¡Habla memoria!

El torneo que dio vida a Las Leonas

Fue en Sidney 2000 cuando decidieron aferrarse a una Leona para mantener viva la esperanza. ¿Por qué se las llama "Leonas"? Historia de un dibujo y un equipo que cruzó el umbral.

Por Redacción EG ·

18 de julio de 2014
Imagen PODIO de festejo pese a la derrota final. A la izquierda, Cachito Vigil con la camiseta de la selección de fútbol y abajo suyo quien luego sería su sucesor: Gabriel Minadeo. (Archivo El Gráfico)
PODIO de festejo pese a la derrota final. A la izquierda, Cachito Vigil con la camiseta de la selección de fútbol y abajo suyo quien luego sería su sucesor: Gabriel Minadeo. (Archivo El Gráfico)

Viajó el seleccionado argentino de hockey femenino sobre césped y volvieron “Las Leonas”. En esas nueve letras quedó el seudónimo representativo de un equipo que puso el alma y el corazón en Sidney 2000. Sería el nacimiento de una nueva etapa para el hockey, que comenzó un proceso marcado por los títulos y un plantel coronado de gloria.

En la primera ronda, dos victorias y la misma cantidad de derrotas derivaron al equipo a la segunda posición de su grupo, accediendo a la “Medal Round”. Debido a un reglamento particular, estaban obligadas a ganar cuatro partidos en la fase decisiva. Seis equipos jugaban todos contra todos para ver quién se quedaba con la presea dorada. Lejos del nivel de Holanda y Australia, Argentina apuntaba al bronce, un premio más que suficiente para un conjunto que llegaba de perder con España.

El 24 de septiembre fue el estreno de la “Medal Round” en el partido histórico, contra la mencionada Holanda. Las jugadoras salieron a la cancha con la camiseta habitual, pero a la altura del pecho tenían un pequeño dibujo. Por televisión costaba vislumbrar qué era ese detalle amarillo que brillaba.
Con goles de Luciana Aymar y un doblete de Soledad García, la selección albiceleste logró un triunfo impensado por tres a uno. El paso del tiempo le dio una dimensión mayor a ese partido. En ese momento, los diferentes diarios apenas le dedicaron algunos párrafos entremezclados con la derrota de Zabaleta vs. Mirnyi en tenis y la eliminación de Marcelo Pugliese en lanzamiento de disco.

El dibujo, ese pequeño distintivo de la camiseta que se volvería seudónimo, era una Leona. La pata izquierda hacia adelante pisando una bocha con las garras, la cola con forma de palo de hockey y una cara temible. En pequeñas dimensiones simbolizaba lo que ellas querían ser. Por el animal, por la cara, la postura previa al ataque y la inclusión de los dos elementos que se utilizan para el deporte. Se estrenó en aquel mediodía australiano y al día de hoy es una obligación en el diseño de la camiseta de Las Leonas.

Desde la óptica freudiana, “los símbolos crean una ilusión generada por quienes las sustentan y buscan controlar un suceso determinado”. Cuando necesitaban sacar fuerzas, se aferraron al “logo” como símbolo del grupo y no pararon de ganar. Fue Inés Arrondo, la experimentada delantera de aquel equipo, quien se encargó de dibujarlo. Tuvo la ayuda de la cuñada del entrenador Cachito Vigil, para los últimos detalles. La idea había surgido y la llevaron a cabo en la gira previa a los Juegos Olímpicos en Nueva Zelanda.

Se las tomó como un ejemplo de grupo, de fortaleza y de superación ante situaciones adversas. Aquel amor propio no sólo las catapultó hasta el partido decisivo, sino que fueron el primer grano de arena para un deporte que estaba construyendo su castillo. Concretamente, de la imposibilidad inicial, pasaron a tener la chance latente de quedarse con la medalla de oro. Victoria dos a uno contra China y siete goles a Nueva Zelanda.

En la final, Australia defendió la localía y anotó por triplicado en el primer tiempo. La remontada fue imposible para la selección de Vigil, que apenas logró descontar con un tanto de Vanina Oneto. El golpe de la derrota no fue suficiente para aplacar una participación olímpica histórica. Al momento de recibir las medallas en el podio, comenzaron a saltar y a cantar como si hubieran sido las campeonas.

Ese fue el momento de la trascendencia y el que cambiaría al deporte. En la edición semanal de El Gráfico, en octubre del 2000, Gonzalo Bonadeo explicó aquella normalidad-transformadora del equipo: “Lo único que tienen de raro es que no se resignan a tener excusas a mano, siempre listas, para justificar las derrotas: ellas tienen una vida común, tan llena de emociones, alegrías, tristezas y luchas como las nuestras.”

Desde esa primera medalla en adelante, Las Leonas siempre quedaron entre los mejores tres en las competiciones olímpicas. Cachito Vigil fue el guía y uno de los principales artífices de una generación que luego mostró su mejor nivel ganando Champions Trophy y Mundiales. Antoniska, Aicega, Rognoni, Margalot, Oneto, Massota, Aymar y Soledad García son algunos de los nombres que brillaron en aquellos Juegos. Las sucesoras tuvieron todo más fácil, porque antes, un grupo de jóvenes aguerridas ya le había anunciado al mundo cuál era su nombre: Leonas.


Pedro Molina