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Ricardo Zielinski: "Es fácil criticar desde la abundancia"

El técnico del sorprendente Belgrano sabe de qué habla. Lo avalan 18 años de trabajo en 14 clubes diferentes, la mayoría de bajos recursos. Con la prepotencia de los resultados consiguió quitarse una etiqueta. "Para mí no hay entrenadores de Primera y del Ascenso, hay entrenadores buenos y malos", opina, demoliendo mitos.

Por Redacción EG ·

16 de diciembre de 2012
 Nota publicada en la edición de diciembre de 2012 de El Gráfico

Imagen OBSERVA, al igual que los hinchas piratas, la práctica de su equipo.
OBSERVA, al igual que los hinchas piratas, la práctica de su equipo.
Hace un año y medio, de cara al partido más impactante en la historia del fútbol argentino, a Ricardo Alberto Zielinski le llenaron el contestador telefónico con amenazas de muerte y los pasillos del hotel donde se alojaba con bombas de humo, lo que lo obligó a bajar al lobby en calzoncillos, como en las películas. Dos veces en una misma noche. Unas horas más tarde, un grupo de matones pateaba la puerta del vestuario del árbitro y le enviaba, al mismo tiempo, un mensaje elocuente a todos los visitantes: que no saldrían con vida del Monumental si osaban llevar a la práctica lo que tenían en mente. Esto es: mandar a River a la B.

-¿Si tuve miedo? No, miedo nunca, si yo vengo de isla Maciel –contesta con el ejemplo en la punta de la lengua, en la evocación de sus años como proyecto de volante central de las divisiones inferiores de San Telmo.

Si no sintió miedo es porque estaba preparado, curtido por las alternativas que le fue proponiendo la vida. Del mismo modo, tampoco le tembló un músculo de su cara cuando afrontó el desafío de sostener a Belgrano en Primera, tras una travesía de 17 años como entrenador de 13 equipos distintos en el ascenso, matizado con apenas 4 partidos en la categoría superior.

En tiempos de fugacidad frenética, de subidas meteóricas y caídas estrepitosas, a Ricardo Alberto Zielinski (53) no le llegó la gran chance de casualidad, sino que peleó por ella en forma metódica y a conciencia, mientras se fue nutriendo de múltiples experiencias, aprendiendo en su medida y armoniosamente. No pensaba dejar escapar esta oportunidad, a la que se abrazó con la fuerza del que viene preparándose para ese día.

-Generalmente, los técnicos que venimos del ascenso necesitamos ascender para dirigir en la A, si no es muy difícil que te llamen –certifica con conocimiento de causa.

Ahí está, entonces, el capitán del barco Pirata, comandando en dos años un sueño imposible de imaginar para su gente: sacarlo del fondo de la tabla de la B Nacional, descontarles 20 puntos a los primeros, adueñarse del último cupo de una Promoción, enfrentar a River, superarlo, mandarlo a la B, sumar en el debut en la A más puntos que nunca en un torneo corto (31), quedarse en Primera holgadamente al finalizar la temporada, ganarles a los cinco grandes, no perder con River ni con Boca y, ahora, pelear por el campeonato. Sí, así como se lee.

Pero como los equipos son muchas veces el reflejo de lo que irradian sus entrenadores, de su temperamento y las experiencias vividas, vale un repaso por las andanzas de este auténtico laburante del fútbol.

Imagen MEDIAS BAJAS, un mediocampista de personalidad y calidad, en el Chacarita de los años 80.
MEDIAS BAJAS, un mediocampista de personalidad y calidad, en el Chacarita de los años 80.
DIME COMO JUEGAS...
Por la melena amarillo furioso, que nuestro personaje asegura no haber tonificado jamás con tintura, se ganó el apodo de Polaco y luego el de Ruso en sus tiempos de futbolista. “Un volante central con presencia y personalidad en el mediocampo”, lo define el diccionario Olé del ascenso. Hincha de San Lorenzo de chico, con los años su corazón pasó a ser de dos clubes: San Telmo y Chacarita.

-Era un jugador bastante completo, de marca y con carácter, pero ojo, tenía buen juego, porque de chico era enganche. En esa época, la mayoría de los jugadores no tenían una sola virtud, había que ser completo para poder jugar. Hoy, el que juega bien al fútbol no marca; y el que marca, no juega bien. Antes, el jugador venía con otros conceptos: marca, juego aéreo, agresividad, a Primera llegábamos a otra edad, a los 24, más formados, no como ahora.

-Como jugador eras un tipo de personalidad, ¿conseguiste trasladarla a tus equipos?
-Sí, creo que en esos aspectos mis equipos han sido siempre duros, difíciles de enfrentar, incómodos. El entrenador permanentemente le marca una tendencia al grupo: hay que tener claros los conceptos de qué equipo uno puede formar para llegar al objetivo propuesto.

Como se detalla en el recuadro adjunto, salvo un breve período en la A con Chacarita, Zielinski batalló en canchas peladas del ascenso, hasta que a los 28 años sufrió una primera lesión en los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda y ya nada fue igual.

