegio y parece que era peligroso.

10 ¿Cobrabas más de lo que pegabas en tus peleas, o viceversa? Pegaba y cobraba, parejo. Se daba en los potreros: una patada de más, boqueabas y entonces le decías al otro: “listo, nos peleamos afuera”. La gente se corría y era mano a mano, hasta que uno caía o de afuera gritaban “ya está”, y separaban. De esas tuve bastantes. Pero nunca de pegarle a alguien en el piso ni esas cosas.

11 ¿De qué laburaste? Vendí de todo. En los trenes, en semáforos, tocando timbres en las casas. Cuadernos, latitas de gaseosas, helados, jabón para el baño, valerinas, trapos de piso, rejillas. Iba a Liniers a comprar mayorista y después me las arreglaba. Si estaba barato el cajón de morrones, compraba uno, armaba bolsitas con 5 morrones y los vendía casa por casa. A mi hermano mayor le daba vergüenza, así que iba solo. ¿Sabés cómo salía la bolsita con los 5 morrones? Impresionante...

 

Imagen Ortigoza, en una producción de fotos para El Gráfico en 2011
Ortigoza, en una producción de fotos para El Gráfico en 2011
 

12 Debés tenér mil historias… Una vuelta me paró la policía en Las Heras, pasando Lobos. Había que tener carnet para vender en la calle y yo sabía que si te agarraba la policía te sacaban la plata. En general, me metía la plata en las zapatillas, debajo de la plantilla, y a veces en una bolsa, y la guardaba debajo del andén, en un hueco tapado por piedras. Esa vez hice eso y zafé, porque me metieron en la comisaría, les dije que no había podido vender casi nada, me tuvieron 4 o 5 horas. Era 24 de diciembre y les decía: “Déjenme ir que es Navidad, yo no estoy robando ni haciendo nada malo”. Tanto les hinché que me largaron. Fui al andén, agarré la bolsita y volví a casa.

13 ¿Tenías alguna fórmula especial para que te compraran? Siempre había algún versito. “Para la dama y el caballero, para el niño y la niña…” (se pone a recitar con tono tanguero, suena bien). Siempre con simpatía.

14 ¿De qué laburaban tus viejos? Mi viejo siempre en taller de sandalias y carteras y sigue laburando hasta hoy, con mi hermano menor, Ariel. En 2008 les compré la casa. Mi vieja no quería saber nada con irse, estaba acostumbrada y tenía a las hermanas al lado. En realidad, era correrlos 20 cuadras pero a un barrio donde había cloacas, gas de red. Yo la pasé superbién en mi barrio, tengo un hermoso recuerdo pero quería mejorarles esas cosas básicas, viste.

15 ¿Dónde arrancaste a jugar? En un equipo llamado Itatí, en Merlo, después en Loma Grande. Al principio no entendía nada: a los 5 años metí un gol en contra y lo salí gritando con todo, y mi viejo, que estaba afuera, se agarraba la cabeza y me hacía con el dedito “no, no, no”. La clavé en el ángulo, ja, ja, y salí gritando. Después, el equipo en el que más jugué hasta llegar a Argentinos fue Central del 30: la camiseta era como la de Rosario Central y 30 por el barrio, ahí en Catán, los barrios llevan números.

16 ¿Cable Pelado? Seeee, es verdad, me lo pusieron en inferiores de Argentinos, porque daba mil patadas, era un caballo al que había que domar. Yo venía del potrero, salvaje. Mejoré mucho mi técnica en Argentinos, donde te enseñaban con mucha paciencia. Tuve una mezcla ideal en mi formación: el potrero me enseñó a trabar, a meter, y tantas mañas más, y en Argentinos me pulieron la técnica. Cuando subí a Primera, el Checho Batista me hacía jugar a dos toques en el primer tiempo y a un solo toque en el segundo.

17 Porque no la largabas… Exacto, entonces me obligaba a jugar a uno y a dos toques, aunque para mí fuera aburridísimo. ¡Era el único al que le imponía esas reglas, eh! Todas las inferiores las hice de 8: corría muchísimo, metía y ponía muy buenos centros desde el costado, o cambios de frente precisos, y en un momento el Chino Batista, el hermano del Checho, me puso de doble cinco en Tercera y el Checho ya me dejó ahí cuando me llevó a Chicago. En ese momento, además, empecé a jugar campeonatos de baby por plata y ahí terminé de perfeccionar la técnica.

