"¡Mudo corazón! ¡Mudo corzón!", le gritaba la hinchada de Temperley cuando tapaba una pelota de gol. Pero al arquero Héctor Cassé le importaba aclarar que no era mudo como muchos creían.La sordera que arrastraba de la infancia le impedía articular correctamente las palabras, aunque eso nunca resultó un problema para su carrera.Llegó a la Primera de Gimnasia LP en el '79, pero lo mejor lo hizo en Temperley, donde jugó entre el '80 y el '86. Fue clave en el ascenso del '82, que se definió por penales con Atlanta.A pesar de su sobriedad en el arco, siempre fue una curiosidad para las hinchadas