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Tata Martino, perfil del técnico del que habla el mundo

El ocho fue el número que lo identificó en su gran etapa como jugador. Entonces decidimos rescatar ocho trazos, ocho momentos que marcan el valor del técnico argentino.

Por Redacción EG ·

22 de julio de 2013
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1. UN HOMBRE DE LA CASA


A los 50 años, Gerardo Daniel Martino aún no sabe por qué en los picados en la zona Sur de Rosario y en el baby empezaron a decirle Tata. Lo que no desconoce es que está hecho para Newell’s: tras jugar en Provincial, se incorporó a la Lepra a los 11 años y es el jugador con más presencias en la Primera del club, con 509 partidos (101 más que el Gringo Scoponi). Ganador de tres títulos como jugador y de este Torneo Final 2013 como entrenador, cuando corría poquito y nada detrás de la pelota pasó esporádicamente por clubes como Tenerife y Lanús. Pero volvía, siempre volvía a casa. Sus dos últimos clubes fueron O’Higgins de Chile y Barcelona de Ecuador. “Me retiré a los 34, pero la verdad es que dejé de jugar a los 30...”. Fuera de casa, extrañaba (y extraña) la familia y la barra de amigos, esa que desde hace años se junta en Pan y Manteca, un bar rosarino donde más que enseñar supo aprender de tipos como Fabio Cicutti, Carlos Altieri, Elías Saguán, Willy Albergoli y José Adoumille, alias Caruso.

2. UNA FAMILIA ARMADA ENTRE FESTEJOS


En aquellos días en que se vendaba los tobillos por encima de las medias, Martino fue armando su familia. Hoy es padre de tres hijos: María Noel, María Celeste y Gerardo, a quien también le dicen Tata. Tres títulos como jugador, tres partos, dos de ellos no tan distanciados de las celebraciones leprosas. ¿Festejaba teniendo hijos este prócer de la historia de Newell’s? Algo así. Menos mal que no fue más veces campeón... María Noel nació el 18 de febrero del 89 (nueve meses después de aquel título con Yudica) y su papá, futbolísticamente muy pedagógico o pedagógicamente demasiado futbolero, le enseñó los números con las camisetas de Scoponi, Basualdo, el Yaya Rossi... Por María Celeste hizo las gestiones diez meses antes del primer título con Bielsa y ella le recuerda, con exageración y cariño, que casi la sacó de la sala de partos para llevarla a aquella fiesta interminable. Ella nació el 8 de junio del 91, un mes y un día antes de la vuelta olímpica en la Bombonera. La llegada del Tata menor, en 1996, no vino con festejos futbolísticos. “Ahí celebraba que había colgado los botines”, señala el papá, orgulloso de su hijo Gerardo, quien se autodefine como “hincha de Newell’s y del equipo que me da de comer. Mi papá me hizo de todos los clubes que dirigió: Brown de Arrecifes, Platense, Instituto, Libertad de Paraguay, Colón, Cerro Porteño y de la selección paraguaya...”. Así como es buen padre, Martino fue muy buen hijo. Estuvo al lado de su madre, siempre al pie del cañón, y desde que ella está en el cielo, Martino le pide ayuda sólo en momentos de tensión. Ejemplo, las definiciones por penales. Lo hizo con los paraguayos en Sudáfrica 2010 y también contra Boca, por cuartos de final de la Libertadores.

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3. SIEMPRE A LA SOMBRA; SIEMPRE CON LUZ PROPIA


No se pone colorado al confesarlo: “Yo jugaba bien, pero corría poco”. Y es verdad que corría lo mínimo indispensable, lo justo y necesario. Eso sí, a la pelota la hacía correr de manera perfecta. Pase al pie, pegada milimétrica, buen remate de larga distancia... Bajo la tutela de Bielsa tuvo que esforzarse un poco más: “Con Marcelo aumenté el rasgo de supervivencia: me hizo entender que debía moverme un poco más”, sostiene ahora, ya como DT consagrado, este fenomenal 8 que tuvieron aquellos buenos equipos de Newell’s. Del otro lado del mostrador, el hombre que vino a darle una mano al club en un momento delicado sostiene que no era fácil dirigirlo a él: “Había veces en que jugaba de volante por izquierda en el primer tiempo y me pasaba a la derecha en el segundo... En realidad, jugaba por donde había sombra”. Y no miente. No exagera. No era compatible con el sol: el Parque de la Independencia fue fiel testigo de esas tardes en las que el Tata, desde las sombras, brillaba con luz propia.

