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Los puntos críticos de la Selección

El ciclo de Sabella se inició con un sabor agridulce. Las abismales respuestas individuales y colectivas entre un partido y otro sembraron preocupación, de cara a la doble jornada que clausurará la competencia oficial de un año cargado de decepciones. Al menos queda tiempo para enderezar el barco.

Por Redacción EG ·

10 de noviembre de 2011
Nota publicada en la edición noviembre 2011 de la Revista El Gráfico

Imagen MESSI e Higuain, la dupla de ataque.
MESSI e Higuain, la dupla de ataque.
La cocina francesa es una de las más refinadas del mundo. Se sustenta en ingredientes de calidad excelsa, que le permiten atravesar los portales de lo dulce y lo salado con la velocidad de un chisme y acreditar un reconocimiento unánime en cualquier mesa del planeta.
La Selección podría encarnar una metáfora de la “nouvelle cuisine”, salvo por un detalle lapidario: esa valencia agridulce, que en el repertorio de cheffs como Bocuse o Escoffier representarían un sello de distinción, significan un aplazo preocupante para el plato que hasta aquí ha presentado Alejandro Sabella.

Décima en el ranking de la FIFA (1030 puntos y con tendencia descendente), con posibilidades crecientes de no ser cabeza de serie si se clasifica para Brasil 2014, cacheteada por la incertidumbre conceptual que implica haber cambiado cuatro entrenadores en tres años y sometida al centrifugado de su identidad futbolera tras innumerables amistosos con fines recaudatorios –que derivaron en la convocatoria de 139 jugadores en los últimos tres años–, la Selección ingresó en un peligroso cono de turbulencia que, por fortuna, encendió todas las alarmas al cabo de los dos primeros partidos de las Eliminatorias, todavía con tiempo para enderezar el rumbo y despegar.

Entre el festival del contraataque frente a Chile y la endeblez acalorada ante Venezuela, han llovido críticas, opiniones y análisis. Este texto es una gota más de esa tormenta. Una gota que –mejor aclararlo ya– no pretende mojar a Alejandro Sabella. Al contrario: el técnico necesita tiempo, serenidad y firmeza para trabajar. Un respaldo que los dirigentes –y a ellos sí que les salpique– no le dieron a Basile, Maradona y Batista, más allá de las valoraciones ocasionales de sus ciclos. De aquella AFA que sostenía a sus entrenadores a rajatabla –Menotti, Bilardo, Passarella, Bielsa y hasta Pekerman en su ciclo de juveniles– se involucionó hacia esta AFA histérica, resultadista, desconcertada y desconcertante que eyecta entrenadores sin evaluar proyectos ni para contratarlos ni para despedirlos. Y ya se sabe que la tierra más fértil para el fútbol, amén de la impronta individual, es la continuidad de los ciclos...

Encima del escritorio reposa la libreta que el cronista utilizó en la doble jornada de apertura. Viene vapuleada, la pobre: es la misma en la que garabateó sus impresiones en los cuatro partidos de la Copa América –cero victorias contra tres rivales de las actuales Eliminatorias– y es la misma que todavía ofrece hojas en blanco para capturar detalles de los próximos enfrentamientos con Bolivia y Colombia. Al cronista le gusta repasar esas anotaciones. Son trazos enérgicos, tipo receta de médico, con un valor agregado: la sensación propia del instante, ese impulso espasmódico del aquí y ahora, que luego se atenúa con el correr de las horas. Y son esas notas, precisamente, las que disparan algunas reflexiones…

“Dos fuera de serie: Messi e higuain. Los demas pueden estar o no“.

El escalón de los intocables es para ellos dos. Lo plasmaron en Sudáfrica 2010 con goles (Gonzalo) y buenas actuaciones (Leo), repitieron trazos interesantes en la Copa América, tuvieron conexiones electrizantes contra Chile y lo reafirman en cada jornada de Champions o de Liga de España, donde protagonizan una carrera con final de bandera verde por el Pichichi. Enemigos allá y socios deliciosos acá, con la celeste y blanca. De a poco están enhebrando una pequeña sociedad que crece y se retroalimenta. Un tándem al que puede sumársele, en un peldaño inferior, el vértigo vertical de Di María cuando le asignan un rol por la banda izquierda (aunque en el Real se ha destacado como un gran asistidor con precisos estiletazos desde la derecha). Si a Angelito lo condenan al oficio de un dubitativo doble cinco, como ocurrió frente a Venezuela, se le notan demasiado los hilos y se diluye en la medianía general. Porque el resto –puesto por puesto, línea por línea– se comportan como jugadores normalitos y punto. Entre lo que demuestran y lo que creemos que deben demostrar, hay un abismo. Asumir que no son fenómenos, sino un ejército de aceptables jugadores y ya, sería un avance. Con aceptables jugadores se edifican equipos con mayúscula, siempre que se asuma más la realidad palpable que la potencialidad jamás acariciada. Las estrellas ya están y son dos. Por ahí asoma otro aspirante al escalón superior. Pero los demás no son, ni deben ser considerados ni considerarse estrellas, a riesgo de terminar estrellados.

