Los caudillos: Moreno

Contemporáneo de Herminio Masantonio y sin aflojarle un tranco de pollo en hombría al legendario caudillo del Globito, José Manuel Moreno  tenía ese magnetismo especial de los que se imponen instantáneamente y contagian lo que ellos sienten al resto del equipo. El atributo fundamental de Moreno fue una casi exagerada confianza en sí mismo. Debutaba en la primera de River, durante una gira por Brasil, con sólo 18 años, y mirando al half que debía marcarlo, un negro imponente, le dijo a su compañero Landoni: “No nos puede parar... Es muy feo para nosotros...”





Una tarde, en cancha de Tigre, al entrar con River al campo, recibió una pedrada en la cabeza. No acusó el impacto. No dijo una palabra. Empezó el partido y al rato tenía una banda roja adicional sobre la casaca. Era la sangre que manaba de una herida del cuero cabelludo. Quisieron hacerlo salir de la cancha y se negó. Cuando llegó al vestuario, le dijeron: “¿Estás loco? ¿Por qué no avisaste que te habían acertado? Te curábamos antes del partido...” La respuesta denuncia al hombre lleno de vergüenza y amor propio: “¿Hacerme curar en la cancha? ¿Para que esos tipos de la tribuna se pavonearan diciendo que <>...? ¡Eso nunca viejito!”