4. AQUEL GOL A CENTRAL LEJOS DE CASA


De los 38 goles que hizo Martino en Newell’s, uno fue a Central. No fue ni en el Parque ni en el Gigante, sino en la cancha de Vélez, donde Central –por cuestiones de seguridad– hizo de local el 11 de junio de 1989. Ese clásico correspondió a la Liguilla Clasificación. Primero, tras una jugada de Alfaro y una habilitación de cabeza de Batistuta, el Tata le reventó el travesaño a Lanari. Al minuto de juego del segundo tiempo, otra vez Martino, ahora con más puntería: mató con el pecho un envío de Alfaro y firmó un derechazo al gol. En las fotos se los ve a Andrade y Hernán Díaz mirando sin poder neutralizar la definición. Luego el Pichi Escudero pondría el 1 a 1. El equipo de Yudica formó con Panciroli; Fullana (expulsado), Theiler, Pautasso, Sensini; Rossi, Llop, Martino, Alfaro; Batistuta y Taffarel. También ingresaron Pochettino y Gabrich.

5. BIELSA Y UN CONTACTO EN LA TV


Año 1990, Newell’s protagonista y Martino voz autorizada en la ciudad del Monumento a la Bandera... El Tata había sido contratado por un canal local para hacer comentarios sobre el Mundial de Italia. Y una tarde, mientras esperaba para entrar al estudio, se cruzó con Marcelo Bielsa, que acababa de cerrar el acuerdo para dirigir la Primera. Ese encuentro le sirvió al entonces volante rojinegro para empezar a conocer la filosofía de este entrenador que, hasta ahí, sólo había hecho carrera en las Inferiores, junto a Jorge Griffa. “Me vino bien encontrármelo antes de que nos empezara a dirigir. Me di cuenta enseguida de que Marcelo era un tipo que te hacía pensar permanentemente”. Ahora que Bielsa es reconocido mundialmente, sostiene que es fácil decir que es el mejor de todos. “Yo lo dije en el 90, sin tener tantos elementos a mano como ahora...”. Y repite: “Fue un lujo haber sido entrenado por él”.

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6. LLANTOS EN EL VESTUARIO DE LA BOMBONERA


En aquella final épica y a puro barro del 91, Martino no pudo salir a disputar el segundo tiempo. Una entrada durísima de Carlos Moya cerca de la mitad de cancha casi le rompió la pierna. Dolorido, el Tata se quedó en el vestuario visitante de la Bombonera y ahí, junto a su entrañable amigo Carlos Altieri, escucharon los penales por la radio y lloraron de emoción por la obtención de ese campeonato 90/91. “No pude dar la vuelta olímpica, es verdad, pero no me importó. Estaba muy feliz por el logro y me abracé con los compañeros cuando volvieron al vestuario. Es uno de los recuerdos imborrables que me dejó el fútbol”.

7. EL MAXIMO IDOLO EN LA HISTORIA DEL CLUB


Martino no lo podía creer cuando se enteró: por medio de una votación, los hinchas lo habían elegido el jugador más importante y el ídolo máximo de la historia de Newell’s. La votación fue en 2003 y, para seguir con esta línea de homenajes en vida, seis años más tarde el Tata casi muere de felicidad cuando a una de las tribunas del Coloso le pusieron su nombre. “Me sigue provocando vergüenza entrar a la cancha de Newell’s como entrenador y tener que ir caminando hacia el banco, que está justo adelante de donde aparece el cartel con mi nombre. No sé si merezco tanto...”.

8. LLEGO PARA NO DESCENDER Y FUE CAMPEON


Newell’s había sido penúltimo en el Clausura, con 16 puntos, un solo partido ganado y apenas 13 goles. En ese urgido diciembre de 2011, se amontonaban 15 partidos sin triunfos. En las primeras prácticas en Bella Vista, Martino empezó a hablar de conceptos innegociables: ataque, riesgo, posesión, salir jugando siempre. Le puso un marco táctico a esas ideas: 4-3-3. Con cada uno que hablaba (jugadores, dirigentes, utileros, empleados) le pedía ayuda para salvar al equipo y lo hacía sentir importante. Y la máquina, dentro de un fútbol “tramposo, ventajero e histérico” como lo definió el DT, comenzó a funcionar. Hubo ajustes: afuera Peratta, adentro Guzmán; resurrección de Figueroa; irrupción de Villalba... En agosto de 2012, el temblor no había pasado, pero sobraba convencimiento. El hombre de la esperanza pedía grandeza y pregonaba estética. Ya con Maxi Rodríguez, Heinze y Scocco repatriados, arrancó el Inicial con el mismo promedio de Independiente (1,184) y apenas debajo de San Lorenzo. La historia de este Final 2013 terminó con champán. Lo cierto es que, desde que llegó Martino hasta ahora, Newell’s sacó más puntos que ningún otro equipo. Por eso hoy es campeón argentino. Por eso donde había angustia hay festejos. Por eso el pase a las semifinales de la Copa. Por todo eso se escriben y se leen estos ocho momentos de un 8 inigualable.

Por Miguel Bossio
@miguelbossio en Twitter.

Nota publicada en la edición especial Newell's campeón Torneo Final 2013.