Imagen EL CUCHU jugó 52 partidos con la Selección Mayor.
EL CUCHU jugó 52 partidos con la Selección Mayor.
“¿Mascherano se habra olvidado de su oficio de volante?“.

Un caso preocupante. Primero, porque está a salvo de cualquier duda el sentimiento y la entrega de Masche por la camiseta argentina. Siempre ha subordinado su carrera y ha dejado todo por ella. El tema es que hoy no le alcanza. En Sudáfrica 2010 fue de mayor a menor, desprotegido por un sistema maradoniano que lo exponía casi como exclusiva herramienta de corte en la mitad de la cancha. En la etapa del toque horizontal propuesto por Batista, no se lo notó cómodo ni preciso, tanto en la contención como en la asociación. Y en el precoz ciclo de Sabella, luego de observarlo brillar en los últimos meses como un excelente tiempista en la zaga del Barcelona, recrudecieron las dudas y los interrogantes. ¿Es lógico que juegue de volante central quien viene pedaleando la temporada como zaguero? Hasta aquí, la cancha arrojó una respuesta negativa.

“El doble cinco no funciona“.

Así de claro. Ausente Mascherano por suspensión, la novedosa dupla Banega-Braña no sincronizó y padeció horrores con la posesión chilena. Se sabe que el fuerte de Ever es el primer pase luego de la intercepción, esa pincelada que transparenta la transición del equipo de defensa a ataque, esa conexión necesaria con Messi o Di María para que despegue una réplica. Pero se lo ve muy golpeador –llegando una milésima tarde por falta de timming– y extrañamente impreciso.
Chapu es un obrero y garantiza sacrificio, pero construir una sociedad de contención lleva un tiempo de trabajo que no se tuvo. Y se notó. Los aportes de Mascherano y Di María tampoco fueron satisfactorios en esa porción del campo. Y es en este punto donde la lapicera escribe más nombres: Cambiasso, un relojito en el Inter, volante mixto como hay pocos, imaginariamente sustancial en el primer año de las Eliminatorias; Cantero, un diamante en bruto con la mirada proyectada hacia Brasil 2014…

Imagen EL PRIMER  partido de Pastore fue contra Canadá a mitad del año pasado.
EL PRIMER partido de Pastore fue contra Canadá a mitad del año pasado.
“¿Que tiene Sosa para que Pastore deba estar tanto tiempo en el banco?“.

A José Sosa le asiste el beneficio de la duda: tal vez la esté descosiendo en el Metalist Járkov de Ucrania y aquí ni nos enteremos. Pero a Pastore lo vemos seguido. Desde que le aportó un salto de calidad al PSG francés, la tele pasa todos los partidos. Entonces sabemos que está veloz, lúcido, con ese panorama punzante que le agrega fichas a su perfil de asistidor, picante dentro del área y hasta con espalda temperamental para cargarse la responsabilidad del equipo entero. Que es un socio potencial para Messi quedó más que claro desde aquella noche de Polokwane, ante Grecia. Que sus características no son las mismas que las de Sosa -hombre más del carril que del jardín trescuartista de un media punta–, ni hace falta escribirlo, aunque ya lo hayan leído. Lo que sugiere la gélida participación de Sosa, y lo que merece y reclama este presente angelado de Pastore, son más minutos en cancha, una participación intensa y constante. Más contacto con los indiscutibles de arriba para investigar si la onda que imaginamos, si la compatibilidad que sugieren, se despereza del gris marco teórico y se transforma en una variante ofensiva de peso. Vale la pena correr el riesgo.

“¿Cambiar de sistema en cada partido es un defecto o una virtud?“.

Virtud si el abanico de sistemas lo despliega un equipo que, como cualquier club, puede trabajar con su entrenador durante veinte días al mes, tiempo vital para forjar una identidad global e ir enriqueciéndola con matices colectivos. Defecto si se trata de un equipo que, como cualquier Selección, se junta y juega casi sin tiempo no ya para entrenarse, sino para desayunar. Que sería algo así como creerse rico sin haber depositado ni una moneda en el banco.  Sabella sacudió demasiado el esqueleto en el arranque de su gestión. Modificó el númerito telefónico según la ocasión: 4-3-3 en el 1-0 con Venezuela, en India; 3-5-2 en el 4-1 con Nigeria, en Bangladesh; 4-4-2 en el 4-1 con Chile, en Buenos Aires; y 5-3-2 en el 0-1 con Venezuela, en Puerto La Cruz. 

