¡HABLA MEMORIA!

2002. Cartón lleno

Por Redacción EG · 07 de noviembre de 2019

No siempre se puede celebrar un campeonato dentro de otro campeonato; ganarle a Boca y después dar la vuelta olímpica. Aquí, un repaso histórico por las ocasiones en que River le ganó a Boca y también el título.


Des­de el fon­do de la his­to­ria, el due­lo de clá­si­cos (o el clá­si­co, sim­ple­men­te, en es­tos tiem­pos de tor­neos a una so­la rue­da) con­for­mó un cam­peo­na­to den­tro del cam­peo­na­to. Ha­brá que echar­le un sim­ple vis­ta­zo al ar­chi­vo pa­ra en­con­trar de­cla­ra­cio­nes de los pro­ta­go­nis­tas del ti­po “cam­bio un triun­fo en el clá­si­co por una vuel­ta olím­pi­ca”. So­bre to­do en es­te tiem­po de ra­chas ad­ver­sas in­só­li­ta­men­te po­ten­cia­das.

Ga­nar el clá­si­co y ade­más lle­var­se el tí­tu­lo ven­dría a ser al­go así co­mo clau­su­rar cual­quier ti­po de de­ba­te o bur­la o es­bo­zo de cues­tio­na­mien­to de la con­tra. Ga­nar el clá­si­co y ade­más lle­var­se el tí­tu­lo es la sa­tis­fac­ción ple­na, la pan­za lle­na, el sa­bor in­trans­fe­ri­ble de sen­tir­se in­su­pe­ra­ble, al me­nos has­ta el clá­si­co que vie­ne. Ga­nar el clá­si­co y ade­más lle­var­se el tí­tu­lo es “car­tón lle­no”. Sin du­das.

De los 30 cam­peo­na­tos con­quis­ta­dos por Ri­ver en la era pro­fe­sio­nal, só­lo en seis al­can­zó ese ha­la­go (in­clu­yen­do és­te); aun­que hu­bo tam­bién em­pa­tes que se ce­le­bra­ron co­mo vic­to­rias y has­ta abrie­ron la puer­ta pa­ra dar la vuel­ta olím­pi­ca en el mis­mí­si­mo ba­rrio de La Bo­ca. Va­le el re­pa­so, en­ton­ces, pa­ra di­men­sio­nar lo rea­li­za­do en es­te Tor­neo Clau­su­ra, que no só­lo in­clu­yó una sim­ple vic­to­ria so­bre Bo­ca, si­no que se tra­tó de un 3-0 y en te­rri­to­rio aje­no.

 

LA RE­BEL­DIA

En el ini­cio de la tem­po­ra­da de 1936, Ri­ver te­nía va­rios ob­je­ti­vos por cum­plir. Por un la­do, ne­ce­si­ta­ba cor­tar­le el pa­so a Bo­ca, que aca­ba­ba de con­se­guir el pri­mer bi­cam­peo­na­to en la era pro­fe­sio­nal, el del bie­nio 34/35, mien­tras el Mi­llo ape­nas ha­bía con­quis­ta­do un tor­neo, el de 1932. Por otro, sur­gía ca­si co­mo una obli­ga­ción ter­mi­nar con la pa­ter­ni­dad que aso­ma­ba ca­da vez más po­ten­te: de los 11 clá­si­cos dis­pu­ta­dos en la fla­man­te era pro­fe­sio­nal, Bo­ca ha­bía ga­na­do sie­te, ha­bían em­pa­ta­do en tres oca­sio­nes y Ri­ver só­lo ha­bía ven­ci­do una vez, en 1933. Ade­más, nun­ca ha­bía con­se­gui­do ir­se vic­to­rio­so de la ca­sa de su ve­ci­no.

En la pre­via del par­ti­do que se dis­pu­tó el 19 de abril de 1936 en la vie­ja can­cha de Bo­ca, El Grá­fi­co ilus­tró con cla­ri­dad có­mo lle­ga­ban am­bos con­jun­tos a la ci­ta. En un fo­to­mon­ta­je se po­día ob­ser­var a Ber­na­bé Fe­rrey­ra, que era la ma­má, y a los nue­vos pi­bes de Ri­ver, en­tre los que se en­con­tra­ba un tal Jo­sé Ma­nuel Mo­re­no, que con los años se eri­gi­ría en uno de los más com­ple­tos y ta­len­to­sos (si­no el más) ju­ga­do­res que vis­tie­ron la ca­sa­ca mi­llo­na­ria. Tam­bién es­tá el To­to Che­rro, fi­gu­ra de Bo­ca, que aso­ma­do a la ven­ta­na y con una pi­pa en su ma­no, so­bra­ba a sus ad­ver­sa­rios con ges­to so­ca­rrón. El diá­lo­go es im­per­di­ble.

