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La eterna novela de Riquelme

La continuidad de Román siempre se somete a la polémica. Cruces dialécticos, renuncias, búsqueda de paz y exigencias económicas, presentes en este minucioso repaso, más próximo a los Espectáculos que a los Deportes.

Por Redacción EG ·

24 de abril de 2014
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 “Voy a seguir estando en Don Torcuato”, fue la frase que usó Riquelme para alimentar el suspenso sobre su continuidad. Hoy, acariciando los 36 años y a punto de culminar el contrato que firmó en 2010, su rendimiento vuelve a estar bajo la lupa de la dirigencia xeneize. La aprobación del hincha y el futuro futbolístico del club son apenas dos de las tantas variables en juego.

La biografía estadística de Román, que indica una continuidad lineal desde 2008 en Boca, no se condice con las numerosas vueltas cada vez que tuvo que negociar un contrato. Al margen de merecimientos, cantidad de partidos disputados y controvertidas relaciones con compañeros o entrenadores, el repaso de las idas y venidas involucra a su hijo de 9 años, al dólar blue, al impuesto a las ganancias y otras peculiaridades.

En 2008, Boca pagó 15 millones de dólares en lo que fue la compra más cara por parte de un club argentino. Se logró destrabar la situación con Villarreal, dada la condición de que el conjunto español se hizo cargo del sueldo durante los dos años siguientes, rondando los 3 millones de euros. Llegaba de 6 meses de inactividad, aunque aún se mantenía fresco el nivel superlativo de la Copa Libertadores 2007.

Dos años después, en 2010, cuando tuvo que arreglar un nuevo contrato, comenzó una novela larga y politizada. La principal modificación contractual era que el salario pasaba a depender íntegramente de Boca. No era la mejor versión del equipo y un grupo importante dentro de la dirigencia creía que la renovación del plantel debía incluir la salida de JRR. Eran los macristas vs. la gente de Ameal. El tesorero de aquel momento, Daniel Angelici, alineado al actual jefe de gobierno porteño, se negó a firmar un contrato de esas cifras y renunció. Finalmente, por diferencia de un solo voto dentro de la CD, la renovación se impuso y la rúbrica se prolongó por cuatro años.

Cinco millones de dólares hasta 2014 y el cierre de la novela para dejar contentos a la mayoría de los hinchas. Una de las última trabas del contrato fueron los impuestos a las ganancias, que el jugador no quería hacerse cargo. La solución llegó cuando cada parte accedió a pagar la mitad del millón y medio de pesos a la AFIP.

En junio de 2012, Riquelme vio su posición cercada. Angelici pasó a ser presidente del club y el entrenador era Julio César Falcioni, con quien no tenía una relación fluida. Durante 6 meses, el buen andar en la Copa Libertadores actuó como una tregua implícita, pero tras perder la final vs. Corinthians, decidió dar un paso al costado. Desde Brasil, en los pasillos del vestuario lanzó la bomba y dejó atónito al Mundo Boca, dolido por partida doble.

“Tengo claro que no tengo nada más por dar”, “Me siento vacío” y “Quiero ir a mi casa, a abrazar a mi hijo de nueve años y pedirle perdón por no llevarle la Copa”, fueron algunas de sus frases más resonantes. A dos años de finalizar su contrato, decidía dar un paso al costado sin dar demasiadas pistas sobre su futuro.

No tuvo actividad durante el segundo semestre de 2012 y el contrato quedó suspendido. El dinero cobrado lo donó al club en un gesto de grandeza, mientras desde las tribunas clamaron por el retorno del 10 y responsabilizaron a Falcioni de su salida y el mal presente futbolístico del equipo.

La última fecha de 2012 vs. Godoy Cruz fue el inicio del retorno. La gente gritó por Bianchi, el presidente presionado decidió no renovarle a Falcioni y además, Schiavi, fiel ladero de Palermo, se retiró de la actividad profesional. Sin “rivales” de peso dentro del plantel y con el espaldarazo de la gente, todo parecía clarificarse.

Sin embargo, no fue fácil convencer a Riquelme. "Por más que vuelva Bianchi como DT, yo a Boca no vuelvo”, disparó primero, incrédulo del accionar de los directivos. El 5 de enero, con la pretemporada en vista y el equipo conformado, redobló la apuesta: “Yo tengo palabra. A Boca no vuelvo. A Carlos le dije que era muy difícil que yo cambie mi decisión”.

Tigre y el fútbol brasilero aparecieron aquella –y otras tantas veces- como salida a los dimes y diretes en la firma del contrato. Pero la floja actuación del equipo del Virrey en el verano, sobre todo una derrota vs. River, motivaron al 10, quien se comunicó con el entrenador y se ofreció a volver para “sufrir juntos”. Antes de actualizar el contrato vigente, exigió que su plata sea reconocida al dólar blue, color de moda en la economía argentina.

El 4 de marzo en la derrota 3-1 vs. Unión, volvió para completar su etapa como jugador del Xeneize. Jugó 5 partidos en el Torneo Final 2013 y 7 por la Libertadores en el cierre de la temporada. Las lesiones musculares y las ausencias habituales, generaron que en septiembre (a ¡9 meses! de que finalizara su contrato), su futuro ya fuera tema de conversación. El presidente abrió el paraguas primero que todos: “Si está en la cancha jugando, el contrato se renueva solo”.

Seis fechas antes de que terminara –lo que vendría a ser- su último torneo, el Final 2014, en La Bombonera se repartieron unos panfletos. Con la inscripción de “RENOVAC10Nya” y un hashtag en perjuicio de Angelici, un sector de los socios dio su veredicto. De todas maneras, el amor por parte de los hinchas ya no es unánime y la última palabra saldrá de la mesa chica. Los actores se repiten una vez más y el escenario sigue montado, para que como en cada oportunidad, comience la acción. Mientras tanto, la única certeza en esta novela de capítulos discontinuos, ya la dio el protagonista: desde junio, seguirá en Don Torcuato.
 
Pedro Molina