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Alejandro Sabella: En vigilia

El DT de la Selección confiesa sus sensaciones: que le cuesta disfrutar de la profesión, que pretende darle más responsabilidad a Messi y que no tiene jugadores con las características de Di María.

Por Redacción EG ·

13 de enero de 2012
Nota publicada en la edición diciembre 2011 de la Revista El Gráfico

Imagen Dirigió a Estudiantes de La Plata entre 2009 y 2011. Consiguió dos títulos: la Libertadores 2009 y el Apertura 2010.
Dirigió a Estudiantes de La Plata entre 2009 y 2011. Consiguió dos títulos: la Libertadores 2009 y el Apertura 2010.
VIVIMOS TIEMPOS vertiginosos. De precocidad y urgencia supremas. Los chicos quieren tener su teléfono móvil a los 9 años, el último modelo de i-pad a los 10, ir a bailar a los 11, chatear a los 12 y ser gerentes de una empresa a los 25. Hay que acelerar, ir rápido. No importa hacia dónde ni por qué, pero llegar cuanto antes. Vale la meta y no el camino. Se ha perdido el valor de la perseverancia y la paciencia, el mérito por conquistar un objetivo. Ya casi no se disfruta el viaje porque hay que llegar cuanto antes a destino.

El fútbol también entra en la bolsa. El concepto vale para jugadores, técnicos y periodistas. Sin embargo, cada tanto, al fútbol se le alteran los relojes.

En marzo del 2009, Alejandro Sabella tenía 54 años y una carrera como DT que aún no sumaba ni una línea en su currículum. Sí tenía más de 15 temporadas como colaborador de Daniel Passarella, pero como entrenador principal, cero. Cero a los 54 años, cuando la edad promedio del DT, al menos en la Argentina, no llega a los 40. Te retirás y a las pocas semanas te sientan en el banco. Esa parece ser la consigna.

-Yo arranqué el 15 de marzo del 2009 en Estudiantes. Me llamaron para ofrecerme el cargo, lo hablé con Daniel (Passarella), que ya estaba lanzado para ser presidente de River, y me dijo que le diera para adelante y me deseó lo mejor. Ahí se abrió un camino que por suerte ha sido bueno. Y acá estamos. Lógicamente que uno siempre es optimista, pero todo esto que me ocurrió en los últimos años superó las previsiones.

-O sea que si Passarella no se hubiera dedicado a ser presidente de River...
-Y... es muy probable que hoy seguiría siendo su ayudante, es más que probable, salvo que me hubiese echado. Así que esa es una cosa más que tengo que agradecerle a Daniel.

ALEJANDRO SABELLA no se preocupa por dar una respuesta políticamente correcta, una frase con glamour. Sabe que los hechos se dieron así y no lo oculta. Primero, la venia de su exjefe. Y después, los dos años y medio como DT principal que le bastaron -quizás como una condensación perfecta de toda una vida en el fútbol- para asumir en Estudiantes, levantar la Libertadores a los tres meses, estar a dos minutos de conquistar el Mundial de Clubes, pelear un torneo local hasta el final, ganar el siguiente, ser tentado para dirigir la Selección y no poder dar el sí por su compromiso profesional, y finalmente desembarcar en el predio de AFA en Ezeiza, desde donde se había marchado hacía 13 años y adonde jamás imaginó que volvería alguna vez.

Se lo ve relajado en los sillones de Ezeiza, recuperando el aliento de tres meses frenéticos en los que debió viajar a India y Bangladesh, enfrentar por duplicado a Brasil y afrontar sus primeros cuatro compromisos oficiales. La tensión superó todos los límites imaginables y alcanzó su clímax en el entretiempo de Barranquilla. Argentina venía de perder con Venezuela y empatar de local ante Bolivia (ambos resultados tristemente inéditos en Eliminatorias), perdía 1-0 ante Colombia por un gol en contra en el instante final de la etapa y tenía a un jugador roto en el vestuario. Un panorama desolador por donde se lo mirara. Justo antes del tiro libre que terminó en gol en contra, Sabella había girado su cabeza hacia un costado y vio a un alcanzapelota rezando. Por dentro pensó en contrarrestarlo con las mismas armas, pero la fe del caribeño pudo más. Después, pasó lo que pasó, a Messi por fin le quedó una y Argentina dio vuelta el partido. Sabella volvió al país el miércoles a la mañana y apagó el celular por dos días. Desapareció hasta del radar de Coco Ventura, el jefe de prensa. Y uno no podía dejar de imaginarlo bajo los efectos de una terapia antiestrés por 48 horas corridas.

