Las Entrevistas de El Gráfico

VERÓN: "EL DÍA EN QUE GANAMOS LA LIBERTADORES FUE EL MEJOR DE MI CARRERA""

Arrepentido respecto de su retiro, Verón tendrá sus últimos seis meses como jugador profesional. Revivimos la entrevista de diciembre al crack de Estudiantes: sus comienzos, Messi, Maradona, las escapadas de las concentraciones, Ferguson, la lesión, su peor técnico y su agarrada con Roberto Mancini, entre otros temas.

Por Redacción EG ·

30 de enero de 2012

Nota publicada en la edición diciembre 2011 de la Revista El Gráfico

Imagen ULTIMO TORNEO. Juan Sebastián Verón, 36 años, se retirará en Estudiantes, el club donde comenzó.
ULTIMO TORNEO. Juan Sebastián Verón, 36 años, se retirará en Estudiantes, el club donde comenzó.
Imagen PEGADA exquisita, brasileña, en el Monumental. El 11 lo heredó del padre. Jugó 32 partidos por Eliminatorias.
PEGADA exquisita, brasileña, en el Monumental. El 11 lo heredó del padre. Jugó 32 partidos por Eliminatorias.
Es domingo a la tarde en City Bell, el country en el que nacieron todas las hazañas pincharratas. Si el predio tuviera voz propia, no pararía de contar historias... Destacaría, por ejemplo, la cultura del trabajo que introdujo un revolucionario llamado Osvaldo Zubeldía. Y contaría las ilusiones de ese chiquilín de 6 años que entonces llevaba la cabeza cubierta con pelo, y que mientras esperaba que su padre terminara con la rutina del entrenamiento, ya en el final de su carrera, se quedaba solo, con la pelota, haciendo jueguito debajo del ombú, allá detrás de la casona.

Se respira un aire inexorablemente familiar en el country de City Bell. En un par de tablones sobre caballetes se ha improvisado una mesa en la que celebran algún acontecimiento una docena de jóvenes, que intercalan sanguchitos entre picado y picado en la cancha de papi. El plantel de Primera practica en uno de los campos principales, preparando el partido que al día siguiente no podrán jugar frente a Banfield, ante la mirada de unos 25 hinchas que cubren todo el espectro etario, porque hay niños que apenas caminan y abuelos que también apenas caminan. Se observa un par de banderas colgadas. Una de ellas muestra el dibujo inconfundible de una bruja y un mensaje de agradecimiento. Al costado, aguarda el final un grupito de personas con remeras que llevan el 11 con la inscripción “Agrupación Juan Sebastián Verón”.

Jorge Celestre tiene 61 años, barba, pelo y bigote ya derrotados por nocaut frente a las canas. Es el presidente de la agrupación. “¿Qué te puedo decir? –contesta con una pregunta-. A nosotros nos gustaría que siguiera jugando, pero ya no le podemos pedir nada más. Escuchame, desde que se fue, este pibe dijo que iba a volver, y cumplió. Y cuando volvió pensamos que era por un añito, o con suerte dos, y terminaron siendo cinco y medio. No podemos hacer nada más que venir a despedirlo día a día”.

Así están los muchachos veronistas, hoy, con su grito de corazón, resignándose a un retiro en cómodas cuotas, para que sea más digerible. Viniendo un día, mirando una práctica, pidiendo una foto.
El señor Juan Sebastián, que no nació entre fusas y corcheas como cantó la querida María Elena Walsh, sino entre pelotas, conitos y videos, se acerca a la nueva sala de prensa del club con ropa de entrenamiento y su paso brasileño, un andar etéreo y sutil que lo ha distinguido en las canchas del mundo. Lleva una botellita de agua con gas en una mano y una compotera dúrax con cereales en la otra.

Está de buen humor, se entusiasmará en la charla según dejará ver en unos minutos, como si ya tuviera asumido el retiro y no lo invadiera la nostalgia en esta entrevista pautada con El Gráfico para repasar su carrera. La última como jugador. La de un crack que excede la camiseta de Estudiantes.

