Las Crónicas de El Gráfico

1959. Los desconocidos de siempre

Por Federico Kirbus. El histórico circuito del Parque Independencia de Rosario volvió a ser protagonista de una jornada a pura velocidad. La prueba de Autos Sport fue la más esperada.

Por Redacción EG ·

29 de enero de 2019
Hay carreras que nunca se olvidan. No importa la trascendencia del evento ni la cantidad de participantes. Lo que cuenta en este caso es la calidad del espectáculo. Hace algunos años, la de Rosario constituía una de esas carreras que nunca se olvidan.

El malogrado Enrique Díaz Sáenz Valiente y Carlos Najurieta habían librado en ese entonces un encarnizado duelo qué terminó sobre la misma línea de llegada con una victoria de Sáenz Valiente, ampliamente comentada y elogiada. Desde entonces ha pasado algún tiempo. Y ahora, el Parque Independencia volvió a vivir la belleza del espectáculo automovilístico en un escenario que difiere algo en su trazado del circuito utilizado hasta el presente.

La Asociación de Automovilistas de Rosario, que preparó y montó la carrera del día 18, decidió modificar el recorrido del circuito Parque Independencia, eliminando la seguidilla de curvas junto al lago.

De tal modo la extensión de la pista sufrió una variante y es ahora de 2.510 metros. Como "antipasto" de los ricos platos que luego se iban a ofrecer, se corrió una de las ya muy habituales pruebas reservadas para minicoches de hasta 300 c.c. Decimos minicoches porque el reglamento admitía no sólo los microcupés sino también los automóviles de esta cilindrada.

Tal modificación al reglamento hablase introducida por vez primera en la reunión de la Avda. Costanera, pero luego, en la jornada, del Vicente López Automóvil Club, se volvió a los microcupés como único ingrediente de este tipo de pruebas. Y ahora se admitió nuevamente la intervención de los vehículos de cuatro ruedas en dos carriles, puesto que los microcupés apoyan cuatro carriles. Mas no por tener cuatro ruedas en dos líneas los Isard pudieron ofrecer, a la larga, resistencia al campeón indiscutido de la especialidad, Antonio Mieres.

Imagen Interesante lucha hubo en la clase 1.200 c.c. El ganador, Gainza Paz, con DKW, pica en punta.
Interesante lucha hubo en la clase 1.200 c.c. El ganador, Gainza Paz, con DKW, pica en punta.


Antonio, hermano del popular Bitito Mieres, había averiguado desde Buenos Aires si podía intervenir con su Heinkel modificado, cosa que se le confirmó. Pero he aquí la sorpresa mayúscula de Mieres cuando, llegado a Rosario, se enteró de que su vehículo debía ser estrictamente de serie (en algunas oportunidades se realizaron pruebas abiertas para tales vehículos con motor semipreparado). Mieres se hallaba, por así decirlo, a pie. No tenía coche. Estaba dispuesto a renunciar. De buenas a primeras, una señora le ofreció su Heinkel, que el día anterior había sufrido desperfectos en la puerta, por una colisión de tránsito. Antonio le cambió la puerta y corrió con este vehículo improvisado, atacando desde atrás a todo un lote de Isard que había conseguido adelantarse en largada. El momento culminante fue cuando Mieres pasó a Carlos Guimarey, después de una persecución tenaz que había mantenido a todo el público en una prolongada expectativa. Tal como luego resultaría también en las pruebas de autos Standard y de coches Sport, el Heinkel, por ser más liviano, no le daba al Isard la ventaja que normalmente debería concederle. El trazado sinuoso Permitió a Mieres aprovechar mejor los modestos recursos de su vehículo para imponerse con un promedio de 70 Km. por hora. En la segunda prueba, para autos de serie hasta 1.200, hubo una interesante batalla entre el DKW, muy bien conducido por Guillermo Gainza Paz, y el NSU Prinz de Pedro von Dóry. Por momentos parecía que la lucha iba a tornarse más equilibrada aún, pero de todas maneras hubo al final de las 15 vueltas una diferencia de tan sólo 11 segundos a favor del DKW Más atrás, los Fiat de Caselli y Cadwell y el Volkswagen del seudónimo "NN" brindaren una interesante pugna por los puestos subsiguientes de la clasificación final.

