Las Crónicas de El Gráfico

1986. Los dos grandes empezaron la copa

Boca y River se cruzaban por el Grupo 1 de la Primera Fase de Libertadores. Fue empate a 1, magro partido y con un fallido agasajo a los campeones del mundo de México, según José Luis Barrio.VIDEO

Por Redacción EG ·

14 de noviembre de 2018
Boca y River, otra vez frente a frente. Decepción, fútbol mezquino y confuso, un empate que deja intacta la chance de ambos.

Todo estaba ahí. La Copa — que según los casos es ansiada conquista o ansiada reconquista—, la tarde hospitalaria, las camisetas queridas, la gente eufórica por Maradona, Bilardo y toda la secuela del Mundial. . . Todo estaba ahí, proyecto y anhelo de gran partido, con ídolos de siempre como Gatti y el Beto Alonso, con nombres ahora gloriosos, indiscutidos.

Todo estaba ahí, no pudo ser. La impotencia de Boca, que ocupó mejor la cancha, anticipó, fue optimista y generoso, quiso, pero encontró freno para sus planes en la propia imprecisión futbolística y en última instancia en la solidez de Nery Pumpido, crecido definitivamente al lugar de los notables. La impotencia de Boca y la avaricia de River, que encontró el gol en jugada sobre el límite mismo del off side y que además, antes y después, fue una exposición de errores con la pelota y de prematuro conformismo con llevarse un punto de la Bombonera. Y esto, obviamente, al margen de lo mucho que extrañó a Francescoli y de lo mucho que puede extrañarlo en el futuro. No pasó nada, y como síntesis de un partido de fútbol no hay expresión peor. ¿Qué va a pasar? Lo único claro es que los dos mantienen sus posibilidades nítidamente, que Wanderers y particularmente Peñarol no están bien, que todo indica que otro argentino acompañará a Argentinos Juniors en la ronda semifinal.

Los dos deben mejorar —especialmente los campeones de Veira—. Los dos pueden. La Copa espera, y es una ansiedad compartida.

1986. Los dos grandes empezaron la copa


SÍNTESIS

BOCA JUNIORS 1 . Graciani (33' penal)

RIVER PLATE 1. Alfaro (44')

Grupo 1. Copa Libertadores de América. Partido de la primera ronda. Jugado en el estadio de Boca Juniors, el miércoles 9 de Julio de 1986.

Recaudación total: Australes 238.878.

Juez: Juan Carlos Loustau (bien). Jueces de línea: Francisco Lamolina y Abel Gnecco (todos de Argentina).

Boca Juniors: Gatti (6); Abramovich (7), Higuaín (5), Passucci (6), Hrabina (6); Stafuza (6), Dykstra (4) (x), Olarticoechea (7) (xx), Melgar (4); Graciani (6), Gustavo Alejandro Torres (5). Suplentes: Genaro, Juan Amador Sánchez, Hoyos. D.T.: Mario Nicasio Zanabria.

(x) Reemplazado por Jorge Alberto Comas (6) a los 60'. (xx) Lesionado, reemplazado por Krasouski a los 87'.

River Plate: Pumpido (9); Gordillo (7), Borelli (5), Ruggeri (5), Montenegro (6); Héctor Adolfo Enrique (6), Gallego (5), Alfaro (5), Morresi (4) (x); Alonso (5), Amuchástegui (4) (xx). Suplentes: Goycochea, Saporiti, Saralegui. D.T.: Héctor Rodolfo Veira.

(x) Reemplazado por Patricio José Hernández (6) a los 68'. (xx) Reemplazado por Ramón Miguel Centurión a los 73'.

 

"NO PODEMOS ORGANIZAR NADA"

Imagen Un momento de la desorganización. Nadie mira, nadie escucha, nadie entiende...
Un momento de la desorganización. Nadie mira, nadie escucha, nadie entiende...


Boca tuvo una buena intención: agasajar a los campeones mundiales en el marco imponente que ofrecía su estadio, colmado por una multitud ansiosa por recibirlos con entusiasmo, calor, cariño y respeto. Debió ser una fiesta inolvidable, acaso irrepetible. Fue un fiasco que nos hizo repetir amargamente una frase que quisiéramos desterrar de nuestro vocabulario cotidiano: "No podemos organizar nada". Al comienzo nos extrañó que nadie explicara el sentido ni el orden de la ceremonia. ¿Una innovación, una originalidad que procuraba evitar palabras donde sobraba emoción? Nada de eso, sino algo más elemental: no funcionaban los altavoces, carencia que alcanzó su punto máximo cuando los equipos formaron en línea dispuestos a cantar el Himno Nacional, cuyas estrofas fueron entonadas por un sector de la hinchada de River, mientras la de Boca se ocupaba en vivar a Maradona, ambas evidentemente confundidas por el desorden reinante, No fue lo único, sin embargo. Cuando Carlos Bilardo puso su pie derecho en el campo de juego una enorme cantidad de fotógrafos, camarógrafos, reporteros radiales, allegados a las comisiones directivas, ilustres colados e invitados especiales de nadie, lo rodearon y prácticamente le impidieron saludar al público y acercarse al recinto en el que posaban las plaquetas relucientes que generosamente Boca había dispuesto obsequiar. Pero el absurdo, a esa altura absolutamente previsible, lo produjo el ingreso de Diego Maradona, literalmente arrancado por quienes ocupaban el campo, llevado a empujones hasta las proximidades de la tribuna popular local, molestado, apretujado, diríamos vejado torpemente hasta que pudo zafar y ganó el vestuario raudamente, abandonando —con toda razón— la fiesta de la cual era invitado principal. Así, entre el caos, la confusión y por fin el desinterés de la multitud, culmino un espectáculo bochornoso y lamentable. Lo que Boca imaginó como una verdadera fiesta resultó un terrible fracaso, una bofetada al buen gusto, un golpe artero al orden. ¿Por qué no somos capaces a organizar nada, por qué no aprendemos a ser campeones del mundo en todo, por qué nos empeñamos en destruir hasta las buenas ideas? ¿Por qué?

 

JOSE LUIS BARRIO

Fotos: ABACA, ALFIERI (padre e hijo), MAFFUCHE, HOROVITZ, PREGO y DIVELLA.