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Maxi Rodríguez: Los mejores del 2013

Después de un primer semestre en el que le fue encontrando la mano al fútbol argentino, explotó en 2013 para conquistar su primer campeonato con Newell's y ganarse la consideración popular como el mejor futbolista del medio local. Como mediocampista y luego como delantero, metió goles dignos de Messi y pasó a ser una fija de Sabella. Disputará su tercer Mundial.

Por Redacción EG ·

15 de diciembre de 2013
 Nota publicada en la edición de diciembre de 2013 de El Gráfico

Imagen EN EL COLOSO, su casa. Volvió para salvar a Newell's del descenso y gritó campeón.
EN EL COLOSO, su casa. Volvió para salvar a Newell's del descenso y gritó campeón.
A Maximiliano Rubén Roddríguez, muchacho de apellido común, peinado común, declaraciones
comunes y condiciones futboleras (y humanas) poco comunes, en Rosario se lo identifica con dos contraseñas particulares e inequívocas: un apodo (La Fiera), que le estamparon a los 7 años en el baby de Newell’s los entrenadores Mingo y Becerra porque el pibito no paraba de correr (¡qué bien le sacaron la ficha de entrada!) y un número (11), que adoptó como talismán también desde joven, que utilizó cada vez que le dieron la oportunidad de defender distintas camisetas y que sus casi 300 mil seguidores en twitter ya saben de qué se trata (@MR11ok). Por eso, a este personaje del año que cumplió el sueño de salir campeón con Newell’s y ganarse un lugar en la Selección desde el campeonato local para -si no ocurre nada extraño– disputar su tercer Mundial, lo desmenuzamos en 11 breves historias.

1. Predicciones
Cuando a mediados de 2002 se marchó a jugar al Espanyol de Barcelona con 21 años, en su interior pensó (o deseó), e incluso lo comentó entre amigos, que se iría a Europa por 10 años y luego retornaría a su lugar en el mundo. Y así fue: un relojito. “Ojo que también dije otras cosas y no las cumplí, como que si salía campeón con Newell’s, dejaba de jugar al fútbol”. Guillermo Lorente lo tentó por primera vez en 2011, una especie de SOS a las grandes figuras para que vinieran al rescate del club. Maxi escuchó, pero no podía salir. Los llamados continuaron y dos meses antes de que terminara la Premier 2011/12, Maxi les advirtió al presidente y al entrenador del Liverpool que estaba analizando la posibilidad de regresar a su país. En el club le recordaron que tenía contrato firmado hasta mediados del 2013 y le retrucaron con un “queremos prolongarlo por dos años más”. No iba a ser tan fácil.

2. La decisión
A mediados del 2012, Maxi vino a pasar las vacaciones de invierno a su tierra. Palpó el clima de angustia en la tropa leprosa, escuchó los ruegos de la calle y, sobre todo, clavó la vista en la tabla de promedios. Se dio cuenta de que Newell’s, que no jugaba en Segunda División desde 1963,
arrancaba la temporada último junto a Independiente. Allí, la cabeza le hizo un clic y las ganas se transformaron en obligación patriótica. Amén del escarnio que hubiera significado el descenso, de ocurrir el peor de los desenlaces, al menos no tendría nada que reprochara cada paso, me daba cuenta de que estaba todo el mundo a la expectativa de cómo iba a rendir y los primeros meses me costó. Nunca me había desgarrado. Fue un poco por las emociones, la tensión, el cambio, vivía muy revolucionado porque quería hacer todo bien, estar con todo el mundo, me exigía demasiado. Con el tiempo, me tranquilicé, y las cosas empezaron a salir solas”, explicó y en el 2013 arrasó con todo. se, porque había intentado dar una mano. “Son esos momentos en los que uno tiene que arriesgar, porque te puede salir bien o mal, pero yo quería estar acá”, reflexionaría meses después. Sólo le faltaba definir la estrategia para convencer a los ingleses. Retornó al Liverpool, se fue de pretemporada y antes de iniciar una nueva gira, se plantó ante el presidente: “Hasta acá llegué, me vuelvo”. Era tan firme su mirada, tan irreductible su postura, que a la gente del Liverpool no le quedó otra alternativa que rescindirle el contrato y agradecerle por los servicios prestados.