No menos emotiva fue la carrera de los autos Standard hasta 1.500 c.c. Existía la intención de permitir la intervención de los tres mejores clasificados de la carrera anterior en la prueba de los 1.500, más este propósito no pudo concretarse. Después de una fugaz aparición en la punta del Peugeot de Migliore, el joven oriental Haile Aguilar tomó resueltamente la punta con su Simca 1.300 c. c. Marcolongo, Migliore y "Trompito" Jantus trataron de alcanzar al uruguayo. Sin embargo, el Simca, muy bien conducido, pudo mantener esta leve ventaja hasta el final. Sin duda, de haber podido pasar al frente Marcolongo, Aguilar difícilmente podía haberse adelantado otra vez a aquél. Lo cierto es que en el trazado, cuajado de virajes, no le fue posible a Marcolongo hacer tal maniobra, resignándose a ocupar el V puesto.

Notable es que tanto el promedio general como el record de vuelta de las carreras hasta 1.200 y 1.500 c.c. fueron muy similares. Gainza Paz, por ejemplo, había hecho el record de vuelta en 1'52"8, y Marcolongo apenas fue 2 segundos más veloz que el DKW, pues su record de vuelta quedó fijado en 1'51"1.

Es que un circuito adecuado puede conferirle excelentes probabilidades a un coche de menor potencia, y ello fue el factor predominante en la jornada del Parque Independencia, pues en todas las carreras los competidores con Vehículos menos potentes y menos veloces pudieron ofrecer batalla a quienes disponían de "más máquina". Para equiparar al débil y al poderoso, un circuito como el Parque Independencia resulta por cierto ideal.

Esta apreciación se confirmó en la prueba principal de la jornada. Se presentó un problemita días antes de la carrera, pues varios competidores de la especialidad pidieron que se les recompensara parte de sus gastos fijos. Después de algunos cabildeos se accedió al pedido, porque se consideró que, aun siendo la recaudación destinada a una institución benemérita, debía ofrecerse a los pilotos cierta recompensa en efectivo.

Imagen Largada de la prueba de autos Sport. Jantus, luego 2°, pica en punta, seguido de Salerno y el ganador, Bonomi.
Largada de la prueba de autos Sport. Jantus, luego 2°, pica en punta, seguido de Salerno y el ganador, Bonomi.


Con tales antecedentes se largó la prueba principal, tomando la punta Jantus (Porsche Spyder), seguido de Salerno (Ferrari 3.000 c.c., ex Milán, ex Piano) y Bonomi (Maserati 3.000 c.c.). En la curva de entrada a la recta de los boxes, Jantus realizó un trompo que lo relegó mucho, y poco después volvió a repetir este espectáculo en la curva del monumento al Gral. Belgrano para el público que aún no lo había visto. Al realizar otro trompo Salerno, Bonomi quedó en punta. En la segunda vuelta le tocó a Tornquist el turno de los trompos. El resultado fue una carrocería abollada y una dirección torcida.

Con todas estas alternativas, Camilo Gay había adelantado al segundo puesto Y estaba por pasarlo a Bonomi cuando también fue víctima de su exceso de entusiasmo en un viraje. Ello le dio a Salerno la oportunidad de volver al ataque, más nuevamente claudicó, esta vez a causa de un defecto mecánico.

Bonomi ya quedaba solo en la Punta, tras toda una serie de sucesos emocionantes y alternativas que dieron color y movimiento a la carrera.

Más atrás, Maestretti y Scoda, un muchacho debutante de Rosario, ambos con sendas Ferrari 2.715 c.c., libraron un lindo duelo particular. Delfosse y Durana empujaban desde atrás, mientras Heriberto Bohnen con su Porsche remozado fue el Protagonista de la carrera acaso más regular de la tarde. Ocupó luego un merecido tercer puesto.

Miguel Jantus, a pesar de haber protagonizado en total cinco trompos (¡sin deteriorar el coche!), fue segundo. Deficiente la labor de los banderilleros, que omitieron mostrar la bandera azul a Bonomi cuando Salerno estaba a punto de pasarlo. De todas maneras, el triunfo de Bonomi fué merecido por el mismo hecho de no haber perdido los nervios y perturbarse por los continuos ataques de sus adversarios con vehículos de menor potencia. Suyo fue también el record de vuelta con 1'32"6 (99,952 Km/ph.).