¡Habla memoria!

1967. Perfumo y un reportaje caliente

Reportaje a uno de los mejores zagueros que haya dado el fútbol argentino. Lúcido y directo en el análisis del fútbol, Roberto se ilusionaba con ser Campeón del Mundo con Racing ese año.

Por Redacción EG ·

20 de diciembre de 2018
baños turcos de Avenida de Mayo al 1100... Roberto Perfumo piensa en Roberto Perfumo, en el periodismo, en Racing, en River Plate, en el futuro...

Un reportaje caliente y en medio del calor


— ¿Un ejemplo?

—Maschio: profesional, compañero, jugador.

— ¿Un adversario leal?

—Artime.

— ¿Un adversario duro?

—Simeone.

— ¿Un arquero?

—Entre Santoro y Cejas...

— ¿Un dos?

—Schultz (Alemania).

— ¿Un volante?

—Dos: Corso y el "Bocha".

— ¿Un equipo?

—Alemania 1966.

— ¿Un partido?

—Hungría 6, Yugoslavia 5 (Tokio).

— ¿Un delantero?

—Ermindo Onega.

— ¿Un equipo de Racing?

—El del año pasado; tenía otro ritmo...

— ¿Un programa de TV?

—El agente de C.I.P.O.L.

— ¿Un actor?

—Mastroiani.

— ¿Una actriz?

—La Loren.

— ¿Un libro?

—"La Tierra", de Emilio Zola.

— ¿Una película?

—"La balada del soldado".

— ¿Un ídolo?

—Pedro Dellacha.

— ¿Una ambición?

—Campeón del mundo con Racing...

 


Sólo tres o cuatro madrugadores. Todo parece envuelto en sábanas. El silencio de la peluquería iluminada. El instrumental de los pedicuros durmiendo en las cajas de metal. El bar desierto. Las reposeras escondiendo el sueño aislado de alguien que juntó la noche con el día. Las luces de las cuatro cámaras de calor apenas recortan la figura de un sesentón con una toalla envuelta en 12 cabeza... y la de un hambre más joven, azorado, que quizá hace su bautismo con los baños turcos y se devora las indicaciones de precaución: "Mojar la cabeza, beber algo fresco, no quedar más de cinco minutos en cada cámara". Por el pasillo de entrada avanza un cliente de paso firme, con rasgos casi de niño, con cabello al seco, con fisonomía conocida. Llega al Castelar los sábados y los lunes de cada semana, siempre a la misma hora (las 10) para entregar sus piernas a las manos sabias de Marcelino Alba, masajista particular de Navarro, quizá especialista en preparar músculos de zagueros centrales. Y Alba da su opinión: "Roberto estaba duro, tenía los aductores como piedras... Ahora es otra cosa". Y Perfumo asiente. Y deja que Alba trabaje. Allí empezamos el reportaje más cálido que hayamos hecho. Cálido por el ambiente. Cálido también más allá de las cámaras, junto a los refrescos compensadores... Cálido por cada respuesta, por cada afirmación. —Roberto, ¿Racing está en baja?

—Y... algo pasa. Hay hastío. El equipo no es el del 66.

— ¿Por qué?

—No sé precisarlo. Quizá el hábito de ganar, ¿no le parece? Como hay equipos que pierden siempre, nosotros tuvimos esa racha increíble de ganar en todas..., de aburrirnos de ganar en la misma forma que otro equipo pierde y pierde sin posibilidad de dar vuelta el panorama. ¿Cómo le podría decir?... Llega un momento que usted no tiene incentivo, que no tiene hambre de pelota, que pisa la cancha como algo de rutina. Nosotros perdíamos 2 a O con Estudiantes (2-1 al final), y en el primer tiempo estábamos convencidos de que ganábamos, de que el partido era nuestro... ¡Qué sé yo! Ganábamos siempre. Dábamos vuelta cualquier partido. Y ganar se hizo un hábito muy repetido...

— ¿Los partidos de la Copa pueden haber agravado el panorama?...

