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Newell´s, víctima de las exigencias que se creó

La eliminación de la Libertadores y la renuncia de Berti amenazan con opacar las bondades de un equipo que en 3 años creció más rápido de lo debido. ¿Existe un proyecto o fue un equipo de moda?

Por Redacción EG ·

11 de abril de 2014
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Durante la Navidad de 2011, la alegría de los hinchas de Newell´s fue mayor que la del resto de las personas reunidas a celebrar la fiesta religiosa. Gerardo Martino era confirmado como nuevo entrenador, y volvía como el hijo pródigo con un objetivo tan específico como complejo: salvarse del descenso.

En la presentación formal, junto al presidente Guillermo Lorente a su lado, el Tata dijo una frase, que tiempo después cobraría mayor valor: “[la coordinación de inferiores] está muy bien conducida, ojalá en poco tiempo lo pueda demostrar, pero lo que está destruido no se puede construir en tres años.”

Casi tres años después de aquella fecha azarosa que nombró en aquel momento, Newell´s vuelve a padecer la discusión interna de si se puede construir una estructura de cimientos resistentes en tan poco tiempo. Durante este lapso salió segundo, campeón y llegó a semifinales de la Libertadores. Heinze, Maxi Rodríguez, Bernardi y Scocco engrandecieron sus figuras de ídolos de regreso, mientras que el mercado se vio sacudido con la incorporación de David Trezeguet y Ever Banega. Nahuel Guzmán, ya entrado en años, pasó de desconocido a arquero figura y otro desconocido, pero para los de España, fue elegido entrenador del Barcelona: el mismísimo Tata Martino.

El renombre de los jugadores incorporados no se condicen con el dinero invertido por ellos. Algunos hicieron la opción leprosa por amor a la camiseta y llegaron a Rosario con el pase en su poder, mientras que otros fueron revalorizados en la idoneidad para ocupar los puestos que le pidió su entrenador. Tal es el caso de los laterales reciclados, Marcos Cáceres y Milton Casco; Mateo, quien ya no tenía el apoyo unánime de la gente o Víctor Figueroa, proveniente del ignoto fútbol de Arabia.

Las divisiones inferiores también colaboraron a que se subiera la vara. Nuevas camadas comenzaron a aparecer, desde Vergini hasta Ezequiel Ponce, quien a los 16 años se dio el lujo de mandar a Trezeguet al banco. Basado en una idea y con recursos simples, el fenómeno Newell´s comenzó a crecer. El objetivo dejó de ser la permanencia y se reemplazó por la obligación de ganar la Copa Libertadores. Todo ocurrió demasiado pronto y Martino parece haber actuado como un profeta con aquella frase en el día de su presentación.

La eventual eliminación de la Copa y la consecuente renuncia de Alfredo Berti vuelven a poner el tema sobre el tapete. Los retractores se regodearon con el “resultadismo” de quien abandona el barco por una derrota, y los fundamentalistas defensores quedaron sin palabras después de un desenlace inesperado. La dicotomía entre farsa y revolución, redujo el contexto hasta volver obsoleto al análisis. Fue tanta la parafernalia alrededor de un equipo con una propuesta saludable, que la autoexigencia se volvió inaguantable para el director técnico de turno.

El sucesor de Martino salió del riñón y probablemente esa elección por los hombres de la casa prevalecerá tanto como la ilusión de Bielsa, que aun sobrevuela el Coloso. Más allá de la partida de Berti y que el proyecto necesite más tiempo, la verdadera revolución de Newell´s es que hoy, el techo, está puesto en un lugar donde tres años antes jamás hubiera pensado.

Pedro Molina