¡Habla memoria!

Viamonte 1366: intimidades públicas

1959. De las memorias de Raúl Goro surgen estas historias que cuentan los entuertos de nuestro deporte por excelencia: “La vida del fútbol justifica que el fútbol ande como anda por aquí”.

Por Redacción EG ·

28 de octubre de 2018
Quienes idearon la Implantación del profesionalismo en nuestro fútbol dicen haber tenido el propósito de jerarquizarlo. De adecentarlo, eliminando vicios del amateurismo marrón. Querían cuentas claras para llevar una administración más clara de las clubs. Eso dijeron.

Imagen Viamonte 1366. La dirección de la Asociación del Fútbol Argentino en un registro de El Gráfico, del año 1959.
Viamonte 1366. La dirección de la Asociación del Fútbol Argentino en un registro de El Gráfico, del año 1959.


Más la verdad es que todo obedeció al movimiento huelguístico de los jugadores entonces más consagrados, que casi diariamente se reunían en la casa Suiza (Rodríguez Peña y Bartolomé Mitre) para deliberar y solicitar mejoras en las emolumentos "marrones" que entonces percibían por sus servicios de futbolistas "amateurs". Al mismo tiempo, representantes directos de esos futbolistas mantenían entrevistas, no oficiales, con quienes regían entonces los destinos del fútbol. Llevaban el respaldo de todos sus colegas en actividad, lo que implicaba decir que los cracks iniciadores del movimiento lo tenían prácticamente ganado, y al negarse a actuar en otras condiciones que no fueran las que ellos imponían, el fútbol rentado no sólo fue realidad sino también motivo de una división institucional.

Muchos dirigentes de entidades que hablan hecho la apología del amateurismo resolvieron ser fieles a esa posición y permanecer en la vieja casona de la calle Viamonte. Esas instituciones fueron languideciendo hasta desaparecer, mientras que las más populares —aún lo siguen siendo en su mayoría— sentaron sus reales en un piso de la Avenida de Mayo y San José, donde nació la Liga Argentina de Profesionales.

Fui testigo presencial, en los comienzos de mi actividad periodística, de todas las reuniones efectuadas por los futbolistas en conflicto, como de muchas entrevistas que éstos realizaban con dirigentes interesados en un arreglo. También lo fui de muchos episodios, anteriores y posteriores a la fusión que dio lugar al nacimiento de la AFA y su eternización en la calle Viamonte. El profesionalismo, basado en informaciones más que en conocimientos reales de los hombres que redactaron su estatuto, eliminó el amateurismo marrón, pero trajo otros problemas y otros afanes en los dirigentes, tanto de la Liga Argentina como de los clubs afiliados, muchos de ellos buscando notoriedad, y muchos, también, beneficios económicos. La puja de los institutos por hacerse de Jugadores pertenecientes a la Asociación, que no necesitaban pase, desencadenó una verdadera lluvia de pesos, como asimismo otras problemas, demostrativos de que los dirigentes no siempre hicieron honor a la confianza en ellos depositada por los asociados al elegirlos. Del mismo modo permitió comprobar que ciertos jugadores, pese a sus contratos, remuneraciones y compromisos contraídos, haciéndose fuertes por sus prestigios, también se transformaban en factores de perturbación en el nuevo sistema.

 

GRIMOLDI Y PEUCELLE

Boca Juniors necesitaba, al implantarse el profesionalismo, un arquero y un puntero derecho, habiendo ya contratado a Varallo. Lógicamente. Iniciaron conversaciones con los que más sobresalían por sus condiciones: Grimoldi, arquero de Excursionistas, a quien, por su amplia gorra, se conocía por el apodo de "Visera", y Peucelle, puntero de Sportivo Buenos Aires, al que ya por su juego enredado se denominaba "Baruyo".