18 ¿Cómo eran esos campeonatos? Un equipo ponía plata, el otro igual, podía entrar gente que no jugara y apostar con un porcentaje y el que ganaba se la llevaba y se repartía. Jugábamos en potreros de González Catán, Moreno, Merlo, San Miguel, toda zona oeste, yo ya estaba en la Primera del Bicho. Jugaba en la semana, a la noche, ahí terminé de agarrar una técnica increíble, en el baby.

19 ¿Qué te dejó el potrero? El potrero te da un plus: cómo acomodar el cuerpo, cuándo meter la pata de más, cuándo no, te enseña a pedirla siempre, te aviva, porque ahí te vienen a golpear y no echan a nadie, entonces tenés que aprender a sobrevivir, a poner firme la pata, a no dudar nunca, a no tener miedo, a intuir por dónde viene el golpe, te fortalece en la personalidad.

20 Cuando decís potrero, ¿es villa? No, alguna vez habremos jugado en villa, pero la mayoría de las veces en barrios. Eso sí: siempre en cancha de tierra, la pelota pica para cualquier lado, no hay alambrado y tenés a la gente detrás de la línea.

21 ¿Tuviste miedo alguna vez? Una sola, en Catán: nos empezaron a pegar, en un momento se armó tumulto y entró gente de afuera con revólver. Ahí nos dijimos: “Acá perdamos porque si no, no salimos vivos”. Por lo general, conocía bien donde íbamos a jugar. Es un mito eso de que te la ponen en el pecho. Se juega fuerte, sí, pero en esos partidos no jugaba cualquiera, sino tipos del ascenso, gente que se entrena y que tenía que jugar el fin de semana con sus equipos. Porque si juega cualquier burro, ahí sí te cagan a patadas. Aparte, si jugás por 7 lucas, no vas a poner a un perro, traés a un chabón que juegue bien, ¿entendés? Y nosotros jugábamos siempre partidos de 5 lucas para arriba, entonces íbamos todos firme pero no mal.

Imagen Haciendo un medio Topo Gigio, con la camiseta de Argentinos Juniors. Fue figura en el Clausura 2010 ganado por el Bicho.
Haciendo un medio Topo Gigio, con la camiseta de Argentinos Juniors. Fue figura en el Clausura 2010 ganado por el Bicho.
22 ¿Tus viejos te dejaban ir a jugar por plata? Me escapaba. Mi papá tenía miedo de que me golpearan, entonces yo tiraba los botines por arriba de la medianera, a lo del vecino, dos casas para allá, siempre miraba antes para no pegarle en la cabeza a nadie (risas), salía como si nada, pasaba por la puerta del vecino, aplaudía, y me daban los botines.

23 ¿Tu viejo se enteraba? Creo que sí... pero cuando pensaban en hacer la autopista ya estaba cobrando el peaje, ja ja. Mi viejo me hablaba: “Tené cuidado, te vas a lastimar, te vas a arrepentir”, pero yo iba igual. Una vuelta me dieron tremenda patada, me fui rengueando, pero crucé la puerta de casa y ya caminaba lo más bien, como en la película (risas).

24 ¿Nunca te fajaron en tu casa por esas cosas? Más mi vieja: me daba con el cinto, algún cachetazo, pero no por eso, sino porque era terrible, me mandaba muchos mocos y no me callaba, contestaba. Mi vieja me daba y mi viejo me protegía.

25 ¿Cómo eran los famosos campeonatos de penales que te terminaron haciendo infalible en Primera? Campeonatos nocturnos. Empezaban a las 10 de la noche, ponele, cuando la gente salía de laburar y podían durar hasta las 5 o 6 de la mañana. En general, viernes o sábado, iba con mi tío Manuel. Campeonato a 3 penales, mano a mano contra otro, por eliminación. Se anotaban 100 tipos, ponele. Vos podías tener un arquero o patear y atajar, las dos cosas. Las parejas se iban eliminando hasta llegar a la final. De patear tanto, ahí quedó la técnica del golpe: seco, con la parte interna del pie, sin darle reacción al arquero.

26 ¿Vos atajabas? Sí, porque no quería repartir la plata. Si yo le pego bien, mi tío le pega tres veces mejor, y muchas veces agarrábamos el primer y el segundo puesto, toda la plata para casa. Incluso si nos cruzábamos en alguna instancia anterior, veíamos: “¿Quién está mejor esta noche? Bueno, seguí pateando vos”, decía uno de los dos, pasaba ese directo y después nos repartíamos la plata. Toda la gente mirando alrededor, estaba buenííííííísimo…

27 ¿De dónde sacabas plata para apostar? Iba guardando en la semana: de algún vuelto, de la plata que me daban para viajar, de lo que sacaba por vender. Igual, el que puso siempre el pecho en casa fue mi viejo.