Ber­na­bé: –Ya que con­mi­go las tie­ne, pre­pa­re una bue­na ces­ta que es bra­va la que se vie­ne.

Che­rro: –Le voy ro­ban­do la apues­ta: a cual­quier co­sa se atie­ne el que con ni­ños se acues­ta.

Los Pi­bes: –ma­ña­na, ¡pa­pa p’al ne­ne!

Fi­nal­men­te, el día si­guien­te, Ri­ver que­bró el ma­le­fi­cio y se im­pu­so por 3-2 con dos go­les de Ber­na­bé y uno de Peu­ce­lle, to­dos en el pri­mer tiem­po, eta­pa en la cual el Mi­llo mar­có una di­fe­ren­cia abru­ma­do­ra so­bre su ri­val. En el com­ple­men­to, Bo­ca des­con­tó pe­ro no pu­do em­pa­tar. Fue el pri­mer triun­fo de Ri­ver en la can­cha de su ri­val más en­car­ni­za­do. Fue, tam­bién, el pun­ta­pié ini­cial de la re­bel­día de Ri­ver. El Grá­fi­co sin­te­ti­zó su co­men­ta­rio con es­te tí­tu­lo: “Por fin Ri­ver Pla­te pu­do ven­cer a Bo­ca Ju­niors en su can­cha”.

Anuncio en El Gráfico del 18 de abril de 1936: River quería romper la paternidad.

Cua­tro me­ses más tar­de, el 30 de agos­to, Ri­ver tam­bién se lle­vó el clá­si­co dis­pu­ta­do en la vie­ja can­cha de Al­vear y Ta­gle. Es­ta vez fue por 2-1, des­pués de dar vuel­ta el re­sul­ta­do con tan­tos de Luis Ma­ría Ron­go y de Jo­sé Ma­nuel Mo­re­no. Pa­ra el Cha­rro fue una tar­de muy es­pe­cial: cua­tro años an­tes ha­bía si­do bo­cha­do en una prue­ba rea­li­za­da en Bo­ca y, gra­cias a la in­sis­ten­cia y los con­tac­tos de su ami­go Pe­dro Man­zi­ni, ar­que­ro de la cuar­ta es­pe­cial de Ri­ver, ha­bía con­se­gui­do una prue­ba en el club de la Ban­da. En aquel clá­si­co co­men­zó a to­mar for­ma su re­van­cha. Esa tar­de, por pri­me­ra vez, in­te­gra­ron el ala iz­quier­da de la de­lan­te­ra con­tra Bo­ca la du­pla ju­ve­nil Mo­re­no-Adol­fo Pe­der­ne­ra, que años más tar­de se­rían pie­zas de­ci­si­vas en el ar­ma­do de La Má­qui­na. “Bo­ca pier­de su pa­ter­ni­dad le­gen­da­ria so­bre Ri­ver Pla­te”, ti­tu­ló El Grá­fi­co. Y en­se­gui­da, en el arran­que del co­men­ta­rio, de­ja­ba en cla­ro la im­por­tan­cia de esos triun­fos en el es­pí­ri­tu ri­ver­pla­ten­se: “En es­ta tem­po­ra­da los teams de la pri­me­ra, se­gun­da y cuar­ta de los mi­llo­na­rios se han re­be­la­do, ven­cien­do a sus si­mi­la­res bo­quen­ses, que los te­nían de hi­jos”. Aquel año inol­vi­da­ble, 1936, ce­rra­ría de la me­jor ma­ne­ra pa­ra Ri­ver, con el tí­tu­lo de cam­peón. Fue re­don­di­do, re­don­di­to: dos triun­fos an­te Bo­ca y la vuel­ta olím­pi­ca.

