¡Habla memoria!

1934. El japonés de Boca

Borocotó y una charla con Kanichi Hanai, el masajista japonés de Boca que llego al país y tiene una gran historia que contar. Dice que lo único que no pudo curar es a su hija, que se hizo hincha de otro equipo.

Por Redacción EG ·

23 de julio de 2019

Kanichi Hanai no sospechaba nunca que la Argentina lo esperaba. Allá en el Japón, en ese país exótico que hemos visto a través de pantallas y flores de papel, estudió durante cuatro años anatomía en el colegio de Tokío, especializándose en esa materia. Tiene tres hermanos médicos. Asegura que en su país se sabe muchísimo de eso, al punto de que muchos profesores han hecho un secreto de sus descubrimientos, que transmiten solamente a aquellos que consideran sus sucesores.

A los 19 años salió a recorrer el mundo. Dejó aquellas pilchas que lo hacían aparecer como un barrilete, se vistió a la europea, pasó a primera y arrancó. Su padre había muerto en la guerra ruso-japonesa y el hermano mayor de Kanichi heredó el mando de esa familia que llega ya a diez sucesores. Aquí cuando muere el viejo se arma una bronca grande entre los hijos. Todos quieren mandar, y si el pobre tata dejó algo, de inmediato sobreviene el reparto. Allá es distinto. El primogénito es quien manda y queda en la casa a la muerte del padre. Por eso Kanichi, que no era primogénito, consideró conveniente salir a rodar en busca de nuevos horizontes. Como armas para defenderse contra la vida tenía sus amplios conocimientos en anatomía, en jiu jitsu y gimnasia. Además, una capacidad de trabajo extraordinaria y una vitalidad envidiable que le ha permitido llegar al medio siglo y parecer un pebete.

—El 15 de febrero cumpliré cincuenta años — me dijo. Es decir: pretendió expresármelo, pero lo consiguió nada más que a medias, pues todavía tiene el japonés tan pegado que cuando habla hay que adivinarlo. — Y eso que yo fumo... —agregó.

 

LA GIMNASIA

Al llegar a fumo hizo una pausa larga. Iba a agregar algo más, pero decidió callarse. Y es que estuvo a punto de decirme que de vez en cuando festeja alguna victoria de Boca calentándose el garguero. Si su team pierde, para olvidarse también recurre al traguito. Por eso el domingo en que Boca le ganó a Platense... llegó el lunes. Entró a su casa con una banderita de Boca en el rancho y cantando en japonés. Pero a las seis de la mañana ya estaba haciendo gimnasia. De esa norma no lo quita nadie. A esa hora en pie. En el fondo de su casita del Dock Sur hace sus flexiones, trabaja con unas pesas de quince kilos cada una, practica diversos ejercicios.

Imagen Kanichi Hanai, el masajista de Boca Juniors, continúa practicando los deportes de su tierra, Aquí aparece con el arco japonés.
Kanichi Hanai, el masajista de Boca Juniors, continúa practicando los deportes de su tierra, Aquí aparece con el arco japonés.
 

—El japonés no tiene una vida muy larga — me dijo. — A mi edad está la mayoría como pasa de uva, todo arrugadito. Lo de pasa de uva lo saqué más por un movimiento de las manos que por las palabras, y cuando me dijo arrugadito frunció la nariz y la boca de manera tal que imitó ese gesto de la trompita de Cherro cuando está enojado. Por suerte me había ido con nuestro japonés Kikuchi, el fotógrafo, quien me traducía algo. A la salida le pregunté si Hanai hablaba bien el japonés, y me dijo que más o menos como el castellano... Lo cierto es que esa norma en su vida de levantarse temprano y hacer su sesión de gimnasia ha podido mantener a este hombre en admirable estado de juventud, por lo que será una revelación para todos el saber que está por cumplir el medio siglo de existencia. Además, trabaja incansablemente. Tiene su empleo de capataz en los ferrocarriles del Sur, atiende su consultorio particular y cumple celosamente con su trabajo en Boca Juniors. En su casa los días de consulta se agrupan los tipos más diversos y forman un curioso desfile hasta las doce de la noche. Van también jugadores de otros equipos, aun de aquellos que son adversarios de Boca, tales como los de Racing e Independiente. En eso Hanai es de una honestidad intachable.

