¡Habla memoria!

Bienvenidos, inmigrantes

El fútbol argentino suele exportar más futbolistas de los que importa. Y, cuando compra, mira el mercado sudamericano. Sin embargo, existieron excepciones: elegimos un representante de cada uno de los 27 lejanos países que tuvieron embajadores en la Primera División durante el profesionalismo. Un catálogo exótico y entrañable.

Por Martín Estévez ·

05 de abril de 2016
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Felix Orode, Nigeria
Su camino comenzó como el de muchos nigerianos que se destacan en su país: lo contrató un equipo pequeño de Europa, el Lleida español, en 2009. Pero continuó como el de ningún otro nigeriano: meses después, cuando tenía solo 19 años, estaba jugando un San Lorenzo-Huracán. Pese a que dio una linda asistencia, fue su único partido en Primera División. El Cholo Simeone lo declaró prescindible, dejó San Lorenzo (foto arriba) y siguió su carrera en Nueva Chicago, CAI de Comodoro Rivadavia, Excursionistas, Luján, Comunicaciones, Walter Ormeño (Perú) y Sportivo Barracas, donde sigue corriendo cada sábado.

Eduardo Bennett, Honduras
El futbolista centroamericano más querido en nuestro país nació en La Ceiba en 1968 y brilló en Curacao y Olimpia, de Honduras. En 1993, San Lorenzo buscaba opciones económicas para reforzar la delantera y probó suerte con Bennett. Sorprendió con 8 goles en el Apertura y se ganó muchos aplausos. Fue tan conocido por su nivel como por el apodo que recibió: el Balín. Integró el plantel campeón en 1995, pero había perdido la titularidad, así que pronto pasó a Argentinos. En el Nacional B 96/97 hizo 23 goles en 26 partidos que impulsaron al Bicho a Primera. Luego jugó en Chacarita, Quilmes y seis equipos de Honduras.

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Mierko Blazina, Italia
Descendiente de yugoslavos, Mierko (foto) nació en Gorizia, Italia, en 1925. Llegó a la Argentina con apenas 8 años, cuando sus padres se escaparon de una Europa llena de tormentos. Practicó básquet y fútbol, pero su buen nivel como arquero lo llevó a decidirse por la número 5. Debutó en San Lorenzo en 1943 y se quedó a vivir en el club. Fue campeón en 1946 y jugó nada menos que 240 veces hasta 1954: es el europeo con más partidos en nuestro fútbol. Luego pasó por Nacional de Uruguay (1954-60) y se retiró jugando para San Telmo (1960-1962). Se quedó en la Argentina, donde trabajó como mecánico y taxista. Murió a los 80 años, en Buenos Aires.

Alphonse Tchami, Camerún
Tal vez fue el impacto que generaron Camerún en el Mundial 90 y Nigeria en el 94. O la buena sensación que causó otro morocho potente y extranjero, Bennett, en San Lorenzo. O algún negocio que beneficiaba a representantes y dirigentes. La cuestión es que, en 1994, Boca contrató a Tchami, que traía buenas credenciales de su paso por Dinamarca. Figura en sus primeros partidos, luego fue opacado por Maradona y Caniggia, y su nivel decayó. Totalizó 50 partidos y 11 goles, incluyendo uno a River, y se volvió a Alemania. Luego jugó en Emiratos Arabes, Escocia, Rusia, China, El Líbano y se retiró en 2005, en el Epernay Champagne de Francia.

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Vladimiro Tarnawksy, Ucrania
Gracias a su sobriedad (y a su 1,89 metros) en el arco (foto), se convirtió en uno de los europeos de más extensa permanencia en el fútbol argentino. Nacido en Kiev durante 1939, se inició en El Porvenir y luego pasó por Newell’s (1957-60), San Lorenzo (1960-62) y Estudiantes (1963). Fue tapa de El Gráfico en 1959, año en el que representó a la Selección Argentina en el Campeonato Sudamericano. Sumó 156 partidos entre el ascenso, la Primera División y la Libertadores: atajó en el Cuervo durante la copa del 60. Luego se mudó al poco competitivo fútbol de Estados Unidos: jugó en Tryzub y en los Boston Beacons entre 1964 y 1968.