28 ¿Esa plata de los campeonatos se cobraba siempre? Sí, nunca hubo problema, además ahí te vas conociendo con todos. Si uno se manda un moco, no puede ir más a jugar. Son los códigos del potrero.

29 Picado o campeonato de penales, pero siempre jugando por plata… Sí, siempre: a mí me gusta jugar a cualquier cosa, pero por algo, si no, no juego.

30 ¿Hasta cuándo jugaste en los potreros? Y… bastante, ya incluso algunos años después de llegar a la Primera de Argentinos. El que me agarró una vez fue Caruso. Jugamos un domingo contra Boca, el día que lo marqué espectacular a Riquelme, salí en Olé como figura, y el lunes teníamos libre y me fui a jugar por plata a J.J. Urquiza. Caruso se enteró y al otro día me clavó una cagada a pedos terrible: “¿Vos querés seguir vendiendo cuadernos en el tren? No seas boludo, tenés un futuro grande”.

31 ¿Vos negaste? No, a mí se me nota mucho cuando miento. Ya está, me la mandé, pensé, pero me costó despegarme del potrero. Habré ido unas 10 veces más y después dejé. Fui una vez cuando estaba en San Lorenzo, esa fue mundial.

32 Contame… En 2013, tres días antes de salir campeón con San Lorenzo. Jugábamos con Vélez en Liniers, el día que nos salvó Torri en la última bola, ¿te acordás? Bueno, yo era suplente con Pizzi, no me ponía, y en la semana supe que iba a jugar, necesitaba agarrar ritmo, ¿viste? Entonces me fui a jugar a Catán con mis amigos. La gente de San Lorenzo que estaba ahí se volvió loca: “¿qué hacés acá?”. Y bueno, fui a agarrar ritmo… (risas).

33 ¿Es cierto que cuando Caruso agarró Argentinos, te dijo: “Vos bajá 7 kilos que la vas a romper”? Algo así me dijo, puede ser, lo que pasa es que Caruso habla mucho, ¿viste cómo es? No estaba 7 kilos arriba…

34 ¿Cuál es la clave para meter los penales? Tener paciencia y no nublarme al llegar a la pelota.

35 ¿En qué momento tomás la decisión? Y… esa no te la puedo decir (risas), si no me los van a empezar a atajar. El día que me retire quizás la diga.

36 Sí se nota que esperás hasta último momento que se mueva el arquero para tirarla al palo contrario… Me querés sacar, me querés sacar (risas), pero te va a costar… Trato de estar tranquilo y concentrarme el cien por cien, hasta ahí te puedo decir. Al arquero lo miro a veces sí y otras no. Es una pulseada psicológica, lo lógico es que sea gol, y más en mi caso, que van pasando los penales y cada vez más me los quieren atajar.

37 ¿Es correcto decir “fuerte y al medio es para asegurar”? Nunca pateé al medio y casi nunca le pegué fuerte. Los jugadores de Huracán le pegaron fuerte y al medio en Colombia y dio en el travesaño o se fue por arriba. Yo me paro recto para no avisarle al arquero lo que voy a hacer y entonces tengo ese golpe mío, que lo agarré de los campeonatos de penales, muevo el tobillo y la coloco.

38 ¿Nunca picaste un penal? No, porque me dio rédito mi manera de patear. Además, tenés que tener ese golpe para picarla, eh, no es fácil.

39 ¿Te ponés nervioso alguna vez? Una sola vez me puse nervioso: contra Instituto el día que jugamos la Promoción. Perdíamos 1-0, estaba bravo, no veníamos bien, no se nos daban los resultados y estábamos mal de la cabeza. La gente se había calentado por el gol de Instituto, nos dan el penal, me fui acercando y justo miré al costado, a la platea baja, y había un nene llorando abrazado al papá y me dije: “Noooo, ¿qué estoy haciendo acá?”. Pensé en darle fuerte y arriba, abrí la pata y entró en la red de costado, al ángulo.

40 Contra Nacional, en la final de la Libertadores, ¿no te temblaban un poquito las patas? Nada. Cero nervio (terminante).