Seis años más tar­de, en 1942, si bien no se ob­ten­drían las dos vic­to­rias en el clá­si­co, el ba­lan­ce fue más que pro­ve­cho­so: un triun­fo, un em­pa­te y la pri­me­ra vuel­ta olím­pi­ca en la Bom­bo­ne­ra. El 19 de ju­lio, Ri­ver go­leó 4-0 en el Mo­nu­men­tal con dos tan­tos de La­bru­na, uno de Deam­bro­si y el res­tan­te de Mo­re­no. Era La Má­qui­na en sus co­mien­zos: en el tor­neo an­te­rior tam­bién se ha­bía lle­va­do el clá­si­co por 5-1, na­da me­nos. La re­van­cha se ju­gó el 8 de no­viem­bre en La Bo­ca. Ri­ver arran­có per­dien­do 2-0 el pri­mer tiem­po por dos go­les de Gan­du­lla, pe­ro al­can­zó la igual­dad en el com­ple­men­to gra­cias a dos tan­tos de Pe­der­ne­ra, a los 2 y 36 mi­nu­tos. La re­mon­ta­da fue he­roi­ca, ade­más, por­que el em­pa­te se con­si­guió con diez hom­bres, ya que el Pa­cha Yá­co­no ha­bía aban­do­na­do la can­cha a los 26 mi­nu­tos del se­gun­do tiem­po por un bu­lo­na­zo que hi­zo blan­co en su ca­be­za. Y en aquel tiem­po no ha­bía cam­bios. El em­pa­te le sir­vió el tí­tu­lo en ban­de­ja a Ri­ver y le dio por pri­me­ra vez la chan­ce de co­ro­nar­se en la ca­sa de su ad­ver­sa­rio.

Adolfo Pedernera anota el primero de River, en 1942. Después el mismo Adolfo igualaría el partido en 2 y River sería campeón.

Tre­ce años más tar­de, en 1955, Ri­ver go­za­ría nue­va­men­te de ese pri­vi­le­gio. Si bien per­dió 4-0 co­mo lo­cal, en la pri­me­ra rue­da, se des­qui­tó en la re­van­cha. El 8 de di­ciem­bre, por la an­teúl­ti­ma fe­cha, en un par­ti­do ju­ga­do por la ma­ña­na, Bo­ca se pu­so en ven­ta­ja a los tres mi­nu­tos con un gol de Et­che­verry y do­mi­nó am­plia­men­te a su ri­val. Pe­ro en ape­nas un mi­nu­to, cuan­do el en­cuen­tro en­tra­ba en su tra­mo fi­nal, Ri­ver lo dio vuel­ta: pri­me­ro fue An­ge­li­to La­bru­na, a los 29, y lue­go el Mo­no Zá­ra­te, a los 30 –en am­bos ca­sos des­pués de re­ci­bir sen­dos pa­ses de Wal­ter Gó­mez– quie­nes lle­va­ron a su equi­po a la vic­to­ria. Ri­ver fue cam­peón en la Bom­bo­ne­ra, pe­ro no dio la vuel­ta olím­pi­ca. La­bru­na jun­tó a sus com­pa­ñe­ros, fue­ron a fes­te­jar fren­te a su tri­bu­na, y des­pués se me­tie­ron en el ves­tua­rio. Eran otros tiem­pos, se ma­ne­ja­ban otros có­di­gos. Y na­die que­ría ofen­der a sus ad­ver­sa­rios, a los que con­si­de­ra­ban co­le­gas sin hi­po­cre­sía.

Labruna y Sívori saliendo a la Bombonera, en 1955. Fue 2-1 y vuelta olímpica.
 

LA ERA MO­DER­NA

La dé­ca­da del 60 fue una eta­pa ne­gra pa­ra la his­to­ria de Ri­ver, no só­lo por­que no se ga­nó nin­gún cam­peo­na­to si­no por­que la he­ge­mo­nía de Bo­ca en los due­los del clá­si­co re­sul­tó no­to­ria. Al co­mien­zo de los 70 se vis­lum­bró al­gún cam­bio y el re­par­to fue más pa­re­jo. En el Me­tro­po­li­ta­no de 1977 el sal­do fue cla­ra­men­te fa­vo­ra­ble al Mi­llo: ga­nó uno y em­pa­tó el res­tan­te en la Bom­bo­ne­ra, en lo que fue una vir­tual con­sa­gra­ción. Ocu­rrió el 9 de no­viem­bre, un miér­co­les por la tar­de. Era la an­teúl­ti­ma fe­cha, Ri­ver le lle­va­ba un pun­to a su es­col­ta In­de­pen­dien­te y el Bo­ca de Lo­ren­zo se ju­ga­ba to­das las fi­chas a arrui­nar­le la vi­da al Ri­ver de La­bru­na. Arran­có ga­nan­do el lo­cal con un gol de Per­nía, em­pa­tó Pas­sa­re­lla de pe­nal en el cie­rre de la pri­me­ra eta­pa (de­bió eje­cu­tar­lo dos ve­ces por in­va­sión de zo­na; con­vir­tió los dos) y, a dos mi­nu­tos del fi­nal, en una co­rri­da me­mo­ra­ble, Pe­dro Gon­zá­lez gri­tó el 2-1 tras su­pe­rar a Hu­go Gat­ti en la mi­tad de la can­cha. Fue el gol del cam­peo­na­to y una de las vic­to­rias en el clá­si­co más re­cor­da­das de la his­to­ria, con An­ge­li­to La­bru­na gri­tan­do de­sa­fo­ra­do en el mis­mí­si­mo cam­po de jue­go. Tres días más tar­de, Ri­ver ven­ce­ría a un ya des­cen­di­do Fe­rro (le al­can­za­ba con el em­pa­te) y fes­te­ja­ría un nue­vo tí­tu­lo.