-Fue en cancha de Argentinos, se me cayó Batista encima y me rompió todo. Estaba pesado el Checho parece (risas). La primera operación no fue buena, después la quise pilotear pero fue difícil, me operé dos veces más y me terminé retirando a los 32 años.

Las enseñanzas iniciales como entrenador las recibió de Carlos Bilardo. Tras el subcampeonato en Italia 90, el Narigón abrió unas escuelitas de fútbol por todo el país y allí fue el Ruso junto al Tata Brown, Carlos Landaburu y Carlos Dibos (luego profe de Basile), entre otros, para aprender y manejarlas.

-Bilardo siempre nos daba charlas, hemos aprendido mucho de él. Era muy enriquecedor hablar con Carlos, yo me considero de su escuela, aunque no por eso dejo de valorar a Menotti. No estoy de acuerdo con esa línea de pensamiento de uno u otro. Igual, al que más admiro es a Bianchi. En esta profesión hay que tratar de ser lo más simple posible, y no tengo dudas de que una de las mayores virtudes de Bianchi es la simpleza. Y la otra: sacarle lo mejor a cada jugador.

Hasta hace unos años nomás, Zielinski tenía un bar en Lanús, en el que trabajaba con la familia. No sólo puso el dinero para comprarlo, sino que estaba en la caja y, si hacía falta se ponía la pilcha de mozo. Este ejemplo nos viene a mostrar que aún con 15 años como técnico del ascenso, Zielinski no podía vivir exclusivamente del fútbol. Es una foto que nos sirve para ver la realidad de una inmensa masa de trabajadores que la tienen que remar con esfuerzo y sudor. No son todos Gallego, Bielsa o Simeone.
En ese eterno peregrinar, al Ruso lo llena de orgullo haber promovido a juveniles de categorías hasta hace unos años menospreciadas, que hoy triunfan en Primera. Recuerda haberle echado el ojo a Sebastián Peratta en una práctica de su Morón con un equipo de la Universidad, haber hecho debutar a Hugo Campagnaro y a Román Martínez, haber subido a Gastón Aguirre de la quinta de Temperley, lo mismo a Lisandro López en Chacarita y haber sacado del banco de suplentes a Guillermo Burdisso en El Porvenir.

-¿Te molestaba la etiqueta de “técnico de ascenso”?
-Por un lado, me llena de orgullo, porque en el ascenso uno lo hace todo con esfuerzo y con un montón de faltantes. Después, existe ese preconcepto de que sos de determinada categoría y no de Primera. Y con eso no coincido, no me gusta. No hay técnicos de primera y de segunda, de la A y del ascenso, para mí hay técnicos buenos y malos, como los periodistas. Vos no sos mejor periodista porque estés en un medio grande, o sos peor porque trabajás en una FM barrial, no pasa por dónde estés, sino por cómo ejercés tu profesión. Con los técnicos es igual.

-También está la etiqueta de técnico defensivo y ofensivo.
-Me molesta cuando catalogan así porque los entrenadores no somos ofensivos ni defensivos, tratamos de interpretar a los jugadores que tenemos y armamos un esquema en base a eso.

-Pero no vas a negar que hay técnicos más preocupados por atacar que otros...
-Con plata, sí, con recursos es fácil, pero muchos equipos no tienen para elegir. A nosotros nos tocó siempre dirigir desde la austeridad, no desde la abundancia, y es fácil criticar desde la abundancia. Yo no me persigo con ninguna etiqueta, porque sé qué clase de entrenador soy, y trato de aprender todos los días. Obviamente que sin nombres es más difícil, somos muchos los entrenadores que no hemos tenido la suerte de trascender como futbolistas y arrancamos de cero y todo nos cuesta más, y nos vamos ganando un lugar a partir del resultado. La realidad es esa: dependemos de los resultados.

-Llegar a la A después de tantos años te permite estar bien armado ahora, ¿o no?
-Haber pasado por todas las categorías, tener información de jugadores, sí, sí, llegás muy preparado, no te va a sorprender nada, en el caso mío ha sido un proceso largo, he quemado muchas etapas, y es difícil que me sorprenda algo. Igual, la A es la categoría más complicada, porque están los mejores jugadores y entrenadores, entonces el margen de error es mínimo.

Imagen EN LA BOMBONERA, con presencia. Al Boca de su amigo Falcioni le ganó uno y le empardó dos.
EN LA BOMBONERA, con presencia. Al Boca de su amigo Falcioni le ganó uno y le empardó dos.
UNA DE PIRATAS
Asumió en Belgrano el 14 de diciembre de 2010, con el equipo intentando salir del fondo de la tabla en la B Nacional. Hasta ese momento, la campaña con Luis Sosa incluía 5 triunfos, 6 empates y 7 derrotas. Tras la pretemporada, debutó el 4 de febrero del 2011, contra Martín de San Juan: 1-1, con un gol del Picante Pereyra a 9 minutos del final. Los números dieron un vuelco increíble hasta depositar a la B en el 4° puesto, el último cupo para jugar la Promoción: Belgrano estuvo 14 partidos invicto y redondeó 10 triunfos, 8 empates y apenas 2 caídas. Para lograr el cuarto ascenso en su historia, debía superar a River, no
alcanzaba con dos empates...

