(sin categoría)

Los tres chiflados

Silva, Moralez y Martínez ya se puede leer de corrido como en los equipos de antes. Delantera de Selección, montan todos los domingos un inédito show del gol. Moe, Larry y Curley, un poroto.

Por Redacción EG ·

12 de julio de 2011
Nota publicada en la edición de junio 2011 de la Revista El Gráfico

Imagen La última locura: Los tres remando tras el golazo de Silva a Gimnasia.
La última locura: Los tres remando tras el golazo de Silva a Gimnasia.
EMPACHADO DE ILUSIONES, Santiago Silva regresó a Vélez en enero del año pasado. El uruguayo pretendía expresar en cancha que aquella explosión en el Banfield campeón del Apertura 2009 no era cuento. Sus 14 goles, los que lo alzaron a liderar la tabla de artilleros en ese certamen, no solo se transformaron en un aporte clave en la campaña del Taladro, sino también marcaron la tendencia.

El Tanque, quizás sin querer queriendo, comenzó a patentar su impronta a través de festejos ingeniosos. Su socio era su compañero en la ofensiva, Sebastián Fernández. La misma sintonía que compartían en el juego, la inyectaban al tiempo de la celebración. Jamás se perderán aquellas imágenes, en las que el Pelado -hombre corpulento- se cargaba a Papelito sobre su espalda.

Silva, sin embargo, no se quedaba ahí. Sus caras, sea por una acción favorable o desfavorable, no tenían desperdicio. Eran y son mortales. No obstante, todo lo desfachatado y gracioso que puede resultar adentro del campo de juego, no lo es tanto afuera. O al menos, cuando le toca lidiar con la prensa o con algún particular. Sin dejar de ser cordial y atento, exhibe su perfil serio.

No influye que su presente se recubra de miel. No importa que sea una de las piezas vitales de un Vélez que se consolida como el mejor conjunto de la Argentina. El tipo mantiene la mesura, y punto. “Yo me siento acá, no hay drama. Pero no haré ninguna pavada”, aplica el freno el centrodelantero ante el pedido de replicar un retrato de Moe, Larry y Curley junto a Maximiliano Moralez y a Juan Manuel Martínez, sus compañeros de emociones en el Fortín modelo 2010-2011. El Burrito y Moralito colaboran con la causa sin trabas. “Vos, Burro, ponete ahí, y cada uno le agarra una oreja”, indica el Enano entre risas, en la Villa Olímpica.

Se palpa que hay buena onda. Existe la mejor conexión en el trío. Los muchachos son la punta de lanza del ataque de Vélez, único conjunto argentino que puede quebrar la estadística al consagrarse por duplicado en este semestre de año: Clausura y Libertadores. La rompen en el juego, pero también con los festejos. “Los armamos antes de los partidos. Cualquiera de los tres, inventa. Acordamos, entonces, y salen”, arroja la primera piedra Silva. “El Tanque nos dice que pensemos, y nosotros le metemos cabeza. El se encarga de empezar a mostrarlos”, agrega Maxi. Mientras que el Burrito acota: “Uno siempre lleva ideas, pero el Tanque manda. El inició esto. Después, se integró Maxi. Y yo trato de sumarme a la fiesta. Pero son ellos los creadores de los festejos. Lo mío es unirme y hacer goles”.

-Maxi, ¿los entrenan en la semana?
-No. Se da todo ahí, en la entrada en calor o cuando llegamos al vestuario, más que nada. Tratamos de aceitarnos (risas). Una vez que coincidimos, intentamos que salgan bien.

-Tanque, ¿cómo surgen?
-A través de vivencias en los entrenamientos, y si no, los inventamos antes de cada partido. Esto no solo pasa por el festejo, sino por un tema de motivación. Si cualquiera de los tres va a hacer un festejo, es porque cualquiera de nosotros va a convertir. Es un tema de confianza y de autoestima.
-Y es algo lindo para cambiar un poco lo que se da en el fútbol local -se embala el Burrito-. Nos gusta, nos entretiene y nos motiva, porque así siempre entrás a la cancha y pensás en hacer un gol. Lo disfrutamos mucho, y corta un poco el estrés y la tensión del encuentro. Ya llevamos un tiempo juntos y construimos una muy buena relación tanto adentro como afuera de la cancha. Y eso se nota.

-¿Podías creer cuando Santiago le sacó la cámara a un fotógrafo?
-Fue muy inteligente de su parte -se sonríe Martínez-. Luego, cambiábamos según quién clavara el gol.
-Lo hablamos con Maxi -se acopla Silva-. El primero que celebramos así fue en Mendoza, y después lo volvimos a realizar en el estadio de Vélez.