-¿Cómo estás de ánimo: triste, angustiado?
-Bien, por ahora, te digo la verdad, bien, tranquilo, qué sé yo, no es que estoy dejando porque no doy más. Si bien es forzado, también es algo que en algún momento se tiene que dar.

-¿Te encerrás a llorar en estos días, no te viene la melancolía?
-No, por ahora no (y lanza una mirada cómplice de que todavía puede pasar).

-Se va acercando la fecha...
-A mí, lo que en realidad me costó fue comunicarlo. Por los muchachos, por el momento, pero el tema es que yo no mido los momentos, no me pongo a pensar si es bueno o si es malo el momento, porque sacando lo de la lesión, las decisiones en toda mi carrera las tomé por instinto, buscando un desafío. Y en esos casos, si te ponés a pensar, a veces es mejor la comodidad que buscar otro horizonte, pero bueno, yo no soy así.

-Te costó porque sentías que dejabas solos a tus compañeros...
-Claro, vivimos muchas cosas con este grupo, y yo siempre fui de tomarme muchas responsabilidades y, qué sé yo, la decisión fue hasta imprevista, de golpe, porque en principio apuntaba para más adelante, para el año que viene, pero bueno, qué sé yo, el grupo va a salir adelante.

-¿De cuándo viene la lesión?
-De un partido con All Boys, en cancha de ellos, septiembre del 2010. Perdimos 2-1. Ese día me tocaron de atrás, y como no tengo la costumbre de seguir mirando la pelota cuando le pego, me la movieron y pateé el piso, el rival, no sé, me doblé todo. A partir de ahí empecé a jugar infiltrado hasta fin de año. Y a mediados de este no aguanté más y me operé.

-¿Qué te genera la lesión?
-El tobillo me quedó limitado, no tengo todo el movimiento. Y al tener limitado el tobillo, la articulación no trabaja igual, eso me hace una sobrecarga y me descompensa todo.

-Vos tenías la ilusión de que con la operación pudieras seguir un tiempo más...
-Y… sí, la operación fue buena, en el día a día no tengo dolores, más allá de que me agarra un día con humedad y me molesta, pero me puedo entrenar bien, el problema es cuando empiezo a exigirme y cargar. De no estar la lesión, seguramente hubiera seguido un tiempo más porque físicamente estoy bien y las ganas de jugar no las perdés nunca.

-Los malos resultados terminaron de decidirte.
-No, no, los malos resultados son malos resultados, no influyeron en nada.

-¿Te vas bien, entonces?
-Sí, siempre dije que quería dejar con una buena imagen, y sacando la lesión, me voy medianamente bien en lo futbolístico, sin arrastrarme, es un buen cierre para mi carrera.

Imagen CON FERGUSON. "Al principio sos su niño mimado, pero después te va dejando", dice Verón del DT del Manchester.
CON FERGUSON. "Al principio sos su niño mimado, pero después te va dejando", dice Verón del DT del Manchester.
-Y pensar que arrancó de la peor manera posible, ¿o no?
-Sí, con el descenso de Estudiantes. ¡Qué manera de empezar, por favor! Debuté en abril del 94 y unos meses después nos fuimos a la B. Igual, era algo que se veía venir, el club no estaba bien. Era el momento, ¿viste cuando las cosas se van desencadenando y ves que no tenés freno y te vas a dar contra la pared? Bueno, nos dimos nomás. Por suerte, el club pudo salir enseguida, si no se hubiera hecho difícil. Y a partir de ahí cambió todo.

-¿Qué pensaste con ese arranque? Me espera una carrera lamentable...
-El descenso lo tomaba más como hincha, para mí era un momento duro, triste, muy triste, sobre todo porque venir de mi papá que había ganado todo y yo arrancar e irme al descenso era, cómo decirte...

-Le manchabas el apellido al pobre viejo…
-Exactamente, no era un comienzo muy alentador que digamos (risas), pero lo que tuve yo siempre en la cabeza es que quería jugar en Primera. Y sabía que podía jugar, me daba cuenta, estaba convencido de lo que podía dar. Y así fue, mi papá habló con Eduardo (Manera) y con Miguel (Russo), y ellos le dijeron que me quedara, que me iban a utilizar.