-¿Cómo fueron esos días previos a la revancha con River?
-Hubo una manifestación afuera del hotel, unas 200 o 300 personas que hacían ruido para que no pudiéramos dormir. Algunos, incluso, se alojaron allí y tiraron bombas de humo en algún piso. Lo hicieron dos veces en la madrugada y tuvimos que bajar. Yo ayudaba a la gente mayor a moverse por las escaleras, porque en esos casos te piden que no bajes por los ascensores. Pero esas cosas, a mí… ¡si yo vengo de isla Maciel!

-Saliste en calzones al pasillo…
-Y… sí, en calzones, en lo que tenía, y nos quedamos en el lobby un rato. No le dimos gran importancia, sabíamos que iba a suceder.

-¿Esos partidos fueron una bisagra en tu carrera?
-Y, deportivamente, fue un hecho histórico. Nosotros estábamos seguros de que nos iba a tocar Olimpo, parecía imposible que River fuera a la Promoción.

-Y cuando te enteraste de que era River…
-Pensé que ascendíamos igual, habíamos arrancado demasiado abajo, teníamos la íntima convicción de que no se nos podía escapar. Fuimos contra un montón de cosas, sufrimos demasiado y en casos así, uno tiene la convicción de que se te pone algo por delante y lo vas a lograr.

-¿Te enteraste de la apretada a Pezzotta?
-Terminó el primer tiempo y nosotros mandamos gente nuestra para que estuviera cerca del vestuario del árbitro. Y nos vinieron a decir que había habido un inconveniente.

-¿Para qué mandaste gente?
-Estábamos en todos los detalles, toda información siempre es útil, no podíamos dar ninguna ventaja.

En todos los detalles. Viejo zorro, el Ruso aún hoy no quiere decir qué buscaba con sus informantes. Tal vez jugar bajo protesta. Lo cierto es que con el Pirata en la máxima categoría ya sabía que no cometería los errores que cometió con Chacarita para dirigir sus únicos 4 partidos en la A.

-¿Esa experiencia con Chaca te sirvió?
-Todas las cosas te dejan una aprendizaje que es importante analizar. Por una cuestión económica, yo sabía que iba a ser complicado esa vez, porque llegaron jugadores que no venían jugando y se debían recuperar, porque ni siquiera teníamos un lugar digno para entrenar. Era lógico que nos iba a costar al principio, le traté de poner el pecho, pero en ese contexto era imposible que Chaca empezara bien el campeonato. Hoy, ante una situación igual, me hubiera ido antes.

-No es el caso de este Belgrano…
-Claro. Belgrano es un club organizado, con pautas claras. Es un club que por la seriedad de sus dirigentes, por estructura, lugares de entrenamiento, está entre los cinco mejores de la Argentina. No tengo dudas. Cuando en un club se trabaja para que las cosas salgan bien, no te sorprenden cuando salen bien.

-¿Cómo se llega a un club así?
-Parte de la dirigencia. Armando Pérez es uno de los mejores dirigentes que conocí en mi vida, seguramente fue muy importante su experiencia como empresario exitoso. Cuando la cabeza de un lugar está bien, está clara, y sabe a dónde va, las cosas son más fáciles. Armando jerarquizó al club, lo posicionó, lo sacó de la quiebra, compró un predio muy bueno para las inferiores, y todo lo donó. Tiene muy claros los objetivos.

Imagen HISTORICO 26 de junio de 2011, cuando mandó a River al Nacional B.
HISTORICO 26 de junio de 2011, cuando mandó a River al Nacional B.
-Siempre hablás de sumar y no pensar en el título para que los jugadores no se confudan. ¿Qué sería confundirse?
-Hay situaciones que uno debe manejar para que nadie se confunda. El entrenador tiene que marcar claramente las pautas. Intento trabajar con naturalidad, y lo más importante es salir lo más rápido posible de las buenas y también de las malas y pensar en lo que viene. No quedarse en lo anterior.

-Pero me imagino la locura de la gente.
-La gente, primero, está agradecida, porque hemos hecho una muy buena compaña. Y tiene el derecho de ilusionarse. Gracias a Dios, hemos podido ilusionar a la gente, que es lo más lindo, pero el entrenador tiene que pensar de otra manera.

-Como entrenador, ¿qué expectativas tenés de acá al futuro?
-Sostenerme en el tiempo. Si te sostenés, te va a llegar la oportunidad de dirigir un club grande, a otro grande, en realidad, porque Belgrano lo es, de hecho. Con mi cuerpo técnico estamos preparados para dirigir a otro grande, llevamos tantos años en esto, ¿cómo no vamos a estar preparados?

Preparados, por supuesto. La etiqueta (“técnico de ascenso”) ya está hecha un bollito en el cesto de basura.

Por Diego Borinsky. Fotos: Viviana Toranzo