41 ¿Pero no se te cruzó por la cabeza: “metí todos los penales, a ver si justo me toca errar este…”? Noooo, si se me cruzara eso, les tendría que decir a mis compañeros: “muchachos, que patee otro”. Cero duda, estaba muy tranquilo, sabía que el arquero se iba a mover para anticiparme y yo la iba a poner al otro lado. Jugué con los nervios del arquero, la cancha estaba llena, éramos todos cuervos, y pensé: “Me los traigo de mi lado”. Traté de concentrarme. Mientras los jugadores discutían con el juez, yo picaba la pelota, la picaba una y otra vez y decía: “Soy el mejor, soy el mejor, soy el mejor”. Te juro que decía eso, y la gente empezó a gritar “Gordooo, Gordooooo”, y yo decía en voz alta: “Soy el mejor, soy el mejor, soy el mejor”. ¿Sabés cómo me agrandé? No entraba ni por esta puerta (señala la puerta de la sala donde hacemos la nota).

42 Casi te perdés esa segunda final... Tuve una contractura en Paraguay y por eso le pedí salir al Patón, pero ni se me cruzó perderme la revancha en casa. Antes, prefería morirme adentro de la cancha (risas).

43 ¿Se puede jugar desgarrado un partido? Hay desgarros y desgarros. También depende de tu juego y de dónde sea el desgarro. Si sos un tipo explosivo, no podés jugar. Yo jugué con una distensión en el aductor y trataba de no patear; en el gemelo, en cambio, es imposible porque está todo el tiempo laburando.

44 ¿Los arqueros te hablan mucho en los penales? No tanto. Silva, el de Estudiantes, me habló hace poco. “Te lo atajo”, me dijo. “No lo atajás, te apuesto camiseta contra buzo”, la seguí. Le metí ese y otro más, los dos de penal (risas). Los que en general hablan más son los jugadores del costado. “Ahora errás Gordo”, te dicen y les contesto: “El penal más importante de mi vida ya lo metí”. Y listo.

45 ¿Tenés idea de cuántos penales erraste? Desde que estoy en Primera, solo me atajó Ibáñez, de Godoy Cruz. En Dubái habré pateado unos 15 y no erré ninguno. Una vez jugamos el clásico de allá y estaba Diarrá. Nos dieron un penal y me sacó la pelota. Me puse firme y se la volví a sacar, tuvimos una discusión, todo por gestos. Lo pateé yo.

46 ¿Y en Paraguay-España, Mundial 2010, si hubieras estado en cancha se lo habrías sacado a Tacuara Cardozo? Lo hubiese pateado, creo que sí. En un plantel, todos saben quién patea mejor los tiros libres y los penales. Yo me hubiese parado y se lo hubiese pedido a Tacuara, porque si vas tímido con un “¿me dejás patearlo?”, no lo pateás ni en pedo.

47 O sea que si ese día hubieras estado en cancha, capaz España no era campeona del mundo. ¿Quién sabe? Yo había jugado un solo partido en el Mundial, el de octavos contra Japón. Fui titular y jugué 75 minutos, entré por el Topo Cáceres, que tenía dos amarillas. Me sentí rebien ese día, las pedí todas, me movía para allá y para acá, viste que los japoneses corren para todos lados, ¿no? Después de ese partido la gente se volcó a mi favor, y pensé que contra España me ponían, pero el Tata quería más marca. Encima, en el primer tiempo me mandó a calentar, me llamó para el cambio, y a mitad de camino me dice “no, no” y seguí calentando.

48 ¿En la previa del Mundial pensabas que ibas a jugar más? La verdad que sí, porque venía de ser campeón con Argentinos en gran nivel, me querían Boca, River, San Lorenzo y Racing, pero llegué muy sobre la hora a ese plantel, en el final de las Eliminatorias. Martino no me ponía, y yo me recalentaba.

49 ¿Le dijiste algo? Noooo, yo no soy de decirles nada a los técnicos. Cuando me calentaba, me iba a correr. Después, la Copa América de Argentina la jugué de punta a punta y la de Chile, con Ramón Díaz, lo mismo.

50 ¿Qué te dejó vivir un Mundial? Es algo único: cómo te tratan, vas de traje a todos lados, micros espectaculares, llegás a los estadios y están todas las cámaras, esas que entran por arriba. La primera vez que hicimos el reconocimiento vi que se me venía esa cámara que cuelga, la tipo araña, viste, y pensé que me rompía la cabeza. Aunque jugué un solo partido, lo disfruté al Mundial. Además estaba con Lucas Barrios, un amigo de la vida desde la infancia.