Ambos, ante un ofrecimiento formulado, dieron su conformidad, mas bastó que una mañana aparecieran por los vestuarios de la vieja cancha para que los jugadores boquenses automáticamente solicitasen una entrevista con los dirigentes, la que se efectuó en seguida. En el curso de la misma señalaron que si Boca contrataba a Grimoldi y Peucelle, ellos no sólo se retiraban, sino que no integrarían el equipo. Fue necesario prescindir de ambos. ¿Qué razones habían prevalecido? Grimoldi, Peucelle y varios Jóvenes futbolistas integraron, mientras se mantenía el movimiento, un seleccionado de la Asociación Amateur Argentina de Fútbol, que jugó en Asunción, Paraguay.

 

ROBERTO LUCCO

Todos los clubs de la Liga Argentina procuraban reforzar sus equipos, y al no hallar los elementos necesarios enviaron emisarios al exterior. Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay fueron visitados intensamente y no pocos jugadores de esos países vinieron al nuestro. Vélez Sárfield, por mediación de su ex jugador Luis Boffi, había contratado a Iván Mayo, el inolvidable "Chingolo". Los de Boca Juniors creyeron hallar en el país trasandino un elemento similar, y uno de sus miembros viajó a Santiago de Chile, regresando poco después con un puntero que jugaba indistintamente en ambos extremos. Se trataba de Roberto Lucco, quien pese a todos los intentos por mantenerlo en el conjunto superior demostró no tener las condiciones necesarias, por lo que, superando el límite de posibilidades, se le reintegró al club de origen. Al hacerse la transferencia se supo una oculta verdad: mientras acá se dijo que el mencionado había costado trescientos mil pesos de nuestra moneda, la operación se hizo por esa suma, pero en pesos chilenos.

 

JURANDYR Y SCARONE

¿Los recuerdan? Un arquero extraordinario y un eje medio excepcional. Pero mencionemos al arquero. Morocho, elegante, elástico, hábil, fue "importado" de Brasil por F C. Oeste y asombró a todos los shoteadores de penales por su habilidad para detenerlos. Pero todas esas virtudes corrían parejas con sus defectos, ya que, indisciplinado, desordenado, amigo de juergas y poco afecto a los entrenamientos, creó innumerables situaciones dentro de la entidad.

Imagen El guardavalla brasileño Jurandyr, protagonista de un episodio de los que ennegrecen al fútbol. Lo importante no estriba en que él haya aceptado un soborno. Más importante es que haya sobornadores. O por lo menos los haya habido.
El guardavalla brasileño Jurandyr, protagonista de un episodio de los que ennegrecen al fútbol. Lo importante no estriba en que él haya aceptado un soborno. Más importante es que haya sobornadores. O por lo menos los haya habido.


Tras varias temporadas fue transferido a Gimnasia y Esgrima de La Plata, y pese a actuar en la entidad platense siguió viviendo en Buenos Aires y en plena zona céntrica. Una noche, tras enfrentar Gimnasia a Banfield en cancha de Talleres, lo encontré por la calle Corrientes. Amigos como éramos, nos saludamos, y tras charlar un rato me invitó a acompañarlo a su casa, donde tomaríamos un trago mientras aguardábamos a una persona que vendría a visitarlo. Luego, iríamos a cenar. Acepté. Fuimos hasta Tucumán al 1000 y allí, entre copa y copa, me confesó que había sido apalabrado por alguien que, siendo de su amistad, le traería un regalito por su actuación en ese encuentro. Poco después apareció la persona, para mí desconocida, la que con todo desparpajo y previo un saludo y presentación se acercó hasta la cama de Jurandyr para volcar, de los bolsillos del pantalón, billetes retorcidos de cinco, diez, cincuenta y cien pesos, al tiempo que decía: "Si querés, contalos, pero están todos, son los de la recaudación".

Luego, sin aceptar convite porque afuera lo esperaban, se alejó sin inmutarse. Jurandyr, sin dar mayor importancia al dinero desparramado sobre la colcha, se sirvió otro trago, y mientras saboreaba la bebida explicó:

—Tenía mi palabra dada de ayudarlos, y casi, casi, no la puedo cumplir

— ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Alguna delación?

— ¡Qué delación! Si todos están en el Juego... Estos tarados. No patearon una pelota. Las pocas que vinieron, justo a las manos...

