Personajes

Mauricio Pellegrino, pincharrata por adopción

Su primera experiencia como entrenador en Argentina cumple dos años. Encajó con el estilo de Estudiantes y en 2015 va por todo. El perfil y las características del líder de la ilusión de media ciudad La Plata.

Por Redacción EG ·

03 de marzo de 2015
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Los recuerdos son arbitrarios y a veces pecan por injusticia. Mauricio Pellegrino arribó al Valencia en el 99’ y estuvo hasta el 2004. Como prolijo marcador central jugó más de 200 partidos y ganó dos ligas de España. Sin embargo, su penal errado en la dramática final de Champions League 2001 contra el Bayern Munich siempre será una cruz. Ya habían pasado los noventa minutos, el tiempo suplementario y la tanda de los cinco penales por lado. Era empate clavado, pero en el mano a mano desde los doce pasos, Oliver Kahn le detuvo el remate y adiós Champions.

Su lazo fuerte con el conjunto Che continuó. En 2012 tuvo su primera experiencia como entrenador. Si bien los resultados no fueron los esperados y no logró completar ni media temporada, sumó millas de experiencia. Fue su primera incursión personal. Antes, apenas retirado de la práctica profesional en 2006 jugando para el Alavés, sumó credenciales como ayudante de campo de Rafa Benítez. Al lado del español estuvo en el Valencia, Liverpool e Inter. Siempre que puede, destaca aquellos años de aprendizaje.  

“Si los miedos te paralizan, no podés empezar con esto. Igual, no obtener los resultados que quiere el entorno no significa que te vaya mal”, le dijo a El Gráfico a comienzos de 2012 y antes de tirarse a la pileta como entrenador principal. La oportunidad en Argentina le llegó un tiempo después.

Imagen Mauricio Pellegrino, DT de Estudiantes desde 2013.
Mauricio Pellegrino, DT de Estudiantes desde 2013.
Asumió en Estudiantes en abril de 2013. Tomó las riendas de un equipo que acumulaba diez partidos sin ganar y había cedido terreno desde la partida de Alejandro Sabella. El presidente de aquel entonces era Enrique Lombardi, quien hizo caso a la recomendación de Juan Sebastián Verón. Las vueltas de la vida hicieron que la Brujita le termine ganando las elecciones al arquitecto, y como era de esperar, una de las primeras medidas fue ratificar a Pellegrino en el cargo.

A su título de entrenador se le agrega el estudio de coaching y la especialidad en comunicación interpersonal. Trabajador, pragmático, de perfil bajo y obsesivo, armó equipos compactos y rápidamente encastró en el mundo pincharrata. Tuvo una buena recepción y sabe llevar a un plantel con varios caciques y una camada nueva asomando. Las ventas de Jerónimo Rulli a la Real Sociedad, Jonathan Silva al Sporting Lisboa y Joaquín Correa a la Sampdoria son toda una muestra.

En su primer torneo completo hizo 27 puntos. Si bien el naufragio de mitad de tabla no permite demasiado análisis, algunas estadísticas ya mostraron parte del ADN del entrenador. Junto a Arsenal, fue el equipo que más empató (9 partidos, la mitad). Pese a que tuvo once equipos abajo en la tabla de posiciones, fue el quinto que menos goles anotó (16) y el que tuvo la valla menos vencida (14). Primeras dosis del pensamiento Pellegrino: cautela ante todo, cuidar el propio arco y sólo si se puede, buscar los tres puntos. Nunca la desmesura en pos de un resultado ya que la igualdad también es una manera de sumar.

En 2014 terminó tercero y sexto. 31 y 32 puntos respectivamente. En el Torneo Final volvió a ser la valla menos vencida y en el segundo semestre los números se desvirtuaron un poco por la doble competencia. En la Copa Sudamericana quedó eliminado en Cuartos de Final con el campeón River. De todas maneras, casi lo elimina en el propio Monumental. El planteo de Pellegrino dejó en jaque mate al incipiente Gallardo, pero dos pelotas paradas a los 16’ y a los 18’ del segundo tiempo salvaron al Muñeco.

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El Flaco tomó de su propia medicina. Alcanza con ver unos minutos a Estudiantes para comprobar cuánto trabaja los corners, los tiros libres y todas las acciones a balón detenido. Casualidad o puntería en el ojo de Verón, otra vez el paladar del club se amalgama con el del director técnico, quien en su génesis estaba vinculado a Vélez. En los primeros 6 partidos de 2015, hizo 13 goles: 2 fueron de penal, 5 de acciones ligadas a la pelota parada y 1 de un lateral al área. El gol de Schunke a Gimnasia y los saques de banda de Alvaro Pereira al área denotan el trabajo de la semana. Incluso, a veces ante la reposición del uruguayo, Desábato va a cabecear, como en uno de los goles a Independiente del Valle.

“Trabajo para tener un plan de acción, para gestionar un grupo de la mejor manera y eso es lo que me moviliza ahora”, reconoce el hombre nacido en Leones, Córdoba. Enfrente de los micrófonos tiene una postura y un tono monocorde que lo emparentan con Marcelo Bielsa, a quien tuvo en su época de jugador de Vélez. Adentro de la cancha, al igual que el Loco, vive una metamorfosis furibunda. Además de haber sido expulsado por los referís en varias ocasiones de indisciplina –por las que luego pidió perdón-, lo más insólito le sucedió en un partido vs. All Boys. De tanto mover el brazo para dar indicaciones, se luxó el hombro y lo tuvieron que atender los médicos.  

Sus equipos son cortos, compactos y de ataque directo. No se caracterizan por la posesión aunque asume tener un plan diferente para cada rival alterando el orden y el funcionamiento. Tácticamente la única premisa invariable es la línea de cuatro defensores. Los marcadores de punta cumplen un rol fundamental en un arma ofensiva recurrente: la salida rápida y los ataques desde las bandas. En ofensiva, Pellegrino tuvo buena fortuna. En medio de la extinción de los centrodelanteros, contó con dos. Primero fue Duvan Zapata –vendido al Napoli por 7 millones y medio de euros- y actualmente, Guido Carrillo. La prominencia de los números nueve para terminar las jugadas sobresale en un equipo siempre dispuesto a la velocidad y al blietzkrieg. ¿El ‘9’ es el principal beneficiado del sistema Pellegrino o la buena racha de Zapata primero y Carrillo ahora, coinciden con el tiempo del entrenador? Los años posteriores definirán mejor el identikit del cordobés dede 43 años.

El 2015 para el Flaco llega cargado de proyectos. Tiene mucho en juego y el transcurrir de los partidos debatirá su suerte. Él, detallista y quisquilloso, sabe que una pelota le puede cambiar el destino. Que sea a favor y no en contra es la obsesión que lo persigue desde que Oliver Kahn le atajó ese maldito penal.    

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Por Pedro Molina