51 ¿Te sorprendió que Ramón Díaz te diera la capitanía de la selección? “Quiero que seas mi capitán, te la ganaste vos solito, te felicito”, me dijo. A Ramón le voy a estar toda la vida agradecido. Fue el técnico que me pidió para San Lorenzo, pero que me pidió de verdad, no de chamuyo. Y cuando fue a River, también me quiso llevar a River. Y ahora me dio la capitanía cuando llevaba un tiempo sin jugar en la selección. Tuve muchos técnicos, pero el que realmente dijo “Quiero a Ortigoza” fue Ramón. Un técnico te puede cambiar la vida, eh. A mí me cambió la vida venir a San Lorenzo.

 

Imagen Con Diego Maradona, encuentro en La Paternal
Con Diego Maradona, encuentro en La Paternal
 

52 Maradona también te quiso para la Selección Argentina, ¿o no? Fue a fines de 2008, sonó mi celular. “Hola, Orti, soy Diego”, me dijo. “¿Qué Diego?”, le pregunté. “Diego Maradona”, me dijo. “Dale, boludo, ¿quién sos?”, la seguí, y me dijo otra vez “Diego Maradona”. De los nervios le corté y salí corriendo al taller donde labura mi viejo, a tres cuadras de casa: “Llamó Maradona, atendelo si llama de nuevo”. Volvió a llamar, me dio vergüenza pero atendí. Me dijo que me quería ver en los entrenamientos de la Selección local que iba a hacer a fin de año. Al final, se jugó el triangular entre Tigre, San Lorenzo y Boca y se suspendieron los entrenamientos, así que nunca pude practicar con Diego.

53 ¿Y en el medio llamó Martino? Claudio Vivas, que era mi técnico en Argentinos y tenía relación con Martino y su gente, ya me había preguntado si me gustaría jugar para Paraguay. Aprovecho para mandarle un abrazo a Claudio. Al poco tiempo, me llamó Pautaso para preguntarme si me interesaría. Yo tengo mucha familia paraguaya: mi viejo, mi abuelo, tíos, primos, todos son paraguayos.

54 ¿Te costó tomar la decisión? Porque al fin de cuentas no es el país de uno… Es que Maradona me llamaba para la Selección local, y Martino me tenía en cuenta para la selección verdadera, ¿viste? Lo charlamos con mi viejo y mis hermanos, también con mi representante, que no quería saber nada, me decía que esperara a Maradona, pero Diego había probado como cien jugadores y tomé la decisión.

55 ¿Hablás guaraní? Entiendo pero no lo hablo. Mi viejo habla, así que de chico lo he escuchado.

56 ¿Y tus compañeros no hablan entre ellos cuando no quieren que los argentinos entiendan? Para nada, mis compañeros son buena gente y me tratan bárbaro. Aparte, como te dije, lo entiendo bien. En la cancha sí lo usan para que no entiendan los rivales.

57 ¿Mate o tereré? Mate, aunque también tomo tereré, ayer tomé con mi viejo, por ejemplo, pero cuando voy con la selección, llevo mate y varios se prenden.

58 ¿Llegás al Mundial de Rusia? Esa es la idea, pero primero hay que clasificarse, está bravísima la Eliminatoria.

59 ¿Tu hermano mayor te hace de representante? No, no, no es que me hace, ¡es mi representante! (risas). Gustavo me agarró en 2010, después del Mundial. No me gustaba cómo me estaba manejando la gente que me tenía a mí, y le pedí que me agarrara. El no quería, así que le tuve que insistir. Hay muchas cosas que el jugador no sabe, y con mi hermano me siento muy seguro.

60 ¿Le pagás? Claro, como corresponde. Es mi representante y se lleva un porcentaje de los contratos.

61 ¿Tus hermanos no intentaron ser futbolistas? Sí, pero poco. De chicos, andaban siempre con los videojuegos, el Sega se llamaba, ¿no? Y un día, como no querían ir a jugar conmigo partidos al mareo en la calle, agarré el videojuego y lo tiré a la mierda. Después, mi vieja me cagó a palos.

62 ¿Qué pasó el día que te pusiste la camiseta de Boca? Nada, me invitaron a jugar a Fuerte Apache con el equipo de Tevez y me puse la camiseta del equipo. ¡No podía jugar con otra camiseta! Se armó un poco de quilombo, pero más en redes sociales que en la cancha, donde nunca me dijeron nada, al contrario: la gente de San Lorenzo conmigo se portó 10 puntos siempre, me respetó en todo momento y me dio su cariño.

63 ¿Estuviste cerca de ir a River? Me junté dos veces con Passarella, cuando era presidente, porque supuestamente me quería. Yo estaba en Argentinos, pero la verdad es que no me convencía. Después, me llamó Ramón Díaz para ir a San Lorenzo y le vi su cara, era distinto. Y por eso acepté.