—Nos mataron. Llegamos a jugar cuatro veces en ocho días. Yo estuve en todos... ¿Se imagina cómo salía de cada partido? Usted necesita un día para relajarse, para después recuperarse bien... y ya tenía que jugar otra vez. Hay equipos que no pueden seguir participando en la Copa. Hay muchos...

—En lo técnico, ¿no habrá también algún argumento para esto?... ¿No será ya muy cantado, muy conocido, el juego de Racing?

—Nuestro fuerte era la sorpresa, ¿recuerda? Yo creo que ahora sorprendemos menos. Todos los punteros derechos, a excepción de Cubilla, se preocupan más por tapar al "Panadero" que por ir arriba. Muchos técnicos hacen bajar a un delantero para que frene a Basile cuando se va al ataque. Lallana ha hecho ese trabajo... Pero, por encima de todo, entiendo que son muchos partidos, demasiados partidos...

— ¿Están convencidos de que el equipo no es el mismo?

—Todos los muchachos. Y esto es lo importante. Estos días en Córdoba, lejos del ruido, con diez o doce días sin jugar, nos pueden volver a poner en onda...

— ¿Cómo se armó este Racing?

—Con tres o cuatro cambios. Comprando gente para el equipo que quería Pizzuti y no nombres de cartel. Con un técnico que habla lo justo, que explica lo justo, y no marea al jugador... En fútbol se habla demasiado, ¿no le parece?

— ¿Quiénes, por ejemplo?

—Mire, usted me conoce bien y sabe que soy respetuoso de todos, pero veo una confusión en el ambiente... Quizá por nosotros mismos, quizá por algunos técnicos... y también por algunos periodistas. El fútbol no es tan complicado. En cada partido hay tres o cuatro jugadores que lo pierden o que lo ganan, y no se puede ir a ese análisis tan especial, tan profundo que pretenden algunos. Se habla de la contra pierna, de los abanicos imperfectos, de los remates con el borde externo... ¿No cree que es hilar demasiado fino?... Le voy a dar algunos ejemplos: yo me he resbalado y me salió "un quite brillante", y muchos goles con "el borde externo" fueron por pelotas impulsadas con la canilla. No se tiene en cuenta la casualidad, el azar, muchos factores que pesan... Todo tiene que tener su explicación, su observación profunda... ¿Se imagina usted si uno de esos técnicos que tanto hablan estuvieran en la posición de Pizzuti?... Bueno. Yo no sé lo que pasaría. Llenarían revistas enteras...

— ¿Cuál es el camino?

—Escuchar a los que hablan claro..., y poco. Yo le puedo asegurar que viví esa confusión. No sabía qué hacer. No era titular al firme. Sacchi estaba delante... y ni soñaba Con jugar de dos alguna vez. Entraba y salía. Me ponían un domingo y me sacaban al otro. Hasta que me serené. Hasta que opté por hacer mi propia autocrítica y no leer tanto sobre teoría. El que ha jugado al fútbol sabe muy bien que en la mayoría de los casos no hay tiempo para pensar sino para resolver. ¿Quién puede pensar en un borbollón? Usted saca... y listo. ¿Quién puede hablar de goles "colocados", salvo que el delantero reciba solo, sin nadie que lo moleste, y entonces sí puede hacerlo? Un delantero tira... y nada más. Y en su intención se iguala la pelota "colocada en el ángulo" con aquella otra que ubicó en la tribuna...

— ¿Su estabilidad emocional coincidió con la llegada de Pizzuti?

—Totalmente. Labruna dijo hace poco en El Gráfico: "Para que un equipo sea ganador tiene que estar convencido de que puede serlo". Ese es el caso de Racing. Ese es en parte mi caso. Pizzuti cuando me puso de dos me dijo que él tenía la seguridad de que yo andaría bien; que no tenía ninguna duda de que andaría bien. Anido y Vázquez estaban lesionados y se jugó conmigo. Y se acabaron los problemas. Hasta ese momento era un descontrolado que entraba en la cancha sólo a dar patadas. No me pregunte por qué... Una vez, en Chile, crucé la cancha para dar un puntapié increíble. Vino la racha, me asenté, y llegué a ser otro jugador. Yo soy otro jugador. Comprendí que entre Dellacha y Ramos Delgado, dos representantes de escuelas distintas, podía caber otra tónica... y la intenté. Gané confianza y me preocupé por aprender, por ir mejor “arriba”, en fin, pulirme en todo. Y a raíz de esto le tengo que apuntar otra cosa: es un disparate decir que fulano "no puede jugar". ¿Usted sabe la evolución que puede tener un jugador en un año? Puede cambiar totalmente... ¡No conocerlo!...

