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Idolos de la Selección: Mario Alberto Kempes

El Matador fue la gran figura del Mundial 78. Delantero con potencia y eficacia, terminó esa Copa del Mundo como campeón, ídolo y goleador.

Por Redacción EG ·

05 de mayo de 2014
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A él sí que le decían con justicia futbolística “El Matador”. Vaya si lo fue: Mario Alberto Kempes tenía potencia devastadora. Era un huracán. Un tornado. Un tsunami que arrasaba con todo lo que encontraba de mitad de cancha hacia adelante. Cuando tomaba envión, era mejor hacerse a un lado. Si llegaba con velocidad, no había freno posible. Si entraba al área con pelota dominada, oponerse era inútil. Fue un gran goleador, de gritos importantes. Si lo sabrán Menotti y el pueblo argentino. Si lo sabrán los polacos, los peruanos, los holandeses de Argentina 78...

Tras debutar en Instituto de Córdoba, paso a Rosario Central y ya costaba disimularlo: era un diamante en bruto. En el equipo rosarino hizo 89 goles en 107 partidos. Sus gritos llegaron a oídos del Valencia y hacia allá fue el delantero de acento cordobés y de internacional estampa goleadora. En España fue dos veces “Pichichi” de la Liga, en las temporadas previas al Mundial de 1978.

10@numerof@ fue el número que usó Kempes, no por habilidoso sino porque la lista se ordenó alfabéticamente: 1 Alonso, 2 Ardiles, 5 Fillol... El 22 era Villa.

En una Selección absolutamente federal, con jugadores descubiertos en el interior de la Argentina, y con un entrenador que era apoyado por casi todos, Kempes fue el único jugador repatriado por Menotti para el Mundial realizado en nuestro país. “Practicábamos un fútbol bien sudamericano, un 4-3-3 muy ofensivo que llegaba al área rival con mucha gente”, recuerda Kempes. Contra Hungría y Francia se movió más por la izquierda, con Luque de nueve y Houseman a la derecha. Lesionado Luque, se corrió a la posición de centrodelantero contra Italia y Polonia. Luego, el Flaco lo ubicó más atrás, en el lugar del número 10, para que llegara con más polenta al área.

Dueño de una rara habilidad en velocidad, Kempes apareció en toda su dimensión recién a partir de que la Selección se mudara a la sede de Rosario: le hizo dos goles a Polonia y, de yapa, voló para sacar con la mano un cabezazo con destino de gol polaco (Fillol se encargó de atajarle el penal a Deyna). Abrió el camino ante Perú, en el histórico 6 a 0 (además del primero, convirtió también el tercero). Y en la final, ante Holanda, con sus dos golazos, sacó chapa de ídolo para toda la vida. Además del campeón del mundo, fue el goleador de Argentina 78, con seis tantos. Desde Stábile en 1930 que un argentino no era goleador de la Copa. Luego, estuvo en España 82, pero ya no eran lo mismo, ni él ni la Selección.

Quedó grabada para siempre aquella imagen de los pelos al viento, las manos levantadas, el grito de gol en la boca. Un guerrero. Un goleador. Un Matador.


Carnet de ídolo


Nombre y apellido: MARIO ALBERTO KEMPES.
Nació: 15/07/1954 Bell Ville, Córdoba.
Jugó: 43 partidos entre 1973 y 1982.
Goles: 20.
Mundiales: 1974, 1978 y 1982.
Títulos: 1 (Mundial 1978).