64 ¿Qué fue más difícil: salir campeón con Argentinos o ganar la Libertadores con San Lorenzo? Y… campeón con Argentinos creo. San Lorenzo tenía jugadores de renombre, una hinchada que siempre apoya y te lleva a más. Vos entrás a la cancha esa y ves a la gente… y a mí me vuelve loco.

65 ¿Qué recordás de tu debut? Contra San Martín de Tucumán, en el Nacional B. El Checho Batista me dijo que tirara un caño en la primera, para que me diera confianza. Al final, no fue un caño sino una rabona, cerca del córner. Tengo un muy buen recuerdo del Checho y del Chino, su hermano, gente que me ayudó mucho. De Domenech, también. Era medio bravo, pero a mí me quería y me hablaba mucho.

66 ¿Siempre se habló de Mercier como tu socio, pero con Caruzzo tenés una historia más larga? Con Mati hice todas las inferiores, éramos compañeros de categoría, salimos campeones en Cuarta, luego en la Primera de Argentinos, él era el capitán y yo el subcapitán, y ahora en San Lorenzo. Lo admiro por la clase de pibe y de jugador que es.

67 ¿Por qué te fuiste a jugar a Emiratos Arabes? Le cayó la oferta a mi hermano, y le dije que no quería ir, aunque venía de un año tan desgastante con San Lorenzo para mantener la categoría. “Te quiere el príncipe”, me dijo. Bueno: mi hermano pidió una fortuna, para no ir, y le dijeron que sí. Me sirvió para cambiar un poco de aire. Con mis compañeros me manejaba todo por señas. Parecía Bernardo, el del Zorro.

68 ¿Muy malo el campeonato? Va poca gente, y la poca que va además es fría, hace mucho calor, la comida es diferente. Reamable y buenita la gente, me llevaba rebien, eh, pero una vuelta se levantó mi compañero de habitación, un árabe, se empezó a cambiar y yo salté de la cama, “la puta madre, me quedé dormido”, pensé, me vestí, le pregunté dónde íbamos a desayunar y de pronto caí que eran las 4 de la mañana y estaban yendo a rezar. Se cagaba de risa mi compañero…

69 ¿Repetirías el planteo contra Real Madrid? Lo repito, sí,… al Patón se lo respeta, eh, el Patón se lo ganó, es un hombre muy inteligente.

70 Está perfecto que lo respetes, solo te pregunto si volverías a enfrentar al Real Madrid con la idea de no perder por mucho… Es que nunca fue esa la idea. Lo que no queríamos era dejar huecos, porque le das un hueco y el Madrid ahí sí te mete cinco. Encima el árbitro cobraba todas para ellos. O sea: encima de que son cracks, si les cobrás todas para ellos, es imposible ganarles. Te hablo sin casete, en crudo, era imposible ganarle.

 

Imagen Ortigoza vs Cristiano Ronaldo, lo que dejó el Mundial de Clubes 2014 (JAVIER SORIANO / AFP)
Ortigoza vs Cristiano Ronaldo, lo que dejó el Mundial de Clubes 2014 (JAVIER SORIANO / AFP)
 

71 ¿A Cristiano le dijiste: “Vení a hacerte el guapo a Catán”? No, no le hablé, pero le corrí una que le gané en velocidad, está el video, miralo, poné en twitter “Ortigoza le gana a Cristiano Ronaldo”, y vas a ver, poné la foto, eh. Le gané la carrera, la paré de pecho, enganché, pasó de largo y me agarró del cogote.

72 ¿Sos de hablarles a los rivales en la cancha? Hablo poco y cuando me pegan, trato de no llorar, por eso me da bronca cuando se quejan por una patada.

73 ¿Qué fue lo más gracioso que te dijo un hincha en una cancha? Yo qué sé… Una vez, en Argentinos, uno me gritó: “Eh, Ortigoza, ¿dónde hiciste la pretemporada, en una pizzería?”, ja, ja, me reí, ¿qué iba a hacer?

74 ¿Te sorprendió que Guede te probara de enganche? Es que no me puso de enganche enganche, sino de doble cinco más adelantado, él no quiere que reciba de espalda.

75 El mejor y el peor DT que tuviste. Asad, fue el peor, lejos. Los mejores: Borghi, Ramón y el Patón.

76 Lo mejor de Bauza. Lo mejor es que nunca nunca se desesperaba, siempre mantenía la calma. Y que dejaba resolver al jugador: te daba la idea, pero no te volvía loco, y podías cambiar sobre la marcha, era un técnico que te dejaba decidir.