-¿Vos pensabas irte?
-Sí, estaba para irme. Me acuerdo de que en el primer entrenamiento después del descenso éramos 60 o 70, una cosa de locos. Pensé: “Acá no juego nunca más”. Pero ellos dijeron que me quedara y ahí arranqué con continuidad en el Nacional B.

-Vos venías al country desde chiquito, ¿qué primera imagen te viene de esa época?
-La imagen es la del ombú que está atrás de la casona, ahí me pasaba todo del día.

-¿Con quién?
-Siempre solo, con una pelota, no había más compañía que esa. Pasaba mucho tiempo acá, mi viejo venía a concentrar en su última etapa como jugador o a laburar, ya como técnico, y lo acompañaba. Pateaba ahí debajo del ombú, le daba a la pelota todo el tiempo.

-Recién el presidente de tu agrupación nos contó que él pensaba que vos ibas a volver para jugar 1 o 2 años como mucho, ¿vos también imaginabas eso?
-Y… yo siempre fui de moverme mucho, 2 años como máximo en un club y arrancaba. Pero acá se fueron dando las cosas y cuando ves objetivos cada vez más cerca, redoblás la apuesta.

-¿Siempre tuviste en claro que ibas a volver en 2006? Vos podías seguir en Europa.
-Fue más por un tema familiar, hacía bastante que estábamos afuera y yo veía, más allá de la situación del país que a veces te la pintan como caótica, que había que volver. A mí nunca me asustó eso.

-Si a vos te entraron a robar en Inglaterra.
-Por eso, nunca me asustó ese tema. Nosotros veníamos hablando y ya para el año nuevo del 2005, cuando vinimos a pasar las fiestas, nos costó mucho volver, a los chicos les costó.

-¿Venías con la idea de ganar un título o lo veías muy lejano? Porque vos habías sido campeón pero en equipos fuertes…
-Sí, claro, en Estudiantes es más difícil, habíamos tenido solo dos ciclos de éxitos hasta el momento: los 60 y comienzos de los 80, nada más. Pero bueno, qué se yo, la ilusión de poder ganar algo con el club, y en Primera, estaba.

-O sea que si antes de volver te decían que ibas a ganar la Libertadores…
-Me cagaba de risa; de eso, seguro.

Y se rie, nomas, el señor Juan Sebastián, como para acompañar la letra. Su travesía por el primer mundo futbolero duró 11 años, y luego de un arranque de mediatabla (Sampdoria y Parma), la proyección lo catapultó a equipos de elite: Lazio, Manchester, Chelsea e Inter. La Bruja recoge un puñadito de cereales con sus dedos y los deja caer desde arriba. Y sigue repasando.

-¿Qué club vio al mejor Verón?
-La Lazio, sí, fue el lugar donde tuve mayor constancia. Dos años siempre arriba, sin bajar, porque en el resto de los clubes anduve bien pero también tuve caídas.

-En 2001 era “Verón o Zidane” como el mejor del mundo, ¿te sentías a la par?
-Noooo, yo no me puedo comparar con Zidane, primero por estilo, es completamente distinto, pero bueno, lo que pasa es que el italiano ve al fantasista, como le dicen, a Totti, Del Piero en esa época, Zidane, y entre esos estaba yo, pero no existe comparación.

-¿Te la llegaste a creer?
-No, nunca.

-Pero en algún momento de tu carrera te habrás mareado un poquito, ¿o no?
-Y… al principio te mareás un poco, la verdad, a mí me llegó todo de golpe, pero si llegué a tener una buena carrera es porque en algún momento pude compensar, estabilizarme. El vértigo está, es normal, hay muchas cosas dando vuelta en el medio de la vida del futbolista, porque es todo corto e intenso.

-¿Quién te bajó a tierra?
-La verdad es que tuve compañeros que en eso fueron buenos.

-¿Quiénes?
-El primero fue Craviotto, acá.

-¿Qué hacías?
-Y… no me comportaba como un chico que recién estaba apareciendo en Primera.