3. Otra vez será
River y Boca intentaron seducirlo en estos años. Incluso ya iniciado el diálogo en serio con Newell’s, los dos poderosos se jugaron una fichita más. “Venite con nosotros uno o dos años y después terminás en Newell’s, si todavía sos joven”, buscaron convencerlo. Pero Maxi se mantuvo en su postura. “La verdad, a mí no me conmueve jugar en River o en Boca, a lo mejor estoy loco –se sinceró, muy cuerdo, en las 100 preguntas de El Gráfico–. Newell’s es una gran familia y en la ciudad se vive el fútbol con mucha intensidad y exigencia. Es todo muy pasional y tenés dos opciones, no más: o sos de Central o sos de Newell’s, entonces te aferrás mucho a esos sentimientos desde chiquito. Incluso cuando estás jugando afuera, sos más hincha que nunca y se potencian las ganas de volver”. Bernardi, Heinze, Scocco, Maxi. Eso se llama identidad.

4. La mochila
Su capacidad física se resume en el apodo, pero la expectativa por su regreso le cargó la espalda de manera desmesurada. El día de su presentación, la gente le cantó: “Este es el famoso Maxi que volvió a la Lepra para ser campeón”. La Fiera contó que se le puso la piel de gallina, era un instante que había soñado muchas veces. Pero es humano y al poco tiempo de llegar, se desgarró por primera vez en su carrera. “El cariño de la gente se sentía”


5. Gatillo fácil
Maxi tiene alma de delantero y el gol le sale con facilidad. En el primer semestre del 2013, con Scocco en nivel superlativo, Maxi acompañó convirtiendo algunos tantos decisivos para que Newell’s saliera campeón: uno a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro para ganar 1-0, el 4-3 sobre la hora a Racing en El Coloso para no dejar la punta a merced de River y dos más ante Unión, ya en el final, para enterrar cualquier duda tras la derrota con All Boys y dejar el título al alcance de la mano. En el segundo semestre, sin Scocco, Alfredo Berti lo subió unos metros, y Maxi se convirtió en el artillero del equipo, convirtiendo en seis partidos consecutivos (4 con Newell’s y 2 con la Selección en el medio). Y algunos, como el facturado ante Racing, digno de Messi. “Me gusta hacer goles y los busco con ansias. Algunos
jugadores lo sienten más que otros, a mí me gusta pisar el área, estar ahí, por eso voy a buscarlos todos los partidos”, explicó. Lo que pocos saben es que Maxi, hasta los 16 años, fue delantero. Theiler y Pautasso, a quienes reencontró en su segundo ciclo en Newell’s, lo bajaron al medio. “Si no te adaptás, volvés al ataque”, le propusieron. Y se quedó en el medio, aunque jamás perdió ese espíritu de delantero goleador.

Imagen SE GANO un lugar en la Selección jugando el torneo local. Brilla por su versatilidad.
SE GANO un lugar en la Selección jugando el torneo local. Brilla por su versatilidad.
6. Cuenta saldada
Ya sabía lo que era dar la vuelta olímpica con su camiseta querida, pero en inferiores, como
aquella vez en Quinta División, cuando les propuso a sus compañeros salir a jugar contra Central con las cabezas pintadas de rojo y negro. Ganaron y fueron campeones. Con los grandes, gozó desde afuera, aquel nublado 9 de julio de 1991, cuando fue con sus amigos a La Bombonera y el Newell’s de Bielsa se impuso al Boca de Tabárez en los penales. Le faltaba ser protagonista de un título, y llegó en 2013, el sexto en la historia del club. “Yo soñaba salir campeón con Newell’s y lo conseguí, entonces
me siento tranquilo. La Libertadores es una obsesión que tenemos en el club, pero hay que tratar de tomárselo con tranquilidad”, admitió, y sabe que en 2014 tendrá revancha.

