Las Crónicas de El Gráfico

Flor de fango: el hincha

Ricardo Lorenzo, "Borocotó", explica con sencillez ese inexplicable mecanismo vital que, en cualquier latitud, transforma a un hombre en HINCHA DE FÚTBOL. Con fotos extraordinarias de todas las épocas.

Por Redacción EG ·

25 de septiembre de 2018
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En esta época en que el amor se coloca a plazo fijo y a alto interés, en estos momentos de riguroso practicismo hasta en cuestiones sentimentales, existen quienes entregan todo el caudal de sus afectos esperando recibir emociones como única recompensa. Nada más que emociones. Choca esta comprobación, que viene a ser como una cachetada a la característica actual.

Es el hincha una flor de fango. Mantiene toda la pureza de su ilimitado desinterés en estos tiempos en los cuales se solicitan garantías responsables antes de prodigar una pequeña parte de capital efectivo. Posee también todos los defectos propios del arrabal de pasiones en que ha nacido y en el cual actúa: pero ellos no son lo suficiente como para restarle méritos a su altruismo, al perfume de sinceridad que emana. Es el hincha, el auténtico hincha que lleva el corazón rayado con los colores de su club favorito, una figura simpática y respetable. Sacrifica su tranquilidad, su dinero y su porvenir cuando las circunstancias así lo exigen. Hasta frunce el ceño y cierra colérico los puños cuando se ha hecho una ofensa a su sentimiento. Acaso carezca, en algunos instantes, de la reflexión debida. y su espíritu impulsivo lo arrastre a cometer acciones punibles, pero ellas serán siempre fruto de un inmenso amor, y, cuando el amor ha rebalsado los límites de la reflexión, es decir, cuando llegó a ser verdadero amor, las acciones tienen su disculpa. Solemos pasar revista a los recuerdos de la adolescencia y nos invade una alegría inefable al comprobar la locura de que hicimos gala en nuestra primera juventud, en ese período en que carecíamos de leyes y convencionalismos que pusieran freno a las pasiones que nos dominaban. Si tenemos esa indulgencia hacia nuestro pasado, tengámosla también para juzgar al hincha que tiene hacia su favorito un amor de eterno adolescente, plagado de maravillosas locuras.
Imagen 1962. Los hinchas xeneizes en la Bombonera.
1962. Los hinchas xeneizes en la Bombonera.


COMO SE PUEDE FORMAR UN HINCHA

Sus primeros recuerdos se presentan siempre borrosos. No puede precisar la fecha en que vio, en la tienda de la esquina de su casa, aquellas camisetas de colores que tan extraña impresión grabaron en sus infantiles pupilas. También no olvida los impulsos de una predilección tempranera que lo hacía dar puntapiés a toda cosa esférica que encontrara. Una vez su mamá le hizo una pelota con una media vieja y se entretuvo horas y horas pateándola hasta que le aburrió el juguete, nunca el juego. Se preguntaba más tarde, sin hallar respuesta, por qué los cuadernos de la escuela tenían los mismos colores de aquellas camisetas que había visto hace años en la tienda de la esquina, y por qué coincidencia también, los hallaba en los letreros de las casas de comercio y los lucían los ómnibus que pasaban frente a su casa. Si ya le agradaban y había conocido el team que los difundía, si todo había sido obra de la casualidad para que se afirmara un efecto todavía no arraigado hacia el club de football que respondía a esos colores, esa simpatía era acaso una imposición del destino. Había nacido para ser hincha de football e hincha de un club determinado.
Imagen 1930. La barra de la popular (con "megafono" y todo) en el partido final entre Gimnasia (LP) y Boca, donde el Lobo se consagró campeón de Primera 1929  (torneo llamado Copa Competencia)
1930. La barra de la popular (con "megafono" y todo) en el partido final entre Gimnasia (LP) y Boca, donde el Lobo se consagró campeón de Primera 1929 (torneo llamado Copa Competencia)


El sentimiento permaneció un poco vacilante un tiempo, pero se encargó de afirmarlo definitivamente un compañero de escuela que sentía igual predilección. Además, ya podía leer las crónicas de los diarios: comenzó a enterarse de performances y los nombres de los jugadores le fueron familiares. Los veía en fotografías y no se acostumbraba a la idea de que fueran hombres como los demás. Advertía que su amor se intensificaba por momentos y que no sufría fluctuaciones ante la derrota. Continuaba jugando en el patio de la escuela, en la calle, cuando podía, en cualquier lugar que la oportunidad se ofreciera. Pero le faltaba lo principal: ver un match importante. Era su gran anhelo, y su cumplimiento lo iba aplazando porque, para realizarlo tendría que desobedecer a sus padres, los cuales ya le habían proporcionado algunos coscorrones cuando aparecía con las rodillas lastimadas. Para mayor desgracia, eran de esos padres que niegan la gimnasia, pues desean ver a sus hijos gordos creyendo que la gordura es señal de salud. ¿Cómo convencerlos del football? Ni gustaban del deporte, ni comprendan otros sentimientos que los suyos, bastante fuera de época por cierto.
Imagen 1936. Público (¡atenti los moñitos!) en el partido nocturno entre San Lorenzo y Racing en cancha de Boca.
1936. Público (¡atenti los moñitos!) en el partido nocturno entre San Lorenzo y Racing en cancha de Boca.