Imagen LA CARICATURA de Gonza Rodríguez. Genial.
LA CARICATURA de Gonza Rodríguez. Genial.
-Un canchero…
-Exacto, me ponía a la par de los grandes, contestaba como si fuera uno de ellos, no ocupaba el lugar que hoy les digo a los más chicos que ocupen. Y Néstor, con sus años encima, delante de todos… me cagó a pedos. Me dijo: “Parece que tuvieras diez años en Primera y no tenés ni uno todavía, tenés que bajar un poco, ser más humilde”.

-¿Y vos?
-Nada, agaché la cabeza.

-Otro que te puso los puntos…
-Bueno, con Roberto (Mancini), tuve una agarrada fuerte.

-No debe tener un carácter fácil, Tevez lo puede confirmar…
-Tiene un carácter difícil, pero lo considero un amigo, conmigo se portó muy bien. Fuimos compañeros en Sampdoria, luego en Lazio y después fue mi técnico en Inter. La agarrada fue en Sampdoria, en un partido contra el Piacenza. No sé si pateé mal un centro, él me dijo, bien, “Levantala”, y yo lo mandé a la… Llegué al vestuario y me quería pelear. Se había sacado la camiseta y se me venía al humo, de frente, puteando (risas), pero se metieron varios…

-¿Y vos?
-Me paré, pero sabiendo que me había equivocado. Después le pedí perdón y en un partido contra el Inter que perdíamos 3-1, íbamos saliendo de la cancha y él vino de atrás, me abrazó y me dijo: “Si demostrás las cosas por las que el club te fue a buscar, vamos a andar bien”. Lo sentí como un respaldo importante.

-¿Con Fergusson cómo te llevaste?
-Bien (la cara y el tono de voz dicen “más o menos”), pasa que en las relaciones es medio raro.

-¿A qué te referís?
-No solo conmigo, eh, él elige a sus jugadores y deja ir a otros. Fijate que Van Nistelrooy metió 60 goles en dos años y le dio salida.

-¿Tuvo alguna rabieta con vos, de tirarte un botín por la cabeza, como ha hecho con otros?
-No, nunca me crucé con él, tenía una buena relación. Al principio te adora, sos el nene mimado y después como que te va dejando…

-¿Cómo te llamaba?
-Seba, Seba, me hablaba en inglés, bah, en su escocés cerrado que se entiende poco.

-¿Cómo te trató Menotti en Sampdoria, vos que venías de tener a Bilardo en Boca y llegabas con tu escarapela pincharrata?
-Para nada me pasó factura, al contrario, trató siempre de tener un buen diálogo conmigo. Después en la Selección me encontré con el Profe Signorini, y un fenómeno; Poncini lo mismo, buena gente, yo no… digamos que esas diferencias, más allá de la ideología que defiende cada uno, fueron más personales que otra cosa. Y tampoco soy extremista.

-El mejor técnico que tuviste.
-No puedo, tuve muchos. Paso.

-Bueno, entonces decime el peor.
-Ehhh… te digo el que menos me banqué. Vujadin Boskov, uno que había dirigido al Real Madrid y al Napoli. Lo tuve en Sampdoria después de que se fue Menotti. El viejo me tenía de punto y me vigilaba, me vigilaba todo lo que hacía: adónde iba, cuándo volvía...

-¿Te mandaba espías?
-No, pero yo qué sé, me sentaba a hablar con alguien en el hotel, y el viejo, que en ese momento tendría 70 años, se escondía detrás de las plantas para vigilarme. Yo lo veía y me mataba de risa.

-¿Hiciste muchas macanas en tu carrera?
-A ver… ¿muchas? Ehhh me he mandado las mías.

-¿Te escapaste de concentraciones, por ejemplo?
-Escapado de concentraciones… (se hace el que piensa). Mirá, no encuentro (le cuesta admitir), puede ser que alguna que otra, pero no muchas, eh, no muchas…

-¿Cómo te escapabas?
-Ehhhhhhh, tirados abajo en un auto (risas). Pero antes era distinto, eh (quiere esquivar, piensa en su futuro rol en la Selección), porque no había tantos medios, no estabas tan expuesto. Hoy hay que cuidarse mucho más, es todo más complicado.

-Nombrame la top.
-Eh… (piensa, repiensa), una con Christian Karembeu, en la Samp. El morocho ganaba, ¿eh? Nos escapamos a la noche y volvimos al hotel a la mañana siguiente, el día del partido, tempranito.

