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14 historias del mejor equipo de la historia: el Barcelona de Guardiola

Un extraordinario libro del periodista catalán Guillem Balagué, de reciente publicación en la Argentina, nos revela verdades, mitos, secretos y peleas que le dieron vida al Pep Team (2008-12), ganador de 14 títulos sobre 19 posibles. De ahí el número, que era también el que usaba Cruyff, el sumo pontífice del club catalán.

Por Redacción EG ·

12 de octubre de 2013
    Nota publicada en la edición de octubre de 2013 de El Gráfico

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Es un libro fantástico que refleja a un equipo fantástico. Al mejor de todos los tiempos. Lo escribió el periodista Guillem Balagué e inicia con un prólogo de Alex Ferguson. Y tiene historias y anécdotas. Muchas y muy buenas, sobre los años del Barcelona de Guardiola. Desde su gestación hasta su irrupción definitiva, que barrió con todos los estamentos del fútbol establecido y reinventó el fútbol moderno. Aquí, reflejamos apenas algunas de las cosas que se cuentan. Vale la pena comprarlo y sumergirse en su lectura.


1 RIJKAARD PIERDE EL VESTUARIO
La decadencia del Barça de Rijkaard comenzó en 2006 tras la conquista de la Champions, la segunda del club en la historia. La noche anterior a la final de la Supercopa Europea ante el Sevilla, en Mónaco, el DT llevó un grupo de pop holandés a la concentración y permitió que sus jugadores se acostaran cuando quisieran. A la mañana siguiente Ronaldinho fue autorizado a tomarse unas fotos con sus sponsors, y al resto del plantel a que fuera de compras. ¡El día del partido! El Sevilla ganó 3-0. Henk Ten Cate, el segundo de Rijkaard, era quien mantenía la disciplina en el vestuario y, al irse al Ajax, se desmoronó la conducta. En diciembre, el Barça perdió el Mundial de clubes con el Inter de Brasil. En 2007 Ronaldinho ya no aceptaba órdenes de nadie, llegaba a las prácticas con la misma ropa del día anterior, se lo solía ver durmiendo en las camillas de kinesiología en penumbras y se hizo pública su relación con una de las hijas de Rijkaard. Su compatriota Deco también aparecía en las prácticas sin dormir. Fue uno de los 10 divorciados del plantel en esa época. Rafa Márquez se escapaba después de entrenar para ver a su novia, Jaydy Mitchell, que vivía... en Madrid. Al terminar la temporada 2007/08 no sólo se cumplieron dos años sin títulos, sino que hubo una última humillación: el Barça debió hacerle el pasillo al Real Madrid, flamante campeón. Deco y Eto’o se hicieron amonestar en el partido anterior para sumar la quinta y evitar el viaje. No daba para más.


Imagen GUARDIOLA en andas de sus jugadores, al ganar la segunda Champions en Wembley.
GUARDIOLA en andas de sus jugadores, al ganar la segunda Champions en Wembley.
2 LA FORMULA DE LA MASIA
“Algunos creen que es como la receta de la Coca Cola”, bromea Ramón Besa, periodista catalán, sobre la fórmula de La Masía, la primera escuela que colocó tres finalistas a Balón de Oro de la FIFA en 2010 (Messi, Xavi e Iniesta). No hay ningún secreto, se trata de una idea sencilla pero revolucionara: posesión, combinación, compromiso colectivo y la búsqueda de la superioridad en todas las partes del campo. Es el respeto máximo a la técnica y al talento, ignorando las limitaciones físicas. “Jamás olvidaré lo primero que me dijeron cuando, de niño, llegué al Barça: aquí no se puede perder el balón”, recuerda Xavi. Laureano Ruiz y Johan Cruyff plantaron la semilla. “Si tienes el balón, el rival no lo tiene y no puede atacarte”, repetía Cruyff a diario, y el club buscó futbolistas que pudieran mantener la pelota y se establecieron entrenamientos que permitieran la interiorización del juego de posición. A la vez, La Masía inculcaba un fuerte sentimiento de arraigo en los jóvenes. Guardiola nació en Santpedor, un pueblo catalán de 7500 habitantes, y a los 13 años se instaló en La Masía. En el club preocupaba su endeble estructura física. “Sin el deseo de llegar a ser lo bastante buenos como para que Cruyff se fijara en nosotros, no seríamos quienes somos hoy”, afirma Pep. El número 4 del Barcelona, inspirado en el 5 de Argentina, Pep lo elevó a otra categoría como futbolista. Hoy es una figura sagrada en el Barça, representada por Xavi, Busquets y Cesc.