VISION IMBORRABLE

El deseo tomaba mayor consistencia y había llegado a constituir en él una fuerza que hacía olvidar la paliza paterna. No pudo resistir a la tentación y se largó a la cancha. Fue toda una odisea. Llegó hasta los portones después de haber andado a pie por calles extrañas, de haber hecho coladeras en los ómnibus, pues tenía necesidad de reservar el dinero del cine para pagar la entrada al field. Al fin se encostro ante el campo verde deslumbrante, superior en belleza a lo imaginado a través de las crónicas que le hablaban de sus favoritos. Sus ojos se sintieron deslumbrados y bebieron la belleza hasta embriagarse. De pronto se tornó sentimental. El corazón le latía con violencia, de una manera nunca sentida. Los jugadores, aquellos personajes de leyenda, estaban allí en el field después de haber sido saludados con una estruendosa manifestación de aplausos. Y eran hombres como los demás. Los había rubios, que él creyera morochos porque en los diarios salían muy oscuros. ¡Y cómo jugaban! Eran verdaderos artistas de movimientos agradables, de acciones lucidas, de actitudes hermosas. Entre ellos la pelota rodaba de unos a otros, regida muchas veces por una ley geométrica que no podría ser dictada por los shots y los pases, porque era todo tan exacto, tan matemático, que debería obedecer a algo invisible, a algo que escapaba a su comprensión. En sus ojos de niño se iba impresionando ese film que no podía dar el cine, que superaba a todas las hazañas de Tom Mix. Y como para rematar esa exposición de un arte, aún no gustado en toda su amplitud, de repente el estadio trepidó sobre su base, y un grito, cuyo eco llegó hasta el cielo, saludó el primer tanto de su favorito.
Imagen 1937. La purreteada atenta al field. Foto tomada por otro célebre artista de la imágen de El Gráfico: Kikuchi.
1937. La purreteada atenta al field. Foto tomada por otro célebre artista de la imágen de El Gráfico: Kikuchi.


Los golpes caían sobre su cuerpo y le proporcionaban un dolor inferior al de otras veces. En su mente seguía reconstruyendo las escenas inolvidables del primer match de su club. La ira paterna no conseguía borrar esa visión superior, incomprendida por los padres que no sabían de sentimientos. Ni lloraba; ya estaba resignado al castigo, que se atenuaba con la evocación de la jornada verificada en un field auténtico bajo el rumor de las tribunas repletas. Las cartas estaban echadas. Ya no podría dejar de ver los matches, y comenzó a rodar de cancha en cancha detrás de su favorito, sin importarle de las palizas paternas, porque ya no le daban dinero para el cine y tenía que entrar a los matches eludiendo el pago de la entrada, lo que no siempre era posible. Aquel amor que se insinuó ante las camisetas de colores brillantes vistas en el escaparate de la tienda de la esquina, llenaba todos los anhelos y creaba una necesidad que no podía doblegarse ante correctivos que sólo servían para intensificar el sincero sentimiento.
Imagen 1941. El célebre fotógrafo Garabito (Palazzo),  de El Gráfico,  sacó esta excelente retrato de una hinchada.
1941. El célebre fotógrafo Garabito (Palazzo), de El Gráfico, sacó esta excelente retrato de una hinchada.


HINCHAS DE HINCHAS

Un team de barrio, de esos pobres teams que luchan durante toda su vida en malos últimos puestos del campeonato bajo la constante amenaza del descenso, tiene los hinchas más sacrificados, ya que pocas veces reciben la satisfacción del triunfo. Ser parcial de un team que tiene grandes posibilidades de salir campeón y que ofrece en muchas jornadas elevados scorers a su favor para recreo espiritual de la hinchada resulta una cómoda situación. No quiere decir esto que todos ellos no tengan bien arraigado su afecto, pero hemos de convenir en que una buena mayoría son hinchas circunstanciales, de esos que se inclinan hacia el sol que más calienta. La inmensa cantidad de parciales que tuvo Alumni se vio disminuida considerablemente cuando tuvo que dejar paso a una mejor escuela de football, aportada por la nueva generación. La enorme hinchada de Racing sufrió igual sangría al decaer el team de Avellaneda, y sólo continúan fieles a la causa los que eran sinceros, los que ante un contraste de la actualidad recurren a sus recuerdos gloriosos para buscar lenitivo a los pesares. Mientras tanto, San Lorenzo vio aumentado su contingente de socios y parciales con sus últimos triunfos. Boca Juniors, en cambio, como siempre, se ha mantenido en los puestos de vanguardia y posee una honrosa tradición, conserva su hinchada. Existen, pues, los hinchas creados por las victorias y los que siguen a sus favoritos en las malas y en las buenas. De esos últimos, los que merecen la mayor consideración son aquellos que pocas veces experimentan la satisfacción del triunfo y que acompañan al team de sus afectos hasta las pobres canchas desprovistas de esas gruesas falanges de aficionados, gozando del triunfo que para ellos representa el caer derrotados por un goal de diferencia frente a uno de esos poderosos teams que ocupan los puestos de preferencia en las tablas de los campeonatos. Espíritu de sacrificio, sinceridad en el afecto, solidaridad en los momentos de apremio, todas estas virtudes se encuentran en estos hinchas que pueden ser simbolizados por una flor de fango que majestuosamente luciera la pureza de un sentimiento desinteresado en esta época de riguroso practicismo.

 BOROCOTÓ

ESTA NOTA FUE PUBLICADA EN EL NÚMERO ESPECIAL DEL ANIVERSARIO 60° DE EL GRÁFICO EN 1979