-¿Y volviste como los jugadores de Chile con Borghi?
-No, no, porque si no, no jugaba. En eso nos cuidábamos bastante. Llegué bien, incluso metí un gol. El técnico era Eriksson, el sueco. Se enteró y nos puso una multa delante de todos.

-¿Cómo habían burlado la vigilancia?
-Nada, teníamos visto un ventanal de atrás, en el comedor, que daba a un patio. El comedor quedaba siempre abierto, así que bajamos a la noche al comedor y saltamos por el ventanal, no estaba a gran altura. Bolicheamos toda la noche y volvimos temprano.

Se rie otra vez la Bruja. Con la boca y también con los ojos, pícaros. No es que explote en una carcajada, pero está viajando en el tiempo a aquellos días de fama recién asimilada y no puede dejar de tentarse. ¿De cuántas otras cosas no publicables se estará acordando en este momento?

-¿El apellido te pesó alguna vez?
-No. A mi viejo lo tuve en casi todas las Inferiores y era inevitable que alguien no se enojara, pero nunca le di bolilla al tema, de verdad.

-En tus declaraciones siempre quisiste bajar el tema de tu influencia en las decisiones del club en estos años, ¿nunca tuviste nada que ver en la formación del equipo?
-Armar el equipo, nunca. Los técnicos sí me han pedido alguna opinión, si había visto algo en un entrenamiento, si nos sentíamos cómodos con línea de 3 o de 4, cómo lo veían los muchachos desde adentro.
Imagen MUNDIAL 2010. Maradona lo llevó a Sudáfrica, aunque no jugó el último partido con Alemania,
MUNDIAL 2010. Maradona lo llevó a Sudáfrica, aunque no jugó el último partido con Alemania,
-¿El pulgar de Verón arriba o abajo, con los refuerzos, por ejemplo, es un mito?
-Mirá, en un momento la Gata estaba entre Independiente y Estudiantes, y yo sabía que una palabra mía podía ayudar. Entonces intercedí, le hablé y vino. Esas cosas, sí. Después, por ejemplo, la última vez yo quería que se quedara Sosa y no me dieron bolilla.

-¿Qué es lo que más te enorgullece de tu carrera?
-Eh… no los títulos, sino el reconocimiento de mis compañeros, porque yo no mido el ser buen o mal tipo por regalarte una sonrisa o porque te presto un auto o te presto guita (está claro: no es un hombre de regalar sonrisas). Yo lo mido por la lealtad, por ser fiel, por tener principios, por ir de frente y por estar en momentos donde tenés que estar. Y creo ser así o haber sido así en mi carrera.

-¿Hay algo que no te guste, alguna pelea que preferirías no haber tenido?
-Nahh, las peleas pasan, son boludeces.

-¿Quiénes son los mejores amigos que te dio el fútbol?
-Amigos amigos… Hernán (Crespo), Ariel (Ortega), el Piojo, el Kily, Pablo Cavallero, el Turco Husaín, Matute Morales son los más cercanos; después los muchachos de acá: Desábato, Braña, el Chino Benítez, Agustín Alayes… y seguro que hay unos cuantos más que me van a putear porque no los nombré.

-¿Y enemigos?
-Debe haber alguno, debe haber…

-¿Más o menos que los amigos?
-Menos, creo; me imagino que menos (risas).

-¿Te pone mal estar peleado con alguien?
-No, puede ser que me hubiera gustado evitar algún distanciamiento boludo, pero cada uno es como es y elige…

-Con Palermo estabas peleado pero sabías que te ibas a amigar, ¿con Calderón es distinto?
-Nunca me puse a pensar, ni tampoco sé por qué se enojó. Para mí está equivocado, pero tampoco quiero estar dándole manija a un tema que después va a tener respuesta y más palabras...

-¿Con Maradona quedaste mal por el Mundial?
-No, creo que Diego se enojó porque habló mi papá. Y acá abro un paréntesis: yo con mi viejo hablo sólo el 10% de lo que hago y de lo que pienso.

