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El grito más esperado: ¡Racing campeón!

La Academia se consagró después de 13 años gracias a la victoria 1-0 sobre Godoy Cruz, con gol de Centurión. Milito fue la gran figura y el estandarte. Avellaneda es una fiesta y El Gráfico publica una edición especial de colección.

Por Redacción EG ·

14 de diciembre de 2014
Imagen UNA REVISTA DE COLECCION, con la campaña del campeón, la consagración, las figuras, el entrenador, estadísticas e historia de la Academia.
UNA REVISTA DE COLECCION, con la campaña del campeón, la consagración, las figuras, el entrenador, estadísticas e historia de la Academia.
La locura tiene sabor a Racing. La locura tiene sabor a campeón. La Academia se consagró después de 13 años, con otra noche soñada en un Cilindro repleto. Fue un 1-0 gracias al cabezazo de Centurión, a los 3 del segundo tiempo. Para entrar directo en la historia grande del club. Para festejar el título número 17, nuevamente con Milito como estandarte, como en el 2001. Una consagración para dar vueltas olímpicas infinitas, para cortar Avenida Mitre, para copar el Obelisco y llevar en andas a los héroes. Para salir a festejar por distintos puntos del país con la misma alegría. Para encargar estatuas al por mayor.

Racing es campeón del fútbol argentino. Se olvidó de River, jugó una verdadera final como un verdadero campeón. Lo peloteó al equipo mendocino y chocó con Moyano (de excelente primer tiempo) hasta que por fin, llegó el alivio. No hubo margen para la calculadora. River iba empatando y el campeonato siempre estuvo en manos de la Academia, que ahora jugará la Libertadores del año próximo. El equipo de Cocca se plantó en la cancha con convicción y lejos de su área. Videla era un león en el medio, cortando y entregando a toda velocidad. Por derecha, trepaba bien Pillud y se asociaba con Gastón Díaz. Y todos los ataques confluían en la figura, el ícono, el hombre al que el fútbol argentino le queda chico: Diego Milito volvió a ser el hombre más importante de su equipo, jugando para el manual. ¿Había que aguantarla? La aguantaba. ¿Había que descargar rápido? Descargaba rápido. ¿Había que tenerla y esperar que pase alguien por afuera? La tenía y le daba el pase justo. ¿Había que gambetear sin siquiera tocar la pelota? Señores, con Milito todo es posible. La ovación para este auténtico fuoriclasse llegó en varios momentos de la noche.

La jugada que definió el campeonato la gestó Gastón Díaz por derecha, hizo pasar de largo a su marcador, avanzó, tiró el centro y llegó el cabezazo frontal de Centurión, que dejó a la pelota, al arquero y al defensor metidos adentro del arco. Así, con total autoridad, se gestaba el sueño del título. Pudo haber llegado el 2-0 de Hauche, en una jugada mal anulada por offside. Y mientras River se ponía en ventaja contra Quilmes, Racing le dedicaba algunos minutos de sufrimiento a su gente: el magistral quite de Lollo adentro del área pudo haber valido como un gol. Fue otra de las grandes virtudes de este Racing de Cocca: clausuró su arco y valló su área. Recibió apenas un gol en contra en los últimos nueve partidos. Y ganó los últimos 6 de manera consecutiva. 

Números de campeón. Números de este Racing histórico. Lejos de las polémicas de aquel tumultuoso comienzo. "Ganamos porque este grupo de jugadores tiene unos huevos tan grandes como este estadio", dijo un emocionado Cocca después del partido. Una promisoria carrera que empieza con el título tan ansiado, que sólo dos técnicos, Pizzuti y Merlo, lograron en las últimas 5 décadas. 

Llegó el tiempo de las lágrimas y los abrazos, de la escalada al travesaño, de las remeras con el número 17 y la estrella en la espalda. De la euforia desatada de Milito, en andas de aquí para allá. La fiesta, después de besar el trofeo, continuó en un estadio que siguió repleto, con la voz de Gustavo Cerati y la emoción incontenible de un plantel que se hizo a los golpes. Y con fútbol, prestancia y actitud, terminó dando el gran golpe del 2014. 

¡Racing campeón!