Velko Iotov, Bulgaria
La actuación de Bulgaria en el Mundial 94 (triunfos ante Argentina y Alemania, cuarto puesto) impactó en todo el planeta, y Newell’s no se quiso quedar afuera. Las figuras (Stoichkov, Letchkov, Kostadinov) tenían un precio inalcanzable, pero había un delantero suplente de aquel plantel con costo accesible: Velko Iotov. Era un buen jugador y había conseguido algunos éxitos en España, pero en Rosario vivió de lesión en lesión. Fueron cuatro temporadas (95-99) en las que pasó más tiempo fuera de las canchas que dentro. Su carrera nunca volvió a consolidarse y terminó jugando en Estados Unidos.

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Isidro Lángara, España
Ocupa el 40° puesto entre los máximos goleadores de la historia: anotó 419 tantos. Nació en Guipúzcoa en 1912, disputó el Mundial 34 y, jugando para Oviedo, fue goleador de la liga española en 1934, 1935 y 1936, pero comenzó la Guerra Civil y fue encarcelado. Lo liberaron y le permitieron jugar en el seleccionado de Euzkadi, que terminó huyendo y participando en la liga mexicana de 1938. Finalmente, se exilió en Argentina, para beneficio de San Lorenzo (foto arriba): jugó 121 partidos y metió 110 goles. Siguió su carrera en México (1943-46) y retornó al Oviedo, donde se retiró en 1948. Murió en Guipúzcoa en 1992.

Ernest Mtawalli, Malawi
Pelea el campeonato argentino de las incorporaciones más raras de la historia. Hoy, nadie en Newell’s se hace cargo de haber aconsejado su contratación en 1995. Tenía 28 años, venía del fútbol sudafricano y se lo consideraba un número 10 talentoso, pero sus 4 partidos en el equipo fueron desastrosos, al punto que todavía hoy existen dudas sobre si el Mtawalli que vino a la Argentina era “el verdadero” o un hermano suyo. No es chiste. Luego, él (o su hermano, quién sabe) volvió a Sudáfrica, tuvo un discreto paso por el Toulouse francés, y jugó en ligas menores hasta su retiro en 2004.

Ricardo Clark, Guatemala
En 1966, Huracán hizo una gira por Guatemala. Aunque el objetivo principal era recaudar algunos pesos, se llevaron algo más: al delantero Ricardo Alexander Clark. Lo conocieron cuando el Globo enfrentó al Municipal, y quedaron encantados. Junto a él viajó el arquero Rodolfo Nixon García, que volvió a su país sin debutar. A Clark le tenían mucha fe, pero el fútbol de Guatemala era mucho menos áspero, y el centrodelantero no se pudo adaptar. Jugó 10 partidos, metió un gol, y le pidió a Municipal que se lo llevara de vuelta. Hubo otros guatemaltecos: Claudio Rojas (River) y Dwight Pezzarossi (Argentinos Juniors).

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Nii Lamptey, Ghana
Lamptey tiene una de las historias más impactantes del fútbol. Pese a sufrir brutal violencia familiar, se convirtió en gran promesa: figura y campeón del Mundial Sub 17 de 1991, bronce en los Juegos Olímpicos 92 y subcampeón del Mundial Sub 20 de 1993. Pero sufrió persecuciones, estafas, odio de su familia por casarse con una mujer de otra tribu, racismo, la muerte de dos hijos por una extraña enfermedad… En medio del calvario, jugó 6 partidos en Unión (1997, foto), pero por la enfermedad de su hija (una de los que murieron), abandonó temporalmente el fútbol. Encontró la paz en China. Un verdadero héroe.