-¿Tu viejo no te pide permiso antes de hablar? Uno imagina que en esos casos habla por vos…
-No, no, para nada, porque yo no puedo estar las 24 horas del día encima de él. Sí le puedo decir: “Mirá, viejo, no es momento para que hables”, pero después, si se larga, ¿qué querés que le diga?

-¿Te enojás con él?
-Sí, me he enojado por cosas que dijo, pero ya está, ya habló. Yo no arreglo con él las cosas que va a decir, ya soy un muchacho grande, no vivo más con mi papá y mi mamá, y en muchas de mis decisiones no necesito tampoco consultarlo.

-Entonces, ¿cómo quedaste con Diego?
-Agradecido por llevarme al Mundial, por supuesto. Lo que sí necesitaba, en ese momento, era hablar con él por cosas que habíamos charlado en su momento, antes, y que quedan obviamente entre nosotros dos.

-¿No volviste a hablar con él después del Mundial?
-No. Lo intenté, pero bueno… no pasó nada. Ya está, no le guardo rencor ni nada, aparte yo compartí con él una cancha. Era uno de mis sueños y lo pude cumplir en Boca.

-Fuiste compañero de Diego y de Messi, ¿te parecen comparables?
-Como Diego no va a salir nadie, lo que irradiaba Diego, lo que es y lo que fue, nosotros que lo vivimos, es imposible que se repita. Vos hoy agarrás a un chico categoría 95 y le hablás de Maradona, sí, y te puede contar por lo que vio en la tele, pero nosotros lo vivimos, eh… Mirá, yo tuve de compañero a Fabio Cannavaro. Una vez, en un Parma-Juventus, el día que les ganamos 4-1, Diego estaba en el estadio y nos mandó a pedir las camisetas de Thuram, campeón del mundo con Francia, y de Cannavaro, napolitano rabioso. “Lilian, Diego quiere tu camiseta”, le comenté al francés. “¿Quién? Me estás jodiendo, si es mi ídolo”, me contestó. Enseguida me pasan un teléfono. Era Diego. “Fabio, tomá, para vos”, le dije a Cannavaro. Y no me lo olvido más, eh, te lo juro. El tipo estaba parado, se sentó en un banco y se puso a llorar. A llorar como un nene, eh…

-¿Y en cuanto a lo futbolístico, no te parece que están a la altura con Messi?
-Tienen en común esos primeros 5 metros de arranque que te matan. Es otra época, otro fútbol. Lio está en un equipo bárbaro y Diego llegó a… no sabés lo que era el Nápoli, una banda de pistoleros era…

-¿Cómo es Messi en la intimidad, vos que compartiste habitación con él en Sudáfrica?
-Yo lo empecé a tratar en la Copa América 2007, en Venezuela. Era un chico que no hablaba, que no se metía en el grupo. Por su carácter. Hoy está mucho mejor, aunque el que no lo conoce por ahí lo ve y te dice: “Este chico no habla, ¿qué le pasa?“. Pero es su forma de ser.

-¿Y qué falla en la Selección con él?
-Qué sé yo… es largo, es un tema para hablar tres horas. Para simplificar, digamos que tenemos que olvidarnos de ver al Messi del Barcelona. Punto. El problema es que nos pasan todos los partidos de allá y mete de a tres por partido. Bueno, por lo menos ahora en la Selección va metiendo de a uno, es importante.

-¿Vas a volver a estar con él?
-Yo tengo ganas, es lo que me gusta.

-Pero tu papá salió a declarar que vos no estabas para ser asesor de la Selección, sino para un cargo importante.
-Es lo que te dije antes de mi viejo, acá no pasa por el nombre de la función sino por lo que se puede hacer.

-Decime cinco cosas concretas que podrías hacer.
-Por empezar, proyectar y ayudar en los juveniles, con una idea, con un concepto, con un fundamento. Todos hablan del Barcelona, ¿no? Pero el Barcelona no son los 11 tipos que juegan bárbaro. Atrás está La Masía, la formación con una disciplina, un concepto, entonces hay que empezar por la base, por los fundamentos. Nosotros tuvimos camadas muy buenas de jugadores, como Aimar, Saviola, D’Alessandro, Riquelme… hoy no los tenés. También hay que buscar entrenadores acordes, no es lo mismo trabajar con chicos de 15 o 16 años que con otros de 20, hay que saber manejarse con chicos, no es tan sencillo.