3. PONERSE A PRUEBA
En el verano 2007, siete meses después de haber anunciado su retiro como futbolista, Pep estaba de vacaciones en Pescara, Italia, cuando recibió el llamado del Barcelona. Le ofrecían ser el director deportivo de la cantera, pero él quería entrenar. El Barça B acababa de descender a Tercera, o sea la cuarta categoría, una Primera C o un Argentino A de nuestro país. “¿Te has vuelto loco? Ese equipo no tiene futuro. El puesto que te estamos ofreciendo es mucho mejor que entrenar al filial, también en términos económicos”, intentó convencerlo Txiki Begiristain. No lo consiguió. “Como entrenador no soy nadie por eso asumo esta oportunidad con un entusiasmo incontrolable”, afirmó. Les prometió a sus dirigidos que cada vez que ganaran tres partidos seguidos los invitaría a comer. No fueron sus únicos gastos: también debió pagar multas por tres expulsiones. Solía utilizar el italiano para insultar al árbitro y que los asistentes no lo entendieran. El arranque no fue auspicioso. Tuvo varias dudas por un par de futbolistas que eran líderes en el vestuario, pero que no escuchaban sus directivas. Fue a consultar a su maestro Johan Cruyff, como lo haría luego repetidamente. “Deshazte de ellos”, le aconsejó Cruyff. Lo hizo y así empezó a imponer su autoridad en el vestuario. En el filial dirigió a Pedro y a Busquets, y comenzó a probar (y probarse) como entrenador. Fue campeón y logró el ascenso. Es lo mismo que está haciendo hoy Gabriel Milito: desechó ser ayudante de campo de Miguel Brindisi y se puso a dirigir al selectivo de Independiente.

4 MOU O PEP, EL GRAN DILEMA
Se tiraron sobre la mesa los nombres para suceder a Rijkaard: Pellegrini, Wénger, Laudrup y Valverde... Sólo dos pasaron a la final: Guardiola y Mourinho. El presidente Laporta consultó a Cruyff por Pep. El holandés fue hasta la ciudad deportiva para ver en vivo a su pupilo en el filial y, después de almorzar con él, le mandó un mensaje: “Pep está listo”. Mourinho era ideal para tomar las dolorosas decisiones de depuración. Soñaba con volver al Barcelona, donde había estado 4 años. En enero de 2008 dos directivos catalanes se reunieron en Lisboa con Mou, que dirigía al Chelsea. El luso les entregó un pen drive con su proyecto y una lista con nombres de refuerzos, bajas y posibles asistentes, entre los que estaba Guardiola. Lamentó la tensión creada con Chelsea, pero explicó que determinadas reacciones ante los medios eran un factor vital en el engranaje psicológico que él usaba para ganar partidos. Los directivos se quedaron impresionados con su carisma y su metodología. También con sus requisitos económicos: 9 millones de euros por temporada y 1 para cada uno de sus ayudantes. La duda que tenían era su doble cara. Se terminaron (las dudas) cuando Mou dejó filtrar la noticia de la reunión. Se fue al Inter. En febrero de 2008 se juntaron Laporta y Pep en un restaurante. El presidente le dijo que era el elegido si no seguía Rijkaard. “¡No tendrás cojones para hacerlo!”, lo toreó Pep, después de dos botellas de vino. El 17 de junio de 2008 fue presentado como nuevo entrenador del Barcelona, con 37 años. Nunca antes un recogepelotas del Camp Nou había llegado tan lejos.