7. La tiene clara
Cuando aún restaban dos meses para que volviera a disputarse el clásico rosarino, el más esquizofrénico del planeta, le preguntamos a Maxi si estaba contento con que se jugara nuevamente, después de 3 años de abstinencia por la estadía de Central en la B Nacional. Respondió: “Para la ciudad y para el folclore está bueno recuperar el clásico después de tres años... Salvo que pierdas, ahí cambia todo”. Vaya si tenía claro de qué se trataba: Newell’s perdió el clásico y, desde entonces, no volvió a ganar (al cierre de esta edición). Tres empates y una derrota. Y perdió la punta.

8. No hay dos sin tres
Hay un consenso casi general: Maxi fue el mejor futbolista del campeonato argentino del 2013. Y desde este fútbol mediocre e irregular, se ganó con creces el derecho a disputar su tercer Mundial, cifra que sólo alcanzarían en este plantel Messi, Mascherano (con menos chances Burdisso y con casi nulas, Tevez). Sólo tendría por arriba, en ese rubro, a Diego Maradona, el único argentino en participar de 4 Mundiales. Maxi, además, jugó los 10 partidos de Argentina en los Mundiales recientes, no faltó a ninguno (fue titular en 9) y metió 3 goles, uno de ellos decisivo para clasificar a Argentina a cuartos en 2006 (elegido el mejor de dicha Copa). Los técnicos confían en él porque no se achica ante semejante
marco y no le dan descanso, como a otros en el tercer partido del grupo, porque es una ,Fiera físicamente. En el Mundial Sub 20 de 2001 también tuvo asistencia perfecta: 7 partidos y 3 goles, como para confirmar que el gol le sale fácil.

9. Trabajo de hormiga
Ya había escuchado en las entrañas del club el apellido Messi cuando en 2002 partió hacia España. Un chiquilín que pasaba a rivales como conitos y estaba en las inferiores del Barça. Compartían ciudad y lo conoció en un asado, por intermedio de un amigo del Cholito Posse, antes de que el genio debutara en la primera del Barcelona. Se empezaron a ver seguido, construyeron una linda amistad y
luego fueron compañeros de ruta en la Selección en dos Mundiales. En las sobremesas hablan de fútbol, claro, y Newell’s es un tema (una enfermedad) que no puede faltar en las charlas. Maxi nunca cometería la osadía de ponerse pesado y empezar con un “dale, en dos años venite que está buenísimo”, pero va trabajando, seguro que sí, con gestos, con relatos, con sonrisas.

10. Solidario
No sólo lo es en el campo de juego, donde le ofrece al entrenador su versatilidad para jugar dedelantero, volante por afuera, por adentro, por izquierda o por derecha (no tiene grandes problemas de perfil) y sirve de apoyo permanente a sus compañeros, sino que también demuestra un gran compromiso afuera. Maxi apadrina un hogar de tránsito de madres solteras en Rosario, porque tiene que ver con su historia: la de un padre al que nunca conoció, una madre (que le dio el apellido) y debía deslomarse para llevar el mango a la casa, y unos abuelos que lo criaron con mucho amor. Por ese tipo de acciones, lo nombraron ciudadano distinguido de Rosario. Un halago que hizo lagrimear a Maxi, un tipo sensible.

11. Coincidencias
Ya dijimos que el 11 es su número preferido, el mismo que identifica a Juan Sebastián Verón. No es la única similitud. La Brujita también decidió volver al club donde se inició y del que es hincha cuando se destacaba en un club de los más importantes de Europa (Inter de Italia). Lo concretó a los 31 años, como Maxi. Y salió campeón en su primera temporada, como Maxi. Tres años más tarde, logró la Copa Libertadores. Y decidió retirarse en Estudiantes. Esta última postura, Maxi también la tomó. “Jugaré hasta que me dé el físico; de acá ya no me voy”, sentó posición, mientras sueña con que se cumpla esa última coincidencia que lo une al 11 del Pincha.

Por: Diego Borinsky / Foto: Héctor Rio