—Y, ¿cómo te hicieron el gol?

—Inspiración de Roberto. Scarone sacó adrede una pelota al córner, y cuando vino desde la esquina saltó conmigo, me pechó tirándome a un costado, y la dejó solita picando ahí en la puerta del arco. Menos mal que la metieron... Si no lo hacían, palabra que era para matarlos.

—Pero... ¿Roberto estaba en la combinación?

— ¡Claro! Otros más también. Después lo arreglamos. Vení, vamos a comer...

 

"LECHUGA" BORGNIA

Imagen Este es un caso distinto (Alfredo Borgnia), pues su indignación fincaba en tener la denuncia de que "otros habían agarrado". El ex jugador de Ferro Carril Oeste y San Lorenzo sigue practicando fútbol en Mar del Plata.
Este es un caso distinto (Alfredo Borgnia), pues su indignación fincaba en tener la denuncia de que "otros habían agarrado". El ex jugador de Ferro Carril Oeste y San Lorenzo sigue practicando fútbol en Mar del Plata.


En Liniers tienen un comercio mis amigos Cándido Peón Pereyra y Manuel Martínez. Un día aguardaba en Rivadavia y General Paz un vehículo cuando de un ómnibus procedente de Morón, donde vivía, descendió Alfredo Borgnia, el "Lechuguita" de la inolvidable delantera ferrocarrilera. Pese a la satisfacción del encuentro, noté que acusaba visible preocupación, por lo que arriesgué una pregunta:

— ¿Qué te pasa, “Lechuguita”? 

—Estoy indignado, Mirá. Es algo que no lo puedo olvidar. ¿Por qué me lo preguntás?

—Se te adivina en el rostro ¿Te pasa algo serio? ¿No arreglaste el contrato?

—Eso no tiene importancia. Sabés que no soy amigo de las complicaciones

— ¿Entonces?

—Un tipo que se apareció por casa esta mañana para ofrecerme un dinero si iba a menos el domingo. Imaginarás que lo saqué vendiendo almanaques... Pero eso no es todo

— ¿Hay algo más? Acaso, ¿sabés quién es?

—Ojalá lo supiera para denunciarlo. Lo lamentable es eso. No lo conozco, no sé cómo se llama y ni siquiera dónde vive. Y lo que me dijo…

— ¿Puede saberse?

—Casi nada: Sos un otario. No agarrás porque no querés. Pero ya entraron varios en el acomodo… Era para asegurarme uno más. Pero mejor, más para mí.

 

"PERICO" MARANTE

Muchos de los que aplaudieron al otrora crack de Boca y las selecciones ignorarán este episodio. José Manuel Marante, ya que el apodo de "Perico" le fue endosado años más tarde, se incorporó a Boca procedente de Barracas Juniors. Jugó de hall, centre hall y finalmente zaguero, sin cumplir actuaciones que lo destacasen como una figura de porvenir necesaria, imprescindible, menos aún en aquellos años de da guía, Valussi, Ibáñez Menéndez. De ahí que al finalizar la temporada del 38 fuese cedido a préstamo sin pago alguno a F Oeste, donde no sólo jugó poco en primera división, sino mal. Cumplido el periodo del Préstamo se le dio libertad de acción —pase en blanco—No obstante esa chance, quiso reintegrarse a Boca Juniors pero todas las puertas las halló cerradas. De nada valieron sus intentos por entrevistar al por ese entonces presidente, Eduardo Sánchez Terrero, ya en la, sede boquease, ya en su despacho en el Congreso de la Nación. La negativa rotunda o la excusa banal era valla que se oponía abiertamente a que Marante, boquense de alma, concretase la posibilidad de su reingreso al club. Un día me confió su problema y acepté darle una mano. A quien primero entrevisté, por ser presidente de la Comisión de Fútbol, fue al Dr. José Crespo, a quien fui a visitar, sabiendo que lo hallada y me atendería, en el Hospital Español.

—Doctor; perdóneme esta interrupción en su actividad, pero tengo que hablarle de Marante.