5 EL NUEVO ORDEN DE PEP
Sin los brasileños, repartió el peso de la responsabilidad entre los jóvenes del club: Puyol, Xavi e Iniesta. A Messi, de 21 años, no quería sobrecargarlo. Reunió al plantel, colaboradores y a la prensa, para la primera charla en la pretemporada realizada en Saint Andrews, Escocia. Los miraba a los ojos, ofreciendo pasión y compromiso. Dijo: “El equipo ha pasado por una época en la que no todo el mundo era tan profesional como debería. Es hora de correr y darlo todo”; “Somos uno. No haremos grupitos. Estemos juntos cuando los tiempos sean difíciles. No filtremos nada a la prensa”. Impuso varias reglas estrictas desde el inicio: 1) Debían usarse el castellano y el catalán como únicas lenguas de comunicación entre el grupo; 2) Exigía que los jugadores se mezclaran en el comedor para evitar que se formaran camarillas por nacionalidades (Abidal fue a quejarse al presidente y a avisarle que se marchaba porque no lo toleraría, aunque al final lo aceptó); 3) Diseñó un comedor para que se sentaran todos juntos a almorzar tras las prácticas. Pretendía que los jugadores se sintieran más como empleados de un club que como estrellas de Hollywood; 4) Terminó con las concentraciones antes de los partidos; 5) Dejó de dar entrevistas individuales, por consejo de Marcelo Bielsa.

Imagen LA RELACION con Messi arrancó fría y se hizo muy profunda con los años.
LA RELACION con Messi arrancó fría y se hizo muy profunda con los años.
6 SI LEO SONRIE, TODO ES MAS FACIL
El genio entendió las razones de la salida de Rijkaard y Ronaldinho, pero igual quedó atrapado por la melancolía, porque guardaba un gran afecto por ambos. Por Guardiola no sentía la devoción que sí profesaban Xavi e Iniesta. Apenas iniciada la primera pretemporada de Pep, Messi se fue a las manos con Rafa Márquez en dos días consecutivos. Guardiola los separó y le habló a Leo aparte, pero el rosarino clavó la vista en el piso. Pep sabía qué le pasaba: Messi estaba enojado porque quería ir a los Juegos Olímpicos, y el Barcelona se negaba ya que debía jugar la fase inicial de Champions. Un tribunal deportivo le había dado la razón al club, pero Pep se sentó frente al presidente y al director deportivo y los convenció de que si dejaban ir al crack, el beneficio a largo plazo superaría las pérdidas al corto. “Leo, voy a permitir que vayas porque yo he sido campeón olímpico y quiero que tú también lo seas. Pero me debes una”, le comunicó, con una sonrisa. Así colocó el primer ladrillo de una relación que se consolidó con el tiempo. Unos meses después le dijo: “Leo, dame tu confianza; conmigo marcarás 3 o 4 goles en cada partido”. En una de las primeras prácticas, Messi le susurró a Pep: “Mister, ponga siempre a Sergio (Busquets) en mi equipo”. Guardiola estaba encantado de que Messi interpretara el fútbol de la misma forma que él. Con el tiempo, Pep fue dándole cada vez más influencia y armó el equipo a su alrededor. Lo pasó de extremo derecho a nueve. Lo sufrieron muchos centrodelanteros, que debieron marcharse: Eto’o, Ibrahimovic, Henry y Villa. Messi no tolera la frustración de una derrota, y el autor pone como ejemplo la noche en que se largó a llorar como un niño tras ser eliminado ¡en octavos de la Copa del Rey 2010 ante el Sevilla!, tercer objetivo de la temporada. Guardiola tomó nota y lo primero que hacía cuando el genio salía descontento de un partido era observarlo camino al vestuario: si mantenía la cabeza gacha, se centraba de inmediato en levantarle el ánimo. “Si Leo sonríe, todo es más fácil”, solía decir Pep.

