¡Habla memoria!

Gol, dedicatoria y musculosa blanca

Iniesta, Agüero y Riquelme tuvieron una manera similar de homenajear a un fallecido. Historias de amistad, despedidas pendientes y festejos nostálgicos.

Por Redacción EG ·

12 de marzo de 2015
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Fábregas le da un pase en diagonal a Iniesta y lo deja mano a mano con el arquero. Andrés la frena, la pelota se eleva unos centímetros, espera, la deja picar y cuando está por caer nuevamente la agarra de lleno para cruzar un remate imposible.

La jugada duró unos segundos y significó el triunfo de España sobre Holanda en Sudáfrica 2010. Cuando se aseguraron que la pelota había tocado la red, la mayoría en la península ibérica se lanzó en gritos, saltos y abrazos porque estaban a segundos de conquistar la primera Copa del Mundo de su historia. No miraron en la televisión las imágenes siguientes. 

Iniesta salió corriendo por atrás del arco como si no hubiera jugado 117 minutos de una final del mundo y se sacó la camiseta en un festejo alocado. Los flashes de los camarógrafos tuvieron esas décimas para retratar la musculosa que tenía abajo. Tan blanca como su cuerpo, unas letras en azul dedicaron el momento más importante de la historia del fútbol español a una sola persona. “Dani Jarque siempre con nosotros”, decía la inscripción.

Imagen Iniesta está en el Olimpo y los jugadores de Holanda no lo pueden creer. Poco le importó al 6 la tarjeta amarilla.
Iniesta está en el Olimpo y los jugadores de Holanda no lo pueden creer. Poco le importó al 6 la tarjeta amarilla.
Jarque conmovió un país. En 2009 murió súbitamente cuando sólo tenía 26 años. Estaba en Italia en una gira de pretemporada con su equipo, el Espanyol. Allí jugaba desde los 12 como defensor central y tenía un paso por selección para las categorías menores. Días antes de que un dolor de cabeza irremediable lo atacara en Florencia, Mauricio Pocchettino, entrenador del equipo, lo había nombrado capitán. “El brazalete es mi recompensa a una vida dedicada al Espanyol”, confesó en una entrevista a El Pais. Su designación buscaba acabar con las internas de un vestuario donde se destacaban Iván de la Peña y Raúl Tamudo. Pese a ser muy joven, Dani tenía carácter y era un hombre de la casa.

El estadio lleno, la ciudad de Barcelona de luto y los mensajes de diferentes futbolistas representaron la buena consideración que tenía Jarque. Al día de hoy, el Cornellá-Prat en todos los minutos 21 hace un aplauso conmemorativo. Iniesta era su amigo desde el Sub-15 que habían compartido en la selección. Después de cada derby catalán intercambiaban las camisetas, y el Cerebro aún conserva veinte casacas de su amigo. “Hemos sido rivales pero siempre te he apreciado de corazón. Cuando me preguntan por tu equipo, siempre digo el mismo: tengo grandes amigos, y uno muy especial, y esto está por encima de cualquier rivalidad”, le escribió en una carta. Cuatro meses después de salir a la luz en Johannesburgo, la emblemática musculosa blanca con letras azules fue regalada al Espanyol en un nuevo gran gesto de Iniesta.

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Independiente le gana 3 a 0 a Racing y goza nuevamente de un triunfo en el clásico de Avellaneda. Septiembre de 2005. La Doble Visera grita ‘ole’, ‘ole’ ante cada jugada de un equipo que hace sufrirle papelones al otro. Faltando poco para el final, Agüero mata un pelotazo en mitad de cancha, gira, deja en el camino a Vitali y arranca una corrida inolvidable. Los centrales de Racing retroceden y lo dejan avanzar quince metros. El Kun arrastra una serpentina durante un tramo, pero siempre la pelota pegada al pie. Antes de entrar al área le sale Crosa y le amaga hacia la izquierda. Engancha nuevamente para el otro lado y cuando todos piensan que le va a pegar, vuelve a meter una pisada para su pierna izquierda ante el desconcierto de su marcador, quien a esa altura ya es un nudo física y psicológicamente. Con ‘la de palo’ y cruzado, vence a Campagnuolo y corona una goleada memorable: 4 a 0.

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El Kun se sacó la camiseta y como si Iniesta hubiera tomado aquella jugada de ejemplo, también tenía una musculosa blanca. “Para vos Emiliano” decía la remera de algodón con las mangas recortadas y letra de computadora. El destinatario no estaba en la tribuna como le hubiera gustado. Emiliano Molina había fallecido tres meses antes en un accidente. El auto en el que iba chocó con un camión en el Puente Pueyrredón y perdió la vida a los 17 años. Once cirugías no fueron suficientes para que el amigo del Kun se recompusiera.

Juntos se habían iniciado en la pre-Novena de Independiente en la que habían sido campeones. El arquero por su altura y el delantero por su habilidad eran las figuras estelares de la categoría 88. Ambos fueron convocados a las selecciones juveniles y a los 17 años se reencontraron en el plantel con los mayores, donde el Kun ya hacía estragos. El enorme futuro los unía, pero un imprevisto lo atascó. Aunque no llegaron a compartir una cancha en Primera División, en el mejor gol de Agüero en Independiente, Molina estuvo en una camiseta. Hoy, aquella remera recortada se convirtió en reliquia y está en el museo personal del jugador del Manchester City dedicada a Yésica, la hermana de Emiliano.

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Casi a la altura de la línea del área, pero dos metros a la izquierda, Riquelme ejecuta el tiro libre. Dos jugadores de San Lorenzo esperan en la barrera, aunque no parece lógico que la pelota vaya al arco. Sin embargo, no le pidan demasiada razón al 10 de Boca. Con una rosca venenosa y después de picar dos veces, la pelota se cierra y se cuela en el segundo palo del arquero quien se estira en vano y no llega a desviarla.

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Si el tiro libre tuvo el sello de Román, el festejo mucho más. Abrió la boca como si estuviera bostezando y trotó tranquilamente hacia la mitad de cancha. En la mitad de su trayecto, se levantó la camiseta y se la dejó puesta solo de la parte de las mangas y hacia la espalda. En el pecho se asomó la musculosa blanca de abajo, que con letras azules decía “GRACIAS POR TODO PEDRO”. Esperó al resto de sus compañeros y se abrazaron como para una foto mirando a la tribuna donde estaba el hijo del expresidente.

Pompilio había fallecido días antes de un infarto con tan solo 58 años. Para esos días era el presidente de Boca después de recibir el poder en manos de Mauricio Macri. Si bien en un principio fue fiel al actual Jefe de Gobierno, una de las internas surgió en torno al regreso de Juan Román Riquelme. Cuando Pompilio decidió que Boca hiciera la compra más cara del fútbol argentino para repatriar al 10, el tesorero de esa dirigencia, un tal Daniel Angelici, se negó y sembró la disputa. La operación se concretó, en gran parte, por el impulso del presidente. Ese gesto, JRR nunca lo olvidó.

Cuando el paraguayo Julio Cáceres apuntó contra él en 2008, Pompilio dejó en claro quién mandaba en el vestuario. “Acá hay chicos, hay referentes y hay alguien extraordinario como Riquelme. Es indiscutible”. Fue un nuevo espaldarazo para un jugador que nunca se llevó bien con los dirigentes. A uno le dedicó el Topo Gigio, al otro le agradeció por todo.  

Por Pedro Molina