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Conozcan al peor equipo del mundo

Se llama Ibis Sport Club. Es de Brasil. Y se autoproclama como el peor del mundo. Razones no le faltan: siete décadas de derrotas y un delantero-peluquero que metió un gol en 10 años.

Por Redacción EG ·

09 de mayo de 2011
Imagen LA FOTO SALIO BIEN. En la cancha, necesitarían entrar todos juntos como para arañar un empate.
LA FOTO SALIO BIEN. En la cancha, necesitarían entrar todos juntos como para arañar un empate.
No es la mejor semana para el fútbol brasileño. El desastre de la Copa Libertadores, con las eliminaciones de todos los clubes participantes salvo el Santos, bien podría haber hecho que algún hincha, en un arrebato de exageración futbolera, mirara al cielo y gritara: “¡Somos los peores del mundo!”.

Error, dijo la chicharra. Para ser los peores del mundo hace falta mucho más que un par de cachetazos en la Copa Libertadores. Para ser los peores del mundo ni siquiera alcanza con perder, en fila, todos los partidos de una temporada. Para ser los peores del mundo hace falta morbo, en grandes cantidades; una importante dosis de masoquismo; y un cuidadoso marketing volcado a ensalzar cada derrota. La mezcla produce una autoflagelación constante y la veneración del ridículo.

Y así llegamos (perdón si se hizo un poco largo) a la historia del Ibis Sport Club, también conocido como ‘o pior time do mundo’, según la inquebrantable ley del copyright. Sí, porque de ahora en más, quien quiera acuñar la frase “el peor equipo del mundo”, sepa que le pertenece a esta institución fundada en 1938.

Imagen LOGO OFICIAL. Ibis se autoproclama el peor equipo del mundo.
LOGO OFICIAL. Ibis se autoproclama el peor equipo del mundo.
Si el Barcelona es “mès que un club” en Catalunya, el Ibis –la antítesis del Barça por donde se lo mire– bien podría aplicar el mismo slogan en el estado de Pernambuco. Ozir Ramos Jr, ex jugador, ex entrenador y hoy presidente del Ibis, dice: “Es como un alcohólico con su cachaça: sabe que le hace mal pero no puede dejar el vicio”. Y el vicio del Ibis es perder.

Ya de por sí, un club que haga referencia a un plumífero sagrado del Antiguo Egipto no podía tener un futuro muy promisorio. Según la mitología egipcia, a este pájaro lo sacrificaban porque así arrasaba con la peste de moscas que azotaba a los muertos. Ahora la historia se invirtió. El Ibis navega en la descomposición, en la putrefacción de una defensa llena de agujeros, de un ataque que no le mete un gol ni al arco iris, de un centrocampo que tiene menos movilidad que el círculo central. Lejos de fulminar a las moscas, el Ibis las atrae como la miel. O como la mie... Bueno, entendieron. Aparte de las moscas, también atrae al periodismo. (Bueno, casi lo mismo)

Pocos se han atrevido a hacer una industria alrededor de la derrota y salir airosos [1]. Es casi una paradoja: el Ibis sale victorioso sólo a la hora de autoflagelarse. En lo demás, pierde en todo.

La fama de peor equipo del mundo se acuñó en los años 70, con una “positiva” racha de 23 partidos sin ganar. El mote se solidificó en los años 80. Quienes no hayan asistido a la victoria 1-0 contra el Ferroviário, el 20 de julio de 1980, no sabían lo que se estaban perdiendo. De por sí, ese era el primer triunfo del Ibis desde 1978. Para peor, iba a ser el último por mucho más tiempo. Calculen ustedes: la siguiente victoria recién llegó el 17 de junio de 1984. En el medio, nada menos que 55 partidos sin ganar, con 48 derrotas y sólo 7 empates. Y 25 goles a favor, por 231 en contra [2].

Pero ese 1-0 contra el Ferroviário también dejó en los libros (en realidad no hay fotos ni videos que lo acrediten), el único gol del centrodelantero del equipo entre 1980 y 1990. Sí, un gol en 10 años. Esa es la foja de servicios del hoy ya mítico Mauro Shampoo.

En la fauna de antihéroes que le dan forma al slogan, Mauro Shampoo es una columna fundamental. Sobre todo porque tiene una peluquería al lado del estadio, donde sus compañeros, por lo menos, se llevan un corte gratis.

Imagen MAURO SHAMPOO. El peluquero goleador. Metió uno en 10 años.
MAURO SHAMPOO. El peluquero goleador. Metió uno en 10 años.
La fama del matador Mauro Shampoo trascendió las fronteras de Pernambuco gracias a un cortometraje de Leonardo Lima y Paulo Henrique Fontanelle. Shampoo se destaca ya desde la frase con la que atiende el teléfono: “Jugador, peluquero y hombre, Mauro Shampoo a sus órdenes”. Imposible que no fuera un ídolo de multitudes. Enfocado desde atrás, casi que uno podría confundírselo con el Maradona del Napoli. Hasta que respira, claro.

Hoy, con 54 años y una tintura azabache sobre una especie de nido de carpinchos, Shampoo sigue jugando en el Ibis. También hace media americana y otros cortes varios. Pero sobre todo, a los nuevos jugadores les hace un lavado de cabeza: “Ahora que sos jugador del Ibis, tenés que aprender a perder en forma”. Ese es Mauro Shampoo, el guía espiritual de la derrota.

Y las derrotas ya se festejan. Los goles en contra que sufre el Ibis se gritan como propios. Los goles a favor son una rareza. El promedio es menor a uno por año. En contra, se llevan contabilizados más de 3.400. Como si importara.

En el 2001, el presidente de entonces, Pinheiro Caldas, exigió que el Ibis fuera incluido en el Libro Guinness como el peor equipo del mundo. Pero ni hace falta que se homologue. Al fin y al cabo, ¿qué otro equipo querría competir en semejante rubro? Quizás esta sea la gran victoria del Ibis, el equipo que pierde siempre.

@ContRelI@Martín Mazur  (Twitter: @martinmazur)

[1] Aunque muchos aún ni lo sospechen, Eber Ludueña es un personaje de ficción.

[2] Quisimos investigar más del Ibis e intentamos ingresar a su sitio web. Obviamente, está caído. No esperábamos menos.