Imagen PEP fue el cerebro del Dream Team de Cruyff.
PEP fue el cerebro del Dream Team de Cruyff.
7 LA INFLUENCIA DE CRUYFF
“Cruyff ha sido el entrenador que más me enseñó, pero también el que más me ha hecho sufrir. Con sólo una mirada tenía la capacidad de helarte la sangre”. En 1989 lo hizo debutar en un amistoso. “¡Has jugado más lento que mi abuela!”, le dijo Cruyff. Pasaron 18 meses para que volviera a darle una chance. Lo que nunca quiso imitar Pep de su mentor fueron los insultos a los futbolistas; a más de uno lo trató de “idiota”. El mayor milagro de Cruyff (además de los 11 títulos) fue cambiar la mentalidad de un club y un país. Tenía 3 principios innegociables: 1) los hechos en un campo de juego no son fortuitos, sino la consecuencia de tus intenciones; 2) un futbolista debe ser capaz de controlar el balón con un toque; 3) hay que pasar el balón a los extremos para ensanchar el campo y crear espacios. Pep siempre trató de “usted” a Cruyff y lo visitó en cada momento de duda. “No te olvides de la autoridad. Si no quieres fracasar, has de tener control sobre tus jugadores”, le aconsejó tras un inicio con 1 punto sobre 6 en la Liga.

8 EL AUTOGRAFO DE PLATINI
A Michel Platini lo tenía en el poster de su pieza. Cuando Pep fue alcanzapelotas en Barça-Juve vio el hueco para pedirle el autógrafo en la entrada en calor. Salieron casi todos menos el francés. “¿Será que no todos los jugadores son iguales?”, pensó. Fue una lección que luego aplicaría. Guillermo Amor fue su espejo mientras crecía en La Masía, una especie de hermano mayor. Pep iba dos horas antes de su propio entrenamiento para verlo en las prácticas: “Me fijaba en su actitud, porque las afrontaba todas como si se jugara la vida”. En esos tiempos, Pep ya se la pasaba hablando de fútbol en los viajes por todos los pueblos. Muy observador, aprendía de todos. Ya lo contó cuando estuvo en la Argentina: “Hay que robar, robar y robar”. Una vez les pidió a sus compañeros que repitieran una jugada de pelota parada que había visto practicar al filial el fin de semana anterior. Terminó en gol y el entrenador preguntó a quién se le había ocurrido la idea. Pep levantó la mano: la había copiado de los mayores. Tenía 15 años.

9 MOURINHO, DE AMIGO A ENEMIGO
El 14 de mayo de 1997, el Barcelona superó 1-0 al PSG en la final de la Copa UEFA. Guardiola celebró con todos y cuando vio a un miembro del cuerpo técnico, “el intérprete”, corrió hacía él, lo abrazó, se sacudieron de arriba a abajo y dieron saltos de alegría como dos niños. José Mourinho tenía 34 años y había aterrizado en Cataluña como traductor de Bobby Robson, tal como lo había hecho en Portugal. Hablaba muy bien el español y el catalán. Con los meses, Robson le fue cediendo más protagonismo y las instrucciones en las charlas técnicas contenían información extra aportada por José. Empezó a preparar videos de los rivales. Su relación con Ronaldo, el Gordo, le ayudó a ganarse a los jugadores de mayor renombre. Con astucia y sigilo, Mourinho cruzaba una línea de confianza que no atravesaba Robson. Mou identificó enseguida a Pep como un líder y buscó ganarse su afecto. Los dos compartían muchas horas hablando de fútbol y adoptaban decisiones técnicas. Cuando Robson se fue del club, le recomendó a Van Gaal que le diera a Mou la chance de seguir. “Descubrí a un joven arrogante que no respetaba demasiado la autoridad, pero eso me gustaba de él”, cuenta el holandés, que le permitió a Mou entrenar al equipo en ciertos amistosos. Estuvo 4 años y en 2008 se sintió traicionado al no ser elegido por el Barcelona. Ese lugar lo ocupó Guardiola. Dos años después, Pep le dio la bienvenida a la Liga: “Me hará mejor entrenador, es uno de los mejores técnicos del mundo”. Sir Alex Ferguson, de gran relación con Pep, le advirtió lo contrario: “Prepárate Pep, Mourinho va por ti”. Guardiola contestó: “No creo que sea para tanto”. Sir Alex, que algo de experiencia tenía, le confió: “Yo, ahora, vivo más feliz”. El luso había decidido que para terminar con la hegemonía del Barcelona debía socavar sus bases, hacerlos sufrir dentro y fuera del campo, desestabilizarlos. Para ello necesitaba de todo su arsenal dialéctico. Transcurridas unas semanas del inicio de la Liga, compartieron el foro de entrenadores de la UEFA en Nyon y charlaron animadamente. Fue la última vez que lo hicieron. Mourinho fue uno de los motivos de la salida de Guardiola del Barça.