-¿Te sentís el hermano mayor de Maxi?
-No, hermanos, no. Compartimos el entrenamiento y todos los días de nuestro trabajo. Nos llevamos muy bien. Nos encontró el fútbol y la amistad seguirá por más que alguno deba irse del club. Si Maxi fuera mi hermano menor, el Burro sería el del medio. Esto se produce por lo que la institución nos brinda. Luego, lo ratificamos en la cancha al juntarnos. Hace tiempo que pasamos por un buen momento. Creo que lo más importante de nuestra unión se genera en el día a día.
-Nos desenvolvemos con responsabilidad a la hora de jugar y de festejar -afirma Moralez-. Lo tomamos con diversión y con risa. Estamos acostumbrados a hacerlo a diario. Hubo muchos festejos copados. Cuando nos subimos arriba del carro en cancha de Vélez, cuando agarramos la cámara de fotos.

Imagen La delantera de Vélez que, todos los domingos, monta un llamativo show del gol.
La delantera de Vélez que, todos los domingos, monta un llamativo show del gol.
-¿De esta manera desdramatizan el espectáculo?
-No lo sé. Es una forma de expresarse. Sacamos un poco la presión de todos. También nos permitimos festejar así por el presente del equipo, que es extraordinario. Hay que aprovecharlo. Los festejos y las victorias nos llevaron a esto. Hay que tratar de divertirse en el fútbol, que es lindo, y no tomarlo con tanto dramatismo.
-Creo que no tiene nada que ver el presente -dice Martínez-. Desde que se le ocurrió la idea al Tanque comenzamos a hacerlo. Nos entretiene y nos distiende en momentos de estrés. Lo más importante es que nos motiva cuando entramos a la cancha. Uno pretende convertir y festejar como nos gusta a nosotros.
-Coincido con ellos -opina Silva-. Si bien los gritamos con rabia y fuerza, como se debe hacer, nos descontracturamos nosotros y el resto del grupo, porque el gol es del equipo, en definitiva.

LA SOCIEDAD rinde a destajo en Liniers. Ya no causa sensación, por más que sea noticia. La repetición desecha la capacidad de asombro. De los 33 tantos que El Fortín anotó en el Apertura 2010 -cuando salió segundo a dos puntos de Estudiantes-, 25 tuvieron el sello del tridente. Silva marcó 11 y se transformó en el goleador del certamen, junto a Denis Stracqualursi; Martínez, 10; y Moralez, 4. Al margen de que se adjuntaron a la chapa otros apóstoles en 2011, como David Ramírez, Augusto Fernández y Ricardo Alvarez, el trío no dejó de tocar. Hasta la 15ª fecha del Clausura incluida y previo al compromiso de ida por las semifinales de la Libertadores ante Peñarol, Silva lleva 6 pases a la red en el torneo local y 3 en la Copa; Martínez acumula 2 y 3; y Moralez, 4 y 5.

Si bien el trébol azulado se apoya en el resto del equipo y ejecuta una misma idea en los últimos metros del perímetro, el artífice intelectual es Ricardo Gareca, el entrenador. “Es un gran técnico. Al grupo le hace muy bien en lo humano. Nosotros somos los tres que estamos arriba y debemos entendernos, al igual que con los mediocampistas, y los del medio con los defensores. Esto es un complemento. Cada línea tiene su función, y nosotros debemos crear ocasiones de gol y convertirlas.

Más allá de quién juegue, nos llevamos muy bien”, se adelanta el Enano. Mientras que Silva no le escapa al micrófono: “Gareca armó esta sociedad. Nosotros nos empezamos a conocer y sabemos los movimientos de cada uno. Ya sé dónde la tirará el Burro o Maxi. Ellos están advertidos dónde iré a buscar. Y yo sé por dónde andan mis compañeros. Por lo general, soy el que termina la jugada. Gareca inició esto y luego nosotros generamos la amistad”. En tanto, el Burrito sentencia: “Entendemos que somos responsables del ataque, por más que pase un poco por todos. Eso nos genera cierta confianza. Tenemos la sensación de que el equipo depende un poco de nosotros en ofensiva. Esto nos lleva a meternos en la cabeza que hay que convertir siempre”.

-La unión de grupo es vital, ¿no? Parece inoxidable.
-Es lo más importante -continúa el Burrito-. Por más que haya grandes individualidades, como tuvieron otros equipos, si el grupo no tiene compañerismo y solidaridad, es muy difícil pelear por un título. Eso es clave. Todos corremos por el compañero sin reprocharle nada a nadie. Y esto ya es un paso adelante para luchar por el torneo local y la Copa.