77 Y lo peor... Uhhhh, te hacía ver videos… metía sesiones de 30 minutos, apagaba la luz y éramos varios los que cabeceábamos.

78 Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol. El más feliz, cuando ganamos la Libertadores: además metí el gol y me gané el premio al jugador del partido, todo redondo. Peor, no recuerdo.

79 Estuviste por dejar el fútbol una vez... Sí, en Argentinos, antes de pisar la Primera. No quería jugar más, iban llegando mis compañeros, como Pisculichi y Lucas Barrios, y yo nada. En mi categoría era uno de los mejores, pero les daban la chance a los demás y yo no subía. Yo le decía a mi viejo: “El día que me den la chance, la voy a romper”, pero la chance no me la daban, hasta que un día exploté y dije que no quería jugar más. “Jonatan, si hiciste siete, ¿por qué no podés hacer ocho? Aguantá un poco más, no tirés por la borda tu carrera”, me decía mi viejo. Me salvó.

80 De no haber sido futbolista… No sé, de algo me la hubiera rebuscado, yo soy un tipo que me la rebusco mucho, eh, de algo iba a vivir.

81 ¿Cuándo lo conociste a Riquelme? El utilero de Argentinos es muy amigo de Román y a través de él nos invitó a cenar a varios un jueves: Caruzzo, Peñalba, Prósperi, y el domingo fuimos a jugar contra ellos a la Bombonera. No lo podía parar y en una venía corriendo y gambeteando, entonces me planté y saqué la mano, arriba. El árbitro no cobró foul ni nada. “¿Qué estás haciendo?”, me dijo, medio enojado. “¿Qué querés que haga, si no te puedo parar? ¿O preferís que te dé una patada y te lesione?”, le contesté. Me miró de reojo y siguió. Después me mandó la camiseta al vestuario, un crack. Yo tengo cuatro camisetas de Riquelme, son de esas que no se las cambio a nadie. Todavía no puedo creer que se haya retirado.

82 Pero tiene 37 años… Por cómo se retiró, es un ídolo del fútbol, no puedo creer que se haya retirado así Riquelme. Yo prendía la tele para verlo jugar a él. Todos dicen “cuando juega Maradona o Messi”, y para mí es Riquelme. Lo miré mucho, aunque si tengo que decir a quién miré más para sacar algo del estilo fue al Lobo Ledesma.

83 Esa vez que volviste de jugar con Paraguay y al día siguiente jugaste en la Bombonera, ya lo sabías de antes, ¿no? No, no sabía. Entrenando con la selección me llamaron del club: “Orti, ¿no te animás a decirle a Ramón que te haga jugar un solo tiempo?”. Me negué: “No, yo tomé un compromiso en la selección, no puedo decirle eso”. Era un amistoso con Chile. Al final jugué 80 minutos, volví a la noche y al otro día estuve 30 minutos en la Bombonera.

84 Ese día ganaron sobre la hora y pasaron a la punta, ¿el campeonato lo perdieron ustedes? Y... lo perdimos un poco nosotros, che, sí, nos había quedado servido, cosas del fútbol (risas).

85 ¿Por qué te reís? Cosas del fútbol, dejalo ahí (oculta algo).

86 Viste a San Lorenzo en estado catastrófico y lo ves ahora, ¿cómo puede cambiar tanto un club? A mí me trajo Abdo, a quien le estaré siempre agradecido. Es una persona derecha, transparente, que quiere mucho al club, pero creo que se rodeó mal. El cambio fue grande, Tinelli y Lammens hacen una gran dupla.

87 ¿Es muy duro Lammens con la plata? No, bien. En su momento tuve un cruce de palabras con él, porque tenía una visión sobre mí que no era. Los dos somos frontales, así que hablamos y sacamos la aspereza, y hoy tenemos una muy buena relación.

88 ¿Tinelli sabe de fútbol? Sí, sí, sabe. Y además le gusta mucho.

89 ¿Llegás a jugar en Boedo? Ojalá, Dios quiera, sería un lindo sueño ese. Ya compré unos metros. Muchos pibes también compraron.

90 ¿Tuviste muchas tentaciones de pibe? No, no porque mis viejos estuvieron muy encima de nosotros, entonces nunca iba solo a un lugar, muy pocas veces me quedaba a dormir en la casa de un amigo y me hablaban todo el tiempo, así que salí derechito. Y por favor, además de mis viejos y hermanos, no te olvides de nombrar a Lucila, mi señora (muestra el anillo) y a mis hijos Federico y Mía, lo más grande que hay.