10 PENSAMIENTO Y METODO
En Barcelona, pep disponia de 24 ayudantes, pero trabajaba más que la mayoría. “Es adicto a la adrenalina que genera la hiperactividad. Ese enfoque le llena a la vez que le consume”, asegura Balagué. Pep ofrece una imagen de persona fuerte, pero es muy sensible a la reacción de sus futbolistas y de sus críticos. Su oficina en el Camp Nou no tenía más de 20 metros cuadrados y carecía de ventanas. A su regreso de un partido de Champions, no conseguía dormirse y fue a su oficina a las cuatro de la madrugada para analizar videos. En sus últimos meses, necesitaba pastillas para dormir. La noche previa a su primera final de Champions les permitió a los jugadores que se reunieran con sus parejas en el hotel. Y tras ganar el Mundial de Clubes (6° título de 6), mientras esperaba recoger el trofeo no podía parar de llorar, temblaba e hipaba como un niño, síntomas de cómo vive el fútbol. “El futuro es desolador, no podremos mejorar lo hecho. Desde lo más alto sólo se ve la caída”, les dijo a sus jugadores.

Imagen MOURINHO lo sacó de quicio y fue uno de los factores de su salida.
MOURINHO lo sacó de quicio y fue uno de los factores de su salida.
11 ...Y UN DIA EXPLOTO
Al finalizar la primera temporada de Mou, los dos grandes dirimían los tres títulos en 18 días. “¿Creéis que no me entran ganas de replicar? Pero no debemos hacerlo”, les decía Pep a sus jugadores, sobre los ataques del luso. El Madrid ganó la final de la Copa del Rey y antes de la primera semi de Champions, Mou volvió a apuntarle a Guardiola, quien esta vez decidió que iba a replicar. Se lo pedía el cuerpo y también el plantel. “No sé cuál es la cámara del señor José”, arrancó, para despacharse: “Mañana saldremos a jugar al fútbol lo mejor posible. Fuera del campo, él ya ha ganado y le regalo su Champions particular. En esta sala, él es el puto amo, el que más sabe del mundo y no quiero competir”. Entró al hotel y los jugadores lo ovacionaron. Con su respuesta intentó mostrar que no tenía miedo de encarar al enemigo después de perder la Copa. La noche previa al partido más importante del año el plantel se fue a dormir con una sonrisa. Pep demostró que era el líder que el equipo y el club necesitaban. Ganaron 2-0 y luego alzaron la Champions.