Marius Hiller, Alemania
Nació en la ciudad de Pforzheim en 1892; y en 1910 ya era entreala de la selección de Alemania (jugó 3 partidos). Había comenzado en el equipo de su ciudad, pasó por Suiza y en 1913 viajó a la Argentina por trabajo: lo envió una empresa de vigilancia. Se quedó a vivir y se anotó en All Boys, donde estuvo entre 1913 y 1917. Se nacionalizó y representó a la Selección Argentina con mucha efectividad: cuatro goles en dos partidos contra Uruguay, ambos en 1916. Pasó a River (1917 a 1919), pero por motivos familiares regresó a Alemania. Solucionado ese asunto, retornó y terminó su carrera en Gimnasia, entre 1921 y 1925. Murió en 1964.

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Doctor Khumalo, Sudáfrica
Fue parte del pequeño “furor” de mediados de los 90 por los africanos, junto a Tchami y Mtawalli. No lo conocía nadie, pero Ferro (foto) lo trajo para reforzar su mediocampo en el Apertura 95 y debutó con un golazo a Independiente. Sin embargo, luego de 4 partidos salió del equipo, un poco por problemas de salud (no estaba acostumbrado al frío) y un poco por bajo nivel. Nunca más jugó, y en diciembre volvió a Sudáfrica. Allá es ídolo: figura histórica del Kaizer Chiefs, con más de 350 partidos entre 1987 y 2004, con la interrupción de Ferro y algunos meses en Estados Unidos. Fue parte del plantel sudafricano en el Mundial 98.

Rodolfo Kralj, Yugoslavia
Nació en 1910 en Zagreb, que entonces era parte del Reino de Serbia, luego región de Yugoslavia y actualmente, capital de Croacia. Es el único balcánico que jugó en la Argentina. Delantero bajito y rápido, tuvo una extensa trayectoria en Ferro: jugó con la camiseta verde entre 1930 y 1943. El de Caballito fue su único club como futbolista. Como entrenador dirigió, claro, a Ferro (incluso antes de retirarse), pero también a Unión (1960), Lanús (1963) y Tigre (1966); y formó parte del cuerpo técnico de la Selección durante la era de César Menotti (1975-1982). Hablaba seis idiomas. Murió en 1990, en Buenos Aires.

Stewart Mc Callum, Escocia
En 1948, Newell’s sorprendió al contratar, en mitad del torneo, a tres futbolistas escoceses. Ante Gimnasia, de pronto, aparecieron entre los once Stewart Mc Callum, Donald Mc Donald y William Killpatrick. Los dos últimos fueron una gran decepción, al punto que esa derrota 2-1 fue su único partido. A Mc Callum lo siguieron teniendo en cuenta (jugó otros dos encuentros), pero en la Argentina se produjo una gran huelga de futbolistas y no solo se fueron las figuras locales: Mc Callum también decidió emprender el regreso a Escocia. Nunca más un escocés jugó en nuestro país.

Ferenc Sohn, Hungría
Se hacía llamar “Sas”, pero su apellido era Sohn. Lo cambiaba porque, para jugar en su país, estaba bien visto que tuviera origen húngaro. Wing derecho, nació en Vezsprem en 1915 y brilló con la camiseta del MTK Budapest. Durante el Mundial de Francia 1938, en el que Hungría fue subcampeón, ganó notoriedad; y Boca decidió comprar su pase. El aceptó en 1939, para escapar del infierno de la II Guerra Mundial. Jugó con la azul y oro hasta 1940: metió 9 goles y fue campeón. Luego tuvo un paso por Argentinos Juniors; y murió en 1988. Otro húngaro fue Jorge Bottyan, arquero de Chacarita y Quilmes en la década de 1930.

Yaco Danon, Turquía
Fue el único turco que jugó en la Primera División argentina. Su nombre era Jacobo, pero lo conocían como Yaco. Nació en Esmirna y llegó a nuestro país cuando era chico. Debutó en Chacarita, en 1948. Delantero, aprovechó la huelga de profesionales para meter dos goles y mostrarse, pero luego no fue tenido en cuenta. Entonces decidió cambiar de aires y se convirtió en uno de los máximos goleadores de la historia de All Boys, donde jugó entre 1949 y 1957. En 1950 metió 23 tantos y fue campeón de Primera C. Se retiró con la camiseta de Chacarita, con la que marcó 6 goles más en 1958.