El dibujo no deja de ser un detalle. Como suele decir el gran Coco Basile: “Yo los paro bárbaro, el problema es que después se empiezan a mover”. Y allí, en la movilidad que trasciende a los esquemas, está la raíz. No importa tanto el esquema, sino el concepto, la identidad del equipo, el estilo a transitar. Antes de priorizar la referencia a los movimientos del adversario –eso pareció en el planteo previo a Venezuela– es necesario definir qué somos como equipo o qué queremos ser.
Maradona se aferró a una apuesta exacerbada a las individualidades ofensivas, sin demasiados cimientos tácticos. Batista quiso afirmarse en la posesión y le bajó unos decibeles al ritmo. Y Sabella, parece, ensayará una estrategia más vertical, acaso con demasiada atención a las características del adversario de turno. Encontrar el equilibrio y la identidad será la tarea más delicada para Alejandro Magno.

Imagen JAVIER Zanetti metió 5 goles en todo su ciclo con la albiceleste.
JAVIER Zanetti metió 5 goles en todo su ciclo con la albiceleste.
“Centrales insolventes, laterales sin profundidad“.

¿Cuánto hace que la defensa de la Selección no ofrece sensación de seguridad? Ufff… Tal vez desde el segmento más dulce de la Era Bielsa. Lejos de centrales con la jerarquía de un Passarella, un Ruggeri o un Ayala y de la prestación regular de laterales como Zanetti, ha costado consolidar un bloque que mixture el blindaje por arriba o por abajo y la proyección efectiva y no efectista por las bandas. El constante pone y saca de los técnicos tampoco ayudó para la consolidación. En la desesperación, se llegó al extremo de convocar al Flaco Schiavi en carácter de bombero para surfear un tramo delicado de las Eliminatorias pasadas. Es llamativa la tendencia a marcar casi siempre con falta, sobre todo con el delantero de espaldas al arco, como si fueran expertos en regalar pelotas paradas. Aún con intermitencias, solo Nico Burdisso garantiza continuidad en su club y un piso de jerarquía en una zona que reclama atención urgente y personalizada. ¿Es Otamendi su ladero ideal, con alrededor de 20 partidos jugados en el Porto en el último año y medio? ¿Lo es Demichelis, que tampoco llega a 30 en ese mismo período en el Málaga? ¿No será hora de trabajar con zagueros del medio local, como Julián Velázquez y Lisandro López –dos chicos de innegable proyección internacional, en permanente evolución en el torneo local–, que además pueden ser entrenados en el predio de Ezeiza mientras se mantengan en el país?

El déficit por las bandas tampoco no disminuye. Hasta aquí, en la apuesta por Rojo ha salido el negro. Batista le tuvo fe y lo trabajó en la previa de la Copa América, aunque después lo utilizara apenas 45 minutos contra Bolivia. No se lo nota ni cómodo ni dúctil al defensor del Spartak. Se le nubla el panorama en la proyección y descuida su espalda hasta límites sin solución. Pablo Zabaleta, al menos, viene subiendo la escalerita desde las selecciones juveniles. Acaba de empezar su momento como sucesor de Pupi Zanetti. Necesita tiempo de desarrollo, soltarse más, animarse en ofensiva para no ser otro ladrillo en la pared.

“Estrategia para la doble jornada“.

La segunda doble fecha de Eliminatorias ofrece una resolución espejada con respecto a la primera: arranque en casa y luego un viaje largo para jugar en un clima caluroso y asfixiante. El ensayo inicial no resultó feliz. Aunque se jugó de noche, varios muchachos se quedaron sin energía en el segundo tiempo con Venezuela, que había reservado sus titulares mientras los suplentes perdían en la altura de Quito. ¿Conviene utilizar dos equipos diferentes? No parece para el caso de Barranquilla, tal vez sea lo indicado para destinos más extremos como Quito y La Paz, donde la carta brava es la altura. Vale recordar que Pekerman lo hizo en 2005 y salió redondo: Argentina venció 2-1 a Bolivia de visitante. La receta más indicada para Barranquilla parece ser el mix, basado en el recambio de jugadores en los puestos de mayor desgaste, ya que el partido se jugará a las 16 de Colombia, con el sol picando como el aguijón de una avispa.

Y se acabaron las notas de la libreta. Demasiadas, como corresponde al arranque de un ciclo. Algunas referencias encontrarán solución inmediata. Otras…

Por Elías Perugino / Fotos: Alejandro del Bosco y AFP