Después del regreso tan esperado, Tevez entró en la monotonía del fútbol argentino y su imagen se fue desgastando hasta convertirse en uno más. Boca se quedó eliminado de la Copa Libertadores y el arranque del segundo semestre tenía al gran refuerzo perdido.

Con paciencia y la confianza de Guillermo, el 10 se fue reacomodando. Llegaron ofertas de China, se hablaron de posibles salidas y de rumores que alimentaban el mal momento. Sin embargo, el esquema apareció, los titulares fueron decantando en ofensiva y Carlitos se reacomodó detrás del número 9, Benedetto, y con dos extremos como opción de pase, habitualmente Pavón y Centurión.  

De aquel delantero desfachatado que debutó en Boca o del todoterreno que fue figura en Europa, quedaron destellos de calidad aunque otras características. Los números hablan por sí solos: en 11 fechas tiene apenas un gol y 4 asistencias. 

Sus pase-gol fueron dos a Pavón (Temperley y Atlético Tucumán) y dos a Benedetto (Gimnasia y San Lorenzo). El último, este domingo, terminó con una definición del Pipa que lo transformó en golazo. Su participación con la pelota en la cancha (foto) también es todo un indicio de su nueva función. Boca se está encontrando a sí mismo como equipo, en cuanto al juego y después de la derrota de Estudiantes, también en las posiciones. Mucho de esto, lo debe al Tevez asistente.