-¿Necesitabas desaparecer un poco?
-Y sí, son días que se viven muy intensamente. Primero, la observación de los jugadores y la conformación de la lista. Una vez que das la lista, a rezar para que no se te lesionen los jugadores, porque a veces juegan hasta 5 partidos entre que das la lista y se presentan acá. A mí me pasó ahora con Di María y Banega, a quienes perdí, y con Agüero, a quien apenas pude usar. Partimos de una situación ya estresante. De ahí, los dos partidos que son seguidos. Jugás el primero y aunque debés hacer un análisis de lo que se hizo bien y mal, tenés que cambiar enseguida porque se te viene el otro partido. Encima, si en el primero no conseguís el resultado, la presión es muy grande. Por suerte logramos un resultado muy bueno en Colombia. Te digo la verdad: ya en Estudiantes me costaba muchísimo dormir después de los partidos. Acá ni te digo. Terminan y sigo acelerado. Igual, aunque me desconecto del periodismo y las notas, hay que seguir mirando partidos y jugadores del medio local.

Imagen SIEMPRE CON su pizarra y sus papeles. Suma 8 partidos: 4 triunfos, 2 empates y 2 derrotas.
SIEMPRE CON su pizarra y sus papeles. Suma 8 partidos: 4 triunfos, 2 empates y 2 derrotas.
-¿Te imaginabas esta presión o es mayor a la prevista?
-Y... la presión es grande. Somos una Selección con historia, que viene de un tiempo importante sin lograr objetivos. Aparte, el fútbol es cada vez una pasión más grande, que abarca más gente, y está el sentido de la responsabilidad, también. Yo me considero una persona muy responsable, que tengo que responder no solamente a quienes confiaron en mí y a los jugadores, sino también a la inmensa cantidad de argentinos que son fanáticos del fútbol.

-¿Tenés algún método para que no te supere la tensión?
-No voy a terapia, y no creo que pueda relajarme del todo. Mi mujer me dice que a veces estoy en casa pero no estoy. Pienso en jugadores, en partidos. Durante la noche me despierto una o dos veces, y siempre con el fútbol en la cabeza. Es así, no se puede cambiar.

-¿Escuchás lo que se dice?
-Trato de aislarme un poco. Tengo que abrir los diarios todo los días, mirar la televisión, internet e ir a las canchas para seguir jugadores. Entonces, si además lo tengo que hacer para ver lo que dicen de mí, no se puede. Un poco sí miro, porque escuchar la opinión de otros es bueno, y he sido siempre de escuchar mucho, pero tampoco puedo estar obsesionado con lo que dicen de mí porque no tendría tiempo. Se necesita un equilibrio para todo.

-Menotti fue duro, ¿te afectó?
-Eh... cada uno puede tener su opinión de fútbol. A mí no me gusta hablar del trabajo de otros entrenadores, pero es una cuestión personal, cada uno tiene su manera de pensar.

-Hasta aquí fue todo a las corridas, ahora vas a tener tiempo para pensar...
-Sí, lógico, pero yo digo que vivo en un estado de vigilia permanente. Un poquito podés relajarte. Un poquito, no un poco (levanta el dedo para marcar la diferencia).

-¿Te llegaste a sentir en zona de riesgo después de Bolivia?
-Sabía que iba a tener mucha presión pero debía pensar en el partido de Colombia, en tratar de equivocarme lo menos posible, en levantar el ánimo de los muchachos, no podía darme el lujo de pensar en otras cosas.