-¿Y para la mayor?
-Hay detalles que le pueden dar una comodidad mayor al jugador y lo van a hacer sentir mejor.

-Pero está todo medio confuso: un dirigente sale a decir que te quiere y otro atrás a decir que no sos necesario.
-A todo cambio siempre habrá gente que se le oponga, aparecerán voces, pero tengo entendido que está todo bien, todo dado para arrancar. Es un momento importante en el fútbol por lo que se viene, para que se sume gente del fútbol al trabajo, se tiene que vincular, sobre todo con la formación. Hay que educar al jugador, marcarle el camino, brindarle otro tipo de información. Y para eso nadie mejor que alguien que haya pasado por lo mismo y haya tenido las mismas vivencias.

-Batistuta también quiere estar.
-Si hay ganas, es importante que gente como Bati o como el Ratón (Ayala) se sumen. Son referentes y necesitás de ese tipo de gente, que el jugador lo haya visto, lo tenga bien fresco y que pueda recibir esas enseñanzas. Son todos muchachos que la lucharon de abajo y que lejos de la frivolidad hicieron una carrera extraordinaria. Eso se necesita hoy, sacarle al jugador la historia del peinado, del botín y del auto para que le brinde más tiempo a la carrera, abrirle la cabeza. En nuestra época nos pasábamos todo el día con una pelota bajo el brazo, hoy hay demasiadas cosas que desvían la atención. Ojo: a todos nos gustó divertirnos, aparecer en la tele y tener un lindo auto, pero hay que enfocarse mucho más en el fútbol, no empezar por el final sino por el principio.

Y el principio es la carrera que se va, la pelota que dibuja una mueca de tristeza.

-¿Tuviste miedo alguna vez en una cancha?
-En el partido no, pero el que te dice que no tiene cagazo antes de un partido, miente. Yo he visto grandes jugadores, pero grandes jugadores de verdad, eh (risas) que en la concentración te dicen: “Tengo diarrea”. Y es normal, porque el cuerpo responde de alguna manera a la tensión, pero hace bien ese cagazo, eh, no el que te lleve a decir “Hoy no podemos ganar”; pero el otro, sí.

-Final de Libertadores, Mineirao, Cruzeiro les mete el 1-0, la cancha explota, ¿ahí no tiemblan las patitas?
-Aparecen las dudas normales de un partido, pero emocionalmente tratás de equilibrarte, de no perder la cabeza, y de transmitir eso a tus compañeros. Si lo lográs, la cosa va bien. Igual, esa vez lo veía bien al equipo, firme, convencido, igual que en las finales que perdimos con Inter y Barcelona, son partidos donde nosotros podíamos fallar, como nos pasó, pero sabiendo que a ellos no les iba a resultar nada fácil.

-El día más feliz de tu carrera.
-Por lo que representó para mí y mi familia, el día que ganamos la Libertadores en Brasil.

-El más triste...
-Cuando nos eliminó Suecia en el Mundial 2002.

-Sacando a los hinchas de Estudiantes, ¿con qué imagen creés que te vas?
-Buena. Una cosa es la cancha, porque en la cancha te putean en grupo, lo han puteado a Burruchaga, a cualquiera, campeones del mundo o no, son todos iguales. Ahora, afuera de la cancha, la verdad, realmente siempre muy bien.

-¿Te acordás de la publicidad en la que vos chasqueabas los dedos y pedías lo que querías e iba apareciendo?
-Sí, claro.

-Si la hicieras ahora, ¿qué pedirías?
-(Piensa) La misma carrera.

-Pero ya terminó.
-La misma carrera.

Ahora la sonrisa final transmite convicción. Tiene muy claro qué está diciendo el señor Juan Sebastián. No hay error en su mensaje. Termina una etapa y pretende arrancar otra de igual trascendencia y jerarquía. Baja el telón del primer acto. Aplausos estruendosos. Ovación más que merecida.

Por Diego Borinsky / Fotos Emiliano Lasalvia