Imagen Llegó la propuesta y contestaron al toque. El Tanque, el Burrito y Moralito, en la Villa Olímpica.
Llegó la propuesta y contestaron al toque. El Tanque, el Burrito y Moralito, en la Villa Olímpica.
-Vélez no pisaba las semifinales de la Libertadores hace 17 años. Si obtiene los dos campeonatos será el primer equipo argentino que gane ambos en un mismo semestre bajo el sistema de torneos cortos, que empezó en 1991. ¿Quebrarán ustedes la estadística?
-El equipo está capacitado para quedarse con los dos torneos -rompe el silencio Moralez-. Somos un gran grupo y tenemos experiencia. La mayoría de los futbolistas que integramos este plantel ya salimos campeones. Estamos preparados para eso, y mucho más. Igual, es difícil pelear los dos frentes; desgastante, pero no imposible. Esperemos consagrarnos en ambos torneos y romper con esa racha.
-Estamos en un buen momento. Creo que no hay que relajarse, porque podés pasar a no tener nada en segundos -enfatiza Silva-. Es una situación ideal. Cualquiera quisiera estar en nuestro lugar. No se puede pedir más.
-Sería muy importante ganar campeonato y Copa -cuenta Martínez-. Pero el objetivo es el próximo encuentro, tratar de subir un escalón más, y recién después pensaremos en el otro compromiso. Vamos paso a paso.

-Se los observa sólidos. Para vencerlos se debe jugar bien, correr demasiado y ser inteligentes. ¿Coincidís, Burrito?
-El equipo está bien en todas las líneas. Pretendemos jugar al fútbol, con una idea clara que el entrenador nos inculcó. Y creo que la demostramos en cada partido, más allá del desgaste físico y de los rivales. Salimos a jugar de igual manera en las diferentes canchas.

-Maxi, ¿cuál es el secreto de la fórmula?
-La clave es la entrega, la calidad humana del grupo. Adentro de la cancha plasmamos todo lo que somos afuera. Además, somos un equipo competitivo, contamos con jugadores de clase, y nunca nos entregamos. Es importante que jugamos juntos hace algunos años.

-Tanque, ¿cuánto influye la continuidad de la mayoría de los futbolistas en el equipo y el recambio que tienen a disposición?
-Bastante. La base está hace tiempo. La dirigencia mantuvo la columna vertebral del equipo, y se nota claramente la diferencia. Hay un plantel de jerarquía, con jugadores que llegaron y aportaron mucho, y que se adaptaron al grupo. Hoy da orgullo estar acá.

Velez es una maquinita. Ya rompió con el verso instalado. Evidenció que se puede pelear torneo local y Copa Libertadores con las mismas armas y en idénticas condiciones. El desgaste físico, primera excusa de varios, no fue decisivo. El equipo de Ricardo Gareca lo disimuló de manera extraordinaria. La virtud no pasó por elegir, sino por decidirse. No hubo egoísmo entre los integrantes de un plantel de jerarquía internacional.

El Fortín apretó el botón de centrarse en las dos trincheras sin histerias. En consecuencia, no se resignó a desplegar un fútbol de alto impacto en cualquier estadio y frente al rival que se plantara. La premisa fue diagramar un elenco compacto, pero punzante. Un conjunto que exhibiera en cancha a sus mejores intérpretes y que, más allá de los recaudos defensivos, intentara llegar al arco contrario con pases entre líneas, con varios hombres, y por sorpresa.

La intención se transformó en realidad. El once del Tigre se entiende a la perfección, como si jugaran de memoria. Los laterales marcan, tocan y pasan; los volantes pisan el área y saben retroceder; Maximiliano Moralez juega y hace jugar de mitad de cancha hacia adelante; Juan Manuel Martínez propone vértigo y movilidad por el frente de ataque, y Santiago Silva es la referencia de área. Ellos no saltaron a la fama por ser cómicos, sino por sus formidables actuaciones de manera individual y colectiva.

Juntos son dinamita en estado puro. Ninguno se cortará solo. De modo simple, comprenden que el todo es más que la suma de sus partes. Se funden en los festejos, como si fueran chicos. Son bichos raros de un fútbol profesional que le apunta más al miedo a perder que al placer por jugar.
Silva, Martínez y Moralez pagan la entrada del público. Brindan espectáculo al servicio del juego, y encima aplican originalidad al tiempo de la celebración como bonus track. No tienen ni un pelo de chiflados. Lo más saludable es que se divierten, como en el barrio.

Por Darío Gurevich / Fotos: Emiliano Lasalvia