91 Tus amigos del fútbol. Peñalba, Mauro Bogado, Caruzzo, Lucas Barrios, que es un hermano.

92 ¿Te agarraste a piñas con compañeros alguna vez? Sí, bastantes veces, pero nada grave.

93 Contate una… Con uno de San Lorenzo hace no mucho tiempo, pero mejor esa no la cuento (risas, oculta de nuevo). Una con el Flaco Delorte, en una práctica de Argentinos: él venía fastidiado porque había ido al banco, lo pusieron en los suplentes, lo quise anticipar, lo toqué en el tobillo, me tiró una patada desde el piso, le respondí, se levantó y me puso una piña en la cabeza, desde arriba porque el Flaco me lleva varios centímetros, y me tiró. Enseguida nos separaron. Pero pasa bastante seguido, es normal, y queda ahí, si yo con el Flaco me llevaba rebien.

 

Imagen Ortigoza, de marcar a Messi a pedirle la camiseta (JUAN MABROMATA / AFP)
Ortigoza, de marcar a Messi a pedirle la camiseta (JUAN MABROMATA / AFP)
 

94 ¿Cómo fue tu dialoguito con Messi en la última Copa América? En el 2-2, al chabón no lo podíamos parar. Y mirá que los paraguayos son firmes, duros, pero Messi metía la pata entre 4 o 5 piernas rivales y ¡no lo podíamos parar! Nos chocábamos, nos pegábamos entre nosotros (risas). Es un pibe que lleva un globo atado, te frena de 100 a 0 y te arranca de 0 a 100 en 20 centímetros. Entonces en una jugada se paró el juego, creo que estaban atendiendo a uno, y quedé al lado de él. “La verdad que no sos de Play vos, sos bueno bueno, ¡cómo jugás, hijo de puta!”, le dije. Se rio y me contestó con un “gracias”. Ahí nomás le pedí de cambiar la camiseta.

95 ¿Te la dio? Sí, el pibe es un fenómeno. Al final del partido, vino Segura a saludar al vestuario, yo lo había tenido en Argentinos, y ahí sacó una bolsita con la camiseta y me dijo: “Tomá, te la manda Messi”. La escondí, ni la quise mandar a lavar porque tenía miedo de que me la robaran, así que al otro día, cuando me vino a visitar mi familia al hotel, se la di para que la lavaran en casa.

96 Te hacés querer por los técnicos, tanto Batista, Gorosito, Borghi, Ramón Díaz y el Patón siempre te elogiaron mucho… Es que también soy un pibe al que le gusta entrenar, eh, me gusta tirar para adelante. Con Pizzi me tocó quedar afuera y todos decían “¡uh, el quilombo que se va a armar!” y nada que ver. En los grupos hay que tirar para adelante, porque es mejor para todos y porque si perdés, putean a todos, no se salva nadie. Solo con dos técnicos no estuve de acuerdo.

97 Uno es Pizzi… No, con Pizzi era suplente porque no entraba en su esquema, pero me respetó siempre. Eso es lo bueno: que te respeten. El que no me gustó fue Asad. Ojalá que no me lo cruce nunca más, no rescaté nada bueno de él. Nada de nada.

98 ¿Y el otro? Ehhhh (duda, no sabe si arrancar o no)… No, ehhhh, no, dejá, poné solo a Asad.

99 Borghi debe ser un personaje… Nooooo, un crack el Bichi. El día que asumió, habló delante del grupo y en un momento dijo: “Yo solo eché a tres jugadores de un plantel. A uno por buchón, y a dos por borrachos… ¿escuchaste Ortigoza?”. No entendía nada, me puse mal. “¿Qué le pasa a este que me habla a mí solo? –pensab– que además no soy buchón ni borracho”. Se me acercó un rato después y me dijo: “Te estoy jodiendo”. Y al rato: “¿sabés que me caés mal porque todos te quieren?”, ja, ja. Y una vuelta yo había salido a bailar un viernes, llegué el sábado a la concentración para jugar el domingo y me dice: “Orti, parecés un chino con fiebre”, porque tenía los ojos chiquitos, y me hizo sentar para charlar.

100 ¿Para saber si habías salido? Ya se había dado cuenta de que había ido a bailar. Gente como el Bichi, cuando vos te fuiste a comprar un jean, él ya te lo hizo bermudas, eh, olvidate.

Por Diego Borinsky / Fotos: Emiliano Lasalvia y Archivo El Gráfico