Pedro González elude a Gatti y anotará el 2-1 en el Metro 77. El título, ahí.

En 1980, Ri­ver vol­vió a go­zar con los dos triun­fos en el clá­si­co y con el cam­peo­na­to. El 2 de mar­zo aplas­tó a Bo­ca en la Bom­bo­ne­ra con una ac­tua­ción for­mi­da­ble de una so­cie­dad que ha­ría es­tra­gos a tra­vés de to­da la cam­pa­ña: pa­se de Juan Ra­món Ca­rras­co, pi­que cor­to y de­fi­ni­ción eléc­tri­ca de Ra­món An­gel Díaz. Dos go­les de Ra­món, otros dos del uru­gua­yo que reem­pla­za­ba na­da me­nos que al Be­to Alon­so y el res­tan­te de Or­tiz de­cre­ta­ron la vic­to­ria más hol­ga­da en con­di­ción de vi­si­tan­te en la his­to­ria clá­si­co. Un gol de Hu­go Pe­rot­ti en el fi­nal le pu­so un mar­co más pia­do­so a la vic­to­ria.

Metro 1980, Ramón Díaz ya sale disparado para festejar uno de sus dos goles, en la Bombonera.

El 15 de ju­nio, con Ri­ver ya afir­ma­do en la ci­ma de la ta­bla y sa­cán­do­le ca­da vez más pun­tos a sus per­se­gui­do­res, el triun­fo fue por 2-1 en el Mo­nu­men­tal. Bo­ca que­ría sal­var un año pé­si­mo aun­que fue­ra con una vic­to­ria en el clá­si­co y pa­re­cía que lo con­se­guía con el gol del Lo­co Sa­li­nas en el arran­que del se­gun­do tiem­po. Pe­ro ése era un año de Ri­ver: Pas­sa­re­lla em­pa­tó de ti­ro li­bre (una de sus es­pe­cia­li­da­des) a los 20 mi­nu­tos y Lu­que, a los 28, mar­có el se­gun­do pa­ra una vic­to­ria muy fes­te­ja­da. La vuel­ta olím­pi­ca lle­ga­ría po­co tiem­po des­pués, en can­cha de Ti­gre, cin­co fe­chas an­tes del cie­rre del tor­neo.

Dos tor­neos des­pués y ya con otro téc­ni­co (Al­fre­do Di Sté­fa­no), en el Na­cio­nal 81, si bien no pu­do ga­nar los dos clá­si­cos, Ri­ver en­he­bró una ra­cha im­por­tan­te: un triun­fo, un em­pa­te y el cam­peo­na­to. Pe­ro el triun­fo tu­vo el va­lor adi­cio­nal de con­se­guir­se en la Bom­bo­ne­ra y an­te el gran Bo­ca de Ma­ra­do­na. Aquel 27 de sep­tiem­bre, por la ma­ña­na, Ma­ra­do­na pu­so en ven­ta­ja a su equi­po y en ape­nas 16 mi­nu­tos del com­ple­men­to, Kem­pes, Pas­sa­re­lla y Jor­ge Gar­cía –tras gran ma­nio­bra in­di­vi­dual que in­clu­yó una bur­la  a “la de Dios” de Hu­go Gat­ti– die­ron vuel­ta la tor­ti­lla.