—Mire... Creo que pierde el tiempo. En Boca no tiene nada que hacer.

—Sin embargo él quiere jugar en Boca. ¿Quién le dice, doctor, que a lo mejor brindándole una oportunidad?

—Es inútil Lo hemos dispuesto ya... Le doy un consejo, ya que es tan amigo. ¿Por qué no le consigue algún club en el Uruguay o alguna segunda?

—Sin embargo, si me hiciera caso... Mire, lo hablaron de Racing, y como tiene el pase en su poder...

—Y bueno. ¡Que firme para Racing!

—Es que él quiere jugar en Boca.

—Yo no puedo hacer nada. Perdóneme que lo deje, debo seguir trabajando.
Imagen "Perico" Marante, el acaso más completo zaguero centro que haya tenido el fútbol moderno (son muchos los que así opinan), tuvo realmente que padecer en todo sentido para que Boca lo aceptara en sus filas luego de una frustrada maduración en Ferro.
"Perico" Marante, el acaso más completo zaguero centro que haya tenido el fútbol moderno (son muchos los que así opinan), tuvo realmente que padecer en todo sentido para que Boca lo aceptara en sus filas luego de una frustrada maduración en Ferro.


Esa misma tarde fui hasta el Congreso. En el segundo piso estaban las oficinas del titular de Boca Juniors y Secretario Rentado de uno de los bloques políticos. Costa, el ordenanza, tras anunciarme, me hizo pasar casi enseguida. Don Eduardo Sánchez Terrero, de pie, me aguardaba, sin suponer que el motivo de mi visita era Marante. Un saludo y al grano.

—Don Eduardo, perdóneme el tiempo que le robo, pero me gustaría saber, siempre que tuviese a bien informarme, las razones que impiden a Marante volver a jugar para Boca Juniors.

—Le hablaré con franqueza. Con mucha franqueza. Es un jugador que no nos interesa. Además en Oeste fracasó rotundamente... Entonces, ¿para qué vamos a firmarle contrato sí no lo utilizaremos? Vino a verme en varias oportunidades y siempre me he negado. Me da pena decepcionarlo. Dígaselo usted, que es tan amigo. Seguro lo comprenderá. No creo tenga nada que hacer en el fútbol.

— ¿Es su palabra definitiva?

—Sinceramente, sí. Y lo digo con pesar. Supusimos que tras jugar un año fuera del club se asentaría... Sin embargo, ya lo ve. Ni en Oeste lo quieren.

— ¿Y si lo hiciera firmar para Boca, sin contrato?

—No ganará nada Pierde el tiempo.

—De cualquier manera, muy agradecido, don Eduardo. Pese a todas las opiniones contrarias convencí a Marante para que firmase de nuevo para Boca. Me hizo caso.

Dos o tres semanas después de iniciada la nueva temporada se enfermó Valussi y no había reemplazante. Alguien recordó que Marante había vuelto a la entidad y se entrenaba en el club, proponiendo su nombre para suplirlo contra Vélez Sárfield, allá en el reducto imbatible de la calle Basualdo. Pero llovió y al no disputarse la fecha malogró toda posibilidad. A la semana siguiente, quien enfermó fue Ibáñez. Ya no se dudó, pues Marante, estimulado por la posibilidad, había intensificado su preparación, y en las prácticas demostró total recuperación física y anímica. Se jugó el partido. Ganó Boca, siendo Marante verdadero puntal defensivo, y quien primero concurrió a los vestuarios para felicitarlo fue Sánchez Terrero, quien aprovechó a invitarlo para el día siguiente a su despacho en el Congreso, aclarando que era para conversar. Lo acompañé. Costa apenas nos divisó, pese a todos los que hacían antesala, nos introdujo enseguida. Allí escuché más o menos esto:

—Reconozco que nos hemos equivocado. Ayer lo demostró plenamente. No es el momento ni hay por qué pedir disculpas, sino ser prácticos. Resolvimos firmarle contrato. Vaya pensando en sus exigencias porque lo hemos citado para esta noche. Hasta luego.

Raúl Goro (1959)