12 EL TRAUMA DEL 9: PELEAS CON IBRA Y ETO'O
La primera vez que Pep decidió confiarle a Messi el centro del ataque fue al cierre de su temporada inicial y salió redondo: 6-2 al Madrid en el Bernabéu para sentenciar la Liga. Ese día sorprendió mandando a Henry de extremo y a Messi de falso nueve. Su idea era que el espacio del delantero que estaba ocupado quedara libre para que Messi apareciera en esa posición cuando lo creyera conveniente. Guardiola comprendió que para que Lionel pudiera continuar creciendo había que prescindir de Eto’o. Lo mismo ocurriría con los diferentes centrodelanteros que llegaron al club. Casi todos terminaron chocando con el entrenador. Nada hiere más a Pep que uno de sus jugadores no lo mire o no le hable cuando se cruza con él. Eso lo destroza. Le pasó más de una vez. Los conflictos con Eto’o comenzaron cuando en una práctica le pidió un trabajo específico que el camerunés no quiso hacer. Ya estaba disgustado por jugar en el costado, y Pep le ordenó que se fuera al vestuario. Al día siguiente, lo invitó a cenar, pero Eto’o rechazó el convite. Otra vez, tras sacarlo en un partido, Pep fue a explicarle los motivos, pero el camerunés se negó a mirarlo y siguió hablando en francés con Abidal. Con Ibrahimovic se llevaron a las patadas. El sueco tuvo un inicio espectacular y el primer incidente se dio en un triunfo sobre Mallorca: le hicieron un penal y lo pateó Messi. Ibra no había convertido ese día. “Ese penalti era mío”, le gritó al técnico. Otra vez agarró por el cuello a Lorenzo Buenaventura, el masajista. A fin de año habló con Pep: “Necesito que Xavi e Iniesta me pasen el balón, es como si sólo vieran a Messi”. Hasta que un día se volvió completamente loco. “¡No tienes huevos, te cagas encima con Mourinho, vete al infierno!”, le llegó a gritar a Pep, mientras lanzaba al piso una caja con ropa. Cuando su traspaso al Milan no se definía, le advirtió a un directivo del Barça: “Si hacéis que me quede, le daré un puñetazo al entrenador delante de la prensa. Juro que lo haré”. El sueco había costado 66 millones de euros y se terminó yendo por 24. Un auténtico clavo.

13 RAZONES DE SU SALIDA
“Para estar en una gran institución 4 años has de tener mucho coraje. Los jugadores se cansan de ti, y tú te cansas de los jugadores”, admitió. Recordó que Cruyff se quedó dos años más de lo debido: se fue sin más títulos y despedido. Guardiola maduró la decisión y no se la dijo ni a los padres. “Sois los mejores y estoy orgulloso de vosotros, pero me he quedado sin energía”, le confesó al plantel con palabras de Bielsa. “Sería un riesgo que continuara, porque nos podríamos hacer daño y nunca me lo perdonaría”. El mayor temor de Pep era perder al grupo. Estaba emocionalmente exhausto y tuvo mucho que ver Mourinho, pero también su empeño en ser entrenador y también el portavoz y guardián de los valores del Barça. Mucha carga. Pep no había prometido títulos, pero ahora todos se habían acostumbrado a ellos. Cuando anunció su salida estaban en primera fila casi todos sus jugadores menos Messi. “Sé que la prensa buscará los rostros de pena y es algo que decidí no mostrar”, explicó Leo.

14 EL ENOJO CON VILANOVA
Cuando recayó por última vez de su cáncer, Tito Vilanova fue duro con su amigo: “Pep no estuvo cerca cuando lo necesité”. ¿Qué había pasado entre ellos? Andoni Zubizarreta, director deportivo, le había preguntado a Guardiola si creía que Vilanova podía reemplazarlo si él decidía no renovar. Pep le contestó que sí. “Te propondrán que me sustituyas y te apoyaré en la decisión que tomes”, le anticipó Pep a Tito. El club comunicó la marcha del mejor entrenador de la historia al mismo tiempo que anunció a su sucesor, por lo que en lugar de convertirse en su momento, se trató del momento del club. A Pep le dolió. Como también le molestó que Tito aceptara seguir en el cargo: en el fondo imaginaba que se iría con él. Todo el mundo sospechaba eso, por eso la decisión tomó a Pep por sorpresa. En su año sabático en Nueva York se vieron una sola vez cuando Tito fue a buscar una opinión médica por su recaída. El encuentro entre ambos fue breve y distante. Algo se había roto entre ambos.

Por Diego Borinsky. Fotos: AFP

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