Jokic y Djokovic: los generales del deporte que alivian el dolor de Serbia

NICOLA JOKIC lo dijo después de darle este lunes a los Nuggets el primer anillo de NBA de su historia: “Es un gran momento para ser serbio”. Y tiene mucha razón, porque la joven nación que se convirtió en república independiente en 2006 redondeó una semana de ensueño a nivel deportivo, sumando la conquista de Novak Djokovic en el Abierto de Francia.

El pasado domingo, Nole había ganado su tercer Roland Garros y no sólo eso: se convirtió en el primer tenista hombre en alcanzar 23 Grand Slams, enarbolando la bandera serbia en lo más alto del pedestal deportivo de la historia.

36 horas más tarde, Jokic llevó de su mano hacia la gloria a Denver y lo transformó en campeón inédito del torneo de básquet más importante del planeta. Otro serbio que conquista el mundo, elegido como MVP de las finales. En el partido que sentenció el 4-1 ante Miami Heat, Nicola convirtió 28 puntos y logró 16 rebotes. Además, a lo largo de los playoff se convirtió en el primer jugador que lidera en unas eliminatorias de la NBA las estadísticas de puntos, rebotes y asistencias.

"Te felicito, hermano, eres el mejor", expresó Novak en sus redes para felicitar a su compatriota. Y agregó "La pequeña Serbia, con 6,8 millones de habitantes, tiene ahora al mejor tenista del mundo y al mejor baloncestista del mundo".
 

 

Las palabras de Jokic sobre Djokovic

 

Jokic y Djokovic tienen dos cosas en común: ser geniales en sus discplinas deportivas y ser hijos de una tierra castigada desde hace décadas por los embates de la guerra.

Jokic nació en 1995, en Sombor, suelo de la ex Yugoslavia, en medio de la Guerra de los Balcanes que entre 1991 y 2001 enfrentó a Serbia, Eslovenia, Croacia, Macedonia, Montenegro y Bosnia y Herzegovina. Aunque esos estados lograron su independencia, pagaron un alto costo que incluye incontables muertes, hambre y pobreza a causa de cuestiones políticas, culturales, religiosas y étnicas.

“Recuerdo las sirenas, los refugios antibombas, las luces siempre apagadas. Vivíamos prácticamente en la oscuridad. Incluso a las 9 de la mañana todo estaba apagado. Yo no podía salir solo, mi madre no me dejaba si no me acompañaban mis hermanos”, relató alguna vez el hoy superhéroe de la NBA.

 

 

Djokovic tiene algunos años más que su connacional basquetbolista, y vivió quizá con una conciencia diferente aquellos turbulentos años. "Prácticamente estábamos siempre el sótano. Todos los que venían, entraban, no había ninguna limitación.  Nos despertábamos todas las noches a las 2 o 3 de la madrugada durante dos meses y medio por los ataques", dijo sobre los bombardeos que sufrió en 1999, cuando tan sólo tenía 12 años.

Pero incluso hoy no le escapa a este tipo de cuestiones y se manifiesta como lo hizo durante el torneo que acaba de depositarlo en lo más alto de la posteridad del tenis. 

 

 

Tras derrotar en primera ronda al estadounidense Aleksandar Kovacevic, en lugar de la típica firma sobre la lente de la cámara, dejó escrita esta frase: “Kosovo es el corazón de Serbia. Paren la violencia”, en referencia a los enfrentamientos étnicos que se producen en esa zona que se independizó de Serbia en 2008.

Y después, en conferencia de prensa, amplió: “Kosovo es nuestra cuna, nuestra fortaleza, centro de las cosas más importantes de nuestro país. Duele mucho como serbio ver lo que está pasando en Kosovo, por lo que lo que menos podía hacer era esto. Como una figura pública, pero también como hijo de un hombre que nació en Kosovo, siento una responsabilidad adicional de intentar expresar mi apoyo a nuestro pueblo y a Serbia en su conjunto”.

No es ilógico pensar el fuego sagrado y la templanza de los que hoy hacen gala Luca Jokic y Novak Djokovic cada vez que asombran a todos dentro de una cancha, se forjaron asimilando tan duros golpes. Lo reconoce el monstruo sagrado y serbio del tenis: "En cierto modo, estas experiencias me hicieron un campeón. Nos hicieron más fuertes y nos dio más hambre por el éxito".

 

 

En medio de tanto padecimiento histórico y actual a raíz de la violencia, al pueblo serbio le toca disfrutar por las alegrías brindadas por dos de sus hijos que se sobrepusieron al dolor y se convirtieron en generales invencibles del deporte mundial.
 

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