Conmebol Libertadores

Las figuras de la hazaña

Sand, Pasquini, Acosta y Silva fueron los puntos altos de un Lanús que tuvo como figura al equipo. Andrada también fue uno de los puntos altos.

Por Redacción EG ·

31 de octubre de 2017
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Parecía que todo se ennegrecía, que el resultado estaba cantado y que River iba a llegar a una nueva final. El 0-2 promediando el primer tiempo tenía olor a cosa juzgada y el mismo público se había apagado en la resignación. Lanús no encontraba los caminos, River se hacía fuerte y cada vez pisaba mejor la cancha. Sin embargo apareció Pepe Sand, el eterno, sobre el final del primer tiempo para darle vida al equipo. 

Con el 1-2 Lanús fue a buscar un gol desde el arranque del complemento, y lo encontró rápidamente a través de Sand, que marcó el segundo, el tanto clave, el del quiebre que demostró que Lanús podía ganar. Pero faltaba mucho, dos goles en una definició son un océano. 

River se fue apagando y casi de arremetida Lanús tuvo el tercero. Acosta aprovechó un buscapié y primereó a Maidana, que quedó pagando. El 3-2 del Granate llenó al Millonario de dudas y así llegó el penal, VAR intermedio incluido, que Alejandro Silva cambió por gol. 

Así, Lanús llegó a la final con una hazaña que se gestó cuando Pasquini empezó a ser Pasquini, Acosta empezó a ser Acosta y así Lanús empezó a ser Lanús, un equipo temible, pragmático y vistoso al mismo tiempo y sobre todo efectivo por naturaleza. Andrada hizo el resto para aguantar el resultado. 

Salud, Lanús. Ahora queda un paso más, será en la final ante Barcelona de Ecuador o Gremio.