Anónimos reconocidos

Anónimo reconocido: Magia y aventura

Dolores Avendaño es la ilustradora oficial de las ediciones en español de Harry Potter. Pero además, ha recorrido el mundo desafiando a la naturaleza. Del Sahara a la Antártida, esta mujer ha hecho realidad sus dos más grandes sueños.

Por Redacción EG ·

09 de abril de 2012
Nota publicada en la edición marzo 2012 de la Revista El Gráfico

Imagen SIMBOLOS, la portada de Harry Potter y el gorrito característico de Mongolia.
SIMBOLOS, la portada de Harry Potter y el gorrito característico de Mongolia.
ERASE UNA VEZ, hace un tiempo no muy lejano, que su madre, con cuidado, iba deslizando delante de sus ojos las páginas de aquellos libros. Libros, sí. Libros de dibujos hermosos, plagados de luces y colores, que narraban historias fantásticas, llenas de aventuras, de países lejanos y exóticos. Ante los ojos de la niña, las historias cobraban vida propia a través de aquellas ilustraciones, y aunque la voz de la madre iba leyendo-narrando-contando lo que la ilustración había adornado de cada historia, la niña iba descubriendo en cada expresión, en cada matiz de color y en cada trazo, una historia propia... Cuentos de hadas y princesas, de montañas enormes y nevadas y de lagos azules y sin límites, cuentos de aventuras que ella —hay que entenderlo, apenas era una niña— se propuso vivir luego, más adelante, casi sin saberlo ni mucho menos poderlo decir, era algo que nacía en aquellos dibujos y le iluminaba el alma, le encendía el corazón y le alborotaba la sangre, toda esa aventura y esos dibujos iban a ser su vida (y ella, siendo una niña, ya lo sabía).

EN UN LEJANO PAIS... sintió que se le rompía el pecho y que el aire la abandonaba. Le dolía cada centímetro cuadrado de cada hueso, de cada pedazo de piel y de cada pelo. Sabía dónde estaba, pero también sabía cuánto le faltaba. Mientras la sangre le palpitaba en las sienes, sacó las cuentas como pudo: estaba cerca de los 37 kilómetros de un trazado circular que totalizaba 42, y luego le faltaría otro tanto para completar el circuito —dos círculos formando un 8, en las montañas del Norte de la Mongolia, en el llamado “Mongolia del amanecer hasta el atardecer”, un día de junio, con un sol deslumbrante y un cielo límpido—. Miró todo eso y de pronto recordó una frase de Michael Jordan: “Podría aceptar la derrota, pero no el no haberlo intentado”. Entonces sintió que algo le brotaba de adentro, un hálito de vida, o una corriente eléctrica de desafío o alguna otra cosa que la impulsó a decirse a sí misma: “Si abandono ahora, no me perdonaré que los otros que corren me digan luego que fue un recorrido fantástico. Si abandono ahora, no lo voy a tolerar. Así que, hasta que no me arrastre por el suelo, hasta que no deje hasta el último aliento, seguiré corriendo”. Y así lo hizo, y así, inquebrantable, intentó lo que apenas unos segundos antes le había parecido lejano y casi imposible. Así la ganó...

CUENTAN QUE aquella niña creció y aunque ya no queden demasiados recuerdos de aquellos tiempos, permanecen imágenes y momentos: la montaña, las cabalgatas, el lago Nahuel Huapi, momentos de la naturaleza mezclados con otros, aquellos de las películas, de Indiana Jones corriendo, trepando, saltando y deslizándose... fotos clic-click-click: aventura-lago-Indiana-princesas-caballos-caminos nuevos.

Imagen PARTE de las medallas y trofeos de Dolores Avendaño.
PARTE de las medallas y trofeos de Dolores Avendaño.
Fue el mundo de la ilustración y de los dibujos el que ganó la primera carrera. Dolores viajó, estudió en Providence, Rhode Island, durante cuatro años: arte e Ilustración, claro. Arthur Rackham y Edmond Dulac fueron, de alguna manera, sus inspiradores, pero también estaban presentes, siempre, sus propios sueños, un mundo mágico, privado y único, en el que ella era la princesa del cuento...
Y un día —un mágico día— llegó la oportunidad, la oportunidad con la forma de una calabaza, justamente (¿No era, acaso, una calabaza la que se convertía en carruaje para Cenicienta?), porque llegó el pedido de hacer ilustraciones para un libro, On Halloween Night. Sus autoras: Ferida Wolf y Dolores Kosielski. Y ella, claro, firmando como ilustradora. Si la magia de la aparición de un libro es ya suficiente, más magia sintió ella en su corazón cuando ese libro —esa portada, esa obra suya— apareció en la película Tienes un email con Tom Hanks. Fue, aquella vez, la noticia de que algo tal vez apenas casual, inadvertido para muchos, era también una señal, de que “Tienes aquí tu magia”, un mensaje lanzado por la propia película.

EN LAS TIERRAS DEL NORTE, Dolores Avendaño, nacida en el barrio de Recoleta, pasó a vivir, junto con su familia, en Olivos. Fue allí donde estudió el primario y el secundario en el Instituto Northlands, nombre emblemático si los hay para su carrera. Es que en las Tierras del Norte vivió momentos importantes de su vida. Y es hoy una mujer que, cumpliendo 40 años, ya ha logrado, sin magia alguna, que se cumplieran dos de sus más grandes sueños: el del arte ilustrado y la aventura.