—Yo divido mis actividades en tres aspectos que no se mezclan entre sí: Boca Juniors, mi empleo en los ferrocarriles y mi trabajo en el consultorio. Cuando a un jugador le digo que, puede actuar el domingo próximo, no pienso en que esa actuación debe producirse en el match contra Boca, y si le digo que descanse, también es verdad.

Así le ha ocurrida, de curar a Bugueyro para que éste después fuera a la cancha y su actuación significara la derrota de Boca.

 

SUS ANDANZAS

Por toda Europa anduvo Hanai, hasta  que una coincidencia lo trajo a la América del Sur. Entró en un barco como profesor de gimnasia y al llegar a nuestro país tiró anclas. Entonces, siguió rodando. Así anduvo de profesor de gimnasia y jiu jitsu en una comisaría de Paysandú (Uruguay); estuvo también en el Salto uruguayo; fue maestro de gimnasia de los escolares en Concepción del Uruguay; se vistió de pronto con un uniforme militar como con otro particular. Allá, en Entre Ríos, se produjo otro acontecimiento que lo ligaría aún más a nosotros: se casó. Luego vinieron los chicos y ahora es el momento en que Hanai tiene tres "chancretas" y dos varones. La mayor cuenta con 16 años de edad. Ella, como sus hermanitos, tiene, características de la raza paterna. Predomina el japonés contra la argentina hija de 'italianos, que es su esposa. Pero en cuanto los chicos hablan queda uno sorprendido, porque no se tiene la costumbre de oír hablar en criollo a chicos con aspecto de, japonés. Sin embargo, confesemos en honor a la verdad que los pibes son más lindos que el padre...

Imagen Hanai con su esposa y los dos hijos varones. Además, tiene tres "chancretas", como él denomina a sus nenas. Adviértase que los pibes se parecen al padre y poco a la mamá, que es criolla.
Hanai con su esposa y los dos hijos varones. Además, tiene tres "chancretas", como él denomina a sus nenas. Adviértase que los pibes se parecen al padre y poco a la mamá, que es criolla.
 

 

EN DOCK SUR

Curioso es saber cómo llegó a Boca y de dónde viene su entrada al fútbol. Después de todos los tropezones por el interior del Uruguay y Entre Ríos, Hanai llegó también al Paraguay para volver a Buenos Aires. Consiguió un puesto en los talleres del Ferrocarril del Sud en Dock Sur y así fue cómo un día decidió ver un match en cual jugaba el team del barrio. De pronto cayó lesionado un jugador. Hanai observó que el improvisado masajista que decidió atenderlo lo hacía muy mal y comentó un señor de la comisión de Dock Sur q estaba a su lado.

—Eso está mal. Es un veneno...

Tal es su palabra. Cuando quiere decirle a un jugador que determinada cosa hace mal, para mayor facilidad de expresión recurre a esa palabra.

—Atiéndalo usted — le contestaron. Hanai no se hizo rogar. De inmediato puso mano a la obra y el player quedó como nuevo. Volvió al field a continuar la lucha. Así fue cómo Dock Sur se lo llevó de masajista y Kanichi apareció en un par contra Huracán, en la cancha de este último.

Sea por sus buenas condiciones, sus amplios conocimientos y también la circunstancia de ser japonés, lo cierto es que muy pronto se hizo popular y fue designado masajista de los teams de la Asociación Argentina.

—En aquel tiempo la Asociación y Boca era lo mismo — dice —Por eso yo vine a parar a Boca. Y no me gustaba el fútbol. Prefería el baseball, que había practicado de niño en el colegio de Toldo, pero poco a poco me fuí haciendo a este otro deporte y, sin sospecharlo nunca, llegué a la situación en que me encuentro.

 

Imagen Hanai posa junto al plantel de Boca.
Hanai posa junto al plantel de Boca.
 

 

EN EL SUDAMERICANO

 En 1925, cuando Boca decidió realizar su gira por Europa, se pensó en llevar a otro entrenador. Los jugadores protestaron pidiendo al japonés y cuando la comisión resolvió llevarlo, Hanai no tenía tiempo para arreglar sus asuntos y embarcarse. Es por eso que no acompañó al equipo al Viejo Continente. En 1926 fue nombrado masajista del team que nos representó en el sudamericano de Chile y que perdió el campeonato por dos empates, uno contra los locales y otro contra los uruguayos, quienes a su vez derrotaron a los chilenos.