La ter­ce­ra vez que Ri­ver hi­zo tri­ple­te y no le de­jó ni mi­ga­jas a su pri­mo fue en el cam­peo­na­to de la tem­po­ra­da 1985/86. En la pri­me­ra rue­da,  en el Mo­nu­men­tal, la vic­to­ria fue por 1-0 con aquel za­pa­ta­zo inol­vi­da­ble de Ale­jan­dro Al­fre­do Mon­te­ne­gro, un ague­rri­do mar­ca­dor de pun­ta iz­quier­do que en to­da su ca­rre­ra con­vir­tió 6 go­les. La re­van­cha, dis­pu­ta­da el 6 de abril en la Bom­bo­ne­ra, con Ri­ver ya re­ci­bi­do de cam­peón un par de fe­chas an­tes, se re­cor­da­rá por siem­pre: fue san Alon­so, la pe­lo­ta na­ran­ja, el gol de ca­be­za y el de ti­ro li­bre, el 2-0, la vuel­ta olím­pi­ca en las na­ri­ces del ri­val eter­no an­tes de em­pe­zar con el show de fút­bol. Fes­te­jos a lo gran­de.

Alonso anota de cabeza con la famosa pelota naranja el 1-0 en el campeonato 1985/86.

Cua­tro años más tar­de co­men­za­rían los tor­neos a una so­la rue­da. El 11 de di­ciem­bre de 1994, por el Aper­tu­ra, el Ri­ver de Amé­ri­co Ga­lle­go ate­rri­za­ba en La Bo­ca con la obli­ga­ción de no per­der pun­tos. Era la an­teúl­ti­ma fe­cha y el es­col­ta San Lo­ren­zo lo se­guía de cer­ca pa­ra dar el zar­pa­zo. El Bo­ca de Me­not­ti po­día arrui­nar­le la fies­ta a su ri­val, apos­ta­ba to­das sus fi­chas a esa bo­la. Pe­ro no le sa­lió. Ri­ver do­mi­nó el en­cuen­tro des­de el mi­nu­to ce­ro, se pu­so 2-0 en el pri­mer tiem­po con go­les de Fran­ces­co­li (de pe­nal) y de Or­te­ga, y ter­mi­nó ce­rran­do la fies­ta con un ter­cer tan­to ano­ta­do por un ju­ve­nil Mar­ce­lo Ga­llar­do. Tres días más tar­de, cuan­do San Lo­ren­zo dis­pu­tó un par­ti­do pen­dien­te con Ne­well’s y lo per­dió, Ri­ver se con­sa­gró cam­peón. Y al em­pa­tar en la úl­ti­ma fe­cha con Vé­lez, por pri­me­ra vez en su his­to­ria fue cam­peón in­vic­to.

Brazos al cielo de Enzo Francescoli, tras convertir su gol, el primero del 3-0 que River le asestó a Boca en su cancha en el Apertura 94. Se suman al festejo Astrada y Berti. Cinco años después, River también vencería a Boca y se quedaría con el campeonato, el Apertura 99.

El an­teúl­ti­mo ca­pí­tu­lo de es­ta sa­ga de ale­grías com­ple­tas hay que si­tuar­lo en el Aper­tu­ra 99. Fue el úl­ti­mo tí­tu­lo de Ra­món Díaz co­mo téc­ni­co en su pri­me­ra eta­pa. Ri­ver y Bo­ca lle­ga­ron al due­lo del Mo­nu­men­tal en lo más al­to de la ta­bla. Pa­ra el Mi­llo era ur­gen­te la vic­to­ria: es­ta­ba a pun­to de cum­plir 10 años sin ga­nar el clá­si­co en su ca­sa y acu­mu­la­ba nue­ve par­ti­dos sin ven­cer a Bo­ca, récord de los récords en el his­to­rial de los cho­ques en­tre am­bos. Y Ri­ver fue una trom­ba des­de el pri­mer mi­nu­to, cuan­do Sa­vio­la dis­pa­ró al tra­ve­sa­ño una gran ma­nio­bra co­lec­ti­va. Al fi­nal fue vic­to­ria por 2-0 con go­les de Ai­mar –que qui­so ti­rar un cen­tro y se la cla­vó a Cór­do­ba en el se­gun­do pa­lo– y de Juan Pa­blo An­gel. Y los tres pun­tos del clá­si­co ter­mi­na­ron sien­do la dis­tan­cia que se­pa­ró al cam­peón (Ri­ver) de su es­col­ta (Bo­ca). Sin du­das tu­vo un sa­bor es­pe­cial. Co­mo el 3-0 de es­te año en la Bom­bo­ne­ra. Co­mo siem­pre que se le ga­na a Bo­ca y se con­si­gue el cam­peo­na­to. Co­mo siem­pre que se con­si­gue gri­tar, con or­gu­llo y tam­bién con aro­ma a gas­ta­da: ¨Car­tón lle­no¨.

 

 

Por Diego Borinsky (2002).


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