Antes de su aparición, los arqueros eran meros atajadores y casi no se movían del arco. Su estilo, salidor para achicar el ángulo de disparo de los delanteros, marcó una escuela que llevó también a la Selección, a la que defendió entre 1954 y 1964.
Disputó el Mundial de Suecia del 58 y ganó la Copa de las Naciones disputada en Brasil en el 64, en la que mantuvo la valla invicta ante equipos de la envergadura de Portugal, Inglaterra y Brasil, en ese momento campeón del mundo. Carrizo tuvo una destacada actuación en todos los partidos, pero especialmente ante el anfitrión, en el estadio Pacaembú, donde frustró uno tras otro los intentos del equipo de Pelé, y coronó su gran noche atajando un penal con "mano cambiada" dirigido por Gerson hacia el ángulo izquierdo. Se retiró en 1970, luego de dos años en Millonarios de Bogotá. En su honor, el Senado instituyó su cumpleaños, el 12 de junio, como el "Día del arquero argentino".