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Retrato de Arruabarrena, entrenador de Boca

“Donde Arruabarrena viene a barrenar” decía una publicidad. Seis años después, el nuevo entrenador de Boca deberá enfrentar la ola más difícil de su trayectoria. Su perfil, similar al de los refuerzos.

Por Redacción EG ·

29 de agosto de 2014
 
Imagen VUELTA A CASA. Hizo las Inferiores, debutó en Primera y ganó 5 títulos con Boca. Bianchi fue su referente y sucesor.
VUELTA A CASA. Hizo las Inferiores, debutó en Primera y ganó 5 títulos con Boca. Bianchi fue su referente y sucesor.

Angelici anunció en conferencia de prensa la noticia que conmovió al mundo Boca. El entrenador más exitoso de su historia se iba por la puerta de atrás debido a los malos resultados. El presidente pactó el horario a las 19 horas y respondió algunas preguntas. Entre ellas, apuntó que comenzarían a hablar con las diferentes variantes. Sin embargo, un solo nombre sonó fuerte.

Poco rato después, Arruabarrena fue confirmado como el sucesor de Bianchi. Exactamente 24 horas de diferencia hubo entre el fin de ciclo de uno y la presentación del otro. La proximidad entre ambos eventos podría servir como una suerte de analogía para ejemplificar su relación: entre 1998 y el 2000, uno desde el banco de suplentes y el otro como jugador, ganaron cuatro títulos.

La relación se traslada también a la de alumno-maestro. El Vasco lo considera uno de sus referentes junto a Menotti, Tabárez, Bielsa y Pellegrini. La influencia del Virrey y su posición en la cancha cuando era jugador, dan una primera pauta sobre sus equipos: la preponderancia de los laterales en la línea de cuatro.

En su llegada a Tigre pidió a Mariano Pernía por la banda izquierda. Aunque el regreso del Tanito no fue el esperado, encontró en Lucas Orban un reemplazante ideal. Por la derecha, reconvirtió a Galmarini quien era volante o lateral según la ocasión. Precisamente es uno de los puestos carentes del actual Boca: las opciones son Marín, Grana, Emanuel Insúa y Zárate y habría que sumar a Erbes, de buen rendimiento cuando se lo exigieron en ese lugar. Además, al nuevo DT le gusta jugar con enganche y tener la pelota la mayor cantidad de tiempo posible.

Arruabarrena tiene 39 años y una experiencia corta como entrenador: a un mes de retirarse, tomó las riendas de Tigre y lo dirigió durante más de tres torneos. En el primero hizo 28 puntos y en la temporada 2011/2012, 63. La gran campaña le permitió salvarse en la última fecha de la Promoción, al mismo tiempo que estuvo a un gol de dar la vuelta en un agónico final. A la base de históricos como Galmarini, Castaño, Román Martínez y Luna, sumó a dos refuerzos que podrían entrar en su currículum como jugadores que supo explotar: Orban y Cachete Morales. Además, hay que darle crédito por Mariano Echeverría, a quien volverá a dirigir.
@c1@“Como técnico lo que más me molestaría de un jugador es la falta de respeto. Si vas de frente, si vos cumplís con las pautas que en principio imponés, nadie te puede decir nada.”@cc1@@c2@“Lo que más le molesta a un jugador de un DT es la indiferencia. Primero hay que ser un ejemplo: el tema de los horarios, de las concentraciones. Y hay que estar. Este cuerpo técnico lo sabe y tratamos de estar en todo.”@cc2@@c3@Lo acompañarán en el cuerpo técnico Diego Markic, Mauro Navas (ayudantes de campo), Gustavo Roberti, Pablo Santella (preparadores físicos) y Fernando Gayoso (entrenador de arqueros)@cc3@
Luego del subcampeonato, empañó su paso en Victoria con un torneo siguiente muy pobre. En 11 partidos sumó sólo 6 puntos y en su lugar la dirigencia optó por Gorosito, quien llegó a la final de la Sudamericana.

En octubre abandonó Victoria y en marzo de 2013, apenas cinco meses después, recibió el llamado de Nacional de Montevideo. No le fue mal y pudo imponer su estilo con un equipo sin demasiadas figuras. Ganó 15 de 24 partidos y llegó puntero a la última fecha en su primer torneo completo. Sin embargo, nunca olvidará aquel 15 de diciembre, en el cual Nacional ganaba uno a cero y terminó perdiendo 2-1 contra el débil Fénix. Arrubarrena presentó la renuncia y desde la dirigencia de Nacional valoraron aquel gesto.

Más allá del final poco feliz en ambos clubes, representa un nuevo perfil para Boca, tal como ya viene buscando en las incorporaciones. La confesión de que grabó la publicidad para hacer la pileta de su casa, lo describe. No le gustan los flashes ni ser el protagonista. Sin la fuerza del nombre o de la experiencia, el Vasco es una apuesta como Chávez, Castellani, Carrizo y compañía. En esa ambición de intereses congeniados está puesto el objetivo. La era post-Bianchi comenzó.


Por Pedro Molina