— ¿El cartel, su cartel actual, pesa en la cancha?..., ¿le sirve?

—A todo jugador le sirve. Yo no sé si he llegado, pero noto que muchos delanteros me juegan distinto... Ahí tiene el caso de Cubilla: cada número tres que lo enfrenta debe volverse loco el día anterior. No quiero hablar de mí ni hacer comparaciones... Pero le aseguro que desde el día en que fui el dos de Racing y de la selección las cosas se facilitaron bastante en algunos casos...

— ¿En qué adversarios de cartel piensa usted con preocupación?

—En dos, por encima del resto: Artime y Alfredo Rojas. Un yerro... puede ser un gol. Hay que equivocarse poco frente a ellos.

— ¿Cuáles son las características más salientes de Pizzuti?

—Su tranquilidad... y su exigencia. Le voy a dar unos ejemplos. Le ganamos a Boca, perdemos con Estudiantes o vencemos a Chacarita, y él siempre está igual. Sereno, sin denunciar nunca su estado anímico en el vestuario. Una sola vez lo vi distinto: fue cuando perdimos contra River, el día que se cortó la racha de 39 partidos. Yo iba para la ducha y lo encontré llorando... A mí también se me mojaron los ojos en ese momento. En la exigencia es un fenómeno. Una noche salimos a cenar y nos quedamos hasta las dos de la mañana, charlando, barajando cien temas. A las ocho José estaba como fierro en el estadio, y yo fui el más exigido en ese entrenamiento. Comprendí lo que me quería significar, y se lo agradecí en silencio. Así tiene que ser un técnico. Lo de la noche anterior no tenía nada que ver con Racing...

— ¿Cómo ve los partidos con River por la Copa?

(Mori, en manos de Alba, oye la pregunta y se adelanta a responder: "¡Si River nos gana me mato!...")

Roberto prefiere la cautela, aunque sólo a medias:

—Mire, el último 0 a 0 es significativo. Jugamos con cinco o seis suplentes y no nos pudieron ganar. Creo que psicológicamente el resultado es importante para nosotros. River tiene dos o tres jugadores que andan muy bien, pero lo veo sin llegada arriba... ¿Qué quiere que le diga?... Soy optimista...

(Morí vuelve al ataque: "Es fácil, Roberto... Es fácil".)

— ¿Pese al hastío, pese a la falta de sorpresa..., pese a ese bajón que usted confesaba, Perfumo? —En el 65, cuando íbamos últimos con comodidad (sic), todos estábamos unidos, confiados en que la mala tenía que ser superada. ¿Cómo no confiar ahora?... ¡Qué frase esa de Labruna!... "Para que un equipo sea ganador tiene que estar convencido de que puede serlo". En Córdoba nos vamos a convencer de nuevo... Estos días de descanso nos van a devolver las fuerzas, ¿no es cierto, Miguel?...  

("Sí, Roberto... No hay problemas. Ganamos uno... ¡y otra racha!...")

El calor de las cámaras se prolonga hacia afuera aunque la puerta esté cerrada. Para Perfumo el ambiente es uno solo. Allá adentro, con los 60 grados, y aquí, en la proximidad del bar, junto al renovador de aire. Sabe que puede... y lo demuestra. Se siente ganador... y gana. Por eso manda. Por eso es Perfumo. El local se esfuma. Nada de cámaras. Nada de toallas. El hastío se resquebraja... Cuando se va por el pasillo da la sensación de estar pisando el área.

 

Por EL VECO

Fotos: BIANCO