-¿Cuántos puntos imaginabas en la previa?
-No hice cálculos, pero creo que merecimos más. A Chile le ganamos bien, aunque el resultado fue exagerado, Venezuela nos ganó bien, a Bolivia lo superamos claramente y a Colombia le ganamos con lo justo, pero merecidamente. La cosecha, en cuanto al juego, tendría que haber sido de dos puntos más.

-¿Messi-Agüero-Higuain no debería ser una fija para que se preocuparan los otros?
-Contra Bolivia, mi equipo era Gago-Mascherano-Di María; Messi-Higuain-Agüero, pero no pude. Y en el segundo tiempo contra Colombia jugaron los tres. Es cierto lo que decís, yo también como entrenador me planteo esa posibilidad, el tema es cómo consigo que alimenten a esos tres, porque no dejan de ser delanteros, eh, más allá de que Messi puede arrancar de un poco más atrás.

-¿A la Argentina no le conviene jugar de contra? Así le metió los goles a Chile, a Colombia y el que le anularon contra Bolivia...
-Obviamente que Argentina tiene jugadores con velocidad, habilidad y cambio de ritmo para jugar de contragolpe, pero de local, por más que le des el terreno al rival, no te lo aceptan. Con Chile fue distinto porque es un equipo que te ataca, pero en general no te lo aceptan porque conocen esa potencialidad de Argentina. Además, para salir rápido necesitás volantes que se desdoblan rápidamente. Contra Colombia, de los 4 volantes teníamos uno solo para contragolpear, que era Sosa, después Braña, Mascherano y Guiñazú no son de contragolpe. Contra Chile, en cambio, tenía a Sosa y a Di María, que son jugadores que se desdoblan rápido.

-¿Tantos cambios de esquemas es síntoma de inteligencia o exceso de dudas?
-Es tratar de buscarle la potencialidad al equipo, teniendo en cuenta primero la formación propia y después la del rival. Dependés de las características de los jugadores. Por ejemplo: como Di María no hay otro, un volante que se desdobla de ataque a defensa y viceversa, que tiene esa agresividad para jugar, es un jugador que te rellena muy bien los espacios en muy poco tiempo. Hay jugadores que lo rellenan bien para atrás y mal hacia adelante o viceversa. Di María lo tiene todo. A veces, la falta de un jugador te hace cambiar el esquema, cuando es difícil de suplantar.

-¿En tu primer contacto con Messi le hiciste algún comentario del Mundial de Clubes?
-Le conté una anécdota. Nosotros perdimos la final con Estudiantes en diciembre del 2009 y en enero del 2010 fuimos a hacer la pretemporada a Cariló. Entrenamos a la mañana en la playa y después me quedé un rato con mi tablita planificando la práctica de la tarde. Estaba en la orilla, pasó corriendo un muchacho por atrás, y me gritó: “¿Todavía lo estás buscando a Messi?”. Me empecé a reír solo. Entonces le conté eso a Messi cuando lo conocí y nos matamos de risa los dos.

-Hasta ahora, además de padecerlo como rival, a Messi lo veías como espectador. ¿Qué te sorprendió de él en estos meses?
-Dos cosas, diría. Una, el gran impacto que tiene sobre la gente. Lo viví en India, Bangladesh y Colombia. La gente tiene locura por él.

-¿Similar a lo que generaba Maradona?
-Es que yo no estuve tan cerca de Diego. Recuerdo una vez que vino a entrenarse con nosotros, lamentablemente; y digo lamentablemente porque me volví muy deprimido a mi casa, sintiéndome un pésimo jugador de fútbol. Pero sí, Lionel es una persona que indudablemente conmueve a la gente. Y la otra cosa es que, adentro del campo, electrifica el juego. Un tipo que electrifica todo lo que toca, cuando recibe la pelota cambia el voltaje del rival, de los compañeros y de la gente. De todos.