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Ibrahim Sekagya, Uganda
En 2001, Internet empezaba a facilitar las comunicaciones y también el trabajo de los mercaderes del fútbol: los representantes. Uno de ellos se enteró de que en la selección de Uganda había un buen lateral derecho, y le ofreció probar suerte en la Argentina. Ibrahim Sekagya no quedó en River, pero sí en Atlético de Rafaela. Jugó algunos partidos; pero su afianzamiento llegó en Ferro (2002-2005), donde consiguió el ascenso al Nacional B. Desde allí saltó a Primera: lo contrató Arsenal (foto arriba). Tuvo buen nivel y hasta le convirtió a River el gol 80.000 del profesionalismo. En 2007, siguió su carrera en  el fútbol de Austria.

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Renato Corsi, Estados Unidos
En la gran y sorprendente final de la Copa Intercontinental de 1985, entre Juventus y Argentinos Juniors, hubo un volante de 190 centímetros nacido en New York: Renato Corsi. Su carrera profesional comenzó en la Argentina, justamente en La Paternal, en el 84. Con el Bicho (foto) ganó el torneo local y la Libertadores. En 1988 fue transferido a Instituto de Córdoba; y luego jugaría en Atlanta, Deportivo Italiano, Deportivo Morón, Douglas Haig y All Boys. Aunque terminó su carrera en Estados Unidos (con la camiseta de Fort Lauderdale Strikers), volvió a la Argentina y se convirtió en representante de futbolistas.

Luis Hernández, México
A mediados de 1997, luego de su excelente Copa América, Boca contrató a Luis Hernández, delantero rubio, pelilargo y veloz que fue apodado Pájaro por su parecido con Caniggia. Había acumulado éxitos en su país y llegaba con la madurez justa: 28 años. Pero el Boca pre-Bianchi era un desastre y, por el cupo de extranjeros, quedó fuera del torneo local. Jugó en la Supercopa (le hizo un gol al Colo-Colo) y volvió a su país seis meses después. La rompió en el Mundial 98: metió 4 goles, uno histórico contra Holanda. Además, fue campeón de la Copa Confederaciones 99. Fuera de Boca, solo jugó en su país y en Estados Unidos.

Constantino Hiotidis, Grecia
Si el listado de goleadores del fútbol argentino se dividiera por países, Grecia aparecería en el último puesto, con uno: el que hizo Constantino Hiotidis para Huracán, contra Renato Cesarini, en el Nacional de 1983. El Griego (obvio apodo que recibió en nuestro país) nació en la ciudad de Kozani en 1962, llegó a la Argentina cuando era chico y jugó en el Globo entre 1981 y 1984. Volante ofensivo, era suplente de Claudio Morresi. Totalizó 12 partidos y luego jugó en Alumni de Villa María (Córdoba), donde dejó un muy buen recuerdo. Luego, Huracán tendría otro griego, Martín Kadijevic, pero en el Nacional B.

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Christian Rudzki, Checoslovaquia
La Copa Libertadores era solo de América. La habían ganado equipos americanos repletos de futbolistas americanos. Hasta que, en 1969, un checoslovaco cambió la historia: Christian Rudzki se consagró campeón con Estudiantes (foto). Había nacido en 1946 y se mudó a la Argentina en 1960. Comenzó en Deportivo Español, donde jugó 22 partidos y metió 4 goles. ¿Cómo llegó a Estudiantes? En Español compartió equipo con Bilardo, que lo recomendó. En el Pincha, marcó 10 tantos en 62 encuentros, y no solo ganó la copa del 69: se consagró bicampeón en 1970. Luego jugó en el Hannover de Alemania.

Efford David Chabala, Zambia
Fue uno de los mejores deportistas de la historia de Zambia. Arquero, capitán y figura de su selección, sintió inmenso orgullo cuando Argentinos Juniors lo contrató en 1991. Llegó para ser suplente y, aunque ya tenía 29 años, lo vivió con alegría. Jugó algunos minutos ante Santos de Brasil, por la Supercopa, y también en el combinado de Resto del Mundo ante la Selección de Basile. Un año después, volvió a su país para contar esa increíble experiencia. Su historia tuvo un trágico final: en 1993, el avión que transportaba a la selección de Zambia cayó al mar. Efford estaba ahí. No hubo sobrevivientes.