—Allí las primeras tristezas... — recordó Kanichi, y a inmediato se puso a pensar en el team que tuvo Boca por aquellos tiempos, cuando su popularidad se iba cimentando, cuando defendían sus colores figuras que habrían de contribuir en favor de ese arrastre que tiene en la actualidad el team xeneixe.

—No eran once jugadores —me cuenta. — Parecía uno solo. Lo que decía uno lo repetían todos. Siempre muy juntos, muy unidos, con mucho amor por el club, la camaradería era lo que mandaba allí. Desde aquellos tiempos me hice hincha de Boca, pero nunca fanático. Jamás se me ha visto en una cancha gritar un goal, ni protestar un fallo, ni quejarme porque a alguno de los hombres de mi cuadro le hayan dado un mal golpe. Casi no miro el juego. Estoy muy atento a los golpes para que, en el caso de que alguno sea lastimado, ya saber en qué forma fue golpeado. Muchas veces tengo que preguntar quién hizo el goal y casi no sé responder cuando me preguntan quién jugó mejor. Habiendo otros que deben ocuparse de eso, mi misión es la de velar por los cuerpos de los jugadores. Es por lo mismo que en Boca no ocurre como en algunos clubs en los cuales un jugador está caído y el público es quien tiene que llamar al masajista.

—¿Cuáles son las lesiones más comunes en los jugadores?

—Las que sufren a los tobillos son las más frecuentes porque en esa parte se reciben más golpes que en otras. Las rodillas también sufren y se producen bastantes desgarramientos musculares. Y ya que cito esto aconsejo a los jugadores que se cuiden mucho cuando están lastimados en las rodillas. Otras lesiones pueden tolerar excesos: la de la rodilla, no. Y al decir excesos ya saben bien a qué me refiero.

—¿Quiénes son los jugadores que más te han gustado?

—Voy a nombrar uno de cada línea: Tesorieri, L. Bidoglio, J. Vaccaro y R. Cherro. Hablamos de la evolución del fútbol y me hizo esta declaración:

—Antes, para llegar a crack, había que ser buen jugador. Ahora basta con ser bruto.

 

SUS AMIGOS

Va a los partidos con dos amigos compatriotas suyos, que son hinchas rabiosos.

Hay unos 300 japoneses hinchas de Boca, pero ninguno como esos amigos míos. Gritan que dan miedo; no razonan. Y como van conmigo, entran a la tribuna oficial. Si somos visitantes se encuentran rodeados de los adversarios. Y a veces les va mal. Una vez cobraron en Lanús, otra en La Plata, pero no se achican. Aunque haya piñas y más piñas, a la salida yo los encuentro en la puerta esperándome. Uno de ellos practica la esgrima japonesa e intervino en el festival de El Gráfico cuando hizo la Maratón. Al pasar por entre el público prefiero ir solo. En esos partidos bravos no quiero que me acompañen, porque en cuanto ven que algunos salen conmigo la hinchada dice: "Los que van con el japonés son de Boca". A mí no me dicen nada; es a los otros.

—¿Nunca te pegaron?

—Nunca. Yo no me meto con nadie y nadie se mete conmigo. En ninguna cancha me han tirado nada. Pero esos dos paisanos son rabiosos. Los tengo que calmar yo. Son "venenados".

De ese jeroglífico de japonés y criollo he podido sacar estas declaraciones de Hanai, quien dice muy bien dos palabras: "Boca y chau". Es lo que mejor pronuncia. Cada vez que habla con un paisano suyo en su idioma, al final siempre se le escucha el chau. Y es una palabra que Cherro, Varallo y el cordobés Pereyra recuerdan bien, porque en cierta oportunidad en que fueron a su consultorio particular, el cordobés le hizo el chiste de prender unos cuantos papeles de diario. En cuanto apareció Hanai, alarmado de que se le quemara su casa de madera, les pegó un grito en japonés, le dijo el chau al final y les cerró la puerta.

—Contame de algo que no hayas podido curar — le pregunté para finalizar.

—Yo vivía en una casa cerca de la de Bugueyro. Allí mi chica, la tercera, se hizo hincha de Racing. Es la infección que no pude curar... — Y le rieron los labios, los anteojos y los bigotes.

 

 

Por Borocotó.