Lo del arte ilustrado ha tenido una significación especial para ella, porque justamente le ha tocado darles vida a las portadas de los libros de Harry Potter en su versión hispana; o sea, para toda Latinoamérica, España y dondequiera se compre el libro en español.

Mago si los hay, los hubo o los habrá, Harry Potter cobró vida física y forma de personita a través de sus pinceles, sus colores, sus ánimos y esperanzas. Ni siquiera pensaba ella el enorme crecimiento que tendría el personaje, ni el éxito editorial, ni la cantidad de películas, ni la fama sin fronteras, pues solamente estaba atareada en dibujar...

LA AVENTURA inicial fue allá por octubre de 1999, al correr aproximadamente 27 kilómetros en Villa La Angostura, cuando todo lo que había corrido en su vida anterior era una hora y doce minutos apenas una semana antes. Su compañero de carrera fue Santos Manfredi, que en esos momentos jugaba en la Primera de Alumni... “Me llevaba de banderín”, evoca hoy. “Y aunque juré que nunca más iba a correr, a los pocos días ya estaba planeando la Maratón de Nueva York”.

Imagen PRIMERA ilustración en un libro norteamericano.
PRIMERA ilustración en un libro norteamericano.
La persiguen la magia, la aventura y las historias. En el Desierto del Sahara, durante la etapa de 82 kilómetros, observó una hermosa puesta de sol y, más allá del desgaste físico, de la deshidratación y el esfuerzo, no pudo más que evocar al Principito de Saint Exupéry. Los 243 kilómetros en el desierto del Sahara, por ser su primera ultracarrera, totalmente sola. Fue, también, la primera mujer argentina en participar de la Marathon des Sables, en la que cada competidor carga todo lo que necesita para los 7 días de carrera —son 6 etapas y siete días— con excepción del agua: le dan a cada uno 9 litros diarios. Es una carrera de autosuficiencia, y se comparten las carpas por idiomas.

Por ser la única mujer, compartió su carpa con cinco hombres. Precavida, ¡llevó tapones para los oídos y logró evitar el ruido de los ronquidos! Se había entrenado bajo el rayazo del sol de Buenos Aires. Y durante la anteúltima etapa —la de los 42 kilómetros—, la del sexto día, le tocaron 53o C; encima, corriendo sobre un terreno ondulado y de piedra negra... Aquella experiencia porteña le sirvió para saber aflojar el ritmo sin llegar al sobrecalentamiento. Pero, ante todo, como ella confiesa, la ayudó su actitud. La misma actitud, pero de caballero, que tuvo un inglés que, faltando muy poco para terminar la Marathon des Sables en Tazzarine, un pueblito olvidado en medio del desierto, prefirió frenar un milisegundo antes y dejarla pasar, luego de 300 metros de haber corrido a la par, dejando el alma en cada brazada.

De la misma forma en que, junto a dos competidores más en el Hielo Continental —un desafío que todavía hoy la persigue rumbo al futuro—, sin guía, sin teléfonos satelitales, debió soportar dos desmoronamientos de rocas justo a su lado; el momento en el que, quizás, más expuesta y frágil se sintió...

Imagen Otro de los premios de la mujer que cumplió sus sueños.
Otro de los premios de la mujer que cumplió sus sueños.
LA FELICIDAD ESTA EN EL CAMINO, escribió Dan Dillman en El guerrero pacífico, un libro que a ella le ha enseñado mucho. Y esto es así porque tanto se hace camino al andar trazando la primera línea de un dibujo, como empezando una competencia. Digámoslo de una vez: esta mujer ha corrido por todo el mundo y en las circunstancias más complicadas. Basta echar una mirada a su historial para no necesitar de calificativos: mejor tiempo en la maratón de Nueva York del 2003 (3h27m36s); noveno puesto en la categoría mixtos en Villa La Angostura (1999); participó de la Maratón Popular de Madrid (2001); y en el Cruce de Los Andes, 42 kilómetros entre los 2600 y los 3900 metros sobre el nivel del mar (2005).

No es todo porque, además, ha formado parte de carreras y expediciones. Intentó cumbre en el Aconcagua en dos oportunidades. Hizo una expedición en el Hielo Continental, entrando por el glaciar Marconi y saliendo por el glaciar Viedma, junto a dos participantes. Ganó el Mongolia Sunset (100 kilómetros en un día), ganó las 100 Himalayan Miles (160 kilómetros en los Himalayas de la India) y fue la primera mujer argentina en participar en la Marathon de Sables: 243 kilómetros en el desierto del Sahara, en Marruecos, donde terminó en el número 14 de 69 mujeres.

Jamás olvida a sus padres: Magdalena y José María; a sus hermanos Inés y Pepe; a sus amigos Bárbara y Miguel por todo lo que la ayudaron; como a Luis Migueles, su entrenador y a la firma Garmont que la sigue apoyando.

Hoy está llena de ganas de seguir trabajando en la Fundación Desarrollo a través del Deporte (www.fundaciondad.org) y da conferencias motivacionales para empresas y universidades.
La niña que soñaba con la magia y la mujer que aceptó los retos de la aventura, hoy son la misma, y aquel rostro de ayer y este de hoy se funden en una sonrisa plena cuando, a la hora del repaso y del proyecto, sienten el brillo de la magia de la vida.

Por Carlos Irusta / Fotos: Emiliano Lasalvia