David Trezeguet, Francia
¿Francés o argentino? Francés le dijo siempre el documento, argentino le dijo siempre el corazón. Trezeguet nació en Ruan, Francia, en 1977. Jugó un puñado de partidos en Platense, pero en 1994 consiguió una prueba en el fútbol francés. El Mónaco lo fichó; y debutó en 1996. Con Francia fue campeón del Mundial 98 y de la Eurocopa 2000 (hizo el gol de la final); y con Juventus, campeón de Italia. Cumplió su sueño de jugar en River en 2012, cuando tenía 34 años y los Millonarios jugaban en el Nacional B: fue vital para el ascenso. Terminó su carrera en Newell’s y en el Pune City de la India.

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Naohiro Takahara, Japón
La presidencia de Mauricio Macri en Boca apuntaba más a convertir el club en empresa redituable que a respetar su historia deportiva. Sin embargo, hubo sorpresas: Bianchi empujó al equipo a una era de oro; y muchos negocios salieron mal. Uno fue la contratación de Takahara (foto, arriba) en 2001. ¿El objetivo era reforzar la delantera? No, era que los japoneses se hicieran fanáticos de Boca; y vender productos en el mercado asiático. Pero ni tiempo para mandar los productos hubo: jugó 6 malos partidos en los que metió un gol, y volvió a su país. Luego triunfó en el fútbol alemán y disputó el Mundial 2006. A los 36 años, sigue en actividad.

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Custodio Mendes, Cabo Verde
El africano con más goles en la Argentina nació en 1961 en Cabo Verde, cuando Portugal oprimía y explotaba los recursos de ese país. Mediocampista talentoso, llegó a la Argentina a los 11 años. Hizo inferiores en Gimnasia pero pasó a Estudiantes, dondeestuvo entre 1981 y 1984: fue campeón del Nacional 83 y metió 13 goles. Después jugó en Temperley (1985, 7 goles); Blooming de Bolivia; Cerro Porteño de Paraguay; Colón; San Martín de Tucumán; Wanderers de Chile; Táchira de Venezuela; Chacarita; Iquique de Chile; el fútbol de El Salvador; y Temperley (foto), donde volvió a los 35 años y lo adoran. Se retiró ahí.

Armando Dely Valdés, Panamá
Cuando se habla de los Dely Valdés, son necesarias aclaraciones. El más conocido es Julio César, mejor deportista de Panamá en el siglo XX; en la Argentina jugó en Deportivo Paraguayo. Su gemelo, Jorge Luis, también pasó por Paraguayo. Pero el que jugó en Primera División es el hermano mayor: Armando. Con pocas chances de crecer en el fútbol panameño, llegó a Argentinos Juniors en 1983,a los 19 años. Ganó el Metropolitano 84, el Nacional 85, la Libertadores 85 y hasta hizo el gol clave para levantar la Interamericana 86. Murió en 2004, a los 40 años, por un infarto cerebral.

Paulo Wanchope, Costa Rica
Aunque jugaba en la liga inglesa, Wanchope fue un desconocido en nuestro país hasta la Copa América 2001, en la que metió 5 goles en 4 partidos; y el Mundial 2002, cuando metió 3 en 3. Era la figura de Costa Rica y continuó su carrera en España y en Qatar. Volvió unos meses al Herediano de su país, pero en 2006, a los 30 años, aceptó la oferta de Rosario Central. Fueron apenas seis meses que le alcanzaron para jugar 14 partidos, convertir 5 goles (uno a Newell’s) y ganarse el amor de los canallas. Tras pasos por Japón y Estados Unidos, se retiró en 2008, con la camiseta de su querido Herediano.

Por Martín Estévez / Fotos: Archivo El Gráfico

Nota publicada en la edición de marzo de 2016 de El Gráfico

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