Imagen PIENSO, luego dirijo. En una de las canchas de Ezeiza.
PIENSO, luego dirijo. En una de las canchas de Ezeiza.
-¿No te llama la atención que juegue todos los minutos de todos los partidos?
-Sí, encima corre con la pelota, que es una de las cosas más difíciles y que más desgaste muscular produce. Y lo hace en un Barcelona que, por un lado, lo ayuda pero que por el otro tiene la pelota todo el tiempo y está siempre propenso a atacar, entonces hay más roces.

-¿Con la capitanía quisiste hacer la “gran Bilardo” con Maradona en el 83?
-Me acordaba de que Javier en primera instancia no había querido ser capitán, después lo hablé con él y con Lionel, les pedí que lo charlaran entre ellos y fue madurando la idea. Quiero que el hecho de ser capitán le dé una responsabilidad mayor y lo ayude a madurar... a madurar un poco más de lo que ha madurado, porque este chico ya ha tenido una maduración impresionante.

-¿Qué rol querés para Messi en la cancha?
-Lo ideal es que reciba la pelota lo más cerca posible del área, como en el Barcelona. Lo que pasa es que Barcelona hay uno solo en el mundo, entonces no es fácil. Cuanto más cerca del área reciba y cuantas más opciones de pase tenga al momento de recibir, mejor, porque más allá de su gambeta y desequilibrio, es fundamental que pueda usar a los compañeros para gambetear o para darles pases de gol.

-No te gusta que baje mucho...
-No, se vio en el primer tiempo contra Colombia, que tuvo que bajar porque estaba aislado. En el segundo fue diferente: tenía más opciones de pase al recibir y también más espacio. Eso queremos.

-¿Vos le preguntás qué prefiere?
-He hablado de fútbol con él cuando fui a Barcelona, y cuando hago táctico también. “Mirá, Leo, que hoy vamos a hacer táctico”, le digo, porque a él le gusta la pelota, es un jugador que disfruta con el balón. Disfruta él y disfrutamos todos, pero de repente hago unos movimientos tácticos cuando tiene la pelota el rival para ver cómo nos acomodamos.

-¿En qué se puede aprovechar el tiempo de acá a junio?
-Hay que preparar los amistosos, voy a ir a Europa para hablar con los jugadores y miraré fútbol local. Me apoyaré en la tecnología para hacer un seguimiento de todos. Mi idea es entrenar con jugadores del medio local el año que viene, una vez cada 15 días si se puede.

-¿Lo de Verón asesor fue idea tuya?
-A mí me preguntaron y yo contesté que lo veía bien, que me parecía una persona con muchísima experiencia en el mundo y que tiene relación con los jugadores. Podría ser interesante, pero no depende de mí.

-¿Hablaste con él?
-Hablé algo, pero para convencerlo de que juegue, eso me interesaría también (risas).

-Para cerrar, ¿se puede disfrutar el ser técnico de la Selección o es imposible?
-Yo no soy de disfrutar, y no hablo sólo del fútbol sino de la vida en general, me cuesta, soy más de sufrir las situaciones que de disfrutarlas. Es un defecto que tengo y debería corregir. O sea: sufro mucho los malos momentos y no disfruto como tengo que disfrutar los buenos, y más allá de la gran responsabilidad que uno siente, ser técnico de la selección es uno de los cargos más importantes que hay en el fútbol, pero de repente mi manera de ser me supera. Desde afuera sabés que hay presión, pero adentro la vivís y es otra cosa. Así es el trabajo de entrenador.

ASI ES ESTE trabajo. No necesitaba confirmarlo con palabras Alejandro Sabella. Uno lo ve delante del banco de suplentes, en Colombia o en el Monumental, con Estudiantes o la Selección, y la primera impresión que devuelve su rostro es la de un hombre con dolor de panza, un hombre que está buscando el baño más cercano, como si un retorcijón interior le estuviera advirtiendo, en sesión permanente, que algo puede y debe hacer para mejorar al equipo. Que tiene prohibido disfrutar. Así vive el fútbol Sabella, lejos de hacerle honor a su apodo (Pachorra), aunque después de un carrousel loco de 8 partidos en tres meses y medio, tiene bien merecida una tregua de fin de año.

Por Diego Borinsky / Fotos: Emiliano Lasalvia