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Horacio Zeballos: "Mi hijo me preguntaba: ¿sos igual que Djokovic?"

El flamante número uno del mundo en dobles detalló los momentos de felicidad tras la concreción del logro. "En esta disciplina si no sos ofensivo no tenés futuro", confesó.

Por Pablo Amalfitano ·

10 de mayo de 2024

HORACIO ZEBALLOS saboreó lo que pocos. Desmenuzó cada trozo de felicidad en el instante en que lo logró: alcanzar el número uno del mundo en su especialidad no se compara con nada.

El marplatense de 39 años, el mejor doblista del ranking de la ATP tras la última actualización semanal, es el cuarto tenista argentino en alcanzar la cúspide en el profesionalismo.

Una vez consumado el objetivo, tras su pase a semifinales la semana pasada en el Masters 1000 de Madrid junto con su compañero Marcel Granollers, reveló la presión que debió soportar durante los días previos: “Esa semana sentí que tuve más presión que nunca afuera de la cancha. Yo afuera de la cancha siempre soy muy tranquilo, relajado, trato de hacer otras cosas, pero esta vez, como sabía que estaba la posibilidad de ser el uno del mundo, daba vueltas el tema. Fue muy importante sentarme con Marcel (Granollers) y hablar mucho para ver cómo podíamos hacer que esa presión afuera de la cancha no nos comiera. Hablé con todos y pude desahogarme para tener esas herramientas adentro de la cancha. Bueno, la presión está, ¿qué hacemos? Fue muy importante no ocultar esa presión sino jugar con ella. Afrontamos el tema: clave reconocer y aceptar eso en lugar de ocultarlo. Lo aprendí con la experiencia: cuando era chico intentaba ocultar la presión y ahora les recomiendo a los más chicos que acepten y jueguen con la presión, porque es linda y forma parte del fuego de la competencia”.

¿En qué pensó Zeballos apenas pudo lograr el sueño de su vida? En diálogo con El Gráfico, ya con la mente más fría, lo detalló: "Fueron muchísimas imágenes las que se me cruzaron por la cabeza; miré para afuera, estaban mi mujer, mis hijos, mi entrenador completamente emocionado. Entonces yo entré en llanto y también me emocioné. Es un objetivo que trabajamos desde hace muchos años: esto no arrancó ahora. Todo empezó hace muchos años, cuando yo era chico y quería ser un exitoso del tenis. Después, cuando me volqué a jugar sólo dobles, pensábamos en perseguir el top 10, el top 5 y, por qué no, el número uno".

Los números nunca fueron una obsesión para Zeballos. Se lo inculcó nada menos que su padre, también llamado Horacio, quien lo formó y lo acompañó en sus inicios en el Edison Lawn Tenis Club de Mar del Plata.

“En toda mi carrera casi nunca miré el ranking. Y en este momento sabía que estaba cerca pero no exactamente en qué partido lo iba a cumplir o no. Cuando miré para afuera mi entrenador (NdR: Alejandro Lombardo) me hizo la seña del 1. Y le pregunté: ‘¿Soy el uno?’. Fue una locura. Nunca fui de fijarme demasiado en los puntos más que en el ranking. El objetivo era, obviamente, ser el número uno del mundo, pero nunca me fijé en los resultados o en los puntos porque eso no lo puedo manejar yo. Sabía que tenía que romperme el alma en lo que estaba al alcance de mi mano, porque lo demás no lo podía controlar”, expresó el ex 39° del mundo en singles, abocado de lleno como doblista desde 2019.

El acompañamiento constante de su familia, conformada por su mujer Sofía Menconi y sus hijos Emma y Fausto, resultó fundamental. Sobre todo por el instante de felicidad que cosechó instantes después de convertirse en el número uno del mundo.

"Fue hermoso: miraba para afuera y estaba mi hijo. Cuando terminó el partido me preguntaba: ‘¿Sos el uno? ¿Sos el uno? ¿Sos igual que Djokovic?’. Ahí le expliqué que era en dobles y no en singles; después nos metimos un ratito a pelotear en la misma cancha. Todas esas cosas me dan mucha alegría", reflexionó.

El origen del doblista

“Mis viejos, tanto mi papá como mi mamá, son importantísimos en mi carrera. Mi vieja siempre me apoyó en esta decisión: varios años atrás no era fácil ser tenista. Te preguntaban, además de ser tenista, qué más ibas a estudiar o de qué ibas a trabajar. Ellos fueron adelantados en la época y me apoyaron. Mi viejo me acompañó muchísimo, sobre todo, en quitarle peso al resultado en una etapa en la que no es tan importante. Hay un montón de padres que presionan a sus hijos para que ganen cuando son chicos, pero en ese momento lo fundamental es que hagan cualquier deporte y que lo hagan con pasión", profundizó el zurdo, ganador de 20 titulos de ATP en dobles -récord absoluto en el tenis argentino-.

Y aportó la clave por la que se transformó en un doblista de oficio: "En el juego fue importante tener a mi viejo como profe: me dio el tiempo necesario para enseñarle el saque, el revés, el drive, la volea, el smash, para hacerme un jugador completo. Supongo que fue adrede porque siempre fue un estudioso del deporte. Me sirvió 30 años después para desarrollarme en dobles, porque en esta disciplina si no sos ofensivo no tenés futuro. La repetición de los golpes, del smash, de los ángulos cortos, me sirvió para este momento”.

Las palabras de su padre, quien llegara a jugar con Guillermo Vilas -lo hizo dos veces: una en juniors en el BALTC y otra en el Torneo Austral de Bahía Blanca, que era internacional-, aportaron claridad: "Siempre le gustó ser doblista. Desde chiquito jugaba singles y dobles. En todos los torneos de menores jugaba las dos cosas. Yo siempre les inculqué a todos mis alumnos que hay que darles la misma importancia al single y al doble. Saber jugar bien dobles es válido para mejorar en singles".

¿Objetivo Juegos Olímpicos?

Para Zeballos apareció otra obsesión: los Juegos Olímpicos de París 2024, la gran cita del deporte internacional. Número uno del mundo, el mejor doblista del planeta se muere por estar, aunque no dependerá sólo de sí: el reglamento podría dejarlo afuera.

“El tema de los Juegos Olímpicos es un poco delicado. Tengo muchas ganas de estar, obviamente, pero a su vez la Asociación Argentina de Tenis (AAT) puede llevar un máximo de seis jugadores y ya tomó la decisión de llevar cuatro singlistas. Hay lugar sólo para una pareja de dobles", contó, en diálogo con este medio.

¿Cuál es el dilema? Lo explicó el propio jugador nacido el 27 de abril de 1985: "Estoy yo pero también están Machi (Máximo González) y Molto (Andrés Molteni), que ya llevan dos años muy buenos como pareja. Ahí estará la decisión del capitán Guillermo Coria (NdR: también capitán de la Copa Davis). Las ganas las tengo, por supuesto, pero la decisión será de ellos”.